Relato erótico
Cuanto más primo
Lo que nos cuenta ocurrió hace unos años. Su primo se había ido a vivir a su casa para poder seguir con los estudios. Sus padres se habían ido a una cena de trabajo y decidieron cenar y ver una película…
Norma – Madrid
Hola a todos, soy Norma, tengo 22 años y lo que voy a contar ocurrió hace tres años. Yo tenía entonces 19 y como todas en esta edad tenía buen cuerpo, cara angelical y me gustaba divertirme, pasarlo bien y a esa edad ya había sido enculada y inundada de leche por todo el cuerpo.
Vivía con mi familia en un chalet en las afueras de Madrid y como tanto mi madre como mi padre trabajaban, pasaba más tiempo con mi primo Oscar, que me llevaba tres años y vivía con nosotros desde la muerte de sus padres en accidente, un chico normal y hasta un poco salido, que me presentaba a sus ligues, y muchas veces las traía a casa para follar y luego contarme lo bien que se lo pasaba. A mi sus comentarios me ponían a cien y muchas veces me iba al baño a meterme el dedo en el coño.
Lo que voy a contar pasó una noche de un sábado, cuando mis padres no estaban por una cena de trabajo. Estábamos los dos solos, mi primo y yo, viendo la tele, tomándonos unas copas, ya que como no tenemos coche no salimos. Yo iba con una falda corta que me llegaba por encima de las rodillas, una camiseta fina y como de costumbre en casa y sobre todo en verano, no suelo llevar ropa interior. Oscar llevaba un pantalón corto y nada arriba, tumbado en el sofá. Entre tantas copas y como siempre, se soltó el rollo y empezamos a hablar de sus aventuras y las mías, como le gustan las chicas y como quiere que se lo hagan. Dije que me gustaban los chicos guapos, altos que saben tratar a una mujer en la cama, saben hacerla sufrir de tanto placer y él, mirándome, me soltó una pregunta:
– ¿Así que te gustan los tíos fuertes?
– Sí – contesté.
– ¡Como yo! – exclamó.
Me quedé un poco sorprendida unos segundos, pero luego le dije:
– Si no fueras mi primo…
– ¿Qué?
– Nada – me puse colorada y salí del salón.
La verdad es que si no fuera mi primo ya me lo habría follado, porque era lo típico que me gusta: salido, fuerte y que sabe tratar a las mujeres en la cama. Me fui a la cocina a por una cerveza cuando él entró y me preguntó:
– ¡Al final eres tímida!
– Hombre… contigo…
– ¿Por qué no sigues con tu frase de que si no fuera yo tu primo…?
– Nada solo que eres guapo, fuerte y….
– Sigue.
Yo ya no podía más y dije mirándole a la cara:
– Me da envidia como las chicas se lo pasan contigo, te he espiado y la verdad es que estás bastante bien dotado.
No sabía lo que podía pasar cuando él se me acercó, me cogió de la cintura y me dijo:
– Pues olvídate que somos primos ya que a mi también me gustas.
Le miré a los ojos, poniendo cara de cordero y él me dio un beso en plena boca, como nunca nadie me habían dado, o eso pensaba, y solo me soltó cuando yo le empujé diciendo que eso no estaba bien y que si se enterara alguien… pero al mismo tiempo no quería dejarlo.
– Si tú no se lo dices a nadie, nadie se enterará.
No quería esperar más, era la frase que yo deseaba oír para lanzarme sobre el agarrándole fuerte por la cintura y dándole besos en la boca y el cuello diciendo, con mi cara angélica y de cordero:
– ¡Hazme tuya, tengo tantas ganas…!
– Así me gusta, vas a ser mía durante toda la noche – me dijo sobándome el culo y levantándome la falda – Te vas a enterar de algo nuevo.
Ya tenía la falda por la cintura y sus manos tocándome el coño y las tetas, mis manos iban acariciando su cuerpo bajando hasta su polla que estaba pidiendo auxilios para salir de su pantalón, y la acaricié mientras él decía:
– ¿Te gusta? Sácala que esta noche va ser solo para ti.
Se la saqué y me quedé mirando la buena herramienta que tenía, medía unos 18 cm pero era tan gorda que le dije:
– ¡Joder como estás… está para reventar!
– ¡Pues chúpamela guarra!
Tengo que reconocer que esta palabra cuando estoy en la cama me pone tan cachonda que de verdad me siento una guarra, y me gusta. Se la cogí en mis manos y lamí un poco su gordo capullo antes de tragármela. Él me cogió del pelo y me folló la boca hasta que de repente paró, me la sacó de la boca, se quitó la ropa, me hizo tumbar encima de la mesa de la cocina, pero cuando yo iba a quitarme la falda él, en un tono imperativo, me dijo:
– ¡No te la quites, que me gustan las putas con falditas!
Estaba tan excitada que no podía decir nada, solo obedecía sus órdenes. Me cogió de las piernas y dirigió su polla a mi coño sintiendo un placer tan fuerte que me corrí al instante y él siguió con su metisaca sin parar de llamarme de todo: puta, zorra, guarra, te voy a follar…. Yo, cada vez que me decía algo, solo afirmaba con la cabeza pidiendo más y más.
– Sí – dijo él de pronto – me voy acorrer, ¿donde lo quieres?
– Dentro no, que no tomo nada, venga, en mi boca,
Sacó su polla de mi coño y arrodillándome, se la cogí, me la metí en la boca y un poco después sentí la calentura de su leche en mi garganta, con tanta cantidad que tuve que dejar escapar algo por mis labios. Seguí limpiándole la polla y él, con cara de un cabrón, me dijo:
– ¿Ves como te ha gustado? Y ya veras lo que ahora viene.
Yo mirándole con una cara manchada por su semen le dije:
– Sí quiero más, si paras aquí serás un cabronazo.
– Pues sigue chupando que esta vez te gustará más.
Cuando ya la tenía otra vez como una barra de hierro me cogió del pelo y agarrándome fuerte, me tumbó al suelo y me pidió que me diera la vuelta. Yo, que ya me habían dado por el culo, me giré, me puse a cuatro patas ofreciéndole unas vistas magnificas, agarró su polla con la mano, me la empujó en el coño, y me dejó sorprendida porque pensaba que me iba a encular. Pero cuando ya estaba yo con su polla dentro de mi coño, él me la sacó y poniendo un poco de saliva, me la empujó en el culo.
He dicho que ya me habían dado por allí pero sentí que el culo me estallaba, ya que nunca me metieron una polla tan gorda. Empecé a gritar por una mezcla de placer y dolor, pero no quería que parase, el agarrándome de las caderas, me daba unos empujones que casi me hacen perder el conocimiento. Llevaba unos diez minutos cuando anunció su corrida y como antes, una cascada de leche se hundía en mi culo. Cuando terminó, me la sacó, me di la vuelta para limpiársela y nos fuimos a ducharnos.
En el sofá estábamos comentando lo que había pasado, diciéndome que le había gustado y la verdad es que a mi también. Tenía tanto morbo hacerlo con tu primo que estaba dispuesta a repetirlo las veces que hiciera falta, así que quedamos en que cada uno siguiera con su vida, y presentándole a mis amigas.
Comentamos que si nos encontramos fuera de Madrid y conociéramos a alguna chica o chico, que nos lo montásemos juntos, pero mientras tanto siempre que podíamos disfrutamos juntos de nuestros cuerpos.
Bueno creo que ya es suficiente por ahora y os prometo contaros lo que ha pasado en más ocasiones.
Besos.