Relato erótico
Cuando calienta el sol
Estaba tomando el sol en la piscina del hotel y de pronto vio a un par de chicos con unos cuerpos divinos. Cerró los ojos y se imaginó como podrían ser sus “herramientas”. De pronto alguien le preguntó si quería que le pusiera crema para no quemarse. Eran ellos.
Silvia – Ibiza
Era un día soleado y me encontraba tomando el sol junto a la piscina del hotel, estaba acostada en una de las sillas para tomar sol y llevaba puesto un pequeño bikini de color rojo fuerte, unas gafas oscuras y me puse un sombrero para protegerme la cara. Me había puesto crema bronceadora en todo el cuerpo y estaba escuchando música. Como llevaba gafas de sol, podía mirar sin que me vieran, y me dediqué a observar a dos chicos que estaban sentados al pie de la piscina conversando. Eran musculosos, altos y bien parecidos, y como soy tan cachonda me imaginaba cómo serían sus trancas, pues por encima del pantalón de baño se veía un bulto considerable. Me imaginaba mamándoselas. Solo de pensar esto mi coño empezaba a humedecerse y me ponía cachonda.
Para disimular y poder sobarme la raja, decidí girarme boca abajo, estiré el tanga hacia arriba y la tira se me clavó en el chocho, de esa forma, por poco que me moviese, me rozaba y me daba gusto. Estaba tan atareada que no me di cuenta de que se habían acercado a mi hamaca hasta que dijeron:
– Hola ¿podemos acompañarte, quieres que te pongamos bronceador en la espalda o cualquier otra cosa?
Yo los miré, sonreí y al mirar hacía la piscina pude ver que ya no había nadie más, solo los dos. Me giré boca arriba para poder hablar con los chicos, ellos se presentaron y después de hablar algunas cosas, uno de ellos me dijo:
– ¿Por qué no te giras de nuevo y nosotros te aplicamos bronceador en la espalda?
Yo acepté, solo para provocarlos con mi culo respingón y me los ligaba, ya que mi chocho iba loco por recibir uno de esos enormes y hermosos pedazos de carne. Entonces solté la tira del sujetador para que pudieran echarme crema en toda la espalda. Uno de ellos, muy suavemente, aplicaba la crema mientras me decía:
– Oye, tienes un bonito trasero ¿quieres que también también te ponga bronceador allí?
Yo le dirigí una mirada insinuante que los dos chicos entendieron y entonces echó un poco de crema en mis redondas y grandes nalgas y con movimientos insinuantes me las acariciaba, lo cual hizo que me encendiera aún más y sin pensarlo más, me giré y quitándome el sujetador dejé al descubierto mis enormes tetas, la cuales ya se encontraban erectas y mis pezones parecían dos chupetes de lo excitada que estaba.
Aquello se nos iba de las manos y estábamos al aire libre, les dije que no era muy sensato hacer según qué cosas allí en medio y me dijeron que si quería podían subir a mi habitación y allí nos fuimos a toda prisa.
En cuanto llegamos fuimos directamente a la habitación, volví a sacarme el sujetador y le dije a uno de los chicos que me las chupara. No se hizo esperar y metiéndose una en la boca empezó a chupármela mientras que, con la lengua, acariciaba mi pezón y con la otra mano estiraba mi otro pezón.
Entonces el otro chico apartó mi braguita con una de sus manos y metió la cabeza entre mis piernas empezando a acariciarme el clítoris, con la lengua, humedeciendo aún más mi coño.
El otro no se hizo esperar. Sacó su enorme polla y me la acercó a la cara. La cogí con una mano y tras acariciarla un poco, me la metí en la boca y me la tragué de un solo bocado. Siempre me han dicho que soy una buena mamona ya que es que mi boca es grande. Normalmente me llaman “garganta profunda”. Mientras la chupaba la recorría con mi lengua y acariciaba sus gordos huevos hasta que, de pronto noté algo enorme estaba intentando abrirse paso en mi chocho. Me había hecho una buena “comidita” y lo tenía completamente lubricado, por lo tanto, con un pequeño empujón le bastó para metérmela hasta el fondo. En cuanto vio que la tenía dentro empezó a bombear con rapidez.
El chico al que se la estaba chupando me decía:
– Sigue chupando así, que lo haces de maravilla y me vas a sacar la leche con esa mamada que me estás haciendo, y amigo si vieras cómo mama de bien.
Al oír esto, el que me estaba follando, la sacó y rápidamente me la metió en la boca, por supuesto el compañero, ni corto ni perezoso, ocupo su lugar y me la clavó en el coño. Por lo visto, la tenía más gorda porque en cuanto empezó a follarme, me corrí como una loca.
Estaba excitadísima y disfrutando como una cerda. Con un rabo en la boca y otro en el chocho, que más se puede desear. De pronto, me dio la sensación de que alguien nos estaba observando. Por lo visto, un amigo de ellos, nos había visto entrar en mi apartamento y nos siguió. La puerta no estaba cerrada y estaba mirándonos con cara de vicioso.
– Venga, únete a nosotros – contestaron ellos – Es tan caliente que nos va a dar placer a los tres.
El nuevo, sin pensarlo más sacó su tranca del pantalón y al verla me quedé asombrada al constatar cómo era de gruesa, estaba ansiosa por probarla, y pude hacerlo pronto, ya que al que se la estaba chupando, y sin avisar, me lleno la boca de leche. Por supuesto, me tragué la corrida y automáticamente. De pronto noté algo caliente que humedecía mi vientre. Era la leche del que me estaba follando el chocho, que estaba “barnizando” mi cuerpo.
Entonces el chico que llegó el último me hizo levantar con el pretexto de ver mis nalgas pero en realidad era para sobar, con su gorda tranca, mi culo. Primero me abrió las nalgas, metiendo su legua en el ano fue lubricándolo, y fue algo maravilloso sentir su lengua en mi culo y yo le decía:
– ¡Ah, qué gusto, que lengua tan sabia, cómo la sabes usar de bien!
– Tienes un culo glorioso, descomunal mira cómo está de excitado, mira cómo se abre tu ano con solo tocártelo, no necesitas que te lo moje porque él solito se moja.
Yo estaba tan excitada que hacía movimientos insinuantes y le decía que por favor me la metiera rápido, que no aguantaba más las ganas de que me abriera el culo con ese aparato tan hermoso y él, después de sobar con la punta de la verga el hueco de mi ano, fue abriéndolo poco a poco hasta meterla toda dentro. Sentía su gorda verga cómo tocaba fondo y con movimientos fuertes la metía y la sacaba y de vez en cuando golpeaba mis nalgas.
Mientras esto ocurría, yo mamaba las pollas de los otros chicos, hasta que uno de ellos dijo:
– ¡Follémosla por todas partes al mismo tiempo!
Dicho esto se tendió en el suelo y yo traté de acostarme encima de él sin que se me saliera la polla del culo, pues estaba disfrutando al máximo esta enculada y le decía;
– No la dejes salir, por favor, no quiero tenerla fuera, tienes una polla increíble.
Cuando ya estuve acomodada con la polla del otro chico dentro del coño, le dije al que me estaba dando por el culo que se moviera más fuerte para sentir la polla en mi coño, que me excita mucho sentir que me tienen clavada por los dos agujeros donde más les gusta a los hombres meter sus pollas. Así lo hizo y también le dije que no quería que se corriera rápido, que nunca me habían dado por el culo con una verga tan gorda. Yo seguía mamando la polla del otro chico y como me follaban con tanta fuerza esto hacía que yo chupara más rápido. Esto duró un buen rato hasta que el chico al que se la estaba chupando dijo al que me daba por el culo:
– ¿Puede ser que le quepan dos pollas en el culo?
– Tiene el culo tan abierto que le caben dos pollas y se las traga hasta los huevos – contestó el otro.
La sacó un poco y de pronto noté cómo intentaba entrar la del otro tío. Me dolía un poco, pero cerré los ojos e imagine mi culo, abierto a tope y con dos pollas intentando abrirse paso en mi agujerito. Era una locura.
No se equivocaron, por lo visto mi culo era tan profundo y tragón como mi boca, en poco rato, tenia los dos rabos alojados y entrando y saliendo desaforadamente.
El otro chico que tenía debajo, dándome por el coño mientras me comía las tetas, ya que por los movimientos rápidos mis pechos le daban en la boca y él me los chupaba, me mordía los pezones y con sus manos me los retorcía.
– ¡Sigue chupándome las tetas que esto me pone más caliente! – le decía yo.
En unos momentos, la habitación se llenó de gemidos y de gritos.
Yo decía que iba a correrme, el que me follaba el chocho, se corrí, y los que me daban por el culo, gimiendo, sacaron sus palos de mi culo y me llenaron la espalda de leche.
Parecía el baño de Cleopatra, había leche por todos los lados. Me levanté como pude. Tenía las piernas dormidas por la posición y el culo roto por la follada de aquel par de ejemplares.
Sin decir nada, me dirigí al baño para ducharme y relajarme un poco. A los pocos minutos entraron en la bañera los tres tíos. No es que hubiera mucho espacio, pero tardamos poco en volver a meternos mano. Fue un precalentamiento ideal, ya que cuando salimos del baño, nos volvimos a enfrascar en un folleteo que ya os contaré en otra ocasión.
Besos para todos los calientes lectores de Clima.