Continuando la fiesta

La fiesta con unos amigos fue divertida pero, cuando se despertó al día siguiente tenía una resaca impresionante. Su marido la invitó a comer marisco y llamaron a un amigo para que comiese con ellos. Lo que ocurrió después, nos lo cuenta detalladamente.

Rebeca – BARCELONA
Amigos de Clima, la noche anterior asistí a una fiesta y me acosté bastante tarde, era sábado y tenía una curda, por decir lo menos, notoria. Carlos, mi marido, me invitó a almorzar y a curármela a un restaurante de mariscos que se encuentra cerca del puerto, frente a un jardín donde se exhiben y venden pinturas, esculturas y artesanías.
Ya en el restaurante Carlos llamó por el móvil a Felipe, un amigo que también estuvo en la fiesta, para que nos acompañara, llegó como en diez minutos y comimos y bebimos lo suficiente para encontrarnos satisfechos y de buen talante. Charlamos un poco sobre diversos temas y Felipe nos invitó a su casa a oír música y continuar la conversación. Yo tenía muchas ganas de ir ya que Felipe me cae muy bien y siento cierta atracción hacia él que se ha ido acentuando a tal grado que en la fiesta al estar bailando con él, dejé que pegara su cuerpo al mío y al sentir su verga dura, como por reflejo, le acariciaba desde el hombro hasta el cuello y en respuesta Felipe me apretaba un poco más. Eso fue todo, lo suficiente para ponerme caliente y deseosa. Carlos aceptó, pero antes quiso ver los trabajos artísticos expuestos en la plaza y dimos una vuelta por el jardín.
Yo llevaba un vestido corto de tela ligera y sandalias, me gusta lucir las piernas y notaba como Felipe no dejaba de mirarme, y acordándome de la noche anterior, empecé a excitarme, lo cual provoco una cierta humedad entre mis piernas y que mi tanga se mojara. No tengo cuerpo de modelo, pero soy atractiva, con un trasero redondo y salido que llama la atención, así que me adelantaba para coquetear sin que fuera muy notorio, sabiendo que él no me iba a quitar la vista de encima.
Debo aclarar que mi esposo me permite darle rienda suelta a mi sexualidad siempre y cuando el participe de manera directa o indirecta
Llegamos al apartamento de Felipe, nos sirvió unas copas, puso música y nos sentamos a conversar. Hablamos de todo un poco, de la fiesta, del baile y yo aproveché para invitarlo a bailar, recordando la manera en cómo me estrechaba, y él con una sonrisa, pero un tanto indeciso, aceptó y me tomó en sus brazos de una manera discreta.
Pero cuando Carlos fue al baño, Felipe aprovechó el momento y me empezó a besar, primero en el cuello y luego en la boca, yo me dejé y pegué mi cuerpo al suyo. Al oír la puerta del baño Felipe se separó y seguimos hablando normalmente. Yo quería decirle que no había problema con Carlos, pero no quise tomar la iniciativa. Así siguió la tarde, entre bailar con uno y con otro y conversar, sintiendo como el ambiente se hacía más relajado cada vez y como Felipe aprovechaba cada ocasión que podía para acariciarme las piernas o de acariciarme el culo.

En una ocasión en que bailaba con Felipe, Carlos me metió las manos por debajo del vestido y me quito el tanga todo húmedo, Felipe se sorprendió momentáneamente, pero en breve reaccionó y entendió de qué se trataba, yo por mi parte entendí la señal y me dediqué a gozar lo que fue una de las secciones de placer más intensas de mi vida.
Seguí bailando con Felipe, pero ahora de una forma totalmente desinhibida, le pasé los brazos por el cuello y él me cogía de las nalgas, apretándome y haciéndome sentir su bulto, que yo notaba de buen tamaño, lo besaba en el cuello y él, por su parte, me acariciaba la espalda, las nalgas y me besaba en la boca.
Continuamos bailando, yo pasaba de los brazos de uno a los brazos del otro, sintiendo sus caricias y escuchando de ambos piropos acerca de lo buena que estaba y de lo puta y caliente que les parecía. En una de las piezas mientras bailaba con Felipe, mi marido me quitó el vestido y quedé totalmente desnuda, excepto por las zapatillas y así continuamos bailando por un buen rato, yo desnuda, sintiendo como mis jugos escurrían por mis muslos y ellos vestidos y con sus miembros notoriamente erectos bajo la ropa.
En una pieza, dejando de bailar, me puse en cuclillas, le abrí el cierre del pantalón a Felipe, mientras Carlos nos observaba sentado y con su copa en la mano, saqué su gran polla con una mano y me la metí en la boca. Golosa, se la empecé a mamar mientras con la otra mano me acariciaba el clítoris y me metía dos dedos. En poco tiempo tuve mi primer orgasmo, luego me levanté, me abracé a Felipe y continuamos bailando al ritmo de la música.
Felipe se compuso la ropa y enseguida Carlos me tomó en los brazos para seguir bailando, me temblaban las piernas, cerré los ojos sintiendo las caricias de mi esposo y su voz que me decía que le encantaba tener una putita como yo. Casi al instante, Felipe se acercó por detrás y entre los dos me acariciaban, sintiendo como Felipe me besaba la espalda, las nalgas y como un choque eléctrico cuando me separó las nalgas y me besó el culo.

Noté también como la mano de Carlos bajaba a mi coño, me metía los dedos, me estremecí y me corrí por segunda vez, aprovechando Felipe para quitarse la ropa mientras Carlos prácticamente me sostenía, después mi marido se sacó la verga y me la dio para que se la mamara indicándole a Felipe que en el bolsillo de su chaqueta llevaba unos condones. El se colocó uno, se acercó por detrás y sin dificultad me metió, por el coño, esa verga que deseaba tanto. Me la metía y me la sacaba con fuerza y al sentir que él estaba eyaculando, me corrí nuevamente.
Entonces Felipe nos invitó a su habitación, Carlos me tomó de la mano, me puso a cuatro patas sobre la cama y me empezó a follar con fuerza, que es como más me gusta. Felipe, al rato, se repuso y me colocó su verga en la boca. ¡Como me calienta tener dos vergas para mí! No sé cuantas veces más me corrí mientras me follaban en varias posturas. Me comieron el coño, pero algo que me encantó fue cuando uno de ellos me follaba de pie por atrás, mientras el otro me mamaba el coño.
Después nos bañamos todos juntos y mientras me enjabonaban, me giraban, yo me apoyaba en la pared, levantaba el culo y me la metían. Nos vestimos, es un decir, ya que yo solo me puse el vestido, pues Carlos se guardó el tanga, ya que le gusta que ande así, sin ropa interior.
Felipe nos invitó a cenar y de ahí fuimos a una discoteca. Yo seguía caliente y allí me puse aún más, al ver por todos lados mujeres casi desnudas y hombres con miradas llenas de deseo. Felipe invitó a una chica para que bailara con mi marido, mientras él me empezó a acariciar las piernas, yo las abrí y allí me metió los dedos. Al sentir que el orgasmo se acercaba, cerré los ojos y busqué a tientas la mano de Carlos, se la apreté y me vine una vez más.

En un momento en el que Carlos y Felipe hablaban, se me acercó un tipo y me dijo que le gustaría follarme y que iba a ser muy generoso conmigo ya que le gustaba mucho y se veía que era muy caliente. Yo le seguí la corriente y no le aclaré nada de mi situación, solo le dije que mis precios no eran nada generosos y señalando a Felipe y a mi marido le dije que ellos ya me habían pagado por toda la noche. Me encantó que me confundieran con una puta, bueno, con una puta profesional.
Estuvimos un poco más, hasta que decidimos retirarnos pues había sido una larga y fatigosa jornada. Al subirnos al coche, le dije a mi marido que quería ir en el asiento trasero con Felipe, él me sonrió y abrió la puerta trasera. En el camino a casa de Felipe nos fuimos besando mientras él me acariciaba con ternura. Al despedirnos le acaricié su bulto mientras le decía que quería verlo nuevamente, me contesto que nada le gustaría más.
Al llegar a casa nos acostamos y me acurruqué en los brazos de mi marido, cansada, con ganas de dormir y absolutamente satisfecha.
Besos míos y saludos de mis dos caballeros.