“Contacto” ideal

Está divorciado y una noche, por curiosidad, entró en una web de contactos. Le llamó la atención el contacto de una pareja joven que querían conocer a un hombre maduro.

Rodrigo – CANTABRIA
Me llamo Ignacio, tengo 41 años y estoy divorciado. Hace un par de meses entré por curiosidad en una web de anuncios personales donde la mayoría eran contactos de sexo pero uno llamó mi atención, decía: “Matrimonio muy joven se ofrece a caballero para trío con ella a cambio de ayuda económica”. Siempre me había dado morbo este tipo de relación por lo que respondí y pocos días más tarde recibí un correo con su número de teléfono. Nada mas iniciar nuestra conversación, advertí que el hombre del otro lado del teléfono era educado,
Se llamaban Oscar y Noemí, una joven pareja de de 25 y 24 años respectivamente. Quise saber sobre ella y Oscar dijo que era muy bonita, pelo largo negro, delgada, con curvas y algo tímida pero muy ardiente. Pregunté por sus pretensiones económicas y respondió que por pasar un buen rato sin mirar el reloj pedían 200 ó 300 euros dependiendo de lo que yo quisiera hacer. Esto dio pié a mi siguiente pregunta:
– ¿Qué podría hacer con ella?
– Todo pero nada de sado, sumisión o cosas por el estilo – Oscar simplemente respondió.
– Por supuesto, eso no forma parte de mis gustos – le dije – pero quería saber si ella se deja y a ti no te importa mirar como le doy por el culo a tu mujer, que es algo que me encantaría hacer.
Oscar respondió a mi pregunta diciendo que no era problema y que incluso a ella le gustaba mucho hacerlo. La conversación me había excitado y el morbo me ahogaba, así que le dije de quedar lo antes posible y al día siguiente por la mañana fui a su casa. Era pequeña, modesta pero ordenada y limpia, Oscar me hizo entrar en un pequeño cuarto de estar, nos sentamos y empezamos a hablar, pero no me pidió el dinero por adelantado lo cual agradecí, me ofreció un café, salió un momento y cuando regresó seguimos hablando de temas como, de donde sois, cuanto tiempo estáis aquí y cosas así.
Estaba ansioso por verla a ella y cuando entró en la habitación mi sorpresa fue enorme, era realmente hermosa, se ajustaba básicamente a la descripción inicial de Oscar pero lo que no imaginaba era su belleza. Noemí llevaba el pelo largo, color azabache, cuerpo delicado pero de curvas marcadas, con caderas suaves y sobre todo de aspecto joven. Vestía una pequeña falda beige que resaltaba el color moreno de sus maravillosas piernas, una camiseta azul claro marcaba en su delicado cuerpo unas tetas de tamaño mediano pero firmes y redondas.
Puso los cafés en la mesa y se sentó frente a nosotros. Oscar dijo innecesariamente:
– Ella es Noemí, mi mujer, espero que te guste.
Me encantaba, no podía evitar imaginarla desnuda de rodillas chupándome la polla o inclinada mientras la follaba por el culo. Oscar le pidió que se sentara entre nosotros y cuando estuvo a nuestro lado me dijo:
– Puedes tocarla, a mí me gusta mirar y decirle que haga algunas cosas.
Estaba deseoso de sentir mi verga dentro de aquel maravilloso cuerpo pero había que ir despacio, disfrutar cada momento y del morbo de la situación.

Empecé por acariciar sus muslos, eran suaves y tersos, cuando mi mano casi rozó su coño emitió un suave suspiro, los separó un poco y se reclinó en el sofá. Ahora la pequeña falda estaba en sus caderas dejando completamente al aire sus muslos y unas blancas bragas de algodón que marcaban un delicado monte de Venus. Oscar observaba atentamente y perecía excitado, pues me dijo que le tocara las tetas. Metí la mano por debajo de su camiseta y palpé unas formas redondas, duras, de piel suave, coronadas por unos pequeños y endurecidos pezones, me incliné sobre ella y mientras le mamaba uno de sus dulces pezones subí mi mano hasta su coño y lo acaricié notando su cálida humedad.
Oscar se había sacado la verga y se la tocaba despacio mientras observaba como su mujer, totalmente abierta de piernas, se dejaba acariciar la entrepierna y chupar las tetas al tiempo que daba suaves gemidos. Después de unos minutos Oscar estaba ya muy excitado y mi verga ya no cabía dentro del pantalón, y ella, a juzgar por lo mojado de sus bragas, estaba lista para una segunda fase del juego.
Entonces le pedí a Noemí que me sacase la polla pero Oscar dijo que lo haríamos de otra forma, me pidió que nos pusiéramos de pié
y la desnudara, así lo hice, le quité la camiseta, la falda y le bajé las bragas. Que maravilla de cuerpo tenía delante, suaves caderas, culo redondo y respingón, llevaba un leve hilo de suave vello negro sobre su tierno coño y sus tetas eran perfectas, redondas tiesas y deliciosas.
Estaba embelesado disfrutando de aquella vista cuando Oscar dijo a su mujer que hiciera lo mismo conmigo y poco después estábamos desnudos frente a frente, con mi verga apuntando a su ombligo, Oscar con su polla en la mano se acercó a ella y le susurró:
– Cariño, ponte de rodillas y cómele la verga, pónsela bien dura.
Noemí, se puso de rodillas, me levantó la polla con una mano, acercó su angelical cara y empezó a lamerme los huevos con desesperante lentitud, centímetro a centímetro, luego me lamió la verga desde la base y por ambos lados hasta que su cálida lengua exploró mi capullo, luego la besó, la puso entre sus labios y finalmente abrió la boca y se la metió mamando con suavidad y tragándosela todo lo que podía.
Oscar observaba la morbosa escena, cada vez se la meneaba con mas fuerza por lo que pensé se correría en cualquier momento, pero se puso a mi lado y dijo:
– Toma, ahora tienes dos vergas para ti sola.
Noemí sujetaba mi rabo con una mano metiéndoselo todo lo que podía en la boca y con la otra se la meneaba a su marido, que observaba atentamente como su mujercita se tragaba mi verga una y otra vez. Por un momento la idea de vaciar toda mi leche en su boca me resultó excitante pero ya tendría quizás ocasión de ello, antes quería penetrarla por sus otros orificios. Cogí su cara con mis manos indicándole que lo dejara al tiempo que mirándola a los ojos le dije que deseaba follarla. En ese momento me di cuenta de dos cosas cuando, con una delicada voz Noemí dijo:

– Tienes una hermosa polla, muy grande, como la de los actores de las películas.
No me había fijado hasta ese momento pero, efectivamente, mi verga era sensiblemente más grande que la de su marido. Sonreí y le dije si le gustaba, a lo que ella con una sonrisa tímida respondió afirmando con la cabeza. Oscar estaba totalmente excitado y al parecer deseoso de que me follara a su mujer y no perderse detalle ya que organizó todo enseguida. Nos dirigimos a un pequeño dormitorio, colocó a Noemí en la cama poniendo un par de almohadas debajo de sus caderas de forma que cuando ella separó y encogió las piernas, su coño quedó descaradamente ante nosotros. Durante un momento lo observé atentamente, era pequeño y sin vello, sus delicados labios mayores ligeramente abiertos mostraban un interior de color rosa intenso y un diminuto clítoris que parecía pedir a gritos que lo chuparan.
Mientras me ponía un condón, su marido le comió el coño y Noemí parecía no poder aguantar mucho más sin explotar, entonces Oscar se colocó a mi lado y me dijo:
– Métesela despacio, quiero ver como se le abre del todo el coño y se traga entera tu verga.
Procuré complacer sus deseos aunque me provocaba dar un empujón y clavársela de golpe, puse con mi mano el enrojecido e hinchado capullo en el lugar adecuado y empujé despacio, cuando la cabeza penetró completamente en su vagina, Noemí dio un pequeño grito pero enseguida susurró entre jadeos:
– ¡Sigue, sigue, métela toda!
Era increíble, pero poco después y a través de su pequeño coño, aquel delicado cuerpo de adolescente se había tragado entera mi polla. Oscar estaba excitadísimo y al tiempo que se la meneaba decía:
– ¡Cariño, tienes el coño lleno de verga!
Era la primera vez que hacía algo así y estuve un poco tenso al principio pero ahora tener a Oscar a mi lado masturbándose y mirando como me follaba a su linda mujer, me proporcionaba mucho morbo y placer añadido. La follé durante un rato, metiéndole el rabo hasta que mis huevos tocaban su culo, ella agarraba las sábanas con las manos y se retorcía susurrando una y otra vez:
– ¡Toda, la quiero dentro toda!
Mientras la follaba miraba el balanceo de sus tetas, escuchaba sus jadeos y pensaba que si ahora sentía su coño perfectamente ajustado a mi verga como sería cuando la metiera en su culo. Pero ya no iba a aguantar mucho más sin explotar por lo que le dije a Noemí que quería probar su culo. Debía de estar realmente caliente y excitada pues su inicial timidez se desvaneció y apareció una hembra diferente. Noemí tomó claramente la iniciativa y todavía con mi polla bombeando dentro de su coño exclamó:
– ¡Quiero esa verga dentro ahora, quiero que me rompas el culo, que vea el cabrón de mi marido como me muero de gusto y me corro con una buena verga follándome por el culo!

Oscar frente a mí, se colocó a caballo sobre la cara de su mujer cogiéndola por los tobillos y levantándole las piernas de forma que me ofreciera fácilmente el acceso a su ojete, no esperé, coloqué el capullo en el pequeño y redondo agujero con la mano y empujé despacio por temor de hacerle daño, pero Noemí parecía cada vez mas ansiosa de tenerme dentro de ella y exclamaba:
– ¡Vamos, fóllame cabrón, quiero correrme con tu verga en el culo!
Por cada poro de su frágil cuerpo salía una gota de sudor y costó un poco pero una vez que la cabeza de mi polla estuvo dentro, todo fue más fácil, mientras la metía y la sacaba despacio, Noemí no paraba de jadear y resoplar hasta que levantó la cabeza y cogió con la boca la verga de su marido mamando al mismo tiempo que era sodomizada hasta que su cuerpo se arqueó emitiendo un extraño gemido, empezando a tener un largo y fuerte orgasmo.
Era impresionante verla retorcerse, gemir y jadear al mismo tiempo que balbuceaba:
– Tu leche, quiero toda tu leche.
No supe bien a que se refería exactamente pero se la saqué de golpe, me arranqué el condón y me puse a caballo sobre su cara frente a frente con Oscar. Noemí, que continuaba tumbada, nos tocaba los huevos y el culo, luego abrió la boca y mientras su marido y yo nos terminábamos la paja, insistía:
– ¡Dadme toda vuestra leche, cabrones, la quiero toda!
Primero Oscar y yo segundos después, empezamos a escupir el caliente y blanquecino fluido sobre ella, en la boca, la cara, el pelo. Noemí lo tragaba, se lamía los labios con la lengua buscando todo resto posible de leche hasta que no quedó nada y se sintió satisfecha.
Una vez descansados, pagué y me despedí de ellos.
Saludos.