Relato erótico
Contacté y follé como un loco
Mirando los contactos de la Revista Clima, vio la foto de una mujer con un culo increíble. La llamó y como estaba casada, le dijo que el marido también estaría presente, pero que en principio solo miraría.
Ramiro R. – MADRID
Un saludo a todos y comenzaré por presentarme. Me llamo Ramiro, tengo veintitrés años, de Madrid y, leyendo vuestra revista me topé con las fotos de una mujer hermosa, poseedora de un par de nalgas que llamaron mi atención y un mensaje que buscaba contacto. Aun pensando que todo podía salir mal, decidí escribirles, adjuntar mi foto y hacerle saber mi fantasía, que consistía en darle un masaje a esa mujer y terminar follándomela. Soy masajista y más de una vez he deseado follarme a alguna de mis clientas pero, por ética, no lo he hecho y ni siquiera lo he sugerido.
En fin, le propuse a esa mujer, que firmaba como Adela, darle un masaje en el cual me permitiera acariciar sus nalgas con descaro, como tantas veces lo había querido hacer, para después comerle el chocho y follármela oral, vaginal y, obvio, analmente. Al cabo de un tiempo recibí su carta de respuesta en la que me decía que le pareció buena idea, pero añadía que lo suyo ahora era hacerlo con su pareja. Dudé bastante porque no entraba en mis planes poner un tío en el encuentro, pero ella estaba tan buena que acabé aceptando y empezamos a hacer los arreglos para la cita.
Ya en la cita y al llegar al bar del hotel, estaba muy nervioso. Era mi primera experiencia de este tipo con una pareja swinger y no sabía muy bien qué me esperaba. Pero ya estaban allí, la puntualidad es algo que aprecia la gente, me topé con una hermosa mujer. No era ya solo ese cuerpazo que tanto había deseado, sino que ese cuerpo ahora tenía un hermoso rostro y una bella sonrisa. Me encantó su ropa, una faldita muy ligera que dejaba ver un hermoso par de piernas y una blusa que aseguraba que no llevaba sujetador. Discretamente, me la comía con los ojos, y digo discretamente no porque al cornudo le molestara, sino porque estaba muy nervioso y no sabía cómo comportarme.
Charlamos de todo ello, de mí y me invitaron a tranquilizarme, lo cual logré con una copa y su amena charla, pero como yo no me veía muy animado a tocar a Adela, el mismo cornudo me invitó a besarla. Fue algo sumamente grato, pues tenía unos labios perfectos y besaba de maravilla, lo que me encendió y quise empezar a meterle mano allí mismo, pero como yo venía de la calle y, seguramente tenia las manos sucias, no me pareció correcto y le dije al cornudo que era mejor subir a la habitación cuanto antes.
Él pidió la habitación y subieron primero, acordando que los alcanzaría en unos minutos, mientras se daban una ducha y se preparaban. Al llegar, me topé con Adela recién bañada y completamente desnuda. Me di un baño para estar fresco y limpio y, al salir miré ese culo y dimos comienzo a la sesión. Le dije cómo colocarse para estar más cómodos y comencé el masaje que le había prometido por carta.
Acariciando todo su cuerpo, sentía sus formas, veía la parte externa de sus pechos, sentía su cara cerca de mi polla y su mirada me decía que quería probarlo, mientras masajeaba su espalda y sus brazos. Me sentía raro, pues nunca había dado un masaje estando desnudo, pero llegué a sus nalgas y de allí ya no me separé. Las acariciaba, las separaba y veía su ojete y su coño, tocaba sus dos agujeros, les metía los dedos y notaba que su respiración cambiaba.
De vez en cuando me giraba a mirar al cornudo, que tenía la verga tiesa y miraba como sobaba a su mujer y yo le decía:
– ¡Eres una guarra… que culo y que nalgas…!
Al rato yo ya no quería seguir con el masaje, por lo que me incliné y empecé a comerme su culo. Era muy excitante pasa mi lengua por todos sus agujeros. De pronto, Adela se dio la vuelta y me pidió que le comiera el chocho, lo que inicié saboreando ese coño como debe de ser. Le metía la lengua en su raja, le daba pequeños mordiscos en su clítoris y la follaba con los dedos y le preguntaba:
– ¿Te gusta?
– Sí, mucho – ella respondía con gemidos
Pero mi polla reclamaba atención y le dije que era hora de que me correspondiera, a lo que accedió encantada metiéndose mi polla en la boca, haciéndome una mamada placentera, mientras el cornudo solo miraba cómo su mujer se metía mi nabo una y otra vez. Así estuvimos un rato hasta que el cornudo se acercó y reclamó también una mamada, haciendo que Adela estuviera fascinada de tener dos vergas para ella solita, lamiendo las dos con mucho entusiasmo, a la vez que yo le masajeaba las tetas.
Quería sentir su cuerpo entero junto al mío y besarla apasionadamente, mientras que el cornudo tomaba fotos de su corneador, o sea yo, y de su caliente mujer. Y así lo hice. Sentía mi polla durísima rozando su piel, su coño, le acariciaba todo el cuerpo, le mordía los pezones y me comía esas tetas preciosas. Pero Adela quería sentir mi verga en su boca nuevamente al tiempo que yo que le comiera su coño, por lo que hicimos un estupendo 69. Yo sentía como Adela pasaba su lengua por mi glande y se metía la verga completa en su boca, mientras yo no dejaba de meter mi lengua en su coño y en su culo, pues esos pliegues de su culo me estaban volviendo loco y entonces le dije sin pudor:
– Ya es hora de que sientas mi verga – añadiendo – Cornudo, me voy a follar a tu mujer.
Me puse un condón y se la metí de un solo golpe. Estaba caliente y súper mojada, solo soltó un suspiro y me sujetó fuerte los brazos, quería que se la metiera hasta el fondo.
Empecé un frenético metisaca que estábamos disfrutando los dos. Después dijo que quería montarme y, encantado, accedí. Me acosté y se subió, se sentó en mi verga y entró hasta sus entrañas. ¡Qué excitante ver sus tetas frente a mis ojos y sentir toda esa carne sobre mí! Yo acariciaba sus nalgas, le metía un dedo en el culo y su cara de placer me lo decía todo
Yo seguía manoseándole las tetas, el culo, las piernas, le metía mis dedos en la boca y ella me los chupaba, pero entonces el cornudo, excitadísimo, se acercó por detrás y se la metió por el culo. La presión del nuevo intruso hizo que aumentara mi excitación y, al compás de nuestras vergas, le dimos placer a Adela, que pedía más y más, a lo que el cornudo sugirió una doble penetración… ¡por el coño! Ella, encantada, dijo que sí, dando paso a que el cornudo saliera de su culo para meterle la verga en el orificio que ya estaba ocupado por mi polla, y entró, con esfuerzo, pero entró. Ambos le follábamos el coño sin parar.
Todas estas nuevas experiencias me tenían encantado y ver la cara de placer de Adela era maravilloso, pero yo también quería metérsela por el culo, por lo que, después de una pausa en que ella fue al baño, cuando salió yo no le permití ni siquiera que llegara a la cama, pues de pie se la metí hasta el fondo en ese culo que tanto había anhelado y que ya había saboreado. Mis huevos rebotaban en sus nalgas, mientras la sujetaba de las caderas y la atraía hacia mí para que sintiera mi polla.
Como yo estaba bañado en sudor y un poco cansado, regresamos a la cama y, seguí disfrutando de ese culo insaciable de polla. Me acosté sobre ella, pero sin sacarla ni un segundo.
Pero lo siguiente fue espectacular. El cornudo se unió a la follada y, como el culo estaba ocupado y por la postura no se la podía meter en el coño… ¡se la metió también por el ojete! Fue extraño, pero placentero, sentir cómo entraba la verga del cornudo, junto con la mía, en el espacio de por sí reducido del culo de Adela. Miré su cara de dolor pero una vez empezado el metisaca, empezó a gemir y a gozar de dos vergas por el agujero, lo cual ya no pudo aguantar el cornudo y se corrió dentro de su recto. Sentir la leche caliente del cornudo hizo estremecer a Adela, por lo que aumenté la velocidad de mis penetraciones, la puse boca abajo y seguí metiendo mi verga con frenesí y, cuando sentí que estaba a punto de correrme, le pedí a Adela que me la mamara, que quería hacerlo en su boca y que ella se comiera mi semen. Se dio vuelta y se metió mi verga con avidez en la boca y, después de unas cuantas mamadas, descargué todos mis jugos en su garganta, que ella los tragaba golosa.
Nos bañamos y vestimos, mientras les aseguraba que nunca había follado así y que la experiencia me había encantado. Quedamos como los mejores amigos y acordamos cenar en su casa, así que el próximo relato tal vez sea en la casa de Adela y el cornudo. Es fácil imaginar que anhelo el siguiente encuentro con estas dos grandes personas.
Saludos.