Relato erótico
Con mucho deseo
Reconoce que su novio, de tan respetuoso, es un muermo en la cama y no calma sus necesidades. Fue una casualidad, pero una tarde que fue a ver a su amiga, ella no estaba y la recibió su novio. Ocurrió lo que tenía que ocurrir cuando una mujer no está satisfecha.
Rebeca F. – BILBAO
Amigos de Clima, mi novio es una persona increíble, amable, caballero y muy romántico, pero tiene un defecto, es sumamente aburrido en la cama, me tiene tanto respeto que no hace nada fuera de lugar, por lo que mis deseos de experimentar sexo me llevaron a entablar una relación especial con mi amigo Jonás, con él nos conocemos desde hace dos años, es divertidísimo y sexualmente atractivo, pero es el novio de mi mejor amiga.
Un día, después de mucho alcohol, caímos los dos en la tentación y descubrí que con él complementaría mi relación, así que somos amantes desde hace un año. Ninguno quiere nada del otro, pero cuando llego a su casa y si su novia no está, nos revolcamos en cualquier lugar para follar. Esta situación es realmente excitante y es tal vez este miedo a que nos descubran, que me excita tanto.
Mi historia comienza un miércoles de febrero, eran las cuatro de la tarde cuando llegué hasta su casa para saludarlo, pues recién llegaba de su pueblo. Estuvimos charlando varias horas de lo que habíamos hecho. La noche llegó y como era hermosa y tranquila, decidimos comprarnos unas cervezas, y el alcohol nos llevó a contarnos cosas que antes nunca habíamos compartido, le conté mi relación con mi novio y de mi problema con él en cuanto al sexo. Jonás, tranquilamente, me decía que a veces los hombres necesitamos un estímulo para realizar algunas cosas, y yo le decía que le insinuaba algunas ideas, pero que él no se daba por aludido.
Después de hablar un rato sobre esto, le conté la historia bastante aberrante que una vez tuve con un chico y creo que literalmente se volvió loco, pues se me quedó mirando como preguntándose si sería cierto, luego yo lancé una carcajada y le dije que era mentira.
– Ya me lo parecía, no tienes cara de hacer una cosa de esas – él, sonriendo, me dijo.
Después nos recostamos en un sillón y seguimos bebiendo, fue allí cuando sentí deseos terribles de besarlo, él estudia medicina así que aproveché la situación, me llevé la mano al pecho y mirándolo a los ojos le dije que sentía mi corazón un poco acelerado, así que tomé su mano y la llevé a mi pecho, el me miró y dijo:
– Realmente no siento nada extraño.
Yo, mirándolo, le respondí, que yo sí me sentía extraña, y suavemente desplacé su mano hacia uno de mis pechos, inmediatamente él lo apretó y se lanzó sobre mi boca con un beso increíble.
Después de unos minutos yo estaba totalmente desnuda, deslumbrada por sus encantos, mientras él, con su legua recorría todo mi cuerpo, yo la sentía en cada rincón, en mis pechos, mi coño, el cual besaba de una manera que nunca antes me lo habían hecho, sentía su lengua en mi espalda y bajaba por mis glúteos hasta mi ano y seguía nuevamente con mi coño, acompañado por sus dedos.
Ese fue el momento de mi primer orgasmo, llena de pasión y excitación apretaba su cara para que comiera mi almejita, luego me senté en el sillón y comencé a desnudarlo, le quité la camisa mientras besaba sus tetillas jugando con mi lengua en círculos alrededor de ellas, luego desabroché su pantalón y fue allí cuando noté que su polla no era lo que yo esperaba, a través de su slip besaba su miembro y por adentro pensaba que no mediría más de 14 ó 15 centímetros, más o menos, le quité la prenda y allí apareció su miembro hermoso, rosado y pequeño, lo llevé a mi boca y por su tamaño podía chuparlo todo, hasta sus huevos. Pero estaba tan duro como una roca, sentía su glande chocar con mi paladar y garganta, era hermoso chuparlo, oía sus gemidos de placer y al mismo tiempo, con sus manos en mi cabeza, sentía la presión de sus embestidas.
Por mi cabeza pasaban imágenes de ese pene entrando en todo mi cuerpo, mi coño húmedo y listo para recibirlo. Sus gemidos y el alcohol produjeron en mi cuerpo una reacción increíble, así que llevé mi mano a mi boca y llenándola de saliva introduje mis dedos en mi coño y con mi voz llena de placer le dije:
– ¡Fóllame, fóllame ya!
Su verga entraba toda y su pelvis chocaba en mi clítoris, era la primera vez que sentía una verga que entrara toda en mi coño sin sentir dolor, estaba extasiada de placer, un placer nunca antes experimentado.
Quería chuparle el rabo e hicimos un 69 impresionante, su polla en mi boca y su lengua escarbando mi coño. Pero mi placer aumentó cuando comenzó a lamerme el culo, sentía sus dedos en mi coño y su lengua dilatando mi ano, luego sentí sus dedos en mi agujero anal y mi coño, su lengua en mi clítoris dándole pequeños golpecitos que me volvía loca, aunque yo, con su verga en la boca, no podía gemir, pero eran gritos mudos de placer. Al rato él se retiró y se sentó en otro sillón, y con sus grandes manos se masturbaba mientras me miraba.
– Quiero que te masturbes – dijo.
Mirándonos a los ojos nos masturbamos y mi orgasmo llegó. Estaba totalmente llena de placer, en su rostro se dibujaba una sonrisa de satisfacción y luego dijo:
– Ven, chúpala.
Yo me acerqué gateando hasta su polla y seguí chupándola, él no hacía más que gemir, aunque yo quería que se corriera para sentir su cálida leche en mi boca, pero oí que me decía:
– Date la vuelta, quiero ver tu culo.
Me quedé de espaldas a él y aunque yo esperaba a su polla abriéndome el culo, no fue así, cogió mi mano, la llevó hasta mi culo y me obligó a acariciar mi ano, mi placer era enorme y sin dudarlo introduje mi dedo, sintiendo como se iba dilatando cada vez más, hasta que, en un momento su glande se apoyó en mi culo, yo retiré mi mano y me preparé para recibir su polla, que fue entrando lentamente.
– ¡Fóllame fuerte! – le dije casi gritando.
Sus embestidas eran cada vez más fuertes y violentas, sentía sus manos estirando mis glúteos, me imaginaba mi ano totalmente dilatado, yo no paraba de gritar de placer, hasta que llevé mi mano a mi coño y me masturbé. Su polla en mi ano y mis dedos en mi clítoris provocaron un orgasmo increíble, dejándome exhausta de placer, pero Jonás no paraba de encularme, mi ano estaba tan dilatado que sentía que sus huevos podían entrar en él, pero entonces comencé a gritarle que deseaba que se corriera en mi boca, me di la vuelta e introduje su aparato en mi boca y lo chupé hasta que sentí sus chorros de leche golpear en mi garganta.
– Trágatelo todo – dijo.
Sin dudarlo no dejé ni una gota en sus huevos, su rostro de felicidad era indescriptible y nos quedamos recostados hasta que nos dormimos.
Me desperté por la mañana y me dirigí al baño, oliendo mi cuerpo, que estaba llena de olor a sexo de esa noche alucinante, volviendo a mi cabeza las imágenes de nuestro encuentro y comencé a excitarme. Mientras orinaba sentí deseos de follar, me senté en el bidet y el agua tibia que golpeaba mi coño me enloqueció, estaba excitada nuevamente, deseaba esa pequeña verga que me había hecho enloquecer, luego me dirigí a salón y aunque Jonás dormía, yo no soportaba más mis deseos así que comencé a besar su polla, que en segundos ya estaba dura como una madera y él acariciándome mi cabeza, entonces me senté en su verga y follamos nuevamente. Fue tan alucinante como la primera vez.
A la semana siguiente compramos un kilo de miel y nos engrudamos todo y esa fue también una experiencia que fue muy excitante, tal vez otro día la cuente.
Como dije, hoy seguimos siendo amigos y amantes, y me siento realmente bien.
Un beso.