Relato erótico
Con las manos en la masa
Sus relaciones sexuales no eran para echar cohetes, pero nos cuenta que leyendo revistas o viendo películas porno… se mataba a pajas. Aquel día su mujer fue a trabajar, a él todavía le quedaban unos días de vacaciones. Estaba en plena faena y la mujer que iba a limpiar la casa, lo pilló con las manos en la “masa”.
Carlos – La Rioja
Imagino que el sexo en el matrimonio es un tema muy recurrente y que se encuentra situado normalmente entre dos polos. Uno en el que las parejas disfrutan del sexo asiduamente y a tope y otro en el que prácticamente no existe. Mi caso, por desgracia, pertenece al extremo del segundo polo.
Bien la historia comienza una mañana cualquiera mientras está amaneciendo. En un día laborable para mi mujer por lo que se había levantado para ir a trabajar. Mientras yo me quedé en cama para seguir disfrutando de mis últimos días de vacaciones. Prácticamente despierto y al igual que muchas mañanas con muchas ganas de sexo ya que llevaba meses sin sexo con mi mujer y una semana sin masturbarme.
Por lo tanto la única idea que rondaba mi mente es que hoy tocaba sesión de sexo. Aunque todavía no tenía claro que fantasía, juego o medio utilizaría esta vez. Lo que sí tenía claro es que sería sin prisas, dedicándole mucho tiempo a disfrutar del momento.
Bien, mi mujer se ha ido y ya puedo dar rienda suelta a mis deseos.
Retiro la sábana para estar más cómodo mientras comienzo a acariciarme, sobarme la polla y los huevos, el perineo… Quiero que todo vaya cogiendo temperatura puesto que no la tengo dura ni mucho menos.
Después de un rato todo parece que empezaba s seguir su cauce normal pero no había sido consciente de un pequeño “contratiempo”.
Tenemos una asistente que “normalmente” se pasa un par de horas a mediodía a realizar tareas de limpieza. Se llama Elena, tiene unos 40 años, bien parecida, media melena, pelo negro, ojos castaños, sobre 1.70 de estatura y cuerpo normal, ni rellenita ni tampoco delgadita. Bien, pues el caso es que entre unas cosas y otras no escuché abrir la puerta de la entrada y resulta que “hoy” se había pasado mucho antes. Suele llevar falda, y blusa.
Mientras seguía “preparándome” para largos momentos de placer, de repente la puerta de la habitación se abre de par en par.
-Ooh!! -dijo Elena mientras observaba la escena- disculpa Carlos, lo siento mucho -continuó diciendo mientras apartaba la vista y la dirigía a la pared contraria.
-He escuchado la tele, pensé que ya os habías ido a trabajar y esta se había quedado encendida. No era mi intención entrar a molestar.
-Perdona Elena -le dije yo mientras rápidamente tapaba parte de mi cuerpo con la sábana -me sabe mal que me veas así. Lo último que quiero que pienses es que quería que me encontrases así. Discúlpame tú a mí.
-Ja, ja -se ríe Elena -y ahora por mi culpa te he dejado cortado. En serio, lo siento. Pero mira, me voy a limpiar el resto de la casa y tu haz como si no estuviese.
-Mmm pero sería un poco complicado ¿no? -le contesté -No sé, no me sentiría muy cómodo.
-¿Por qué no? -me contesta -Simplemente salgo cerrando la puerta y sigues descansando en cama. Y si te encuentras con deseos y/o ganas pues continuas con los juegos y sino no. Yo no entraré a molestarte en mi tiempo ni cuando me marche. Ambos somos adultos y no hay ningún problema por mi parte.
-Muchas gracias Elena. Te agradezco la confianza.
-Faltaría más Carlos. No te preocupes -me dijo mientras se marchaba cerrando la puerta tras de sí.
Sin dejar de pensar en que ella estaba haciendo las tareas de la casa aquí al lado y supongo que imaginando como me lo estaría pasando en la habitación. ¿Se excitaría ella también?
Yo sí estaba muy caliente y cachondo con todo el morbo de la escena. No quería continuar así. No quería terminar en una simple paja. Pero por otro lado tampoco buscaba ir junto a ella con mi polla dura y al aire. ¡Qué pensaría de mí!
Así que después de un rato decidí acomodarme como pude la erección, levantarme y salir de la habitación. Ella pensaría que ya me habría corrido y todos contentos.
Me dirigí al salón donde se encontraba Elena limpiando, para sentarme en el sofá, no sin antes pasar por la cocina para coger una tostada.
-Hola Elena -le dije mientras me sentaba y encendida la tv
-Hola Carlos -dijo mientras continuaba limpiando de espaldas a mí y sin mirarme.
Elena se gira de nuevo para comentarme algo pero no puede evitar dirigir la mirada de nuevo hacia mi erección.
-Elena, lo siento -le digo -no es lo que piensas, no quiero hacerte sentir incomoda, ni he venido para provocarte de alguna forma. Es que no he podido terminar antes con el juego. Me he cortado con tu presencia.
Elena me sigue hablando y gesticulando con las manos sin soltar la mopa de limpiar cuando de repente se le cae “inconscientemente” y va a parar sobre mi pijama entre mis piernas, justo donde mi erección estaba en su máximo apogeo.
Me quedo inmóvil, ella también mientras nos miramos fijamente. Sin dejar de mirarme dirige muy suavemente su mano hacia donde se encuentra para posarla sobre ella e intentar recogerla con la punta de los dedos. Para ello al recogerla presiona ligeramente y noto el contacto con mi polla bajo ella. A lo que yo solo consigo exhalar un suspiro. Momento en el que aborta la operación separando la mano y dejando caer de nuevo la mopa en la misma zona.
Así que vuelve a intentarlo ahora dejando caer la mano abierta muy suavemente y abarcando toda la mopa. Sonríe. Vuelve a repetir la operación pero ahora llegando a alcanzar menos altura. Y así sucesivamente hasta que el coger y soltarla ya no implica separarse de mi miembro. En estos momentos ya se trata de una paja en toda regla. Una paja suave pero muy intensa. Respiro profundamente mientras Elena, creo que excitada, no deja de mirarme fijamente.
Se acerca a mi oído y me susurra:
-Carlos, en estos momentos no eres el único que se encuentra con deseos. Así que perdóname por adelantado si me estoy propasando.
-Para nada Elena, deseo mucho esto -le contesto entrecortado.
Aleja la mopa y desabrocha el pijama para sacarme la polla, la cual está muy dura y apuntando al techo. La agarra con firmeza con su mano para pajearla suavemente. El contacto de su mano en mi polla me enloquece.
Se acerca a mi oído y me susurra excitada:
-¿Te gusta? No quisiera que ahora te quedases a medias. Me encanta sentir tu polla gruesa en mis manos.
Su mano en mi polla masturbándome me enloquece más y más. No puedo quedarme de manera pasiva así que mi mano que se deslizaba por su muslo llega hasta sus bragas que están muy húmedas.
-Sabes, se me ha mojado la mano cuando recorría el interior de tus muslos -le susurro de manera muy dulce. Elena suspira y respira profundamente
Deslizo mi mano hacia el interior de sus bragas y mojada empiezo a acariciar su mojado vello púbico y sus labios exteriores. Con la mano abierta acaricio toda su zona de arriba a abajo hasta la entrada de su culito.
Me mira y me besa juntando su saliva y lengua con la mía. Suspira más y más con cada movimiento mío que a su vez veo reflejo en la intensidad con que aprieta y mueve mi polla.
Mis dedos se preparan y empiezan a entrar de arriba a abajo suave, primero uno, luego dos, tres… Está muy excitada
Muy suave y ligeros roces sobre su clítoris con mi dedo pulgar mientras el resto entran y salen de su coño cada vez más mojado.
Ambos estamos enloquecidos y muy calientes. Nos masturbamos cada vez con más pasión y locura. Nuestros cuerpos enloquecidos.
-Carlos, quiero ver salir tu leche -me susurra completamente excitada.
Mientras no deja de pajearme con intensidad y pasión.
-Y yo quiero que te corras sin parar viéndola mientras no dejo de masturbarte -le digo.
Comienza a mirarme fijamente con ojos de deseo y yo le devuelvo la mirada. Estoy a punto de explotar y ella lo sabe por eso no deja de mirarme buscando el momento exacto.
-Ahora -le susurro.
Me dirige una última mirada y sonrisa mientras dirige rápidamente su visión a mi polla enormemente dura. Es consciente de que en los próximos movimientos empezará a soltar chorros de semen.
Y así es, tres movimientos después empiezo a gemir mientras empiezan a salir las primeras gotas seguidas de un primer chorro, un segundo de mayor intensidad y varios menores. Todo ello mientras Elena sonríe presa de la excitación y sin dejar de pajearme la polla intensamente. Seguidamente dirige la vista a mí sonriendo y me besa de forma ardiente con su lengua enredándose con la mía.
Sé que es su momento así que acompaño el ardiente beso con el juego de mis manos y dedos en su coño enormemente mojado. Empieza a contraerse y gemir, se está corriendo. La aprieto más y más contra mí alargando los movimientos y besos. Deseo que se corra tan intensamente como yo.
Después de un rato abrazados, recuperándonos y respirando más pausadamente es hora de volver a la realidad.
-Sabes -le digo -creo que nos queda mucho por experimentar.
-Si Carlos-me dice mientras me planta un beso.
Como podéis imaginaros, mi sexo mejoró muchísimo a partir de aquel día.
Un saludo para todos.