Con la manos en …¡el chochete!

Había quedado que iría a casa de su novia a pasar la tarde. Llamó y como no le abría la puerta, fue por el jardín y entró. No había nadie, subió a la planta superior y oyó un ruidito en el baño.

Javier – Castellón
Este relato, amiga Charo, sucedió en mis 19 años recién cumplidos, cuando estaba empezando a descubrir cosas relacionadas con la sexualidad. Yo salía con una chica, Julia, pero sexualmente no habíamos avanzado mucho, los típicos besos y morreos, con los tradicionales toqueteos para calentar el ambiente, pues ninguno de los dos habíamos tenido muchas relaciones.
Una tarde quedamos en su casa, como era frecuente, y allí solía ir a recogerla. Acostumbraba a estar sola, sus padres trabajaban, y el hermano se iba a la playa y volvía de noche. Llegué algo temprano porque no tenía nada que hacer, llamé a la puerta varias veces y nadie me abría, di la vuelta a la casa, y entré por el jardín, que normalmente estaba abierto, y al pasar al salón, oí la ducha.
Entonces empecé llamar a Julia, pero no contestaba, subí, la puerta del baño estaba medio abierta, y entonces la vi. Mi sorpresa fue tremenda. Estaba sentada en el water, con una revista porno en el bidé, el agua de la ducha corría y se estaba masturbando. Llevaba la ropa puesta, con la camisa arriba y la falda abajo. Solo le faltaban las bragas. Al estar de espaldas a la puerta no se percató de mi presencia, y me quedé mirando sorprendido. Con una mano se frotaba el coño circularmente y con la otra se acariciaba sus duras y tiesas tetas por encima de la camisa. Julia gemía placenteramente sin darse cuenta de que la observaba.
Este escenario me excitó en exceso y no pudiendo contener mis deseos, me metí cuidadosamente en el baño y me quedé dentro de pie, permaneciendo a su espalda. Ella ni se inmutó, supongo que por estar concentrada en su masturbación, y por el ruido del agua. Me regalé el observarla un poco más, su ritmo había aumentado algo, y ya ni miraba la revista porno, la cual mostraba a un hombre penetrando a una rubia por el culo.
Tras un rato observándola, me abracé por detrás a ella, dándole un susto de muerte, se sobresaltó, y al volver la cara y por la que puso, se dio cuenta de que la había sorprendido masturbándose. Su cara enrojeció, debía estar muy abochornada, pero yo echándole una mano, me lancé sobre ella y la besé con pasión, para que pasara el rato, y para que no dejase su calentura. Ella bajó su nivel de excitación algo por el shock, pero me encargué de calentarla de nuevo con mis besos y caricias, aunque esto no era muy difícil, porque Julia estaba más alterada que nunca. Muestra de esta sobreexcitación fue el que al instante, me preguntara:
– ¿Quieres verme las tetas?
Era una cosa que nunca me había dejado hacer y obviamente yo le respondí que sí, algo cohibido y nervioso ante esta nueva situación. Fue dicho y hecho. Sin demora se desabrochó la camisa y se quitó el sujetador, dejando caer al suelo la ropa, y permitiéndome ver los senos redondos y bien formados que tenía, con pezones oscuros y pequeños. Acto seguido, y al ver mi cara de asombro, me dijo:
– Puedes tocarlos, si quieres.
Estaba desconocida y atrevida, había dejado a un lado las inhibiciones y había pasado al ataque. Eso me gustaba mucho, me ponía muy cachondo. La volví a besar, chocamos nuestras lenguas, y mientras tanto le tocaba los pechos, primero los sobé con delicadeza, estaba un poco nervioso, e iba manoseando aquellos senos, después empecé a acariciarlos un poco más fuertes hasta que no pude parar.

Me encantaba apretar esas tetas, acariciar sus pezones, duros y erizados, que contrastaba con la flexibilidad del resto de sus pechos. Al poco separé mi boca de la suya y recorrí su rostro y cuello con la lengua, parándome en las zonas que a ella más le excitaban, hasta que llegué a sus pechos, que lamí con lujuria.
Mi lengua se movía frenéticamente por sus pezones, iba alternando de seno cada poco tiempo, y mis manos se encargaban de que ninguna de sus dos tetas quedara ignorada. Ella se estaba poniendo muy cachonda, y para mi sorpresa, se metió una mano bajo su falda, evidentemente quería masturbarse mientras le chupaba las tetas, y así estuvo un rato, hasta que quité una mano de los senos y le bajé la falda, sin que ella pusiera impedimento alguno, aunque me observaba atentamente para saber lo que iba a hacer.
Una vez desnuda, le dije de irnos al dormitorio, ella asintió con la cabeza, se acostó en la cama y entonces le dije que iba a comerle el coño y que iba a correrse en mi cara. Ella se puso algo nerviosa, pero tras unas caricias, abrió las piernas tímidamente, y así puede observar su coño, un coño virgen, algo nuevo para mí. Me puse de rodillas en la cama y le metí la lengua en su peluda y húmeda rajita, que desprendía un aroma enloquecedor. Pasaba mi lengua de arriba abajo, y Julia soltaba leves gemidos. Todo esto hacía que mi polla se me pusiera extremadamente dura, y cuando ella se dio cuenta del asunto, me quitó los pantalones y los slips, y mi polla, dura y firme, asomó ansiosa por un poco de acción.
Julia se giró, e hicimos la posición del 69. Ella se encargó de satisfacer mi polla, se la metió toda de golpe en la boca y sentí su campanilla rozar mi capullo, cosa que le produjo una arcada. Los nervios le habían causado una mala pasada, y eso me excitó más, aumentando el ritmo de la lengua, lamiendo su rajita como un loco, para después empezarla a penetrar con ella, obteniendo alocados gritos de placer por su parte.
Al cabo de un tiempo, la excitación acumulada por Julia se derramó en una intensa corrida, bañándome la cara de sus jugos. Ella era muy feliz, y cambiando de posición, se arrodilló en la cama, chupándome la polla cada vez más velozmente, hasta que cuando me iba a correr, la saqué, tomé mi verga con la mano, apunté a su cara, y mi pene escupió hacia allí, quedando totalmente mojada de chorretones, los cuales le goteaban hacia el pecho por la barbilla. Después nos limpiamos un poco, pero ella aun quería más, así que se acercó a mi polla, y la siguió chupando, queriéndola reanimar, cosa que al rato logró y la polla se me puso dura de nuevo.
Mientras me la lamía pensé en lo que había visto en el baño antes, en la revista, y se apoderó de mi el deseo de penetrarla por el culo. Tenía muchas ganas. Tras un rato de caricias previas, la puse a cuatro patas sobre la cama, me puse por detrás, le pasé mi verga por toda la rajita, la cual estaba muy mojada, terminando siempre en su culo, el cual sin que se diera cuenta, estaba lubricando.

Le acariciaba los pechos, besaba su espalda, pasando mi polla por su rajita, hasta que tomé mi polla en la mano, y la puse a la altura del ano, pero cuando me disponía a penetrarla analmente, la muy guarra me dijo:
– ¡Nada de darme por el culo!
Me quedé contrariado, e hice un segundo intento, ella giró la cabeza, me dijo que no repetidas veces, y cogiendo con su mano mi polla, se la metió en el coño. Accedí a sus pretensiones, y empecé a bombear su chocho por detrás, por poco tiempo despacio, para después pasar a hacerlo rápidamente, imaginado que era el culo lo que le estaba follando.
Ella gemía cada vez más, estaba llegando al orgasmo y como yo lo sabía, paré, se la saqué del coño y la empecé a penetrar con dos dedos, mientras tanto, colocaba el glande en la puerta de su culo, y lo fui introduciendo lentamente pero sin pausa.
Ella me gritó de nuevo que no quería, pero yo la agarré de las ingles con las manos, quedando sujeta y sin escapatoria. Estaba cumpliendo mi propósito, tenía metida casi entera mi verga en su ano. Entonces empecé a sacársela despacio y volver a metérsela, y ella gritaba:
– ¡Déjame, eso no se hace…aaah… es indecente…!
Hasta que ya consciente de lo que pasaba, dejó de oponer resistencia y comprendiendo que su culo ya no era virgen, empezó a disfrutar de la situación. Además yo la incitaba, gritándole:
– No te quejes, es lo mismo que las fotos de la revista porno que estabas mirando, vas a sentir lo que notaba la chica, tu culo está ya como el de la zorra de la revista porno.
Julia empezaba a disfrutar. Tanto quejarse para después gustarle, y más aun, cuando se empezó a meter un par de dedos en el coño, como si quisiera ser doblemente penetrada. Yo continuaba penetrando su culo, que cada vez estaba más abierto debido a mis bestiales sacudidas, aunque se la saqué del culo sin haberme corrido, la giré y se la metí en la boca, mientras ella continuaba acariciándose el coño hasta lograr correrse por la cara que puso.
Julia, tras un pequeño parón, me la siguió mamando, ayudada de la mano que me estaba pajeando, e inmediatamente me corrí en su boca, llenándosela de semen. Cuando la saqué de su boca escupió, cayéndole por la barbilla al pecho a chorros. Tenía aspecto de puta, como la de la revista porno y le dije:
– Ahora estás lista para posar como las putas de la revista, las que tanto te gustan.

Ella me escuchaba con cara de obsesa sexual. Cuando cayó la noche me fui a mi casa, y la dejé allí a ella con su familia. Había recibido una lección sexual gratis de lo que se debe hacer para satisfacerse a ella misma y a un chico.
Besos.