Relato erótico
Con el aprendí
Una cena, en casa de la tía de su novio, le sirvió para conocer lo que era el “auténtico” sexo. Mientras él miraba la tele, su primo le dio unas “lecciones”.
Silvia – BURGOS
Amiga Charo, Lucas era un chico muy bueno y amable, yo lo amaba sinceramente pero lo que no me gustaba de él era su falta de carácter, que cualquiera se lo llevara por delante, le dijeran ciertas cosas y tuvieran o no razón y cediera, así, sin oponer una mínima resistencia.
Era mi último año de secundaria, compartíamos no solo las ilusiones de la nueva vida que nos aguardaba sino también secretos encuentros furtivos, ya fuera en su casa o bien en la mía y raras veces en algún lugar algo discreto.
Cierta noche su tía Luisa nos invitó a cenar y fuimos. Era un jueves y para sorpresa de Lucas estaba su primo Raúl, un tipo diez años mayor que vivía en la capital y que, de entrada, comenzó a hacerle bromas pesadas pero no subidas de tono, y casi al instante Lucas dejó que hicieran de él lo que quisieran muy a pesar que su tía Luisa no solo lo defendía sino que de vez en cuando le ordenaba a su hijo que dejara de comportarse de una manera ruda con su primo.
Pero Raúl hacia como sí nada y continuaba avasallando a Lucas que no hacía nada para defenderse, ni siquiera contestar o insultar. Fuera de eso la cena estuvo excelente, la tía amable, Lucas cariñoso y Raúl muy educado conmigo aunque no dejaba de darle zarpazos a su alelado primo.
Raúl era un tipo muy elegante, amable y en otras circunstancias hasta diría que me podría haberme caído muy bien sino fuera porque una y otra vez jugaba con Lucas, y no es que me molestara que lo hiciera sino que él asumía esa postura sumisa que molestaba. Raúl tenía una sonrisa muy hermosa y le brillaban más los ojos cuando sonreía, sus manos eran huesudas y largas, las uñas muy bien cortadas, esa noche llevaba jean y una camisa. Lucas en cambio lucían una camiseta larga y bermudas, en cambio yo llevaba una faldita corta, un top con finos tirantes que me cruzaban la nuca, sandalias y debajo solo bragas.
Durante la sobremesa Raúl hacia chistes sexuales, la tía Luisa de vez en cuando agregaba alguno de su propia cosecha y Lucas, por ahí, soltaba uno. Yo disfrutaba la velada en tanto comenzaba a sentir deseos de irme con Lucas para aprovechar la salida y hacer algo más que visitas sociales, pero fue Raúl quien sugirió que viéramos una película, Lucas encantado aceptó y pronto los cuatro estábamos delante de la TV, video mediante, viendo a Chuck Norris haciendo de policía golpeador. Cuando la tía Luisa se despidió media hora antes del final, nosotros continuamos mirando la película hasta que de pronto Raúl dijo, aprovechando que nos habíamos quedado los tres solos, que bien podíamos ver una porno.
A esa altura a mí me daba lo mismo, pero como sabía que Lucas se calentaba mucho viéndolas no puse reparo, y por supuesto él ni protestó a pesar de estar más que entusiasmado con la película del celebre Ranger de Texas.
Los tres mirábamos en silencio la pobre historia de unas camareras de hotel que se sometían a la voluntad de sus pasajeros o encargados de turnos. En aquellas escenas de mucho voltaje intercambiamos sonrisas picaras y de vez en cuando Raúl me miraba con cierta insistencia mientras bromeaba con Lucas. En el momento que una de las chicas era sodomizada con una terrible verga Raúl dijo que debíamos disculparlo, pues ese tipo de escena lo excitaban mucho y que necesitaba descargar su tensión. Yo pensé que iba a levantarse, ir al baño hacerse una paja y luego regresaría a su lugar. Pero no, ahí mismo se bajó el cierre de la bragueta desnudando luego su polla totalmente erecta delante de nosotros y a pocos metros de mí hacia bromas con Lucas acerca del tamaño y esta vez, ni con buena voluntad, podía decir nada a favor de mi amado novio pues aquella cosa que Raúl sostenía en su mano derecha y masajeaba lentamente para asegurarse la erección, era mucho más grande.
No pude evitar sonreír en tanto me mordía el labio inferior, cuando vi ese pene erecto, con su glande al descubierto, mientras la mano de su amo subía y bajaba pausadamente. Me sorprendió que Lucas se le permitiera delante de mí, pues seguía callado, respondiendo con evasivas las bromas de su primo en tanto este me miraba, sin disimular, lascivamente.
Sin darle demasiada vuelta me preguntó cual de las dos pollas me parecía más bonita, si la suya o la de Lucas y fue cuando lo retó a una especie de duelo en el cual mi novio debía sacar a relucir la suya, pero este se negó aduciendo vergüenza.
Entonces Raúl se acerco a mí y se detuvo a centímetros de mi cara sin dejar de masajear su erección. Confieso que esperaba que Lucas le dijera algo, pero era en vano, Raúl quiso saber qué opinaba de lo suyo. Antes de responder miré a Lucas que miraba pero sin moverse ni decir nada, y entonces le dije que era hermosa. Mentí, pues a mi los penes no me parecen hermosos. Entonces tomó mi mano y esta vez me resistí pero su fuerza era mayor a la mía, y sin remedio me dijo que se lo acariciara. Sin soltar mi muñeca llevó mi mano a su orgullosa erección e insistió en que se la agarrara. Miré a Lucas que seguía sin decir ni hacer nada, entonces agarré aquella cosa y tiré mi mano hacia atrás desnudando más aún ese glande que daba la impresión de palpitar.
No sé como es con las demás mujeres, pero a mi ver no me excita tanto como tocar, y el hecho de estar tocando un pene ajeno al de mi novio y prácticamente en su cara, despertó en mí un hambre salvaje que hizo que se me mojara mi braguita azul. Raúl entonces le preguntó a Lucas:
– ¿Que tal la chupa tu novia?
Con una voz apagada respondió que bien y entonces fue cuando las manos de Raúl se detuvieron en mi nuca y soltó un:
– ¡A ver si es cierto! – obligándome a meterme ese enorme pene en mi boca.
De haber podido lo hubiera evitado, pero no podía, estaba demasiado caliente como para negarme. Mi novio me miraba mientras yo saboreaba la rica polla de su primo y mientras lo hacía lo miraba a él que parecía indiferente y de vez en cuando levantaba mis ojos para encontrarme con los de Raúl que gozaba en serio de mis lamidas.
Raúl se movía siguiendo mi ritmo y yo me aferraba de sus caderas para continuar con mi desenfrenada felación. Mis braguitas eran agua ya pero cuando sentí que iba a terminarme en mi boca quise hacerme a un lado pero Raúl no me lo permitió.
– ¿Es una de las que escupen una corrida? – le preguntó entonces a Lucas.
Lucas no respondió, pero no le preocupó porque allí mismo quiso comprobarlo por si mismo mientras me agarraba con una mano de los cabellos e inundaba mi boca con dos chorros de su tibia y dulzona leche que no tuve mas remedio que tragar. Después de su tremenda corrida quiso que siguiera con la felación para dejársela bien limpia, según dijo.
Yo estaba en el séptimo cielo y allí mismo me abalance sobre Lucas para besarlo y mientras lo hacia pude sentir una de las manos de Raúl perderse debajo de mi falda para comenzar a masajear mi clítoris por encima de mis bragas. Así tuve una corrida tan intensa que creí que me había vuelto epiléptica en tanto me aferraba a Lucas, que no me soltaba de sus brazos.
Lucas y yo nos habíamos situado en el sofá, en cambio Raúl lo había hecho en uno de los sillones cuando comenzamos a ver las películas pero ahora los tres estábamos en el mismo sofá, yo recostada sobre la falda de Lucas, que me acurrucaba como si estuviera helada, y Raúl en el otro extremo, solo que ahora había puesto una de mis piernas en su regazo dejando la otra caer al suelo mientras me metía los dedos en mi coño después de apartar mis mojadas bragas. Entonces le preguntó a su primo si me hacía ese tipo de cosas, este le respondió que sí y entonces dijo que iba a enseñarle una variante y sin más trámite comenzó con su mano libre, en particular con su pulgar, a acariciarme el clítoris en forma circular en tanto con la otra mano hundía uno a uno sus dedos para mi mayor goce.
Para no gritar besaba a Lucas y no puedo describir ahora con exactitud todas aquellas emociones juntas, sí diré que me volvían loca de placer y ni hablar cuando los dedos se dividieron para entrar a pares, uno por mi dilatadísima vagina y el otro por mi palpitante culo. En ese momento deseaba que Lucas me chupara las tetas al tiempo que me las desnudaba por encima del escote de mi camiseta. Cuando sentí sus labios en mis durísimos pezones casi desfallezco y hubiera estado bien que así fuera para no sentir como toda la mano de Raúl quería, ahora, hundirse dentro de mi vagina pero como el borde de mis bragas se lo impedían, su mano solo entraban hasta sus nudillos por más esfuerzo que hacía provocándome terribles dolores y solo desistió de su intento cuando se lo rogué por tercera o cuarta vez.
Entonces los dos a la vez me soltaron pero Raúl dijo en voz alta que quería ver que tal era yo como hembra y le pidió a Lucas que saliera del sofá, se bajó los pantalones hasta las rodillas mientras yo me colocaba mejor entre los almohadones, separaba mis piernas y sin mayores tramites Raúl se colocó entre ellas poniéndomelas sobre sus hombros. Apenas me aparté las bragas a un costado cuando sentí la penetración limpia y hasta el fondo de Raúl en menos tiempo que un suspiro. Dicen que el tamaño no hace la diferencia, puede ser, pero la dote del primo de Lucas se hacía notar. Mientras su pariente me daba profundas y terribles embestida Lucas me miraba como si nada estuviera pasando. El olor a sexo dominaba el lugar y había veces que creí que el ruido de mi vagina mojada con aquel monstruo viril moviéndose dentro de mí, despertaría a la tía Luisa, cosa que creo, aunque nunca se puede estar segura, no pasó.
Me excitaba el lugar, lo que me hacían, delante de quien y sobre todo el hecho mismo de no haberme quitado ni una sola de mis prendas ni calzado. Me corrí de tal de modo que a pesar de la posición, arqueé mi cuerpo mientras Raúl me daba aliento y decía guarradas que más me calentaban. Pero él también quería soltar lo suyo y me molestó que no me le preguntara a mí sino a Lucas si podía descargar su leche dentro de mí y como si le importara la posible respuesta de mi novio, siguió esperando mientras se movía. Entonces Lucas, que no había dejado de mirar todo el tiempo, le dijo que lo soltara dentro, cosa que hizo a pesar de mis fútiles intentos por evitarlos, pues temía quedar embarazada.
Los tres permanecimos quietos y después Raúl se salió de mí con una absoluta flacidez pero aun goteando esperma. Entonces me levanté para colocarme bien la ropa antes de ir al baño a lavarme. Luego me fui dejándolos a los dos solos pues supuse que algo tendrían que decirse pero no esperaba demasiado de Raúl que seguía tumbado en el suelo con la cabeza apoyada en el sillón, ni mucho menos de Lucas que permanecía en la misma posición como si fuera una replica del “pensador” de Rodin.
Yo sentía la leche, mientras caminaba, correrme por los muslos hacia abajo. Esta vez sí que me quité las bragas para lavarme bien profundamente en el bidet e incluso me metía los dedos para abrir mi coño y dejar que el agua entrara en mí completando así el lavado para quitarme todo el esperma posible.
Como me molestaba la camiseta para esa tarea me la saqué dejándola colgada del toallero de mano y en eso estaba cuando entró Raúl en el lavabo lugar. Quise protestar pero él ya estaba orinando cerca de mí, como si yo no existiera. No era la primera vez que veía a un hombre orinar, pero sí a un hombre que me había hecho gozar como nadie hasta entonces lo cual me pareció excitante y grandioso. Me parecía extraño que esa cosa, ahora empequeñecida, pudiera prodigar tanto goce.
Cuando terminó con lo suyo y mientras se lo guardaba, me preguntó si necesitaba ayuda. Le dije que no pero no me hizo caso, tomó un jabón para luego comenzar a lavarme entre mis piernas, que yo separé un poco más para dejarle hacer en tanto me decía cosas agradables y a la vez soeces. Después de eso me enjuagó, secó y ayudó a vestirme. Cuando regresamos al living Lucas continuaba mirando los últimos minutos de la película de Chuck Norris mientras Raúl y yo ocupamos las mismas posiciones iniciales. Sin decirme nada, Lucas cruzó su brazo sobre mi hombro y los tres, en silencio, vimos el final donde al ranger de Texas lo venían a buscar para que resolviera otro caso más.
Besos, querida amiga.