Relato erótico
¡Quiere dos pollas!
Su mujer tenía la fantasía de montarse un “bocadillo”, es decir, quería que la penetraran dos pollas, pero puso son condiciones. De momento, solo sexo oral y si le gustaba, ya hablarían de la penetración.
Pedro L. – SALAMANCA
Mi mujer y yo habíamos hablado varias veces en hacer un “sándwich”, pero ella quería que fuera de una forma muy especial y quizás no se había dado aun la situación ideal para hacerlo, pero por lo menos creo que este fin de semana avanzamos en algo.
Mi mujer tiene una hermana menor que ella también casada y el sábado hizo la primera comunión su hijo y como es normal, fue toda la familia, ellos viven en un pueblo, en casa de los padres del marido de mi cuñada, pero como no hay mucha confianza como para quedarse a dormir allí, optamos por ir a un hotel. Llegamos y estuvimos hasta las 4 de la tarde y de ahí nos fuimos a casa de mi cuñada, al llegar ya estaba toda la familia. Mi mujer llevaba puesto un vestido blanco largo, pero como tiene unas grandes caderas, durante el rato que estuvimos en la casa noté como le miraban las nalgas, en especial el cuñado de mi cuñada y otro hombre que, al parecer era amigo de la familia.
Cuando regresamos de la ceremonia, empezaba la fiesta en la casa. Había un grupo de 6 jóvenes, más o menos de 27 ó 28 años, eran 4 hombres y 2 mujeres, que la verdad estaban buenísimas.
Como siempre el vino y la música empezó a correr a raudales. Pasaron las horas, y el grupo que mencioné más arriba, cada vez se soltaban más, y no me pasaron desapercibidos los besos y caricias que se daban de escondidas.
Sonriendo, le dije a mi mujer
– Esos están que ya no se aguantan.
Nosotros empezamos a bailar y seguimos bailando, hasta que eran las 11 de la noche y empezó a hacer algo de frío, por lo que me dijo mi mujer:
– Vamos al coche a por mí abrigo.
De pronto oímos unos gemidos que salían de una furgoneta, miramos y la escena nos puso cachondos. Había una de las chicas de la fiesta mamándole la polla a un tío mientras el otro la follaba.
Nos pusimos tan cachondos que nos metimos en el coche, me saqué la polla y se la metí en la boca de mi mujer, al cabo de un rato me había corrido como un cerdo.
Nos fuimos hacia la fiesta y mi mujer les dijo a todos:
– Vamos ya a dormir, que estamos cansados.
Nos despedimos y nos fuimos con el coche rumbo al hotel, pero en el camino comentó:
– Que excitante era ver como se la follaban entre los dos, ¿no? A ver dime ¿Cuando vas a hacer realidad mi fantasía, pero ya sabes cómo quiero que sea eh?
Yo simplemente le apreté la pierna, pero mientras yo iba conduciendo, me volvió a decir:
– Aunque sabes que me gustaría empezar con una buena comida de coño y yo hacer una buena mamada. Si después de esto, me gusta, ya me podréis montar los dos y hacer un buen “bocadillo”.
Con este último comentario me quedé pensando en quien podría encontrar que, de momento, se conformara con una mamada y sin follar.
Llegamos al hotel, pero le dije si podíamos tomar algo en el bar del hotel, a lo que ella respondió:
– Me voy a adelantar y te espero como a ti te gusta.
Me quede un rato mas en el bar, pero no me había percatado de que habían dos chavalas de muy buen ver y que estaban enseñando hasta las anginas. Una de ellas era alta, tenía unas caderas y unos pechos preciosos, la verdad es que estaba muy bien la chica. La otra, era más menuda, pero con unas tetas increíbles. Al verme solo en la mesa, se quedaron mirando insistentemente, y en eso se me acercó el camarero y me dijo:
– Por si se anima, esas chicas le entran a todo y son muy buenas, recomendadas de la casa.
Me quedé pensando en lo buenas que estaban realmente, aunque la que más me gustaba era la alta, estaba impresionante. Entonces le dije al camarero que les sirviera una copa de lo que estaban tomando, que era de parte mía. Entonces se levantó la morena, vino hacia mí, me saludó y me dijo:
– ¿Qué tal, como es que estás tan solo?
Le dije que no estaba solo, que mi mujer me estaba esperando en la habitación y me dijo:
– ¿Por qué no montamos una fiesta entre los tres?
Me quedé pensando y le dije:
– Mira lo que me gustaría es que le comas el coño a mi mujer hasta que la dejases seca, pero eso sí, sin hablar, sin decir nada, es una sorpresa, así que por favor quítate todo lo que pueda delatarte que eres una mujer, yo subo a la habitación y dejo la puerta entornada. Como estaremos en la cama, entras y “atacas”.
– ¿Por qué has tardado tanto?
– Es que estaba hablando con el camarero, mira traje un vino para tomarlo ahora – le contesté.
Ella solo sonrió, pero cuando le iba a servir otra copa, me dijo:
– Deja ya el vino en paz que lo que quiero es otra cosa – y empezó darme unas chupadas en la polla.
Al rato me acosté, abrí mis piernas y ella, a cuatro patas estaba dándome unas chupadas magníficas. En eso alcancé a ver que Rosa, la chica que ya había contratado, ya estaba en la salita, así que dije:
– Vamos a darle emoción a esto – estiré la mano y apagué la luz.
Le dije que se tumbara y le volví a meter la polla en la boca, así de esa forma Rosa podría comerle el chocho libremente.
No se veía nada, mi mujer seguía mamándomela y en medio de la oscuridad logré ver como Rosa se inclinaba, se pegaba a su chocho. Noté que mi mujer daba un brinco y preguntó:
-¿Qué está pasando?
Le dije, relájate que van a hacerte feliz.
Rosa poco a poco fue venciendo su resistencia y mi mujer empezó a mover las caderas y a gemir. No sé que si Rosa sabía comer un coño o no, pero le estaba arrancando unos gemidos que yo nunca había conseguido. De pronto dejo de chuparme el rabo y empezó a moverse como una culebra, gimiendo y susurrando que era muy bueno.
Entonces decidí levantarme y ver entre la semioscuridad como Rosa tenía completamente pegada su cara y su lengua a las nalgas, ano y coño de mi mujer. Nuevamente me acerque y le puse mi babeante polla en la boca.
Aunque me estaba haciendo una mamada, noté que se estaba corriendo y que como podía decía que quería más y más.
Por lo que adivinaba, Rosa no paraba porque mi mujer no paraba de gritar que se corría. Al menos conté cuatro orgasmos.
Cuando Rosa se marchó y mi mujer recuperó el aliento, le pregunté si le había gustado y ella me contestó:
– Mucho ¿y a ti?
– La verdad – le dije – me calentó mucho ver como disfrutabas con esa lengua pegada a tus nalgas, tu ano y tu coño y esos dedos mágicos como entraban y salían de tus agujeros. Bueno, el primer paso ya está, ahora hay que planear el segundo.
– Pues si va a ser como el primero, que gusto – me contestó – porque la verdad sí que me dieron ganas de que me follara y me penetrarais los dos, ¿es que no te diste cuenta?
Saludos y si eso ocurre ya os lo contaré.