Relato erótico
Como ella, ninguna
Sabe que tenía a su lado a la mujer de su vida, pero por su mala cabeza discutieron y acabaron la relación. Volvieron a reencontrarse cuando era su cumpleaños pero…
Pedro – HUELVA
Hola amigos de Clima, este es el primer relato que escribo aunque soy asiduo lector de la revista, pero debo iniciar este relato diciendo que me llamo Pedro, soy de Huelva y lo que os voy a contar ocurrió hace unos años. Conocí a Rocío, una mujer espectacular, pelo negro, tetas enormes y un culo con unas nalgas que me enloquecían. Además es una mujer culta e inteligente.
Íbamos a cenar, manteníamos largas sobremesas hablando de muchos temas y después de cuatro salidas, fuimos a mi casa y nos acostamos o lo que es lo mismo, follamos.
El sexo era muy bueno y poco a poco dejó salir a la hembra cachonda y guarra que llevaba dentro. Por circunstancias que no vienen al caso, una noche discutimos de dejamos de vernos. A pesar de eso, quedo claro que nos deseábamos muchísimo.
A los tres meses de nuestra ruptura, llegó su cumpleaños. La llamé y aceptó ir a cenar, pero “solamente” a cenar y charlar. Le dije que de acuerdo y que lo que quería era celebrar ese día con ella, pero… Sonriendo dijo que si decidía pasar de “eso”, se lo notaria.
Fui a buscarla, aparqué el coche en el parking de su oficina y pensé en lo que podía ocurrir. Solo de imaginarla nuevamente en mis brazos me puso cachondo. Llegó al coche, estaba preciosa, me dio un beso en la boca y dijo que ya podíamos irnos. Fuimos a cenar a uno de nuestros restaurantes favoritos, tomamos un buen vino y charlamos. Todo iba de maravilla. Cuando llegaron los postres, le di su regalo y le encantó. Entonces, cogió mi mano y me dijo:
-Sé que me arrepentiré, pero tengo ganas de estar contigo.
Nos fuimos a un buen hotel. En cuanto entramos en la habitación nos besamos apasionadamente, reconociéndonos mutuamente que teníamos muchas ganas de echar un buen polvo.
Había tal pasión entre los dos que sin darnos cuenta ya estábamos en la cama. Nos sacábamos la ropa o mejor dicho nos la arrancábamos a toda velocidad. Cuando estaba completamente desnuda, fui abandonando su boca y fui bajando por aquel cuerpo que tanto placer me había proporcionado. Llegue a su plano vientre y fui deslizándome despacito hasta llegar a su depilado chocho.
Se lo chupe, lamí y bese lentamente, como a ella le gustaba y para mi sorpresa, al segundo lametón en el clítoris se corrió abundantemente.
Su cuerpo temblaba y decidí que haría que no olvidara aquel día. Volví a meter mi cabeza entre sus piernas y no abandoné su coñito hasta que conseguí arrancarle cuatro o cinco orgasmos y sollozando me pidió que parara. Subí hasta su boca y le di un beso mientras entre los dos saboreábamos sus orgasmos.
Cuando se calmó un poco, se incorporó, me hizo tumbar y empezó a mamarla la polla con la maestría de siempre. Reconozco que era la mujer que mejor me chupaba la verga. Se la metía en la boca hasta que mi capullo chocaba con su garanta y después la iba sacando poco a poco. La chupaba, succionaba y lamia de una forma especial y por supuesto, se comía mis cojones de tal manera, que conseguía metérselos en la boca proporcionándome un placer inexplicable. A veces, con otras mujeres había intentado que me lo hicieran y solo conseguía un dolor de huevos horroroso.
Estaba a punto de reventar, no por falta de sexo, sino porque aquella mujer me volvía loco. Le dije que iba a correrme y por supuesto hizo lo que más me gustaba de ella. Me levanté, fuimos al baño, me apoye en el lavamanos y ella, se arrodillo. Con una mano masajeaba mis huevos, y con la otra masturbaba mi endurecido cipote. Su boca no se movía de mi capullo y su cabeza seguía el ritmo de la paja. No sé explicarlo mejor, pero al poco rato, agarrándole la cabeza me corrí en el fondo de su garganta. Se tragó toda la leche, como solía hacer siempre, limpió mi capullo y se levantó. Nos dimos un morreo y volvimos a tumbarnos a la cama.
A los pocos minutos dijo:
-Te echaba en falta, eres un cabronazo pero reconozco que tu polla me quita el sentido y me hace olvidar que contigo, no llegaré a ninguna parte. Además, voy a confesarte algo. Estoy saliendo con un hombre que me gusta mucho y hoy va a ser la última vez que nos vemos, por eso, he decidido que voy a dejarte que me folles el culo. Será lo único que nos quedaba por hacer. Cuando acabe esta noche, nos despediremos y se acabó. Quiero hacerlo hoy, creo que puedo enamorarme de ese hombre y no quiero ponerle los cuernos, y menos con una persona como tú, que no dudo en engañarme con mi mejor amiga.
Cuando acabo de soltarme toda esta parrafada, mi polla se había encogido. Era lógico, se estaba despidiendo de mí y además me decía que le gustaba otro hombre.
De todas formas, y con aquella mujer a mi lado, mi verga no tardó en ponerse a tono. Me la chupaba con ganas, rápido y con decisión. Estaba claro lo que quería, ponérmela dura para que le diera por el culo, y así lo hice. Cuando parecía que iba a explotar, la coloqué a cuatro patas, le metí un dedo mojado en el ojete, luego otro y cuando creí que estaba preparada apunté mi capullo hacia aquel agujerito tan deseado y eso sí, se la clavé en el culo sin avisarla. Grito como una cerda, lloró, dijo que se la sacara, pero yo seguí a lo mío. Quería despedirse de mí con una enculada y desde luego no iba a olvidarla. Empecé a follármela con fuerza, la tenía agarrada por las caderas y no podía escaparse. Al poco rato, sus gritos se transformaron en gemidos y poco a poco, la muy puta, empezó a decir que le gustaba, que no parara, que le llenara el culo de leche. Aquello me desbordó, nunca mejor dicho. Me corrí abundantemente dentro de su culo.
Cuando acabé, vi que ella también se había corrido. Nos levantamos, nos aseamos y cuando ya estábamos vestidos se acercó a mí, me dio un beso en la boca y dijo:
-Ha sido maravilloso. Recordaré esta noche de hoy durante bastante tiempo y es posible que nunca tenga un sexo tan satisfactorio con nadie, pero hay cosas que no se pueden perdonar. Que seas muy feliz, yo creo que voy a serlo.
Dicho esto, se fue. Me quedé, porque negarlo, un poco triste, pero aquello había acabado. Añadiré que desde hace tiempo tengo pareja, y digo pareja porque es la mujer de mi vida. Aunque el sexo nunca ha llegado a ser tan explosivo como con Ana, que así se llamaba, es satisfactorio. Ana se casó con aquel misterioso hombre y me consta que es feliz. Sé que si algún día, me la encontrara y folláramos, sería como antes, pero eso no ocurrirá.
Gracias por leerme y seguid así, sois los mejores. Besos para ti Charo.