Relato erótico
Como dos gatas en celo
Su fantasía era ver como su mujer le comía el chocho a otra mujer, mientras él, se la follaba, pero todo quedaba en eso, una fantasía. Aquel día habían invitado a comer a Paloma, eran amigos y se había separado hacia poco de su marido.
Mario – León
Somos un matrimonio, Mario y Teresa, metido en los cuarenta. Siempre he querido hacer un trío, metiendo, a otra mujer. Me excita ver a dos mujeres haciendo el amor. Pero Teresa, cuando he realizado comentarios sobre el tema, no estaba por la labor. Eso sí, cuando estamos haciendo el amor, y le estoy follando en el coño, al oído, le digo:
– Como me gusta follarte, meterte la polla en tu chochete, mientras te la meto, me gustaría ver cómo le comes las tetas a otra mujer que… esta follando con nosotros.
Ella, muy caliente me dice:
– Me comería lo que tú quieras. Le chuparía los pezones y le daría bocaditos por todas las tetas.
Eso me pone a mil, y acelero la embestida; hasta que nos corremos los dos juntos.
Muchas veces hablamos del tema, pero ella sigue diciendo que no le atrae mucho. Pero en la cama la actitud es distinta, y se pone muy caliente con lo que le voy diciendo al oído, y tiene unos orgasmos fenomenales.
Tenemos una amiga, que la llamaré Elsa, es un poco mayor que nosotros, está muy buena, y siempre he deseado echarle un buen polvo. Un día, follando, volví a la carga con el tema, pero esta vez le nombré Elsa. Y esa noche en la cama, mientras follábamos, le decía como chuparíamos las tetas a nuestra amiga, mientras le follaba a ella; que le comería a Elsa el coño, mientras ella le ponía el suyo en la boca de ella, etc. Esa noche fue una de las que más gozamos en mucho tiempo. No hablamos más del tema, y deje correr el asunto.
Un día la invitamos a comer a casa. Antes de separarse solíamos salir los cuatro, pero ahora hacia tiempo que no nos veíamos.
Estaba atractiva, llevaba un pantalón pirata, bastante ceñido, que le marcaba ese culazo que tiene tan bueno; y una blusa estampada, con un escote generoso por el que se asomaban sus tetorras.
Teresa tampoco se quedo atrás, se puso una minifalda vaquera muy ceñida que le marca el culo y deja a la vista las maravillosas piernas que tiene. También se puso un top que le marcaba las tetas.
Lo pasamos muy bien ese día, hablamos de muchos temas y como el que no quiere la cosa, derive el tema hacia el sexo, los intercambios de pareja, tríos. La cosa se fue animando la conversación iba subiendo de tono. Tomamos unas copas, volvimos al tema del sexo, y la cosa se animo, pero no pude llegar donde yo quería, pues desviaron el tema, no sé si intencionadamente.
Recogimos la mesa y fui un momento a la cocina a por hielo, cuando volví estaban charlando animadamente en el sofá. Cuando las vi, me puse cachondo. Me lancé y les dije que estaban preciosas, que marcaban unos culos divinos y que me las comería a las dos.
Soltaron una sonora carcajada y vi que mi mujer no se molestaba, pero entonces Elsa dijo:
– ¿Te gustan nuestros culos?
– Pues claro, le respondí, como no me van a gustar estos dos culazos tan buenos; os lo comería entero,
– ¿A quién se lo comerías primero, pregunto Elsa?
Entonces, sin dejar de sobarlas, le di un morreo a Elsa, que correspondió con ardor. Y a continuación le comí la boca a Teresa.
Mientras morreaba a Teresa note como Elsa le sobaba las tetas, por encima del jersey. Mi mujer empezó a suspirar, mientras seguíamos besándonos. Entonces mi mujer se separó y comenzó a besarla; mientras yo le metía mano por debajo de la minifalda y metiendo los dedos dentro de la braga de Teresa, llegaba a su coño mojadísimo. A Elsa le desabroche los botones del pantalón pirata y le sobaba el culo, llegando al coño. Al tocarla, dio un pequeño respingo.
Mientras las pajeaba, ellas no dejaban de besarse y de tocarse las tetas. Yo cada vez estaba más caliente. De esa manera y sin dejar de meterle mano en los coños y el dedo en sus culos, tuvieron el primer orgasmo. Estuvieron de acuerdo y nos fuimos, eso sí, sin dejar de sobarnos y besando. En cuanto llegamos nos arrancamos la ropa y nos tiramos en la cama. Teresa empezó a comerle las tetas a Elsa, a lo cual me uní y le hicimos una comida de tetas que no tardo en gemir y correrse.
Mientras Teresa le comía las tetas a Elsa, fui bajando hasta el coño de mi mujer para meterle la lengua y chuparle la pipa, que la tiene grande y muy buena. Empezó a gemir, entonces Elsa empezó a sobarle y comerle las tetas a Teresa. Los gemidos de mi mujer fueron en aumento hasta que tuvo un larguísimo orgasmo. Cuando acabó le dije:
– ¿No quieres comerle el coño a Elsa?
Sin mediar palabra, Elsa le puso el coño en la boca y mi mujer empezó a devorarlo. Debió de gustarle, ya que comenzó a decir:
– Sí, sí, que bueno, cómeme el coño; como me gusta que me metas la lengua, chúpame la pipa. No pares, quiero que me hagas correr, como deseaba este momento, me moría de ganas de que me comierais, deseaba tanto hacer el amor con vosotros.
Mientras mi mujer boca arriba en la cama, con el coño de Elsa en la boca, le seguía dando gusto, empecé a pasarle la punta de la polla por su pipa, y se la metí. Aquella escena me había puesto la polla como un burro. Así estuvimos hasta que nos corrimos los tres. La primera en correrse fue Elsa, entre suspiros y gemidos decía:
-Me corro, me corro, no pares, chúpame el coño, méteme la lengua, aspírame la pipa; que gusto me das; como me gusta que me comas el coño.
Después, me corrí yo llenándole el chocho de leche a mi mujer. Automáticamente fue Teresa la que se corrió. Tuvo un orgasmo bestial.
Nos quedamos los tres tendidos en la cama, abrazados y besándonos. Cuando descansamos, decidimos tomar algo. Hablamos de lo que había sucedido.
– Siempre he deseado que hiciéramos un trío -dije yo- pero Teresa no estaba muy convencida.
– Pues yo desde que nos conocimos -dijo Elsa- he tenido la fantasía de hacerlo con vosotros, aunque es la primera vez que lo hago con una mujer.
Teresa, me sorprendió al decir, lo mucho que le había disfrutado y que teníamos que haberlo hecho antes, pero con Elsa y añadió:
-Siempre me han gustado sus tetas, aunque no lo había dicho nunca. De hecho, cuando estamos en la cama follando, Mario, me dice cosas al oído, como que le gustaría verme comerle las tetas a otra mujer mientras me folla y cosas por el estilo. Pero hace algún tiempo, esa mujer tenía nombre y era el tuyo; y no sé porque, me excitó la idea de comerte las tetas que como dice Mario las tienes buenísimas.
Terminamos la copa y decidí darme una ducha, dejándolas en el salón, a las dos hablando. Cuando salí de la ducha, no podía creer lo que veían mis ojos. Allí estaban las dos en el dormitorio, besándose y cuando me vieron llegar, me dijo Teresa
– Siéntate, ¿no quieres ver como se comen dos mujeres?
Allí estaba de mirón, viendo como mi mujer empezaba a comerle la boca a Elsa, mientras le sobaba las tetas. Empezó a besarla por el cuello y fue bajando hasta llegar a su coño. Entre gemidos, tuvo una corrida fenomenal. Pero Teresa seguía a lo suyo, comiéndole el conejo y haciendo que le pusiera la cara llena de jugos, que se bebía con deleite, mientras Elsa no dejaba de correrse.
– Teresa, Teresa, no pares, no pares, no pares, me corro, me corro, me voy a mear de gusto, méteme la lengua más a dentro, méteme más dedos en el culo, que me corro, pero ahora te voy a comer yo.
– Cómeme el coño, que no aguanto más, chúpame la pipa, méteme los dedos en el coño, hazme correr, quiero sentir tu boca en mi coño, no me hagas esperar…- decía mi mujer-
Entonces Elsa hizo lo que le pedía y tomó posesión del coño de Teresa, que al instante noto los ataque de la lengua de Elsa, gimiendo y danzando en la cama al compás de la lengua, que le estaba proporcionando tanto placer.
De esta manera llevaban como cinco minutos de placer, en los que las corridas de Teresa eran casi seguidas, cuando decidí que ya había esperado bastante y me acerque a Elsa y le metí los dedos en el chochete por detrás. Entonces ella al percatarse de mis intenciones levanto el culo, lo que aproveché para meterle la polla en el coño, que lo tenia encharcadísimo y comenzó a mover las caderas, pero sin dejar de comerse el coño de Teresa, que al ver que me follaba a Elsa, entre gemidos de placer y orgasmos me decía:
– Así, así, ah que gusto, que gusto, métele bien la polla, darle gusto, como ella me lo está dando a mí, méteme la lengua hasta el fondo del coño…
Nunca había, visto ni oído a mi mujer tan salida, ni fuera de sí como en estos momentos, cosa que me calentó más todavía, si era posible. No aguante más y me corrí en el chocho de Elsa.
Nos corrimos los tres uno detrás de otro.
Después de descansar un poco nos duchamos. Yo me duche primero y luego ellas dos juntas, que por lo que tardaron no dudo con que se quedaron con ganas de un último apretón.
Decidimos ir a dar una vuelta los tres y cenar algo en algún bar del barrio. Charlamos de muchas cosas pero no hicimos referencia de lo acontecido esa tarde, pues no hacía falta decir nada ya que se nos veía en las caras.
Avanzada la noche nos despedimos de nuestra amiga Elsa y nos fuimos a casa. Cuando nos acostamos, empezamos a hablar Teresa y yo de lo ocurrido y empezamos a calentarnos hasta que hicimos un 69 que no podré olvidar nunca, pues Teresa me comió la polla como nunca antes me la había comido, parecía que le iba la vida en ello, cosa que se lo agradecí haciéndole una buena comida de coño.
De esta forma nos quedamos los dos dormidos, plácidamente. Para terminar, deciros, que nuestra amistad con Elsa paso a ser muy pero que muy especial.
Esta historia, ha sido escrita con el consentimiento de Teresa y Elsa.