Coche con chofer y morbo

Nunca le ha gustado conducir y cuando necesita desplazarse, o bien por trabajo o por ocio alquila un coche con conductor. Lo lleva una chica atractiva y en algún viaje suele acompañarla una amiga.

José Luis – Jaén
Me llamo José Luis, tengo 48 años y soy abogado. Normalmente, cuando tengo que viajar o bien para ocio o trabajo, contrato los servicios de un coche de alquiler con chofer. En este caso, el chofer es mujer, se llama Cristina y a veces la acompaña una amiga que se llama Marta. Hemos viajado tantas veces que tenemos una buena relación.
Es una chica menuda de cuerpo, casi parece una jovencita, pero en realidad hace una semana cumplió 30 años. Y fue en esa fecha que ocurrió lo que yo, como pasajero y “mente caliente”, solo tenía en mi imaginación.
Cristina casi siempre va y viene con Marta una amiga, que es bastante más corpulenta y un tanto rellenita también, cosa que le hace un culo fenomenal a pesar de su carita de ángel que enternece a cualquiera que quisiera correrse en su boca. Marta tiene 26 años.
Las ocasiones en que Marta iba de acompañante parecíamos tres amigos contándose confidencias, y a veces las conversaciones rozaban lo caliente, pero duraban lo que el viaje duraba.
En una ocasión, mi mujer tuvo que ausentarse de la ciudad por dos semanas por cuestiones laborales y al quedarme solo empecé a “trabajar” para ver que posibilidades tenía con Cristina para encamarme con ella y claro que su cumpleaños era una buena ocasión para juntarnos, tomar algo y ¿por qué no ir más allá? Llegó el viernes y quedamos en que nos veríamos en la discoteca por la noche, ya que al otro día era su cumpleaños.
Como no podía ser de otra manera estaban Cristina y Marta sentadas en una mesa y al parecer se estaban divirtiendo, así que cuando llegué pedí unas copas y empezamos a bailar los tres. En algún momento empezamos a acariciarnos y tocarnos como en una danza sensual.
Noté que esa noche ibamos a llegar más allá de un baile sensual, por lo que propuse seguir el festejo en mi casa, porque allí tenía algunas bebidas. A las dos les pareció bien la idea y creo que tenían en mente lo mismo que yo, así que nos fuimos para allá.
En casa seguimos tomando whisky y bailando hasta que en un momento determinado, entre risas y bromas empezamos a sacarnos la ropa, pues la verdad es que hacía mucho calor. Cristina hizo un comentario de las grandes tetas de Marta, que ya estaban bamboleándose al aire y entonces, quitándole la blusa a Cristina, le dije que los suyos eran pequeños pero que seguramente deliciosos, y comencé a chupárselos. Ella se dejó hacer por un instante, luego se echó hacia atrás y riéndose, de nervios, me dijo que se los chupase a Marta y yo claro, no hice más que girar mi cabeza y me zambullí en las mamas de Marta, que solamente tenía la braga puesta.
Mientras mordía los pezones de Marta, ella buscó con su mano la bragueta de mi pantalón y con una mano muy ágil liberó mi verga.
Mi verga estaba dura como un palo mientras yo seguía con mi trabajito en las tetas de Marta cuando noté que me bajaban hasta los tobillos los pantalones. Lógicamente, era Cristina, que además agarro mi polla y empezó a lamerla toda a lo largo.

Esto era lo que había alucinado tantas veces así que no me lo podía perder, dejé las tetas de Marta y simplemente me dediqué a ver como Cristina disfrutaba cada centímetro de mi verga. Abría cuanto podía su boquita y con sus manos menudas me pajeaba y acariciaba mis huevos. De repente sentí una boca que recorría con la lengua y con algunos mordiscos mis nalgas, buscando el agujero negro. Señores, estaba en la gloria. Marta no se detuvo hasta encontrar con su lengua mi ano y eso me puso a mil, solamente pude, con voz ahogada decir que me corría. Entonces Cristina se metió mi verga lo más que pudo en su garganta, Marta metió su lengua en mi culo y con una mano empezó a tirarme los huevos hacia abajo.
No pude más y empecé a orgasmar en la boca, mejor dicho, en la garganta de Cristina, que se tragó todo mi semen. Cuando volví de mi estado de éxtasis, noté que Marta me había metido un dedo en el culo y además ayudaba a Cristina a limpiar mi verga que todavía estaba dura. Cuando decidieron que me habían limpiado lo suficiente, nos tiramos en el sillón a descansar Cristina y yo, mientras Marta se dedicó a preparar unas bebidas. Luego tiramos un colchón en el suelo del comedor y allí comenzó otra orgía.
Esta vez yo estaba acostado boca arriba chupándole el coño a Cristina, que estaba sentada sobre mi cara, mientras ahora era Marta quien me comía la polla, aunque ella llegaba más allá, iba de la punta de mi polla bajando por el tronco, mordisqueando suavemente mis huevos y llegando con su lengua a mi culo.
Yo, no daba más, quería metérsela urgente por lo que Marta le indicó a Cristina que se sentara en mi verga. Cristina así lo hizo, dándome la espalda mientras yo podía sentir como Marta le chupaba el coño a su amiga y también como jugaba con mis huevos hasta que, de repente, Cristina empezó a moverse casi con furia sobre mí y llegó a un orgasmo espectacular.
Ahora Marta era la que tomaba el lugar para cabalgar, pero se abrió las nalgas y con la otra mano se metió mi polla directamente por el culo. Yo podía sentir como se iba abriendo esa cueva con cada empujoncito que Marta daba. Una vez que estaba toda adentro hizo que su amiguita le chupase el coño. Yo me incorporé un poco para alcanzar las tetas de Marta y empecé a tirar cada vez con más fuerzas de los pezones que estaban erguidos y duros. No tardó demasiado en correrse en la cara de Cristina, que a pesar del orgasmo de su amiga, seguía pegada a la raja de ésta succionado todos sus jugos.
Cuando Marta se recompuso se levantó y me pidió que me corriese en sus tetas, claro que no perdí tiempo y en cuanto Marta se acostó boca arriba, me arrodillé sobre ella, Cristina agarró mi polla y empezó a pajearme, me estaba volviendo loco de la excitación, cerré los ojos y empecé a regar semen sobre Marta. Cuando abrí los ojos vi a Marta que se extendía mi leche por los pezones y se llevaba los dedos a la boca para tragarse mi esperma. Cuando ya no me salía ni una gota más la guarra de Cristina se metió mi polla a la boca, y antes de tragársela, me miro y dijo:

– No puedo dejar esa verga así de sucia, hay que limpiarla bien antes de guardarla.
Sin más se la metió hasta el fondo de su garganta, tragándose los jugos femeninos y algunas chorreadas de semen. Luego se dedicó a pasarle la legua por el cuerpo de Marta para dejarlo limpio también.
Este, fue mi primer encuentro estás dos amigas y no fue la última.
Felicidades por tus revistas, amiga Charo.