Relato erótico
“Clases” de sexo
No tenía muchos conocimientos sobre sexo, es decir, casi virgen. Su madre tiene una buena amiga de su misma edad, que cada semana iba a su casa a merendar. Le llevaba la revista Clima a su madre para que se
“animará” y solía meterse con él diciéndole que ligaba poco.
Jaime – Málaga
Tengo 19 años recién cumplidos, me llamo Jaime y vivo en Málaga, en un pequeño piso junto a mi madre. Conocí la revista Clima por medio de una amiga de mi madre que se la trae para que la lea pese a que mi madre le dice que no le gustan esas cosas pero, yo sé que, al final, las lee por las noches en su cuarto.
Yo, en cuanto tengo ocasión, cojo la revista y la leo pajeándome como un mono. Luego la pongo donde estaba. Esta amiga de mi madre, es de su edad. Tiene 46 años y se llama Lola. Es muy descarada, siempre se estaba metiendo conmigo porque soy muy tímido y no salgo con chicas por lo que era virgen. Ella me avergüenza con sus comentarios así que, siempre que está en casa, me encierro en mi cuarto y no salgo hasta que se va. No obstante las oigo hablar.
Lola siempre saca el tema del sexo. Le cuenta a mi madre como ha sido con el último que se ha ido a la cama, diciéndole que debería hacer lo mismo. Pero mi madre no quiere saber nada de hombres desde que mi padre nos dejó hace diez años. Lola no se cansa y además de traerle la revista, le enseña consoladores e incluso creo que le ha hecho una demostración de como usarlos por las voces que daba mi madre diciendo que lo dejara, temiendo que yo pudiera salir. Incluso una vez le propuso irse a la cama juntas, negándose mi madre muy avergonzada, pero aún y así, continúa manteniendo la amistad con ella.
Una calurosa mañana mi madre me dijo, al levantarme, que Lola pasaría a recogernos para ir a la playa. Yo empecé a protestar diciendo que no me apetecía acompañarlas pero mi madre me dijo que no podía hacer ese feo a Lola y tuve que ir. En su coche no me hizo el menor caso pero al estar ya en la playa empezó a meterse conmigo diciéndome:
– Venga, espabila y vete a ligar con alguna de las preciosas chicas en top-les que hay por ahí.
No le hice caso y me dejó en paz. Después se volvió hacia mi madre y le dijo:
– Bájate el bañador, déjatelo como una braga y toma el sol en top-les como yo misma haré.
Añadió que se iba a quitar la parte de arriba de su minúsculo bikini pese a lo voluminoso de sus tetas pero mi madre dijo que le daba vergüenza y Lola no insistió y ella continuó con su bikini puesto, pero volvió a meterse conmigo. Me cabreé tanto que me levanté y me alejé oyendo a Lola decir a mi espalda que volviera, que era una broma.
Regresé a las dos horas, estaban recogiéndolo todo. Mi madre dijo que Lola nos invitaba a comer en su casa. La comida consistió en una pizza que pidió por su teléfono móvil desde el coche y que llegó justo al hacerlo nosotros. Nos la comimos en la cocina, tal y como vinimos de la playa. Al acabar yo fui al servicio y al volver con ellas mi madre me pidió que me quedara en casa de Lola para ayudarla a mover unos muebles ya que sola no podía. Mi madre añadió que se tenía que ir y ni siquiera quiso ducharse allí como le ofreció Lola la cual, finalmente, la llevó en su coche de vuelta a nuestra casa. Me quedé solo y aproveché para ducharme. Tras secarme caí en la cuenta de que la muda se la había llevado mi madre, sin querer, en la bolsa.
Lo único que tenía para estar allí era sólo el bañador, que me tuve que volver a poner. Lola no tardó en regresar y queriendo estar yo allí el menor tiempo posible, le pregunté qué había que hacer.
– Tranquilo – me contestó – Deja primero que me duche.
Se tomó su tiempo pero cuando volvió, sólo llevaba unas braguitas y sus voluminosas tetas al aire. Se contoneó delante de mi y me preguntó:
– ¿Qué tal estoy?
Mi reacción fue insultarla, llamándola guarra y otras lindezas. Los dos nos alteramos y no sé lo que dijo que me bajé el bañador y le grité:
– ¡Si quieres ver mi polla, ahí la tienes y déjame en paz!
Nos quedamos en silencio. El tono cambió y Lola exclamó:
– ¡Que grande la tienes! – se bajó las bragas y añadió – ¿No te dabas cuenta cuando iba a tu casa que me atraías? Incluso iba sin bragas para enseñártelo con disimulo. Mírame el coño… ¿no te gusta?
Lo tenía muy peludo Lo cierto es que me atraía y así se lo dije. Lola, entusiasmada, contestó.
– ¿A qué esperamos?
Me llevó al dormitorio, me notó nervioso y me tranquilizó diciendo:
– Sé que es tu primera vez pero no te preocupes, yo te lo voy a enseñar todo.
Vaya si me enseñó. Lo primero fue comerme su peludo coño. Lo restregaba contra mi cara indicándome como debía mover mi lengua en su raja. Noté sus jugos en mi boca y me supieron deliciosos. Tras esto se apartó y me dijo:
– Ahora te voy a mamar tu enorme polla para que después me destroces el coño con ella.
Se la metió en la boca y empezó a chupar. Lo hacía tan bien que me hizo sentir un placer intensísimo, notando como iba a correrme de inmediato. Así se lo dije pero, sin hacerme caso, se puso a chupar más rápido haciéndome correr sin remedio al no sacársela de la boca. Todo le cayó dentro, tragándoselo con mucho gusto.
– ¿Por qué lo ha hecho? – le pregunté.
– Porque así aguantarás más cuando te la vuelva a poner dura y me la metas – contestó.
Volvió a usar su boca sobre mi polla consiguiendo rápidamente su objetivo de ponerla dura. Se apartó y restregó sus grandísimas tetas en mi verga diciendo:
– ¡Ahora me vas a joder el coño, cabrón!
Se abrió de piernas y me invitó a clavársela. Tuve una sensación de placer, que no sé explicar, al sentir mi polla dentro de un coño por primera vez. Lola me indicaba como debía moverme haciéndolo cada vez más deprisa, aumentando nuestro placer mutuo. Lola parecía enloquecer, gritando toda clase de obscenidades, pidiendo que le destrozara el coño y la insultara. No podía resistirme a ella. Me dejé llevar y empecé a insultarla. La llamé zorra, ramera, golfa y todo lo que se me ocurrió y contra más lo hacía más parecía gustarle.
Concentrado en lo que le hacía, sólo pensaba que Lola era una viciosa y una degenerada. Cambiamos de postura. Me tendí y Lola se dejó caer, con mucho cuidado, clavándose mi polla en el coño hasta quedar sentada sobre mí. Estábamos frente a frente. Lola empezó a moverse arriba y abajo, deslizando su coño por toda mi polla y al ver sus tetas bailando ante mis ojos, no pude resistir la tentación de alargar mis manos y agarrárselas. Al verlo, Lola dijo:
– ¡Así, mi amor, apriétalas!
Se las sobé y estrujé a gusto. Entre sus exclamaciones de placer, de vez en cuando, se inclinaba sobre mí ofreciéndome su boca para morreárnos dándonos las lenguas, hasta que Lola intensificó sus movimientos sobre mi polla y entre gemidos, me decía:
– ¿Lo ves, mi amor, como resistes sin correrte…?. ¡Sigue así… aún me tienes que dar más… me he corrido ya cinco veces!
Lola se estiraba hacia atrás, como si así encontrara más placer pero la última vez, se estiró tanto que la polla se le salió del coño y ella cayó hacia atrás. Soltó una carcajada y se puso a cuatro patas indicándome que continuara follándola así. Me incorporé, me acerqué a ella de rodillas y le enchufé la polla por detrás. Tenía el coño tan mojado de tanto correrse, que mi verga se movía dentro con mucha facilidad. Lola no paraba de decir que volvía a correrse y pedirme que, al tiempo que la follaba, le metiera los dedos en el ano. Lo hice. Se lo noté muy abierto, cosa que me confirmó al decirme que se la metiera en el culo pues, pese a lo grande de mi polla, le entró hasta el fondo con toda facilidad. Le gustaba que la follara despacio para sentirla toda dentro y entre suspiros, la oía decir:
– ¡Así… sigue… no pares… que gusto me estás dando…! – continué y entonces añadió – La amiga de tu madre ha sido mala contigo, merece un castigo… ¡Pégame en el culo!
Con mi mano abierta le di un azote en su gordo trasero, con mi polla bien metida en su culo. Pegó un grito diciendo que más fuerte. Le di otro y volvió a pedirme que más fuerte. Le di tantos azotes que le puse las dos nalgas encendidas. Satisfecha con los azotes, añadió:
– ¡Tócame el coño mientras me das más fuerte por el culo!
Lo primero que dijo fue que frotara más deprisa mis dedos en su pipa. Así empezó a gritar como una histérica:
– ¡Me corro… me corro…!.
Viendo aquello no pude resistir y cogiéndola de las caderas, me corrí dentro de su culo. Cuando se la saqué, me puse de pie encima de la cama, mientras Lola se tumbaba boca abajo y se daba la vuelta. Mirándome con cara de viciosa y de satisfacción, me preguntó:
– ¿No te gustaría mearte encima de mí?
Su perversión me volvía loco y ya estaba dispuesto a hacer lo que Lola quisiera. De pie, encima de la cama al lado de ella, que estaba tumbada boca arriba, me agarré la polla, la apunté hacia ella y comencé a regarla. Le caía sobre las tetas, la barriga y al estar un poco incorporada, el caliente líquido se deslizaba hacia su peludo coño.
– ¿Te ha gustado? – me preguntó cuando acabé.
– Es lo mejor que he hecho nunca – contesté echándome a su lado y besándola.
– Pues te prometo que todavía vamos a hacer más cosas. Te voy a presentar a muchos amigos.
Follando con Lola perdí la noción del tiempo y ya era de noche. Al levantarnos de la cama, ella me dijo:
– Tu madre debe de estar preocupada, vamos a llamarla – pero de camino al teléfono, añadió – ¿Quieres pasar la noche conmigo?
Al instante dije que sí. Lola cogió el teléfono, llamó a mi madre y le dijo que se nos había hecho muy tarde con los muebles, que me iba a quedar a dormir allí y que por la mañana me llevaría ella. Mi madre quedó conforme por la expresión de Lola al colgar.
– Puedes quedarte – me dijo – Ahora vamos a darnos un baño.
Desnudos por la casa, entramos en el baño. Lola tenía una bañera muy grande que llenó de agua calentita y los dos nos metimos en ella.
. Al acabar, pasamos al sofá del salón ya que la cama del dormitorio no se podía usar. Íbamos a dormir pero eso lo hicimos poco ya que lo que más hicimos fue follar. Por la mañana me llevó a casa. Mi madre no sospechó nada. Desde aquel día soy el amante de Lola. No me importa la diferencia de edad. Sólo sé que con Lola vivo el sexo intensamente y no quiero separarme de ella. Sigue viniendo a casa como la amiga de mi madre.
Ya os contaré otro día todas las cosas que me ha enseñado Lola.
Un beso para todos y todas.