Relato erótico
Cita, cena y postre
Recibió una llamada de su amigo de la Universidad, Marcos, diciéndole que estaba alojado en un hotel de Madrid y que estaría un par de semanas por allí. Quedaron para cenar, le presentó a su novia y recordaron unos escarceos sexuales que habían vivido.
José – MADRID
Estaba mirando un partido de fútbol por TV y el partido era muy malo pero por suerte sonó el teléfono y me sacó de ese aburrimiento. Era Marcos, un ex compañero de universidad al cual no veía hacía años. Tras charlar un rato convinimos en encontrarnos por la noche para cenar.
Cuando llamó Rut, mi novia, le comenté lo de Marcos y accedió a acompañarme. Mientras me vestía me acordaba de algunas cosas que habíamos hecho con Marcos en la adolescencia, habíamos tenido algunos acercamientos, pero solo llegaron hasta las caricias de nuestros miembros. Todo eso me excitó un poco y un nerviosismo se apoderó de mi por unos instantes, luego me tranquilicé y terminé de vestirme.
Entonces fui a buscar a Rut, y estaba vestida para matar. Llevaba una minifalda súper corta y una blusa escotada que dejaba ver sus tetas sin mucho esfuerzo. Sonreí y le dije que solo iríamos a cenar, que no íbamos a impresionar a nadie. Ella también rió y subió al coche.
Pasamos por el hotel en donde estaba Marcos, que ya nos esperaba en el hall, subió, nos saludamos, le presenté a Rut y fuimos a un restaurante a cenar. Llegamos, nos sentamos en una mesa que ya había reservada y pedimos la cena, empezando a hablar de nuestras vidas. Nos contaba de sus viajes y ese tipo de cosas que se cuentan dos personas que hace mucho no se ven. Mientras tanto yo había empezado a notar como Marcos miraba a Rut, sobre todo sus gordas tetas que resaltaban en ese escote, pero no me preocupe mucho, es más me parecía de lo más normal pero cuando Rut se fue al baño, el aprovechó para echarle una mirada y me dijo:
– ¡José, que mujer tan guapa has conseguido!
– Sí y no sabes como es en la cama – le dije sin saber por qué.
Se produjo un silencio que decía muchas cosas y a la vez no decía nada. Cuando volvió Rut, Marcos fue al baño. De pronto me preguntó:
– ¿No es este el Marcos, tu ex compañero, con quien habías tenido algo de sexo?
La pregunta era directa y yo ya me había olvidado de que le había contado eso a Rut, así que no me quedó otra que responderle:
– Sí, es él.
Había pasado mucho tiempo de eso, ambos teníamos como 18 años, y ahora 28, o sea 10 años, pero yo aun lo recordaba. La cena siguió y también el vino desfilaba y desfilaba por nuestra mesa, así que los ánimos estaban bastante distendidos y la charla cada vez mas subida de tono y con doble sentido. Al terminar, nos fuimos del restaurante y fuimos dando unas vueltas por la ciudad con el coche. Rut iba sentada adelante y Marcos atrás, ella estaba alegre por el vino y sin darse cuenta su minifalda se había subido dejando ver todos sus muslos y parte de su braga blanca. Pronto me di cuenta de que Marcos también lo había notado pues no dejaba de mirar hacia abajo por encima de mis hombros.
Charlábamos y reíamos mientras Marcos no sacaba sus ojos de las piernas de mi nova. Cuando paramos en el hotel donde estaba instalado Marcos, él nos invitó a tomar unos tragos en su habitación y también para mostrarnos el libro sobre ciencia que había escrito. Subimos, entramos, él sirvió unos tragos y comenzamos a charlar de nuevo mientras nos mostraba el libro y unas fotos de su último viaje. Bromeamos con las fotos y le dije que me mostrara esas fotos que seguramente se había tomado en una playa nudista. Efectivamente las hizo, las trajo y la empezamos a ver y las bromas volvieron, solo que me sorprendió verle el tamaño de su miembro en una foto y otra vez haciendo cosas que no debía le dije:
– ¡Vaya, como te ha crecido la polla, no es la misma de la de hace diez años…!.
– Y eso que no está tiesa – contestó sonriendo.
La excitación era evidente y Rut, a todo esto, estaba excitada con esa charla supuestamente secreta, y él entonces me preguntó:
– ¿Ella sabe… le contaste algo?
– Sí, Marcos, lo sé todo – dijo ella sin dejarme responder.
Luego él fue al baño y ella aprovechó para empezar a besarme allí, en el sofá. Yo le metía mano por todos lados levantándole la falda y acariciando su coño pero cuando Marcos volvió, paramos, pero él dijo:
– No, no os detengáis, haced como que yo no estoy aquí.
Entonces seguí con mi manoseo con ella mientras sentía su excitación a más no poder. Entonces le bajé la braga hasta quitársela, le separé las piernas y empecé a masturbarla. Ella gemía y gozaba aunque al principio trató de detenerme, pero mis dedos la conocían bien y pronto se entregó a ellos sin pudor. Luego se incorporó, le saqué la falda y la senté nuevamente con sus piernas abiertas, arrodillándome entre ellas para chuparle el coño, mientras podía observar a Marcos que nos miraba acariciándose por encima del pantalón.
Tras un rato de estar así, me saqué la ropa y me senté para que ella me la empezara a chupar y con toda la calentura que ella tenía se la introdujo de un golpe en la boca y me la empezó a chupar, comiéndose la cabeza y de allí hasta la base de mi miembro. Entonces miré a Marcos y le hice una seña para que viniera. Él se incorporó despacio, se sacó la ropa y apareció una enormidad que debía de medir por lo menos 22 cm, gruesa, de cabeza ancha y unos huevos muy grandes. Se acercó a Rut, ella dejó de chupármela para mirar la de Marcos, y después de unos segundos, exclamó:
– ¿Y te dejaron pasar la frontera con esto?
Él rió y ella se la comenzó a comer, disfrutando su pollón, pero sin dejar de pajearme. Yo, por mi parte, deliraba de placer al ver semejante espectáculo, realmente se presentaba una fiesta bárbara. Luego ella se incorporó y fue al baño. Todavía llevaba puesta la blusa y al verla marchar yo dije:
– ¿Ves este culo…?. Pues no sabes como se come las pollas.
Aprovechando que ella no estaba, él me preguntó si queríamos hacerlo allí, en el living o en la habitación, y yo le dije que fuéramos a la habitación y hacia allí fuimos.
En eso entró Rut y se acostó en medio de ambos ya totalmente desnuda, Marcos bajó a chuparle su mojado chocho y ella empezó a mamar mi polla, mientras los jadeos se oían por toda la habitación. Luego Marcos se acostó y Rut fue hasta su verga haciendo muy bien lo que ella más sabe mientras yo empecé a besar a Marcos mientras disfrutaba de una paja que Rut me hacía, luego bajé, ella agarró la polla de Marcos y me la ofreció mirándome con unos ojos que denotaban que realmente quería verme haciéndolo. Entonces se la empecé a chupar, aunque su capullo apenas me entraba en la boca. Al rato ella se separó un poco para observar mejor mi mamada en una polla mientras se acariciaba su coño.
Al cabo de un rato de eso, la acosté a ella en el medio y lo llevé a él hasta allí, separando las piernas de Rut para que él se la follara a su gusto. Apenas se la metió ella comenzó a gemir y a gozar. El se movía despacio mientras yo miraba totalmente alucinado esa imagen. Ver a Marcos follándose a Rut me creó una calentura que estuve a punto de correrme solo con esa imagen. Luego el salió y yo ocupé su lugar. El coño estaba bastante abierto ya, pues había por lo menos unos 5 cm de diferencia entre Marcos y yo, y la empecé a follar moviéndome a un ritmo muy fuerte mientras sentía como ella se corría por tercera vez en la noche.
Al rato me salí y puse a Rut en posición de perrito y empecé a ponerle un gel para follarle el culo mientras ella mamaba la verga de Marcos. Cuando estuvo lista, la situé y suavemente empecé a introducir mi miembro en su culo. Ella gemía y gemía y eso hizo que yo aumentara el movimiento y desatara un nuevo orgasmo de ella, que solo era callado por el capullo de la polla de Marcos tapándole la boca. Después él se incorporó y tomó mi lugar, mientras yo me puse al costado y le separaba los cachetes a ella para ver como esa enormidad se follaba el culo de Rut. Apenas le empezó a entrar la cabeza, ella gritaba, pero de placer mezclado con dolor. Cuando él siguió entrando su miembro, ella agachó la cabeza y agarró una almohada, levantando aún más su culo. Entonces, yo empujé desde atrás a Marcos y vi como ese pedazo de polla se perdía por completo en el culo de Rut. Él empezó a moverse y yo estaba incrédulo de lo que veía, así que me alejé para tener una visión más amplia de como se follaban a mi Rut, como ella la estaba gozando y como Marcos no paraba de clavar una y otra vez hasta el fondo su miembro en esa culo, al tiempo que ella terminaba en un nuevo orgasmo entre gritos y jadeos. Cuando Marcos se salió, ella quedó acostada en la cama, al igual que nosotros dos.
Rut fue al baño y Marcos me dijo que le gustaría recordar viejos tiempos conmigo. Sonreí y le dije que a mí también me gustaría, pero que aquella noche, no.
Nos vestimos y nos despedimos, Marcos dijo que estaría un par de semanas en Madrid y que ya quedaríamos. Por supuesto que “quedamos”, pero solo Marcos y yo. Ya os lo contaré en otra ocasión.
Un saludo.