Relato erótico
Chico busca chica, para…
La conoció a través de un anuncio de la revista Clima. Era una chica que buscaba un chico para buenos ratos de sexo, y vaya si fueron buenos. Se citaron en un bar y sin pérdida de tiempo fueron a un hotel de la playa.
Alberto – CASTELLÓN
Me llamo Alberto actualmente tengo 31 años y lo que te voy a contar sucedió en este mismo año en abril. Ella, Eva tiene 25 años y nos conocimos a través de un anuncio de la revista Clima. Cuando vi su anuncio, la llamé rápidamente.
Mido 1,90 y según las tías dicen que estoy muy bueno. Eva era una mujer alta, media 1,80 cm, cuerpo muy esbelto, pechos no muy grandes y un culo grande, redondo y respingón. Nos enviamos una foto por el móvil y nos citamos en una conocida cafetería
Charlamos un rato y la química empezó a funcionar entre nosotros. Me preguntó que donde iríamos y le dije que había reservado una habitación en un hotelito de la playa.
En cuanto entramos a la habitación nos dimos un morreo impresionante, mientras nos quitábamos la ropa como dos posesos. Nos tumbamos en la cama y empecé a chuparle las tetas y poco a poco fui bajando hasta llegar a su depilado chocho. Le hice una comida de coño que la llevó a un orgasmo bestial.
En cuanto se recuperó, se metió mi enorme polla en la boca. La engullía casi toda, pero el tamaño que tengo no le permitía tragárselo en su totalidad, pero poco a poco su boca se fue adecuando a mi tamaño y la mamada fue genial.
Yo acariciaba sus pechos y masajeaba los pezones que en ese momento ya estaban muy duros. Se la notaba muy excitada por lo que, retirando una mano de sus tetas, la utilicé para llevarla a su coño y pude comprobar que volvía a estar chorreando y me dijo que quería que la penetrase.
Así que, rápidamente, me senté en la cama y la puse a horcajadas sobre mi polla y ella, con maestría, agarró mi polla y comenzó a frotársela de arriba abajo, de izquierda a derecha, tipo brocha en la puerta de su humedecido coño.
– ¡Asiiií… mi amor… métemela, dámela toda… hazme tuya que me tienes loca… hace dos meses que he estado deseando este momento…! – gritaba muy excitada.
Después de varios masajes de brocha sin penetrarla, la hice llegar a un prolongado orgasmo y entonces, aprovechando sus más que abundantes jugos, dejé entrar mi miembro en su coño, pues yo ya no podía aguantar más y comencé la follada salvajemente.
– ¡Tómala, putita, te la tenía guardada solo para ti! – Le decía yo – ¿Te gusta?
– ¡Sí, cariño, me gusta tu polla que está loca por entrar en mi, acaba de metérmela en el coño, que no aguanto más! – contestó
Aunque tenía el chocho chorreando, me costó meterla, ya que era extremadamente estrecha y que, como he dicho antes, mi polla es bastante ancha. Pero, entre gemidos de placer y dolor, por fin se la metí hasta que los huevos chocaron con su culo.
Cuando la tenía dentro se volvió loca y empezó a subir y a bajar frenéticamente. Era bestial el placer que sentía, ya que la estrechez de su coño me la estrujaba proporcionándome un gusto que nunca había experimentado.
Después de varias embestidas y cuando estaba a punto de correrme, le pedí que se la metiera en la boca y me la chupara. Así lo hizo y después de varios chupetones me corrí en su boca, soltándole una gran cantidad de leche, que por cierto, aprovechó hasta la última gota.
Cuando acabamos, estábamos agotados. Nos duchamos y nos fuimos a comer. Estábamos hambrientos de tanto ejercicio. Al acabar, volvimos a la habitación, hicimos un ratito de siesta. Fui al baño y cuando volví, y sin mediar palabra, se incorporó y me tumbó en la cama. Me hizo algo que me volvió loco. Empezó a lamerme y chuparme los pies, despacito, dedo a dedo, para ir subiendo poco a poco hasta mis huevos. ¡Vaya comida de huevos me hizo! Mi polla babeaba. Lentamente subió hasta llegar a mi capullo e inició una mamada impresionante. Yo le decía que parara, pero no me hizo caso, y siguió chupando, mientras con una mano me hacia una paja y con la otra me acariciaba los huevos. No podía apartarla y me corrí en su boca, fue una corrida de las más intensas que había tenido en muchos años. Siguió mamando despacito y noté como mi corrida se deslizaba por la polla y los huevos. Era una sensación increíble. Cuando la quise apartar no me dejo y entonces lamió y limpió mi rabo y mis huevos.
Cuando me calmé, me dijo que ya que estábamos puestos, había preferido que me “relajara”, para poder seguir follando.
Me dijo que la acompañara al baño y nos duchamos. Me lavaba como si fuera un niño. Enjabonaba mi polla, mis huevos y se entretenía lavando y masajeándome el año. Sin darme cuenta, mi polla empezaba a reaccionar.
Nos fuimos a la cama, se tumbó y me mostró su rosado y caliente coño. Era una señal clara de que quería que se lo comiera otra vez y me encantaba.
Le abrí los labios y empecé a lamer, a chupar, a mamar. Le metí un dedo mientras le chupaba el clítoris y se corrió como una cerda. Decidí que la dejaría satisfecha. Cuando termino con su espasmódico orgasmo, seguí con la labor, me volvía loco aquel coño. Ella no paraba de gritar, me agarraba la cabeza y me la hundía en su chocho. Tenía la cara empapada y noté que volvía a tener ganas de correrse. Me aparte, mojé mi dedo dentro de su chocho y le restregué la pepitilla hasta que me soltó un chorro de liquido. Mientras se corría, cogió mi mano y se la metió entera en el coño. La bombeaba sin parar y se oía un chapoteo como si estuviera bañándose. No hace falta que os diga que mi polla volvía a estar dura como una piedra, cosa que aprovecho para, después de tumbarme en la cama, montarme y cabalgarme sin parar.
Nunca me hubiese imaginado que aquella fuera una mujer tan calienta e insaciable. Subía y bajaba sin parar, se estrujaba las tetas, hasta que de pronto se arqueó y se corrió. Yo, aún aguantaba ya que me había corrido hacia poco, mi rabo aun quería guerra.
La puse a cuatro patas y aprovechando su propia corrida me moje un dedo y sin decirle nada se lo metí por el culo. Pegó un salto impresionante y me dijo que el culo lo tenía virgen, que por allí no.
La cogí del pelo y le dije:
– Estoy muy caliente, y quiero encularte. No sufras, te gustará.
Aunque estaba muy excitado, lo hice con suavidad. Primero le metí un dedo y cuando ya entraba fácilmente, le metí otro dedo y así, despacito fui preparando su culazo.
Apunté con mi capullo en la entrada y poco a poco lo deslice. ¡Que gustazo! Meterla en aquel conducto estrechito me estaba volviendo loco. Poco a poco fui aumentado el ritmo y a los pocos minutos estábamos follando como poseso. Ella gritaba y decía que le gustaba, ya no pude aguantar más y le llene el culo de leche.
Fue un fin de semana maravilloso y acabé con los huevos exprimidos. Hemos quedado que nos volveríamos a llamar para repetirlo. Lo que pasa es que cuando nos despedimos me confesó que estaba casada y que tendría que aprovechar a que el muermo de su marido se fuera de viaje.
Cuando vuelva a verla, os lo contaré.
Un beso para todos.