Relato erótico
Chica liberal
La asistenta que trabajaba en casa de sus padres estaba buena. Un día le dijo que una amiga suya quería hablar con el por teléfono. Se hicieron amigos y ella iba a visitarlo de vez en cuando.
Paco – Estepona
En una ocasión anterior, narré acerca de mi relación con la asistenta que trabajaba en casa y de cómo conocí a Belén, una amiga suya. Todo comenzó un día que Marisa me pidió el teléfono para llamar a Belén, le presté el teléfono mientras miraba la televisión y al rato apareció Marisa pasándome el teléfono, diciéndome que Belén me quería saludar. Hablé con la chica un rato hasta que me dijo que tenía que cerrar, que había llegado la jefa.
A las dos semanas después de que mis padres despidieran a Marisa, un día recibí una llamada de Belén preguntándome por su amiga. Al parecer, cuando Marisa se fue, no le contó nada a Belén y ella se encontraba desconcertada al no saber nada de Marisa. Me tomé la libertad de echarle todo el cuento a Belén de lo que había pasado y le dije que cualquier cosa, yo estaba a la orden.
A partir de ese día, me llamaba todos los días para conversar y era mínimo media hora que pasaba hablando con ella. A veces incluso, se aparecía por la casa para saludarme y conversar un rato. Me decía que se perdía con la excusa de que iba a la tienda y se daba una vuelta por mi casa. Belén era morena, bajita, algo gordita, se había alisado el cabello y lo tenía corto, a la altura del hombro, de tetas medianas, aunque algo caídas y un culo que no podía dejar de admirar cuando la tenía de mi. La verdad se veía algo mayor de 22 años, pero me gustaba verla cuando podía y conversar con ella, era bastante agradable.
Lo que más me atraía de Belén, era algo que Marisa me había contado un día. Me contó de una ocasión en que visitó a una prima suya, acompañada de Belén y que conocieron a un grupo de muchachos, amigos de la prima y de que como, a la media hora, Belén se le había perdido y cuando la fue a buscar, la encontró en la cama de la tía, manoseándose con uno de los muchachos que recién acababa de conocer.
Me dijo que por un lado le molestaba que como podía estar dispuesta a entregarse a un chico así por así.
Por la forma de hablar de Marisa, se le notaba molesta de acordarse de eso y de repente me dijo que lo que pasaba era que Belén era más sumisa que ella, quien prefería mantener el control de la situación. Después de ese día, cada vez que conversaba con Belén la veía con otros ojos y tanteando la situación, fui comprobando que efectivamente, a le gustaba que la sometieran. Un día, hablando por teléfono, me dijo que tenía una mala noticia. Al parecer, la familia para la que trabajaba se iba a mudar a otra barriada y ella se iba con ellos, así que ya no nos íbamos a ver tan seguido. Conversando, de repente me dijo que cuando la invitaba a la playa, que Marisa le había contado lo bien que la había pasado por allá y que ella tenía ganas de ir también.
Aprovechando que hacia buen tiempo, la invite a ir el fin de semana pero, no solo por un día, sino a quedarnos de sábado a domingo y dormir allí. En un principio se lo pensó y al día siguiente me llamó para decirme que estaba bien. Preparé todo para el fin de semana, como la casa la habían derribado para reconstruirla, ya tenía la tienda de campaña lista. Compré suficiente bebida, comida para picar y una buena carne. También tenía suficiente cervezas y licor para pasar un buen rato. Acordamos que la buscaría el sábado temprano, como a eso de las ocho de la mañana para llegar con tiempo allí. Como yo siempre me pasaba los fines de semana o mínimo el domingo en la playa, aprovechando mis vacaciones del trabajo, no era raro que me perdiera un par de días por allí. Llegado el día, me levanté temprano y la fui a buscar.
Cuando llegué, tuve que esperar un rato hasta que Belén finalmente apareció, llevaba un top color chocolate, una minifalda tejana algo gastada y un pañuelo verde atado en la cabeza. Cogimos rumbo a la playa y por ser sábado y la hora que era, por suerte el tráfico se desplazaba hacia la ciudad, así que llegamos sin contratiempos.
Instalé solo la tienda de campaña mientras Belén bajaba las cosas del coche y la puse al lado de una cabaña que teníamos. Busqué las llaves y saqué unas hamacas por si acaso nos daba sueño, y una mesa para poner las cosas encima. Una vez instalado todo, puse el carbón para preparar la carne, mientras Belén amarraba las hamacas a unas palmeras cercanas a la cabaña. Preparé unas bebidas y me senté en una silla al lado de la hamaca donde estaba ella.
Nos pusimos a conversar y Belén no se parecía en nada a cuando la conocí por primera vez. No mostraba timidez y hablaba hasta por los codos. Después de un rato, me paré a poner una carne para el almuerzo y mientras jugaba al chef, Belén me trajo una cerveza, antes de decirme que se iba a cambiar de ropa. Se metió dentro de la tienda de campaña y empezó a desnudarse ahí mismo, mientras me decía las ganas que tenia de bañarse. Tratando de no ser tan obvio, seguí en mi tarea de vigilar la carne para que no se quemara, a la vez que le echaba un ojo a Belén cambiándose de ropa. Por primera vez la vi desnuda, pude notar que tenía los pezones grandes, a diferencia de su amiga y que abajo, no se rasuraba. Se puso un bañador entero celeste. Podía ver como Belén trataba sin éxito de arreglar el poco de pelos que se le salían hacia los lados por delante del bañador.
Finalmente se puso un short y salió de la tienda de campaña. Se notaba que lo había hecho intencionalmente, así que la piropeé acerca de su bonito cuerpo y noté como se sonrojaba mientras iba camino a la hamaca. Para el mediodía, la carne estaba lista. Comimos y luego nos fuimos a sentar frente a la playa, en la arena, a reposar y matar el rato. Cuando finalmente estábamos listos, Belén se iba a meter al agua con el short puesto, así que le pregunte el porqué, me dijo que sentía un poco de vergüenza conmigo, que como no se había depilado, se le salía el vello. Le dije que estuviese tranquila, que eso era parte de su belleza y que, por mí, no había ningún problema. Me sonrió y procedió a quitarse el short para salir corriendo hacia las olas. Jugamos un rato y eventualmente quede abrazando a Belén por detrás y punteando descaradamente a Belén, que no se quedaba atrás y empezó a restregar su culo contra mi paquete, tratando de disimular, pues a pesar de no haber mucha gente en la playa, no queríamos problemas.
Nos quedamos toda la tarde en la playa y cuando finalmente salimos nos fuimos agarrados de la mano a la casa. Nos quedamos un rato sentados en la hierba, aprovechando que todavía hacía sol para secarnos un poco. Viendo que ya venía la noche, saqué unos chorizos para comer con unas cervecitas, así que los puse en la parrillada y me metí en la tienda de campaña para cambiarme, dejando a Belén encargada de vigilarlos. Devolviéndole el favor, dejé la entrada de la tienda abierta y me empecé a cambiar de ropa. Trataba de no mirarla fijamente, pero se notaba que no se perdía nada del espectáculo. Me quedé un rato frente a ella, mostrándole mi polla y por la cara que tenía, sabía que esa noche la negra iba a ser mía. Decidí vestirme finalmente y me puse un chándal que tengo para cuando refresca.
Me entretuve con la barbacoa, así que no pude ver mucho cuando Belén se cambió de ropa. Salió con su pañuelo en la cabeza, un suetercito ombligo afuera y la minifalda con la que había ido. Se sentó en una de las sillas y mientras les echaba un ojo a los chorizos, le pasé una cerveza, mientras Belén ponía algo de música. Me senté en una silla a su lado y nos pusimos a comer. Cuando terminamos, nos quedamos conversando mientras seguíamos bebiendo cerveza. Debían ser como las diez de la noche cuando le agarré la mano a Belén y le pregunte si se estaba divirtiendo. Me sonrió y me dijo que si mientras con su pie rozaba mi pierna. De repente me dijo:
– Cariño, prueba mi jugo…
Y abrió las piernas. No podía perder aquella oportunidad única, así que me arrodillé frente a ella y la acomodé, listo para chuparle el coñito. Me sorprendió un poco que cuando le subí la falda, no llevaba bragas la guarra. Me hice camino y empecé a darle lengua. Belén empezó a gemir y a menear la pelvis con cada lengüetazo que le daba y con cada mordisco y chupetón que recibía su clítoris, mientras la sujetaba firmemente de los muslos. Después de dedicarle un buen rato a simplemente lamerla, me puse de pie y Belén rápidamente, muy excitada me bajó los pantalones. Se le salían los ojos viendo mi verga erecta frente a ella. Sin perder un momento, me la cogió tímidamente y me empezó a pajear, cada vez con más confianza. Le dije que me la chupara y poco a poco se fue acercando para metérsela en la boca. Empezó a chuparla lentamente y a pasarle la lengua a la punta, pero yo quería más, así que le dije:
– ¡Chúpamela toda!
Y ahora si empezó a pasar sus labios a través de toda mi tranca y a succionar con más fuerza. Siguió así un rato, hasta que le agarré la cabeza con las dos manos y trataba de metérsela toda en la boca. La sentía atorarse y como trataba de toser mientras mi polla chorreaba de su saliva. Después de un rato de comérsela entera, se la saqué, la cogí de la mano y me la llevé hacia la tienda de campaña.
Nos acostamos y ella instintivamente abrió las piernas. Me pareció tan rico su coño que volví a lamérselo un buen rato más. Después me acomodé entre sus piernas y se la metí de un solo golpe, de lo mojada que estaba. Belén rodeaba mi cintura con sus piernas y yo la penetraba manteniendo el ritmo mientras le agarraba las tetas y le pellizcaba los pezones.
Después la hice ponerse de lado y seguí penetrándola en esa posición, hasta que finalmente la puse a cuatro patas. Guie mi polla a la entrada de su peludo coño y le rozaba con la punta. Se la metí con calma y empecé a follármela despacio, mientras la sujetaba de las caderas e iba aumentando el ritmo. En ese momento, no sé qué me paso, pero empecé a metérsela con unas ganas, que Belén gritaba con cada embiste. Estaba a punto de correrme y pude sacársela antes. Belén se acomodó para chupármela, pero no aguante más y me corrí antes de que se la metiera en la boca, chorreándole toda la cara con mi leche. Se limpió por encima, pero en general, tenía todavía la cara pringada de semen. Nos acostamos en la posición de cuchara y nos quedamos dormidos. Sin embargo, la posición en la que estábamos me despertó al rato y me tenía caliente todavía, cuando me recuperé, empecé a meterle los dedos de nuevo.
Al rato, Belén estaba gimiendo de nuevo y me susurró lo bien que se sentía y el gran placer que le estaba haciendo sentir. La hice ponerse boca abajo e hice que levantara el culo para lamerle el coño con más facilidad. Le abría las nalgas y mi lengua retozaba en ese delicioso y peludo coño, cuando de repente, me acordé de Marisa y empecé a lamerle el ano a Belén. Esperaba una reacción similar a la de la amiga, pero, al contrario, Belén gemía y me dejaba hacer, así que me dediqué exclusivamente a lamerle el culo. La sentía relajarse y volví a jugar con un dedo. En ese momento, Belén me dijo que fuera con cuidado, que por allí era virgen pero que quería que yo fuera el primero, así que empecé a salivarle el culo hasta que finalmente pude meterle el índice. Belén empezó a gemir mientras le metía el dedo una y otra vez.
Cuando la vi lo suficientemente dilatada, saqué un condón de mi bolsa, me lo puse y le unté un poco de crema en el culo.
Coloqué la punta de mi pene en su culo y Belén se acomodó para darme mayor comodidad y empecé a empujar. Al rato de intentarlo, sentí como cedió y tenía la punta dentro. Belén lanzó un leve grito, pero me dijo que siguiera, que estaba bien. Empecé a penetrarla así, suavemente, metiéndosela cada vez más, mientras Belén me decía que le dolía, hasta que mis huevos hicieron contacto con sus nalgas.
Se la dejé un rato para que se acostumbrara y empecé a follármela suavemente, pues cada vez que aumentaba el ritmo, Belén me decía que le dolía mucho, así que seguía con calma. Me la seguí follando así hasta que finalmente me corrí y se la saqué. Belén se giró y pude ver unas lágrimas en sus mejillas, pero me dio las gracias por una follada tan sumamente placentera.
Ahora sí, nos acostamos y nos quedamos dormidos hasta el día siguiente, hasta las nueve de la mañana. El día siguiente fue normal, solo que paramos en un motel camino a la ciudad para una follada más. Mi relación con Belén siguió igual, aunque no tuvimos oportunidad de compartir ningún momento de sexo otra vez. Cuando se mudó, conversamos un par de veces más, hasta que perdí el contacto con ella y hasta la fecha, no he sabido nada de ella.
Saludos para todos.