Relato erótico
Cena completa
Forman una pareja muy liberal. Les gusta el intercambio de pareja, montar tríos etc. Aquel sábado invitaron a un amigo que, aunque estaba casado, aquel fin de semana estaba solo. Cenaron, hablaron de varias cosas y de sexo.
Nicolás – SEVILLA
Amiga Charo, todo ocurrió un sábado por la noche cuando invitamos a un amigo a cenar, aprovechando que él estaba solo ese fin de semana, pero jamás pensé que las cosas iban a suceder como finalmente sucedieron, aunque siempre había fantaseado con esto.
Manuel, este amigo, llegó pasadas las nueve, cuando Valeria, mi mujer, ya había preparado la cena, así que nos dispusimos a comer y aunque somos deportistas y habitualmente ninguno de nosotros toma alcohol, ese día había comprado un vino muy bueno, así que abrimos la botella y comenzamos a comer y probar el vino. La cena transcurrió normal, hablamos de cosas comunes y luego pasamos a la sala de estar a seguir la charla.
En un momento Manuel nos comentó que con su mujer no se llevaban bien en lo sexual y tal vez ese comentario fue el disparador para lo que siguió después. Valeria cambió repentinamente pues, aunque siempre está callada sobre todo en temas sexuales, ahora estaba más suelta y dispuesta a hablar como si fuera algo normal, supongo que por los efectos del vino, y comenzó a interesarse sobre qué les pasaba, cuales eran las fantasías de Manuel que no podía realizar con su mujer, etc.
A todo esto yo me había puesto muy caliente mientras se desarrollaba la conversación y en un momento en que Manuel fue al baño, Valeria me miró a los ojos y en ese momento empecé a darme cuenta que era lo que deseaba.
– Estoy muy caliente – me dijo.
Sin que yo le contestara, empezamos a besarnos ardientemente. Le besé el cuello y sentí que estaba muy excitada, y empecé a manosearle las tetas, como a ella le gusta. A continuación le besé los pezones por encima del vestido que llevaba puesto hasta que oímos que Manuel volvía del baño, aunque, lejos de separarnos continuamos con nuestros besos y caricias, a lo que Manuel se unió muy sutilmente, casi sin molestarnos.
Vi que cogía un hielo de la cubitera y comenzaba a pasárselo a mi mujer por las piernas. Ella, con cierta sorpresa por mi parte, se dejaba hacer e incluso comenzó a abrirlas lentamente ofreciéndole una visión espectacular. En el acto sentí la agitación de Valeria, su respiración se notaba acelerada y claramente ya estaba gozando. Luego Manuel me acercó otro hielo y yo comencé a pasárselo por el cuello, por la cara, sus labios y finalmente sus pezones, que estaban rígidos de la excitación.
Valeria se dejaba hacer, solo emitía gemidos de placer y entonces, entre los dos, le sacamos el vestido y como no llevaba sujetador, solamente las bragas, quedó prácticamente desnuda ante nosotros. Entonces ella estiró la mano para encontrar mi polla y me bajó lentamente el pantalón hasta dejarme en calzoncillos.
Manuel, más rápido, se había colocado de pie delante de ella y le ofrecía su verga totalmente empalmada. Al verla me sorprendió el tamaño pues era más grande que la mía y en ese momento Valeria me miró a los ojos como pidiendo permiso, que yo le di con un movimiento de cabeza.
Mi mujer se la agarró, retiró el prepucio suavemente dejando a la vista su cabeza brillante, le pasó la lengua alrededor y por todo el tronco y luego lentamente se la metió en la boca sin dejar de mirarme. Yo a esta altura me había desnudado por completo y me acercaba lentamente por detrás de ella, comenzando a acariciarle el cabello, a besarle el cuello, su espalda, su culo, al tiempo que la terminaba de desnudar mientras ella mamaba esa verga maravillosa, pero de pronto, Valeria se paró, tomó a Manuel de la mano y comenzó a caminar hacia el dormitorio. Me causó mucho placer verla caminar muy despacio desnuda y con tacones altos, moviendo su culo acompasadamente. Valeria sabe dar placer y lo estaba haciendo.
Manuel me miró invitándome a seguirlos y ya en la habitación, Valeria acostó a Manuel en nuestra cama, lo desnudó totalmente y comenzó a chuparle la verga nuevamente. Se notaba que le gustaba pues nunca antes había chupado una tan grande. A esto yo miraba y me excitaba sin poder creerlo todavía, pero no quería parar, ya estaba todo montado como para disfrutar, aunque no voy a negar que me sorprendía la situación de ver a mi mujer con mi mejor amigo.
Me acerqué nuevamente a ellos, toqué el coño de Valeria y noté que estaba muy mojada, así que con los jugos empecé a pasarle mis dedos por su culo y a jugar con su ano, hasta que ella, dándose vuelta, me pidió que se la metiera, así que sin más puse mi verga en la entrada de su coño y comencé a penetrarla lentamente mientras ella continuaba con su mamada. Cogía la polla de Manuel con sus manos, que le quedaban pequeñas ante semejante monstruo, se la llevaba a la boca, la lamía y, la devoraba. Continuamos así por un rato, yo follándomela y ella chupando entre gemidos, hasta que ella tuvo su primer orgasmo.
Luego Manuel le pidió poder penetrarla, a lo que ella accedió con gusto. En esa misma posición se sentó sobre él y lentamente fue tragándosela en su coño hasta que comenzaron con un movimiento muy suave. Desde mi posición veía perfectamente como la verga de Manuel era tragada por Valeria, sin perderse ni un centímetro.
Al rato yo me acerqué y como mi tentación podía más, acaricié el culo de Valeria, luego continué más abajo, llegué a los huevos de Manuel y los acaricié. Estaban duros, llenos de leche y los lamí e incluso continué lamiendo lo que quedaba de su verga al entrar y salir del coño de mi mujer. A todo esto Valeria se dio cuenta y se retiró, dejándome la verga de Manuel que yo, sin poder aguantarme, me llevé a la boca. Tenía un gusto agradable. Era la primera vez que mamaba una verga y me gustaba. Valeria, entonces, se me acercó y me dijo al oído:
– ¿Te gusta?
Sin sacarla de mi boca, asentí con un movimiento de cabeza.
– ¿Quieres probarla? – añadió ella.
No podía creerlo, mi mujer me invitaba a ser penetrado y su excitación era tan grande que no pude detenerla cuando comenzó a pasarme sus jugos vaginales por el agujero de mi culo donde, a los pocos segundos me metió un dedo y luego dedos hasta acostumbrarme, mientras yo seguía lamiendo, chupando, sorbiendo esa verga soberbia. Después de un rato de estar metiendo y sacando los dedos de mi ya dilatado ano, ella miró a Manuel y le dijo:
– Ya está listo.
Me colocaron boca abajo, con el culo levantado y en el acto sentí que Manuel apoyaba la cabeza de su verga en mi culo y lentamente empezaba a penetrarme. Sentí un poco de dolor al dilatar mi esfínter, como ya me imaginaba pero al tenerla toda dentro sentí un gran placer y más cuando comenzó a moverse en un metisaca inolvidable. Estaba siendo penetrado por primera vez y gozaba sin pudor mientras Valeria miraba desde muy cerca, me acariciaba y me hablaba al oído susurrándome:
– ¿Te gusta, putita mía? Te la ha metido toda en el culo. ¿Notas que hermosa y gorda polla tiene Manuel?
Pero ella entró en acción en el momento que Manuel avisó que iba a correrse, me la sacó del culo, la cogió entre sus manos y la chupó hasta tragarse toda la corrida. Algunos restos cayeron sobre sus tetas, las cuales me invitó a lamer para terminar de limpiarlas.
Así había probado yo también el semen de mi macho. Después de esto, sin descansar, Valeria y yo gozamos de una de las mejores folladas que tuvimos en la vida mientras Manuel nos miraba recostado en un sillón.
Desde este día, tanto mi mujer como yo tenemos un amante común.
Charo, saludos y besos de los tres.