Relato erótico
Celebrando la victoria de la selección
Tiene novia y su relación va de maravilla, pero también le gusta su cuñada. Es mayor qué el está casada y suelen bromear sobre temas de sexo. Aquella noche había partido de la selección española y estaban todos reunidos en casa de su suegro. Vieron el partido, ganó la selección y lo celebraron a lo “grande”.
Arturo – Madrid
Tengo novia. Una mujer a la que quiero con locura y con la que próximamente contraeré matrimonio. Yo tengo 26 años y ella 24. También tengo una cuñada que es el morbo personificado a sus 36 años; rubia, delgadita, de senos pequeños pero muy bien colocados y un culo que es la tentación hecha carne. Pero, sobre todo, hay un pequeño detalle: está casada.
Entre Carmen y yo siempre ha habido muy buen rollo, a ella le gusta provocarme con caricias gestos y roces; para ella todo es un juego, pero si supiera las pajas que me hago después pensando en sus frotamientos se asustaría.
Hace top less en la piscina; baila conmigo y yo no me cortó en cogerla en brazos pegando mi verga a su coño. Y lo mejor de todo es que la familia se lo toma como una broma entre dos cuñados que se quieren mucho, porque nunca se le ocurriría hacer daño a su hermana pequeña y mucho menos a su marido, un “dandi” de ropa de marca, el gracioso de todas las fiestas y que con alguna copa de más me ha confesado alguna que otra infidelidad.
Quizás fue a partir de estas confesiones de su marido (las que nunca revelé por supuesto) cuando comencé a pensar de otra forma en mi linda cuñadita. Había que ser gilipollas para ir andando con aventuras por ahí teniendo esa hembra en tu cama todas las noches.
Las bromas empezaron a subir de tono, también inducidas por mi novia al comentar a modo de broma comentarios sobre el tamaño de mi polla (que si bien tiene un tamaño de 18 cm normal, es bastante gruesa) delante de mi cuñada, mi suegra, sus amigas, etc.) Así, mi cuñada decía que se la tenía que enseñar un día a ellas para que lo supieran, a lo que mi novia sonreía.
Y en esas estábamos hasta el día de ayer, cuando todo se desbordó.
Estábamos viendo un partido del mundial, en casa de mis suegros con toda la familia reunida y algunos amigos; las bromas estaban al orden del día, cada jugada de la selección era coreada por mi cuñada y por mí que en estos eventos nos sentamos juntos y solemos ser los que animamos el cotarro. Uyyyy, mano en mi muslo. Faltaaaaa pellizco en la pierna. Gooooooll. Los dos tirados en el suelo, ella encima de mí acompañados después por muchos de nuestros amigos que nos aplastaron. Y entonces ocurrió: el hecho de estar ahí abajo con su cuerpo pegado al mío, hizo que tuviera una gran erección, sin posibilidad de vitar el contacto con su vientre, al estar ambos inmovilizados por la turba de gente que teníamos encima. Cuando nos levantamos nos miramos a los ojos, con una mezcla de incomodidad y sorpresa, y se acercó y me dijo al oído:
-Joder, nene, menudo rabo tienes…
Eso me mató. Mis convicciones morales se cayeron de repente y ya solo pensaba en una cosa: me iba a follar a mi cuñada. E iba a ser esa noche.
Acabó el partido lo celebramos todos dando saltos de alegría por la victoria, y yo aprovechando para rozarme con Carmen todo lo que podía y más; ella por su lado, no solo no evitaba los contactos sino que los mantenía a propósito, acompañándolos de unas miradas llenas de morbo. La fiesta se alargó en casa de mis suegros con varias copas en la zona que siempre ocupamos para esto; en el jardín del gran chalet que tienen a las afueras de Madrid.
En uno de los momentos, me dirigí al baño de dentro de la casa para; la sorpresa de encontrarme a mi cuñada abrochándose el pantalón después de mear. Me quedé parado en silencio delante de ella. Carmen me sonrió y, sin decir palabra, se dirigió a la puerta pasando rozándome a propósito.
Ya no aguanté más la cogí por la espalda, cerré la puerta con fuerza empecé a desabrocharle el pantalón. Éramos dos bestias no hablábamos; ella me separó y me miró mientras se apoyaba en el lavabo y desabrochando su pantalón lo bajaba dejándome ver su culito. No había tiempo. Bajé mi pantalón, con los calzoncillos incluso, hasta los tobillos y tras tocar su coño desde atrás se la metí de un golpe. Ella gruñía pero empezó a culear, mientras yo mas fuerte daba.
El morbo era tremendo, ya que la familia estaba a escasos metros y como siempre en esta casa la puerta abierta sin pestillo. Mis manos pasaron de su cintura a sus hombros para darle más fuerte. Carmen se tocaba el coño por entre sus piernas masturbándose, mientras sentía mi barra de carne entrando en sus entrañas. Plof plof plof plof. El ruido de mis huevos al chocar con su culo era como un repiqueteo de una campana. Su cara reflejada en el espejo del lavabo era un poema; con la boca abierta, con saliva cayendo de sus labios y mirándome por el reflejo directamente a los ojos.
Así, en menos de cinco minutos, noté que me corría y sin preguntar siquiera, y con dos soberanos pollazos en el fondo de su coño, la inundé corriéndome copiosamente dentro de ella y lo acompañó con movimientos pausados.
Como un animal después de cubrir a su hembra, se la saqué. Sin decir palabra ninguno de los dos, me subí el pantalón, mientras ella recuperaba el aliento aún en la misma postura. Me fui, dejándola en el baño sola.
Llegué, de nuevo, a la fiesta preguntándome mi novia donde había estado que me había perdido un brindis por la victoria. Estaba en el baño de arriba, que con tanta copa se me ha indispuesto el estomago y el de abajo estaba ocupado por tu hermana, le dije.
Al rato, salió ella, se había cambiado de ropa por una camiseta de la selección y un pantaloncito corto. Preciosa. Me dirigió una mirada y sonrió, pero no se acercó más a mí en toda la noche.
Y así hasta que acabó la noche y nos dirigimos cada uno a su cama en el cuarto que nos prepara mi suegro para todos cuando vamos.
Ya os iré contando los encuentros que hemos tenido desde entonces.
Un saludo para todos.