Relato erótico
Casi “virgen”
Cuando la vio, no se lo podía creer. Habían sido compañeros en la Universidad y hacía muchos años que no se veían. Casualmente los dos habían ido a vivir a Palma y tomando unas copas, recordaron viejos tiempos.
Jesús – Palma de Mallorca
Me llamo Jesús, soy de Zaragoza, pero desde hace unos años vivo en Palma de Mallorca. Tengo 38 años. Mido 1,85 y me mantengo gracias al ejercicio. Actualmente no tengo pareja. Me reencontré con Alicia en un bar de copas al que voy habitualmente. Habíamos ido a la Universidad juntos y la verdad es que seguía igual de guapa. Tiene unos dos años menos que yo y es abogada de una importante inmobiliaria de Palma.
Me comentó que se había divorciado y después de muchas copas, llegamos a la conclusión, entre risas, de que casi era virgen.
Al cabo de un rato, pagamos las consumiciones y cuando salíamos del local, le di un largo y apasionado morreo.
Cerca de allí, había un parque que aquellas horas estaba desierto. Seguimos morreándonos y mientras tanto, le sobaba las tetas por debajo de la camiseta.
Por cierto, se me ha olvidado contaros que Alicia es como una modelo, alta, 1,80, delgada, pero con unas tetas enormes y tiesas.
Nos sentamos en un banco. Yo estaba cachondo y ella también, mientras le seguía chupando los pechos, le desabroche el botón del pantalón y empecé a tocarla la parte de arriba, se separo de mí y dijo, viene gente, pasaba un tío, que se nos quedo mirando. Le dije que nos iríamos a un hotel, y aceptó.
Por el camino, íbamos besándonos en los semáforos y yo la tocaba los pechos por encima del jersey, el resto de los coches se nos quedaban mirando. Cuando llegamos al hotel, ya en la habitación, seguimos besándonos hasta que nos tumbamos en la cama. Alicia estaba nerviosa, pero le dije que no se preocupara, que no haría nada que ella no quisiese.
Alicia, empezó a gemir, mientras nos morreábamos y yo la tocaba por encima, moví el elástico de su braga y con los pantalones todavía puestos empecé a acariciarle el chochito. Lo tenía con mucho pelo, eso me llamó la atención, vi que no se lo arreglaba, yo en ese momento, la verdad es que me daba igual, me gustan depiladitos para comérmelos, pero solo quería que disfrutase.
La quité los pantalones y las bragas, yo hice lo mismo me quite toda la ropa y nos quedamos los dos desnudos, empecé a besarla otra vez y enseguida baje con mis dedos a su conejito, la metí uno, ella se giró, para acariciarme la polla, yo le dije, que solo me la tocara, que no teníamos ninguna prisa, la metí un dedo hasta el fondo, empezó a gemir un poquito, luego le metí otro y le pregunte:
-¿Te masturbas mucho Alicia?
Ella me dijo que sí, que le encantaba hacerse “un dedo” cada noche.
Saqué los dedos de su chocho y me puse a comérselo con la boca, dio un respingo, yo mientras se lo comía, le pregunté si le habían comido el chocho alguna vez y me dijo, entre gemidos, que a sus parejas no les gustaba demasiado, pero que se estaba volviendo loca de placer y sin decir nada más, me empujo la cabeza hacia su chocho, yo le pasaba la lengua, estaba muy mojada y cuando me dedique a su clítoris, explotó en un largo y abundante orgasmo, mientras decía que quería más y más.
Dicho y hecho, le abrí bien las piernas y empecé a comérselo como un loco, ella empezó a gemir, cada vez más, me apretaba la cara contra su
chocho, creía que me iba a asfixiar, pero la veía disfrutar. Se corrió otras tres veces.
Era el momento, me aparté y le metí la polla de una sola atacada. Dio un respingo y un quejido, pero a los pocos segundos, movía las caderas como una posesa, me agarró de las nalgas para que no me apartara y tuvo otro par de orgasmos.
Yo estaba a punto de explotar, pero no quería correrme dentro. Me aparté, a pesar de sus protestas y tal como estaba, tumbada en la cama, le metí la polla hasta el fondo de la garganta.
Primero le dieron arcadas e hizo el gesto de apartarme, pero le agarré la cabeza y empecé a follarle la boca a toda velocidad hasta que a los pocos minutos, me corrí como un cerdo en el fondo de su garganta. Como no la solté, no tuvo más remedio que tragarse toda mi lefa.
Cuando mi polla acabó de descargar, me aparte y le di un beso en la boca, saboreando mi leche.
Quedamos agotados y nos tumbamos en la cama. Nos miramos y me dijo que aunque nunca se había tragado la leche de nadie, estaba tan caliente que la encontró buenísima. Aquello me calentó y le dije:
-¿Qué te parecería que te afeitara el chochito y me lo vuelvo a comer hasta que me digas basta?
Movió la cabeza para decir que si y como si tuviera un muelle, abrió las piernas y dejó su peludo chocho a mi disposición. Fui al cuarto de baño y encontré lo que necesitaba. A los pocos minutos le había dejado el chocho sin un pelo. Lo aclaré con una toalla húmeda y le dije que se levantara. Me tumbé en la cama y le dije que se acercara. Lo entendió a la perfección. Colocó su chocho en mi cara y se dejó caer.
La incorporé un poco y fui pasando la lengua despacito por todos el coño, lamiendo de vez en cuando el hinchado clítoris. Se movía como una loca y mientras frotaba su chocho contra mi cara se corrió.
Le dije que se levantara, la senté en la cama, con el culo fuera del colchón y me arrodillé. Le chupé el coño hasta que gritando me dijo basta y la verdad, no sé cuantas veces se corrió.
Nos dimos una ducha y cuando cogimos el coche a las cinco de la mañana para llevarla a casa, le dije que había sido una noche maravillosa, pero que quería pedirle una cosa más. Le comenté que me gustaría que me hiciera una mamada en el coche. Me miró, sonrió y me dijo:
-Puedes parar el coche en algún sitio y te la voy a mamar hasta que te corras, otra vez, en mi boca.
Dicho y hecho, busqué un lugar para aparcar, tiré mi asiento hacia atrás, me baje los pantalones y los bóxers y mi polla salió disparada. Estaba dura como el acero.
Se agachó y empezó una mamada inolvidable. Su lengua jugaba con mi capullo, mientras su mano subía y bajaba lentamente. Estaba tan caliente que no aguanté mucho y cuando le puse la mano en la cabeza para que no se apartara lo entendió rápidamente. No dejo de mamar y de tragar hasta que acabé. Me recompuse y seguimos el camino.
Cuando llegamos a su casa, le di un morreo y nos despedimos hasta el día siguiente.
Quedamos para comer, nada más vernos le di un morreo, se la veía contenta, me dijo, no había dormido muy bien de lo cachonda que estaba, y que se hizo un “dedito”. Mientras la besaba le dije que era una guarra caliente.
Después de comer nos fuimos a dar una vuelta, ella me dijo, que tenía
que estar pronto por la tarde en casa por un tema familiar y que ya quedaríamos otro día.
Cuando fuimos a por el coche al parking, una vez dentro, me dijo:
-¿Quieres que repitamos lo de anoche y así nos vamos tranquilitos a casa?
Dijo que vale, que le encantaba chupármela en el coche, que se sentía una guarrilla y que eso la ponía cachonda. Me la chupo magistralmente y yo le hice una pajita.
Cuando llegué a casa, recibí un mensaje al móvil. Me invitaba el fin de semana siguiente a un apartamento que tenía en Formentor. Sugería que en dos días podíamos hacer muchas cosas.
Por supuesto acepté. Fue un fin de semana que marcó la diferencia, de hecho, desde aquel día, nos hemos visto varias veces por semana y es probable que vayamos a vivir juntos. Ya veremos.
Un saludo para todos los asiduos a “mi revista”.