Relato erótico
Cambio tentador
Estaban a punto de irse a la playa y su mujer lo llamó desde la habitación. Se había depilado el chochito y no pudo resistir la provocación. Aquel hecho cambio muy gratamente sus relaciones sexuales.
Joan – Barcelona
Estábamos en el apartamento para marchar a la playa, cuando mi mujer me llamó desde el dormitorio, fui deprisa y la encontré desnuda tumbada en la cama, preguntándome que si quiero tomar el postre antes de ir a la playa. Yo me desnudé rápidamente mientras ella me decía que le mirase él coño, que se lo había pelado al cero. A mí me gustó como se la había dejado todo rapadito. También se había rasurado el ano y se le había quedado tan limpio de pelos como el chocho.
Al contemplar tal preciosidad, comencé a comerle el coño así como su ano, haciendo que tuviera un primer orgasmo pero cuando la tenía a cuatro patas y le estaba metiendo la polla el culo, le pregunté si no le gustaría tener otra verga para su coño, ahora que lo tenía tan finito.
– Sí – me dijo – creo que disfrutaría mucho teniendo dos pollas para mi sola.
– A mí también me gustaría que tuvieras dos pollas follándote – le dije
Esta conversación nos hizo correr a los dos como locos. Después de nuestra follada comenzamos hablar del tema de meter un hombre más en nuestra cama, y me dijo que si yo estaba de acuerdo ella no pondría inconveniente. Yo, mientras, le estaba comiendo de nuevo el coño diciéndole que de acuerdo, que este chocho deberían de comérselo alguno más que yo por lo bueno que estaba.
Al día siguiente fuimos a una playa de nudista que hay cerca de nuestra ciudad aunque era la primera vez que íbamos a una playa así. Al principio ella no se sacaba la parte baja del bañador y se puso boca abajo porque tenia un poco de vergüenza que la mirasen, pero cuando llevábamos más de una hora en la playa y como estaba casi desierta, por fin se decidió a quitarse la parte de abajo del bañador quedando ya completamente desnuda. Al rato llegó un señor más o menos de nuestra edad, sobre los 45 años, que puso su toalla cerca de nosotros y desnudándose totalmente se tumbó en ella. De vez en cuando miraba hacia donde nosotros nos encontrábamos hasta que, pasado un tiempo, se nos acercó pidiéndonos fuego para encender un pitillo. Ella se incorporo para sacar del bolso de playa el encendedor y pudo ver que el hombre tenía una polla más grande que la mía y que estaba completamente depilado. Yo suelo rasurarme los huevos y las ingles pero nunca me rasuro del todo.
Tras encender el pitillo entablamos una conversación intrascendente y luego fuimos al agua los tres juntos y al salir del agua nos pusimos juntos, comentándole yo a mi mujer al oído que qué le parecía la polla de Ricardo, más grande que la mía y tan depilada como su coño.
– No está nada mal pero decide si aun sigues con las ganas de que otra polla me folle – me dijo.
– Sí – le contesté – creo que esta es una buena oportunidad para hacer realidad lo que yo muchas veces he tenido ganas, de que tuviera dos pollas, una por el coño y otra por el culo, y viceversa.
Entonces mi mujer se sentó para fumarse un cigarrillo con las piernas abiertas frente a Ricardo, que la miraba de vez en cuando pudiendo ver perfectamente la raja de su coño perfectamente depilado.
Con la confianza que fuimos cogiendo, marchamos al agua Ricardo y ella se pusieron a jugar con la colchoneta hinchable dentro del agua, intentando ella subirse y el la ayudaba, por lo que la estaba tocando por todas partes. Cuando salió ella del agua se tendió junto a mí y yo le pregunté:
– ¿Como te lo estás pasando?
– Jugando él me ha tocado varias veces el coño y la verdad es que estoy muy caliente – contestó.
– ¿Le invitábamos a comer y así ya veremos lo que pasaba? – le sugerí.
Ella me dijo que de acuerdo y cuando él salió del agua se lo comente, estuvo de acuerdo y recogiendo las cosas marchamos al apartamento.
Antes de comenzar a comer nos duchamos los tres para sacarnos el salitre del mar y mi mujer se puso una playera de esas de andar por casa. Nos pusimos a comer y a los postres, después de haber bebido un par de botellas de vino blanco bien frío, comenzamos a charlar sobre el nudismo y mientras hablábamos me fijé que ella no se había puesto bragas cosa que aproveché para comenzar a meterle mano debajo de la playera aunque ponía algunos reparos. Al ir calentándola, no tardé nada en tenerla completamente desnuda y mientras yo la besaba por todos sitios, le hice una señal a Ricardo y este comenzó a masajearla por la espalda hasta que yo dije que para estar más cómodos fuéramos al dormitorio.
Sobre la cama comenzamos los dos a tocarla por todo su cuerpo hasta que yo me baje y comencé a comerle el coño y él le chupaba las tetas. Al rato ella cogió la polla de Ricardo y se la comenzó a menear, mientras yo ahora le chupaba los pies. Por fin ella se decidió a chuparle la polla a Ricardo y el dándose la vuelta comenzó hacer el 69.
Después de un rato de precalentamiento, cogiendo yo la polla del amigo se la llevé a la entrada del coño de mi mujer y le dije:
– Es toda tuya, fóllatela con pasión.
– Ahora vas a ser un cornudo consentido – ella me dijo.
Yo le respondí que es lo que quería y se la fue metiendo poco a poco. Ella disfrutaba con la nueva polla que la estaba jodiendo y mientras la follaba yo le seguía comiendo los pies. Al rato se dieron la vuelta poniéndose ella encima, momento que yo aproveché para comerle el culo y a veces le pasaba la lengua por su rajita lamiendo también la polla de él. Cuando llevaba un rato chupándole el ano a mi esposa, cogí y se la fui metiendo poco a poco. Ella gemía pero y decía que sentía un gusto terrible, mientras Ricardo le comía las tetas y su boca, al rato yo me corrí y salí de su culo, cosa que aprovechó él para metérsela por el ano y ella le decía:
– ¡Dame más, más que me corro… oooh…!
Al rato él también se corrió y nos quedamos los tres tumbados en la cama descansando un rato, hasta que yo me levanté para traer algo de beber y cuando llegué con las bebidas él le estaba comiendo el coño. Yo les ofrecí las bebidas y tras dar unos tragos él siguió comiendo el coño, pero entonces ella me dijo.
– Cómete la polla que también a follado a tu putita.
Yo me agaché un poco y le cogí la polla a Ricardo, que la tenía un poco morcillona, y comencé a meneársela pero al no poner él reparos me la llevé a la boca haciéndole una mamada mientras ella me decía:
– Ahora trae la vaselina para hacer una cosa.
Me levanté y le llevé la vaselina, ella cogió un poco y haciéndome poner a cuatro patas de espaldas a ella, me la puso en el ano y le dijo al amigo:
– ¡Venga, fóllatelo por el culo!
Ricardo se puso un condón y comenzó a follarme el culo, aunque no me hizo mucho daño ya que yo estaba acostumbrado a que ella me metiera consoladores cuando follábamos. Me estuvo follando un rato, pero cuando iba a correrse, me la sacó y se la enchufó en el chocho, esta vez sin condón, corriéndose en las entrañas de mí esposa y cuando se la sacó ella me dijo:
– Anda, cómeme el chocho tan llenito como lo tengo.
Yo obedecí y se lo comí no dejando rastro de leche. Luego me levanté y fui para la terraza a dormir la siesta quedando ellos dos solos en la cama. Sobre las ocho de la tarde se levantaron y él se despidió cambiándonos nuestros teléfonos para quedar para otro día. Al quedarnos solos le pregunté a mi mujer que me dijera que había pasado cuando los dejé solos y ella me dijo:
– Ricardo se me follado tanto por el culo como por el coño y que también me ha pedido que le comiera el culo y así lo he hecho, al igual que el también me comió el mío.
Entonces le dije que me enseñara como tenía el culo y al verlo comprobé que aun tenía restos del último polvo que Ricardo le había echado, cosa que hizo que yo comenzara a comérselo para limpiárselo. Ella, mientras se lo hacía, me dijo:
– Para otra vez que Ricardo te enculé, tiene que estar tu culo depilado y esa misma tarde te lo depilaré.
A una orden suya, fui al cuarto de baño a buscar la maquinilla de afeitar, me tumbé en la cama y mi mujer me rasuró todo el culo así como los pocos pelos que tenia alrededor de mi polla, cogiendo a continuación un consolador que me metió en el culo y luego yo comencé a comerle el coño y su ano con mucho gusto.
El jueves llamé a Ricardo para preguntarle si vendría a la playa el fin de semana, me confirmó que sí y si no tenía inconveniente bajaría con su mujer a pasar el fin de semana con nosotros. Yo le pregunté si ella sabía lo nuestro y él me dijo que ella estaba informada y que también habían hecho varios intercambios de parejas. Nos despedimos y quedamos para el viernes.
Cuando le comenté a mi esposa como habíamos quedado, al principio se quedó un poco cortada pero después reaccionó aceptando lo que viniera. El viernes cerca de las diez de la noche llegaron a nuestro apartamento Ricardo y María. Después de los saludos salimos a cenar y tras la cena fuimos a una discoteca de la zona donde estuvimos bailando hasta cerca de las cinco de la mañana, marchando después al apartamento. Cuando llegamos al apartamento tomamos unas copas y comenzamos hacer el juego de las prendas, terminando todos rápidamente desnudos y así pude contemplar que María también tenía el coño completamente depilado. Ricardo, al mirarme, vio que yo también estaba depilado completamente, cosa que le agradó.
Lo que pasó después ya os lo contaré en un próximo relato.
Saludos de los cuatro.