Relato erótico
Cambio inesperado
A veces los sueños o las fantasías se cumplen sin programarlas ni pensar en ello. Desde el instituto tenía la “curiosidad” de mantener sexo con una mujer. El tiempo pasó, se casó y algo pasó que lo hizo realidad.
Olga – Barcelona
Querida Charo, soy una mujer de 46 años, casada, lectora de Clima y que hasta hace poco tiempo no había realizado mi fantasía sexual.
Todo empezó en mi adolescencia. Estaba en un instituto y después de unas prácticas deportivas fuimos a las duchas y allí me fijé en una compañera algo mayor que yo. Estaba completamente desnuda y cuando vi el cuerpo de esta chica, sus tetas hermosas y su coño muy peludo para nuestra edad, no sé qué me ocurrió pero desde entonces siempre había deseado sobar las tetas de una mujer y meter los dedos en su coño. Pero eso nunca pasó.
Años después encontré novio y me casé, soy muy feliz y somos muy marchosos, siempre con ganas de follar y pasarlo bien dentro del matrimonio.
Pero todo ha cambiado desde que un día llegó una nueva vecina a vivir junto a mi casa. Era una chica de unos 35 años que me pareció estaba sola por lo que un día, sin pensar en nada sexual, le dije que si en alguna ocasión necesitaba algo que no dudase en pedírmelo, que para eso éramos vecinas.
Fuimos intimando, tomábamos café juntas, bien en mi casa, bien en la suya y así es que un día me contó que había tenido novio y que había vivido con él pero que esta relación se rompió y ahora salía con un hombre algo mayor que ella, pero cada uno en su casa.
En el mes de octubre pusimos en mi casa una cadena de televisión digital y a los pocos días, tomando un café en mi casa, se lo comuniqué a Vanesa y ella me contestó:
– Que bien, ahora cuando estemos aburridas veremos películas, porque en los canales normales no hay más que culebrones.
Empezamos a cambiar canales y en uno de ellos vimos que había una película porno y entonces Vanesa me dijo:
– Déjala ahí, Olga, si te parece.
Yo acepté y estuvimos un buen rato contemplando cómo tres parejas follaban entre sí y al rato, viendo todo aquello, aquellas tetas y aquellos coños, yo me iba poniendo cachonda y notaba que se me estaban mojando las bragas. Pero también vi como Vanesa, con disimulo se llevaba una mano a una teta y no paraba de apretarse los muslos. Pero en el momento en que en escena aparecía otra señora madura con un enorme consolador que se metía en el coño provisto de una gran mata de pelo, no pude resistirlo y le dije a Vanesa:
– ¡Vaya coño peludo que tiene la tía!
– Pues yo también lo tengo así – contestó mi amiga – Mira.
Se abrió de piernas y se echó la braga un lado mostrándome su peluda almeja. Entonces no pude más, metí mi mano entre sus muslos y tocando su húmedo coño le dije:
– Vanesa, no te enfades si meto mis dedos en tu hermosa raja, pues esa ha sido mi fantasía de siempre.
Ella, abriendo los brazos, me abrazó y besándome, me contestó:
– No, cariño, que a mí también me gustan las tetas y los coños.
Entonces, desabrochándome la blusa, me la quitó y sacándome las tetas fuera del sujetador, empezó a comerme los pezones, que precisamente es uno de los puntos que más me excitan de mi cuerpo. Nos besamos dándonos la lengua y yo ya le había metido dos dedos en su encharcado coño tocando su pipa, que tenía muy dura, a la vez que ella me tocaba a mí y seguía comiéndome las tetas. Al cabo de un rato volvimos a mirar la tele y ahora la señora madura estaba con otra pareja, el tío le estaba dando por detrás a la vez que la mujer, tumbada en un sofá, se dejaba comer el coño. En este preciso instante me vino a mí el orgasmo, que disfruté chillando y diciendo a mi amiga que ya no podía más.
– La próxima vez te traeré una sorpresa que te va a gustar – me dijo Vanesa.
Le di un beso en la boca contestándole:
– Sí, cariño, lo que tú quieras, pero mejor más temprano, no sea que venga Damián, mi marido, y nos pille.
Esa fue mi primera vez con una mujer. Hubo un fin de semana por medio que no nos vimos, pero el lunes a mediodía ya estaba Vanesa en mi casa. Nada más pasar, me abracé a ella y le metí mano entre las piernas encontrándome con que no llevaba bragas. Nos fuimos al dormitorio y en un momento estábamos desnudas diciendo Vanesa:
– Aquí no tenemos tele, pero no nos va a hacer falta.
Me tumbó en la cama y puso su hermoso coño junto a mi cara donde enseguida metí boca. Ella hizo lo mismo en un sabroso 69, pero ella se retiró cuando me iba a venir el orgasmo. Quedé algo defraudada pero en el acto noté una cosa muy gorda que se me introducía lentamente en el coño. Entonces me dijo:
– Esta es la sorpresa que te dije, este hermoso consolador.
Con más ganas que antes saboreé su almeja mientras ella me follaba con el consolador y así me corrí como una burra a la vez que Vanesa me llenaba la cara y la boca con sus jugos.
Estos placeres los seguimos gozando tres o cuatro veces por semana. Los sueños que había tenido en mi adolescencia se hicieron realidad, a la vez que, con mi marido seguimos con las mismas ganas o más, hasta el extremo que una noche, mientras hacíamos el amor, le dije a mi marido:
– Damián, te voy a preguntar una cosa… ¿A ti te gustaría verme haciendo un trío?
Mi marido me miró y abrazándome y besándome, me dijo:
– ¡Cariño, me das una gran alegría, yo siempre he deseado verte follar con otra polla que no sea la mía!
Al final la sorprendida fui yo, ya que nunca pensé que a mi Marido le gustase verme follando con otro hombre, pero le aclaré:
– Amor, yo me refería a un trío para ti, yo y otra mujer contigo.
Eso también le encantó y entonces le conté con todo detalle lo que veníamos haciendo Vanesa y yo. Al acabar me dijo que aceptaba participar y entre los dos urdimos la manera de hacerlo. Unos días después celebrábamos mi aniversario y había invitado a Vanesa a celebrarlo las dos juntas. Antes de nada procuré que tomase unas copas de más de lo normal, y entre caricias, nos pusimos muy cachondas, terminando en la cama de matrimonio. Justamente cuando estábamos haciendo un 69 entró mi marido en la habitación completamente desnudo, como estábamos nosotras. Vanesa no se había dado cuenta por lo que yo me retiré de su coño y allí se puso Damián, tardando unos minutos hasta que ella acabó dándose cuenta del cambio pero lo único que dijo fue:
– ¡Que canallas sois los dos, me vais a matar de gusto!
A los pocos segundos se corría con la comida de coño que le estaba haciendo mi marido. Después Vanesa se puso con la lengua en mi pipa mientras mi marido se la follaba. Sesiones como estas las hemos vivido durante bastante tiempo, hasta que un día Damián le preguntó a Vanesa:
– ¿A tu novio no le gustaría follarse a Olga?
– Seguro que sí – le contestó ella.
Y yo, al ver que mi marido me miraba para ver que pensaba yo de su idea, le dije:
– Claro, cariño, que me gustaría que me follara otro, así te complacería a ti poniéndote esos cuernos que tantas ganas tienes que te ponga, así verás cómo me folla el novio de Vanesa, tú a ella y todos juntos o por separado.
A la mañana siguiente Ramón, que ese es el nombre del novio de Vanesa, se presentó con unos bombones en casa de su novia, donde estábamos las dos un tanto cachondas, ya que sabíamos lo que iba a pasar. El hombre empezó besándonos a las dos mientras Vanesa le sacaba la polla por la bragueta haciéndome agachar la cabeza. La intención de mi amiga era clara.
Quería que yo le chupase la polla a su novio. Así lo hice y cuando ya la tenía casi toda en la boca, Vanesa me metió dos dedos en el coño. Cuando estaba a punto de correrme, Ramón me la sacó de la boca y me la metió en el chocho haciéndome chillar de gusto.
Cuando esa noche se lo conté, mi marido pareció volverse loco de alegría diciéndome que se moría de ganas de verme follando con otro. Eso ocurrió a la semana siguiente. Estuvimos los cuatro juntos follando y cuando los hombres se quedaban sin leche, nosotras seguíamos magreándonos, comiéndonos y follándonos con el consolador. Charo, esta es la historia que he estado tanto tiempo deseando que ocurriese y espero volver a contaros nuevas experiencias.
Besos para ti y los lectores.