Relato erótico
Cambio de rumbo
Es joven, cuida su físico y dice que está bien dotado. El sexo le gusta, como a todos. Fue a raíz de una despedida de soltero de un amigo cuando tuvo una experiencia que le hizo cambiar de “rumbo”.
Ricardo – Cantabria
Me voy a presentar. Me llamo Ricardo, soy de Cantabria y tengo 29 años. Soy bastante alto y delgado, ya que procuro mantenerme en forma en el gimnasio, pero no estoy cachas, ya que los músculos excesivos no me gustan. También creo que no estoy mal dotado pues tengo una polla de 21cm y gordita. Voy a contaros una experiencia que viví una vez y que cambió para siempre mi vida sexual ya que antes era un heterosexual convencido y ahora me he convertido en un bisexual total aunque con un matiz: no me gustan los hombres sino que lo que me gusta es follar con travestís. Pienso que no soy homosexual ya que una vez probé con un hombre y si bien me corrí como un loco, no disfruté. Por eso pienso que no soy gay sino bisexual, ya que todavía me gusta metérsela a las mujeres. Sin más rollo, paso a contarte la experiencia que me sucedió hace tres años cuando, en una despedida de soltero de un amigo, nos fuimos toda la tropa a una discoteca donde se suponía que había mujeres para ligar fácil y así acabar la noche en buena compañía, echando un polvo sin complicaciones.
Entramos en la discoteca, nos tomamos unas copas y después de un rato decidimos separarnos para que cada uno ligase lo que pudiese, así que me quedé solo y decidí dar una vuelta, aunque ya había estado mirando y no me pareció que hubiese nada decente. De pronto topé con una chica rubia, de unos 24 años, bajita aunque muy bien formada, sobre todo las tetas que marcaba por la camiseta tan ajustada que llevaba. También destacaba su culo y piernas, que se veían por debajo de la minifalda. Me acerqué a ella, tras asegurarme que estaba sola pues, en unos diez minutos nadie fui a hablar con ella. Tengo que decir que nunca he sido el clásico ligón así que inicié una conversación tonta pero vi que la cosa no se cortaba y estuvimos hablando un rato hasta que decidí, tras invitarla a una copa, llevarla a un sitio más escondido. Allí seguimos hablando y acabamos besándonos, o mejor dicho, me besó ella cuando yo no lo esperaba todavía, pero eso hizo que mi polla se pusiera como loca de contenta. En la discoteca acabamos dándonos una paliza descomunal, en la que le toqué sus hermosas tetazas y su impresionante culo mientras ella me echaba mano al paquete. Después de pasar una o dos horas así, decidí jugármela e invitarla a pasar la noche en un hotel que hay cerca y que yo ya conocía.
Al principio ella no quería pero acabé convenciéndola tras jurarle que si no le gustaba no le haría nada y la dejaría marchar. Le di mi palabra de caballero y nos fuimos. Cuando llegamos a la habitación, nos besamos y ella empezó a denudarme hasta dejarme como mi madre me trajo al mundo. Pero yo no conseguía que ella se desnudase. Me decía que después. Al final accedió a quitarse la camiseta y el sujetador apareciendo unas tetas impresionantes, duras, perfectas y con un pezón pequeño pero que estaba mu y duro y se puso aún más cuando empecé a chuparlo.
– Ponte un preservativo – me dijo – Te voy a hacer la mejor mamada de tu vida.
– Primero deja que te desnude – contesté.
– Eso después, primero te la voy a comer – insistió.
Me puso el condón y se la metió en la boca. Tengo que decir que la chupaba con gran maestría. Yo intentaba meterle mano al coño pero ella no me dejaba diciéndome que esperase, que después. La manera de chuparme la polla era la de una experta. Se la metía entera en la boca y con dos dedos de una mano me masturbaba casi donde empiezan los cojones y con la otra me sobaba los huevos o me tocaba el culo. Me hizo la mamada de la manera que a mi me gusta, que es yo de pie y ella de rodillas, para que yo pueda ver como se meten mi polla en la boca y la chupan con los ojos cerrados mientras yo pongo las manos en su cabeza. Me encanta ver una boca llena de mi polla.
Le pedí que parara, que me iba a correr, pero continuó y me corrí en su boca, que mantuvo dentro mi polla hasta que me sacó toda la leche. Cuando me quité el condón, la besé y le dije que me gustaría que ella también se hubiese corrido, y me contestó:
– Da igual, a mi me gusta hacer disfrutar – y añadió, ante mi sorpresa -Tengo que irme, se me ha hecho tarde.
– No digas tonterías, acabamos de empezar la noche – repliqué – Espera primero a que nos fumemos un cigarrillo.
– Bueno, pero después nos vamos – insistió.
Mientras nos lo fumábamos, la intenté besar pero no quería, aunque al final lo conseguí. Me volví a poner cachondo e intenté desnudarla poniendo ella toda las excusas del mundo, aunque me intentó consolar poniendo mi polla entre sus tetas para hacerme una cubana que, si bien me gusta mucho, no era lo que me apetecía en ese momento. Entonces decidí hablar en serio con ella.
– Sandra, no me parece normal esta situación – le dije – Solo buscas el que yo me corra y a ti todavía no te he visto desnuda… Dime si hay algún problema.
– No, lo que pasa es que no me acordada y tengo que irme – replicó.
– Déjame primero verte desnuda – insistí.
– Vale, pero recuerda la promesa que me hiciste antes de venir aquí –dijo-
– No te voy a hacer nada que tú no quieras – repetí.
Entonces empezó a quitarse la falda. Por el bulto que le marcaban las bragas, empecé a sospechar y cuando se las quitó, puso ante mis ojos una polla que, si bien no era tan grande como la mía, no estaba nada mal. Parecía mentira que una mujer tan femenina pudiese tener esa polla entre las piernas. Me quedé petrificado y ella me recordó mi promesa pidiéndome perdón por no habérmelo dicho, pero es que le gustaba mucho el sexo y si lo decía o no se iban con ella o incluso la pegaban.
– Lo que no entiendo – pude decir al final – es como me gustaba tanto besarte, si eras un hombre…
– ¿Te parezco un hombre? – dijo mientras se tapaba la polla con la mano.
– No, la verdad es que no – reconocí.
Fui hacia ella y la besé pensando que me había hecho una de las mejores mamadas de mi vida. Era curioso y excitante a la vez, ver unas tetas, una cara tan bonita y un cuerpo tan femenino con una polla en erección en medio. Pero la cosa me gustó. Creo que me excitó aún más de lo que ya estaba, así que tomé una decisión.
– ¿No te importa lo que has visto? – me preguntó.
– Solo veo a una mujer bonita – afirmé.
La volví a besar y le toqué la polla. Era la primera que tocaba en mi vida y no me resultó asqueroso, más bien me pareció curioso el tocarla y el estar en la cama con una mujer bombón con una verga entre los muslos.
– ¿Quieres seguir follando? – me preguntó.
– Sí, pero quiero que tú también disfrutes – contesté.
– Ponte a cuatro patas, con el culo en pompa – dijo – Y tranquilo, que no te voy a follar.
Me puso como ella me dijo y no me folló. Lo que hizo fue darme un beso negro. Era la primera vez que me lo hacían y tengo que decir que fue un descubrimiento para mi ya que disfruté como un enano. Era un placer sentir como la lengua se metía en mi culo, como si me estuvieran follando.
– Ponte un preservativo – le dije – Quiero probarlo contigo.
– ¿Quieres que te la meta? – preguntó.
– Ya veremos, primero quiero hacerte yo también una mamada pero, ponme otro condón a mi, que haremos un 69 – dije muy excitado.
Esa fue la primera polla que chupé y, al igual que cuando se la toqué, no me pareció asqueroso. Me pareció que las mujeres disfrutan más que nosotros cuando follamos, porque la polla ofrece más posibilidades que un chocho ya que, cuando la chupas, no usas solo la lengua sino que utilizas también los labios y además tienes los cojones para, al mismo tiempo, jugar con ellos.
– ¡Para, que no quiero correrme otra vez en tu boca! ¡Quiero correrme dentro de ti!
– Que pena, estaba a punto ya de correrme – replicó.
Continué mamándosela, en la posición que a mi más me gusta, pero con los papeles cambiados. Ahora era yo el que estaba de rodillas con su polla metida en mi boca y era Sandra la que estaba de pie con las manos sobre mi cabeza, hasta que se corrió en mi boca.
La verdad es que me gustó muchísimo como la leche caliente entraba en mi boca, aunque fuera con un condón de por medio, y la fuerza con la que salía de su polla.
– ¿Te ha gustado? – me preguntó.
– ¡Me ha parecido una cosa maravillosa! – confesé.
– Pues esto no es nada comparado con lo que vas a disfrutar ahora, vas a ver lo que es echar un polvo por un sitio estrecho.
Se puso a cuatro patas, con el culo en pompa, ofreciéndome un espectáculo maravilloso. Ahora me daba cuenta del estupendo culo que tenía. Era grande pero no feo, era lo que se llama un culazo, un culo al que se la iba a meter hasta los cojones.
– ¡Métemela! – me dijo – ¡Quiero sentirla entera dentro de mi, quiero que me folles como a una perra en celo y que disfrutes como un loco!
Me acerqué a ella y se la fui metiendo poco a poco.
– No tengas miedo, que mi culo ya está dado de sí – me dijo – ¡Métemela hasta el fondo… venga, cariño, fóllame por favor, fóllame que quiero que te corras en mi culo y quiero notar como tu leche caliente sale de tu polla dentro de mi culo!
Esto que me decía me puso a cien. De una embestida le metí toda mi polla en el culo. Ella pegó un grito y yo sentí uno de los mayores placeres de mi vida. El sitio por donde entraba mi polla era estrecho, pero me estaba matando de placer. Era excitante ver mi verga metida entre la raja de su culazo y mis manos acariciar sus caderas tan redondas.
– ¿A qué esperas para romperme el culo? ¡Venga, fóllame…!. ¿No ves que deseo sentir como te mueves…?. ¡Venga, fóllame!
– Ahora quiero que me folles tú a mi – dije muy convencido.
– ¿Estás seguro? Puede que te duela – contestó, pero al verme tan decidido, añadió – Está bien, ponte boca arriba y levanta las piernas, arqueando un poco la cintura, así es como el culo queda lo más abierto posible.
Se tumbó encima de mi y la fue metiendo en mi culo, poquito a poco y despacito. Aunque había puesto algo de ese líquido, me hacía un poco de daño.
– Ahora ya está toda dentro – dijo – Voy a empezar a bombear y si te hago daño, dímelo.
Me empezó a follar y aunque me dolía un poco, no me importaba ya que estaba muriéndome de placer sintiendo su polla en mi culo virgen y masculino hasta ese día.
– ¿Te gusta, verdad? – decía sonriendo – Vas a resultar un poco puta tú también.
– Calla y empieza a empujar un poco más fuerte, que me está gustando – jadeaba yo – No sabía que esto pudiera resultar tan placentero.
Lo que más me gustaba era cuando se echaba sobre mi para besarme y sentía sus tetas sobre mi pecho al mismo tiempo que sentía como me la estaba metiendo. Así me estuvo follando un buen rato hasta que Sandra sintió que se iba a correr.
– ¡Me voy a correr… sí, me corro…! – gritó.
– ¡Sí, cariño, córrete dentro de mi culo, descarga dentro de mí, hazme sentir una zorra!
Tuvo una corrida fenomenal. Sentí su leche caliente a través del condón, estando su polla dentro de mi culo. Nos besamos con violencia. Yo me sentía muy feliz por no haber tenido miedo a esta experiencia y ella por haber disfrutado tanto y haber encontrado a una persona comprensiva, que no la había pegado ni se había reído de ella. Seguimos toda la noche besándonos, hablando sobre lo bien que lo habíamos pasado y quedando para vernos otras veces, pero Sandra solo se presentó a la primera cita. Nunca más la volví a ver y como no me dio su número de teléfono, no he podido volver a contactar con ella.
Saludos para todos.