Relato erótico

Caliente, caliente

Charo
21 de febrero del 2020

Lo reconoce, es una mujer muy caliente, viciosa y le gusta follar, y especialmente follar con sus amantes y que el marido la mire. Es su querido cornudo y ella es su putón.

Sara – Valencia
Me llamo Sara, estoy casada hace seis años, soy bastante alta, con el pelo largo y lacio, y según me dice algún que otro macho que soy muy guapa, pero aparte de eso soy muy, pero muy puta. Si soy muy puta, me encanta follar, sentir una polla dentro de mí, gozarla, usarla y que me use y más si el que está conmigo no es mi marido. Me gusta que me follen otros machos mientras mi marido nos mira y se hace una paja, porque a él le gusta mirar y yo lo aprovecho y disfruto como una perra. Y ahora, lo que voy a contar es la vez en que estuve con uno de mis machos de turno y mi marido lo filmó todo.
Una noche quedé con Paco, que así se llama mi amante, bueno uno de ellos, en que viniera a casa. Él no sabe que mi marido nos espía. Me vestí con ropa interior bien seductora, me puse un tanga rojo muy pequeño, que apenas cubría mi coño, y por detrás bien metido en la raja del culo, perdiéndose entre mis nalgas y dejando las nalgas al aire, un sujetador rojo con encajes y medias con portaligas negras, botas de plataforma y tacón de aguja. Después me pinte bien sexi, y al verme al espejo vi a una hermosa puta dispuesta a ser gozada.
Mi marido escondió la cámara en el dormitorio, fue hacia el salón, donde yo estaba, y nos servimos una copa esperando el momento. Yo me encontraba cada vez más excitada, sintiendo como mis jugos empezaban a mojar el tanga y los pezones cada vez más duros. Al verme, mi marido me dijo lo hermosa que estaba y que quería follarme. Por supuesto le dije que no, añadiendo:
– Si quieres pónmela entre las piernas.
Poniéndome de pie, apoyando mis manos en la pared, arqueando mi espalda y dándole el culo él, con su polla bien tiesa, me agarró de las caderas, la puso entre mis piernas y comenzó a pajearse en ellas diciéndome:
– Puta, eres una auténtica ramera que está caliente esperando a ese macho, degenerada y en tu propia casa.
– Sí – le dije yo – deseo a ese macho, quiero ser suya, quiero que me folle sin parar.
Llevando mi mano hacia mi clítoris lo toqué por encima del tanga, sintiéndolo duro excitado y note como mis jugos bajaban por mis piernas. Estaba muy mojada y muy caliente. Estábamos en eso cuando tocaron el timbre de la casa, mi maridito se fue, puso en marcha la cámara y se escondió mientras yo iba a abrir la puerta tal y como estaba, en ropa interior, medias y botitas de tacón. Al verme Paco abrió muy grandes los ojos mirándome, entró y me agarró de las caderas dándome un beso, apretándome contra él. Nuestras lenguas se entrecruzaban con deseo y lujuria, sus manos me manoseaban toda, iban desde mi cuello hasta mi espalda y hacia mi culo, sus dedos bajaban por el costado de mi tanga y se metían entre mis nalgas, después una de sus manos me acarició el coño por encima del tanga, diciéndome:
– Ya estás toda mojadita ¿eh, putita, quieres polla, verdad?
Y a mí que me encanta y me calienta que me hablen de manera tan vulgar, contesté excitada:
– ¡Siií… cariño, dame verga, fóllame hasta reventar, quiero polla, quiero tu polla!

Él, apartando el tanga, empezó a acariciarme el clítoris y los labios de mi coño mientras yo empezaba a mover las caderas suavemente sintiendo sus manos como sobaban el culo y el coño, besándonos cada vez con más deseo y lujuria, hasta que metió uno de sus dedos en mi chocho y comenzó a pajearme, haciéndome empezar a gemir diciéndole:
– ¡Que gusto, mi amor, sí, sigue… me gusta…aaah…!
Empezó a acariciar su bulto por encima de su pantalón, tenia la polla dura y firme esperando ser liberada. Entonces me apartó de él diciendo:
– Date la vuelta, que quiero ver lo puta que vas vestida. Me encanta, me gusta verte vestidita así para mí, eres mía, eres mi puta, mi hembra, mi mujer.
– Sí, mi amor, soy tuya, hazme lo que quieras y como quieras – dije dando una vuelta sobre mi misma, quedando de espaldas a él y levantando mi culo añadí – ¿Te gusta, te gusta esta puta?
– Sí, cariño, me encanta ese culito, ver como ese culo se traga ese tanga… mira, mira como se pierde entre tus nalgas de puta.
Comencé a caminar contoneando mis caderas hacia el dormitorio, sabiendo que él me seguía, al llegar me recosté en la cama como una gata en celo esperando ser ensartada por ese macho, mientras el cornudo de mi marido me miraba y filmaba desde la puerta del dormitorio. El se quitó la ropa y vi esa verga dura, tiesa, gruesa y le dije:
– Ven, mi amor, hazme tuya.
Se abalanzó sobre mí comenzando a besarnos y manosearnos con desespero. Sentía sus manos por todo mi cuerpo mientras yo sobaba esa polla. Pronto él comenzó a quitarme el sujetador y besarme los pechos,
sintiendo su lengua caliente en mis pezones, duros como rocas.
Así estuvimos un buen rato manoseándonos, tocándonos, calentándonos cada vez más.
Después lo puse de espaldas en la cama, pues yo no aguantaba más, quería sentirlo dentro de mí, quería ese pedazo de verga en mi coño, en mi culo, en mi boca. Me monté sobre él, aparté a un lado el tanga, y de un golpe me ensarté en su polla hasta el fondo. Que placer sentir ese tronco duro dentro de mí. Lo sentía bien adentro y levanté bien el culo para que mi marido viera como gozaba con otro hombre, como era la puta de otro y para otro mientras él se hacía una paja. Entonces comencé a moverme como una loca arriba y abajo, me la enterraba toda y agitaba mis caderas, agarraba sus tetillas entre los dedos de mis manos y lo pellizcaba, cosa que me encanta hacer.
– ¡Siií… puta, siií… fóllame, folla esa polla, ¿Te gusta la verga, te gusta un buen macho… aaah…! – decía Paco.

– Claro que me gusta, me encanta follar, y más si no es con mi marido, adoro ser poseída por otro macho… oooh… que hermosa polla, como me gusta… sí, me gusta… – y comencé a tener un profundo orgasmo gritando – ¡Siií… así, así… aaah…!
Por un momento quedé acostada sobre su pecho, y él seguía su metisaca, hasta que me dijo:
– Ven, puta, chúpame la polla, comete esta polla, ramera.
Bajé hasta su polla, dura y palpitante, me puse a cuatro patas con el culo siempre hacia la puerta del dormitorio, pasé mi lengua por todo ese tronco, saboreando mis propios jugos, desde la raíz misma de su polla pasando por sus peludos huevos, que lamí con deleite, lamí todo ese tronco firme, grueso venoso, hasta su cabeza grande y brillante, metí solo la cabeza de su polla en la boca y con mi lengua comencé a jugar en la rajita de su capullo, cosa que también me encanta hacer, y de un saque me la metí toda en la boca sintiéndola en lo más profundo de mi garganta, comenzando a chupar y a chupar con ganas, pues adoro sentir una polla dura en mi boca, hasta que me dijo:
– Ven, que ahora te voy a follar bien follada.
Me acostó sobre la cama y yo abrí mis piernas esperando recibir esa verga otra vez, que la metió de golpe y comenzó a follarme rápido, como a mí me encanta.
– ¡Siií… así… fóllame fuerte, siií… fuerte, así, así mi amor, sí, que me corro… aaah… me corro… más…! – gritaba yo comenzando a tener otro orgasmo, y lo abracé con mis piernas por las caderas para sentirlo más dentro de mí.
– ¡Sí, puta, sí, dame tus jugos, sí, toma verga, toma! – decía él.
Mi coño era un mar de jugos, las sabanas estaban todas empapadas, en el dormitorio había olor a sexo, lujuria, pasión, deseo. Es hermoso ser poseída por un buen macho. Paco seguía follándome fuerte, rápido y duro hasta que no aguantó más y me dijo que se corría.
– ¡Sí, pero échame la leche en la boca, mi amor, la quiero toda en la boca – dije.
Rápidamente salió de mí, me la acercó a la boca y yo me la tragué comenzando a mamar con ganas, saboreando otra vez mis jugos, y empezó a darme su leche caliente, que yo tragué con ganas, con desespero, pues me encanta que se corran en mi boca ya que adoro sentir esa leche caliente y espesa. Se acostó a mi lado, pero yo quería más, estaba caliente con ese macho, deseaba su polla, así que bajé, lamí su polla semi erecta, y le dije que abriera las piernas, me arrodille bien cerca de él, puse su polla en mi boca y con mis pezones duros le rozaba los huevos. Esa sensación hizo que su verga se pusiera dura de nuevo.
– Ponte a cuatro patas en la cama, putita, que te la voy a meter desde atrás – dijo.
Contesté poniéndome a cuatro patas, arqueando mi espalda, levantando el culo con mi tanga todo mojado y pringoso, él se colocó detrás de mí, me pasó la polla por toda la raja una y otra vez, y comencé a sentir un deseo terrible de tener otra vez su rabo dentro.

– ¡Métela, por favor métela… fóllame, dale mi amor, folla a esta puta! – le decía.
– Sí, puta, toma verga – dijo y me la metió en el coño.
Comenzó a follarme de entrada, rápido y fuerte, como me gusta ser follada. Yo gemía como una loca, gozaba como una cerda, que es lo que soy, y de vez en cuando miraba hacia la puerta del dormitorio para ver a mi marido, al tiempo que decía:
– ¡Venga, cariño, fóllame, fóllame más que soy tu hembra, soy toda tuya!
Pero no podía ver al cornudo, aunque yo sabía que estaba ahí con la polla en la mano pajeándose como el perro que es. Paco me jodía sin parar hasta que preguntó:
– ¿Me vas a dar el culo?
– Estaba esperando que me lo pidieras, mi amor – contesté.
Él siguió ensartándome y con sus dedos jugaba con mi clítoris, para luego meter uno de ellos, lubricados con mis propios jugos, en mi culo, follándome ahora más despacio. Luego metió otro y otro más hasta tener tres dedos en el ojete y una hermosa verga en coño. En el acto comencé a correrme hasta que él saco su polla de mi coño, apoyó la cabeza en la entrada de mi culo y empezó a meterla despacio, pero sin detenerse, comenzando a moverse despacio, luego un poco más rápido, más rápido más rápido, sintiendo como su polla llenaba mi culo, como me la ensartaba hasta lo más profundo. Yo gemía, gritaba como una loca, y él arremetía con fuerza, la clavaba toda en mi culo.
Yo gozaba y me corrí, me corrí otra vez. Mi chocho era un mar, sentía como mis jugos se escurrían por mis piernas, pero ya nada me importaba, estaba totalmente entregada a ese macho, quería que me hiciera lo que quisiera y como quisiera. Gritaba como una loca, diciéndole:
– ¡Sí, mi amor, méteme la verga por el culo, me encanta fóllame el culo, rómpelo en dos… siií… eres mi macho, mi hombre, mi amante… siií…
así… más… más… aaah… soy tuya… sí, tu puta, tu ramera, tu hembra…!
– ¡Claro que sí, eres mía, eres mi puta… toma polla… toma…! ¿Te gusta una verga, te gusta, ramera…? ¡Toma, te doy lo que no te da el cornudo de tu marido!
– Sí, tú eres un macho, no como ese cornudo que tengo por marido, tú si que sabes follar y como hacer gozar a una mujer – le dije, pasando una de mis manos por debajo acariciándole los huevos que golpeaban en mi coño.
De pronto sentí como esa polla se hinchaba aún más dentro de mí y comenzó a meterme la leche bien adentro del culo, mientras yo empujaba hacia atrás queriendo sentirla aún más.
– ¡Toma leche, putita, toma, te lleno el culo de leche, puta, eres una puta, ramera…!

Sentí esa leche caliente como inundaba todo mi ojete y volví a tener otro orgasmo. La verdad es que no sé cuantas veces me corrí con ese macho, y es que Paco es una máquina de follar. Ah, sí, el cornudo de mi marido también se corrió, aunque la verdad poco me importaba.
No obstante, cuando vemos el video con mi marido, nos calentamos y más él que tiene a la puta de su mujer siendo follada por otro macho, filmada y en nuestra cama matrimonial. Sí, es verdad, me encanta ser una puta.
Besos y hasta otra.

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