Relato erótico
Cada oveja con su pareja
Eran amigos y decidieron que las tres parejas irían juntos de vacaciones a la playa. El apartamento era pequeño, pero se colocaron como pudieron. Se bañaron, fueron a cenar fuera y después a tomar unas copas. Aquella noche echaron un polvo cada uno con su pareja, pero…
Juan – MURCIA
Aquel verano, habíamos programado unas vacaciones conjuntas con dos parejas amigas. Teníamos reservada una casa en un pueblo de la “Costa Cálida”, más concretamente en un pueblo de Murcia. Es un sitio muy bonito, aunque el agua es caldo puro. Pero por la noche cambia, ya que tiene marcha para aburrir al más guerrero, con una gran avenida, que llaman “La curva” y que tiene pubs cada 15 metros.
La casa que habíamos alquilado tenía solo 2 dormitorios pero el salón era enorme y poseía un útil sofá-cama para la tercera pareja en cuestión. Ibamos a sortear las habitaciones pero, como me suelo levantar temprano para hacer deporte, decidimos Mercedes y yo quedarnos a dormir en el sofá-cama.
Mercedes, mi mujer, es una morenaza delgada de 1,69 metros de estatura, con piernas larguísimas, tetas grandes pero muy bien puestas con pezones que al erizarse son como falanges de los dedos, culo impresionante y suele llevar el coño, a petición mía, prácticamente depilado. Yo soy un poco más alto que ella y me mantengo en buena forma.
Charo y Carlos, se quedaron con la habitación que tenía cama de matrimonio. Charo tiene 35 años, rubia bajita, muy simpática con tetas medianas, grandes caderas por lo cual tiene un culo mas bien grande. Carlos tiene 39 años, es como yo de alto aproximadamente y delgado. Por eliminación, a Beatriz y a Enrique les correspondió la otra habitación con camas separadas aunque ellos se encargaron de juntarlas. Beatriz es morena, un poco más alta que Charo con tetas enormes, para mi gusto excesivamente grandes, caídas por el peso y sin el sujetador, a través de la ropa, se intuye que los pezones le deben de mirar al suelo ya que se le marcan bastante. El culo no lo tiene tan grande como Charo, pero también tiene las caderas anchas. Enrique es alto, de 1,85 aproximadamente, de complexión fuerte pues ha realizado en el pasado deporte pero actualmente se ha dejado y se le nota un poco la curva de la felicidad en su abdomen. Con ellos compartimos el armario de esta habitación para guardar nuestra ropa.
El primer día fue instalación y por la mañana, después de ordenar la ropa, fuimos a comprar provisiones a un centro comercial que hay en pueblo cercano. Tuvimos que ir en los dos coches, Charo y Carlos iban con nosotros pues a mi me agrada más esta pareja, ya que Beatriz es un bicho, no es de mucho fiar y tiene muy malas pulgas. Terminada la compra fuimos a comer a un restaurante que había en la misma calle de la casa. Se notaba que acabábamos de llegar, el resto de comensales iban en bañador y lucían un estupendo bronceado, nosotros por el contrario íbamos “vestidos” y nuestra piel estaba en general más blanca que la leche, solo Mercedes y yo teníamos un poco de color que habíamos cogido en la piscina nudista. Durante la comida decidimos que por la tarde bajaríamos a una cala que hay 15 km más al norte la cual es bastante tranquila, no hay niños jugando con la pelota…
Mercedes estaba imponente con su bikini rojo, la braguita se le metía por ambas rajas y el sujetador le realzaba los pechos. Charo llevaba bañador entero, rojo también y del estilo de la serie de los vigilantes de la playa, la parte de abajo también se le metía ligeramente por el culo debido al tamaño de éste y las tetas, como he dicho anteriormente, es lo que más destacaba, se le marcaban los pezones debido… ¿al frío?. Beatriz es de las personas que le gusta llamar la atención, le gusta llevar siempre modelitos de marca, aunque a su marido no le gusta que sean muy llamativos. Para la ocasión llevaba un bikini que resaltaba sus espectaculares tetas, enorme canalillo, enormes pezones que también se le marcaban como a Charo pero a Beatriz de manera más ostensible y continuamente se colocaba la braguita para se le viera solo lo justo y para hacerse notar.
De los hombres el más destapado, por así decirlo era yo, me gusta llevar el bañador tipo de nadador porque es más cómodo y porque realmente me queda bien y algún comentario de algunas chicas más o menos jóvenes lo confirmaba, pero el problema de este tipo de bañador es que cuando te empalmas todo el mundo se entera. Mis compañeros llevaban bañadores tipo pantalón. Carlos no es muy velludo pero Enrique la verdad que es de los de pelo en pecho, dábamos la nota ya que a mí suele depilármelo Mercedes.
Nos bañamos, tomamos el sol y jugamos a las raquetas. Disimuladamente pillé tanto a Enrique como a Carlos mirando a las chicas cuando jugaban. La verdad que era morboso ver como le botaban las tetas a Charo, como amenazaban con salirse las tetas de la parte superior del bikini de Beatriz, como se le metía el bañador por el culo a Mercedes y a Charo… vamos que me tuve que ir a dar un baño para refrescarme las ideas un poco. Estuvimos en la playa hasta que comenzó a anochecer, aun así todavía había parejas tumbadas en la arena que, por su puesto, ya no tomaban el sol sino que se dedicaban a meterse mano todo lo que podían, algunos con más disimulo que otros.
Una vez en la casa, decidimos cenar fuera después de ducharnos y aprovechar el tiempo para visitar los tenderetes del mercadillo. Parecía que íbamos de fiesta, todos se habían vestido para la ocasión con sus mejores ropas, sobre todo Beatriz y Enrique que son los más pijillos en ese sentido. Beatriz iba menos discreta que en otras ocasiones y lucía un generoso escote que realzaban sus enormes pechos. Charo llevaba un vestido blanco típico de verano, de esos vaporosos que insinúan perfectamente la ropa interior, la cual se le clareaba y se podía percibir que era de encaje blanco también. Mercedes se puso un top blanco, con un sujetador que le hace el pecho más atractivo, el pantalón era vaquero de esos elásticos de talle bajo que le marcaba el precioso culo que tiene y que cuando se agachaba para algo dejaba a la vista el tanga negro de putón que le compré. Mercedes sabe perfectamente lo que me gusta y aquel día lo estaba explotando al máximo, cualquier excusa era buena para agacharse y enseñarlo todo, que si se me molesta el zapato, que si se me cae algo… Miramos los tenderetes y algo le gustó a Mercedes pero como era tarde decidimos venir otro día e ir a cenar.
La cena estaba resultando amena, las bromas entre Charo y yo eran secundadas por Enrique y Mercedes. Los camareros cada vez que venían aprovechaban para degustar la vista del escote de Beatriz y sus melones y de la vista del tanga de Mercedes que la muy cabrona se encargaba de enseñar disimuladamente. Bebimos mucho vino durante la cena, continuamos con las copas posteriormente y encima los camareros se nos obsequiaron con un taponazo de bourbon que fue la gota que colmó el vaso. Algunos iban calentitos y hacían lo que normalmente no harían en situaciones normales, por ejemplo Carlos le estaba dando un repaso al culo de Charo delante de todos, y Enrique a pesar de ser celoso bromeaba con el escote de su mujer y con las miradas lujuriosas de los camareros. Terminó la cena y calentitos por dentro y por fuera como estábamos nos fuimos tarde a dormir.
Esa noche como he dicho el alcohol hizo estragos. Tanto Enrique como Carlos terminaron triunfando porque no paramos Mercedes y yo de escuchar gemidos que provenían de ambas habitaciones. Nosotros estábamos un poco cortados ya que al estar en el salón si alguien salía nos vería follar, pero se hizo lo que pudo y los gemidos de ellas nos sirvieron para saber si estaban ocupados o no.
El calentón que teníamos era fuerte agravado como he dicho por el morbo de que nos pudieran ver. Para el verano Mercedes se llevó un camisón corto que la tapaba hasta la altura poco más del culo, el cual me facilitó la maniobra para ponerla a cuatro patas e introducirme debajo de ella para hacer un maravilloso 69. Ambos apartamos la ropa interior del contrario hacia un lado y comenzamos a chuparnos. Me la estaba comiendo como ella sabe, fenomenal. Se metía el capullo en la boca mientras con la mano me masturbaba al mismo tiempo, sentía el calor de su saliva, la cual extendía con la lengua a lo largo de mi polla para luego volverla a recoger de un lametón. Mientras tanto yo me dedicaba a chuparle los labios del coño. Me gusta primero lamerlos como si fuera un perro para después meterle la punta dentro del chocho y follarla con la lengua. En esta postura suelo aprovechar también para recorrer todos sus bajos y, aunque a ella no le gusta mucho, creo que por pudor, lamerle el ano y follárselo también con la lengua.
Ese día, aparte de todo esto, utilizaba también varios dedos para metérselos en el coño o en el culo dependiendo de que agujero estaba chupando. La debía de estar gustando porque cada vez chupaba con más ímpetu mi polla, me comía los huevos y las ingles. Ella debía de estarse corriendo por los gemidos que empezaba a dar y por la cantidad de caldo que me estaba comiendo y yo no podía aguantar mucho más y en un acelerón que dio me corrí en su boca. La debía de estar inundando de esperma porque no lo podía tragar todo y noté como algo caliente me caía en el abdomen. Era la leche que no podía tragar y que como una gata procedió a lamer una vez terminé de eyacular en su boca y al acabarse mi leche, nos dormimos cada uno mirando para un lado.
Lo que sigue y que es mucho, ya os lo contaré en una próxima carta.
Besos de mi mujer y saludos míos.