Relato erótico
Cachondo total
Nos cuenta como pillo a su mujer en plena “faena” con un empleado suyo. Se sorprende de lo cachondo que le puso la situación.
Víctor – VALLADOLID
Hola Charo y queridos amigos de Clima, vuelvo a ser Víctor, 35 años, casado con Eugenia y que en un número anterior de la revista os contaba como pude contemplar, escondido, como mi mujer era follada por nuestro joven empleado, Sergio, un chico al que le gusta mucho el sexo, casi siempre estaba hablando de lo mismo, miraba mucho a las mujeres, las desnudaba con la mirada, incluida mi mujer ya que me había dado cuenta y había visto alguna vez su mirada hacia el trasero de mi mujer y su empalme en el vaquero ajustado al estar con ella ayudándola a subir o coger alguna caja o paquete, con incluso algún restregón o toqueteo por parte de él, haciéndolo muy disimuladamente, como si lo hiciera sin querer o por casualidad, cosa que a mi me había gustado y excitado.
Con nosotros, pese a su timidez, tiene confianza y nos contaba, sobre todo a mi, lo buena que estaba tal o cual mujer, deseando que llegara ese día tan especial para él ya que, decía, iba a cumplir su sueño más deseado y que era follarse a una mujer que estuviera buenísima. Llegó ese día especial para él. Era un sábado, estuvimos trabajando hasta el mediodía y nos invitó a unos cuantos vinos y tapitas para festejar su cumpleaños. Luego nos despedimos, le felicitamos y le deseamos suerte para ese día tan especial para él.
Los sábado por la tarde solemos ir al supermercado para hacer la compra semanal pero esa tarde, con el puntillo de los vinos y el cansancio, a mi no me apetecía ir, comentándole a mi mujer que podíamos ir otro día, que quería echarme un rato en el sofá a descansar, a lo que ella dijo que iba sola ya que había que comprar cosas que realmente hacían falta para el fin de semana.
Cuando desperté de mi pequeña siesta, ella aún no había llegado y decidí ir al negocio a recoger unos papeles que dejé olvidados, para poder trabajar sobre ellos. Al llegar me sorprendió ver nuestro coche en la puerta y la moto de Sergio. Pensé que habría ido ella a recoger los papeles, aunque me pareció un poco extraño.
Accedí, abriendo la puerta despacito y sin ruido, sobre todo para ver lo que estaban haciendo. Se les oía hablar pero sin yo entender lo que decían y cual no fue mi sorpresa al ver a Sergio comiéndole el cuello, la barbilla y la boca lentamente a mi mujer mientras le metía la mano dentro de la blusa y le tocaba las preciosas tetas.
Le quería quitar el sujetador pero no podía, con lo que ella, tranquilizándolo, se lo desabrochó y con mucha rapidez se lo quitó y no veas como el chico tocaba, masajeaba y disfrutaba de esos espléndidos pechos que ella posee, de una forma rápida y voraz mientras ella, entre gemidos y mordisqueos de boca le decía que no se impacientara, que se los tocase más despacio. Le iba a enseñar como lo debía hacer y quitándose la blusa, él empezó despacio a comerle, lamerle y succionarle los pechos y los redondos pezones, con lo que ellos se estaban poniendo a mil y yo también.
Yo en la vida había estado tan cachondo y excitado de ver aquello. Y mucho más que ya os conté por lo que ahora sigo con el relato allí donde lo dejé.
Mi mujer volvió a sentarse en la banqueta y sin pensárselo dos veces, empezó a mamársela mientras con sus dos manos la masturbaba y yo no tuve más remedio que masturbarme y disfrutar de este espectáculo tan extraordinario. Su lengua recorría toda esa gran verga. ¡Que chupeteos, que lengua, que mamada, como se la tragaba ayudada con sus dos manos! Os lo juro, no me lo podía creer. Conmigo nunca lo había hecho así. Yo estaba totalmente sorprendido.
Él volvió a correrse pero esta vez dentro de su boca y la muy puta se tragó toda la ración de semen de aquel muchacho dejando escapar chorros de semen de sus labios y relamiéndose toda la boca, dándole el máximo placer a Sergio. Menudo regalito para él y supongo que para ella ya que gemían y gozaban los dos de sexo de mucha calidad. Después él la levantó, le quitó los pantalones y la tumbó en la mesa empezando a comerle otra vez tetas y cuello, succionando esos grandes pezones y mordisqueándole todo el cuerpo. Ahora la que gemía y se retorcía era ella.
Él no paraba de darle placer a esos pechos y a esos pezones hasta que su boca se dirigió a su ombligo y llegando a su chocho comenzó a comérselo con todas las ganas. Ella gemía y sus gritos eran tan escandalosos que yo creía que la iban a oír desde fuera.
Una vez estuvo bien mojada, fue penetrada hasta el fondo por esa polla otra vez empalmada, follándosela a pelo. Cinco o seis sacudidas y Sergio volvió a correrse dentro de mi mujer. Yo estaba excitado pero también preocupado ya que no usaban preservativo y él, sin sacarla, se la seguía follando, ahora más lentamente, ya que ella le pedía que siguiera, que no se la sacara y entre gemidos y gritos volvieron a correrse, ahora los dos a la vez. Menudo polvo se echaron. Menudos cuernos lucía mi cabeza, pero eran unos cuernos que me llenaban de orgullo al saber de la hembra que yo disponía y del semental que se la estaba tirando.
Ella se levantó de la mesa y volvió al lavabo, supongo que a enjuagarse la boca ya que mostraba todavía semen seco de la mamada que le había hecho. Cuando ella regresó y mientras se fumaba un cigarrillo, él le seguía insistiendo en que podían echar otro polvo. Se lo pedía por favor y ella, tras decirle asombrada que si después de tres corridas quería más, volvió a sentarse en la banqueta y empezó masturbarle.
Le hacía una paja rápida y sus manos disfrutaban de esa larga polla hasta que ella, levantándose, le invitó a sentarse él y subiéndole ella encima, fue penetrándose con esa polla hasta metérsela hasta el fondo. Ahora ella era la que llevaba el ritmo y no veas que forma de cabalgar tenía y que movimiento de culo y cintura me ofrecía mientras él disfrutaba de este polvo y de esos movimientos de tetas que no paraban de saltar.
Él, agarrado a su cintura y ayudándola con sus movimientos, volvieron otra vez al orgasmo comiéndose los labios, y con los gemidos que le ofrecía ella y las embestidas finales que le ofrecía él, echaron para mi el polvo del siglo. Fue impresionante, fue follada con las bragas puestas ya que no le dio tiempo ni a quitárselas.
Se vistieron y se prometieron algún nuevo encuentro, luego yo salí muy despacio y me fui a casa más que satisfecho. No sé pero me gustaba tener la sensación de ser un cornudo y me excitaba el pensar poder tener una relación con algún tipo que me gustase y que fuera más o menos como Sergio. Y la tuve. Ya os lo contaré.
Al rato llegó ella a casa algo despeinada y su ropa manchada, pero yo no le dije nada, fue ella la que me contó que había estado tomando café con una amiga y que luego había ido el súper y a la farmacia, supongo que comprando alguna pastilla par no quedarse embarazada.
Entonces le pregunté que si quería que lo hiciéramos esa noche pero ella me dijo que estaba muy cansada
Una vez dormida y desnuda, yo la miraba y la acariciaba dándole mentalmente las gracias por esta experiencia vivida, tanto por ella como para mi mismo.
El lunes, trabajando, le pregunté a Sergio que como se le dio el sábado en el club, diciéndome él que fue inolvidable, que le echó cuatro polvos a una puta que estaba como un tren, que le hizo un hombre y no tardaría en repetirlo.
En el trabajo, sabiendo yo lo que había, los espiaba de vez en cuando y podía disfrutar de los restregones de polla y toqueteos que le ofrecía Sergio al bonito culo y tetas de mi mujer.
Un cordial saludo a todos.