Buscando explicación

Después de haber pasado un fin de semana de campamento y follando como locos, su amigo la llamo para que fuese a su casa. Creyó que volverían a liarse, pero no fue exactamente así.

María – La Coruña
Unos días después, cuando David me llamó por teléfono para saludarme y comentarme que se había reconciliado con Vanesa, su novia, me mostré muy contenta con la noticia y me quedé tranquila en el sentido de que no iba a intentar seguir conmigo como en el campamento, aunque también un poco desilusionada, porque en definitiva había gozado muchísimo. Por esto es que me sorprendió al invitarme a ir a su casa al día siguiente, y más me sorprendí yo misma al contestar de inmediato que sí. Vestida y maquillada como para una fiesta, me presenté a la hora exacta en que me había citado. David me recibió con un beso en la mejilla y me hizo pasar. Luego de algunos minutos de conversación intrascendente, cuando sonó el timbre de su casa, David me dejó pasmada al decirme:
– Debe ser Vanesa, que dijo vendría a esta hora.
Me quedé helada, porque si David no me llamó para acostarnos, no se me ocurría otra razón, y no entendía el por qué de la presencia de Vanesa. Cuando ella entró, me saludó un poco fría, lo que me dio la pauta de que David le había contado lo que pasó en el campamento, aunque no se mostró sorprendida por mi presencia allí. Durante algunos minutos la conversación fue del tiempo y tonterías así, hasta que al fin ella preguntó:
– ¿Os lo pasasteis bien en el campamento?
Yo le contesté que sí, que habíamos tenido muy buen tiempo y que era una lástima que ella no hubiese ido.
– Si yo hubiese ido, tú no te habrías acostado con David – me soltó.
La cosa se puso medio espesa. Yo no tenía ganas de montar una escena de celos y realmente no entendía porque David nos había juntado pero entonces intervino él, diciéndome:
– No te preocupes, en realidad te invité para que podamos aclarar esto.
– ¿Tu novio no se molestó? – me preguntó ella.
– No, en realidad participó con nosotros y lo que pasó fue porque David estaba solo – insistí.
– Pero él no sabe que seguiste acostándote con David – siguió Vanesa.
– No – le contesté.
– Y no sabe que hoy viniste aquí…
– No.
– Y viniste dispuesta a acostarte de nuevo con David – afirmó, más que preguntó.
A estas alturas ya me estaba cansando de ese jueguecito que no sabía a donde llevaba y le contesté que sí.
– Bueno, dale, acuéstate con él, quiero ver si eres tan buena como él dice -me dijo con una media sonrisa.

Con ese comentario, David se sentó a mi lado y me abrazó. Yo no sabía qué hacer, porque una cosa era acostarme con él y mi novio, en una situación que se fue dando, y otra distinta era hacerlo con él delante de su novia, para que ella nos viese. Y ahí se me ocurrió la idea de si sería precisamente para que ella nos viese. ¿No querría participar también? Todo esto me pasó por la cabeza en unos segundos y me subió un estremecimiento por la entrepierna al pensar en si ella quería participar.
Respondí al abrazo de David y lo besé en la boca. Su lengua me entraba con pasión en mi boca y la mía le respondía igual. Me excitaba con una rapidez tremenda al sentir los ojos de Vanesa clavados en nosotros.
Lentamente sus manos fueron acariciándome los pechos, me sacó la blusa, para quitármela y después meter una mano bajo mi falda, subiendo al encuentro de mi braga. Yo también lo empecé a desnudar, sacándole la camisa y desprendiendo su pantalón. Estábamos medio desnudos los dos, él solo con slip y yo con los pechos al aire y solo la braguita, revolcándonos en el sillón, cuando empecé a bajar, besándolo por el pecho, hacia su verga.
Le bajé el slip y dejé en libertad la polla ya totalmente endurecida, llevándomela a la boca y comenzando a chuparla. A los pocos segundos de tener su verga en mi boca, saboreándola, noté que Vanesa se acercaba a mí. Al mirar hacia ella, sin soltar la polla de mi boca, la vi totalmente desnuda. A mi lado, y me dijo:
– ¿Te gusta… te gusta la verga de mi novio…?. Chúpasela bien, así, pero ahora dámela a mi.
Diciendo esto último la cogió con su mano y la retiró de mi boca para llevársela a la suya y comenzar a chuparla ella también. A los pocos segundos se la sacó de la boca y sin soltarla, me la ofreció nuevamente.
No me hice de rogar y la empecé a chupar otra vez. Seguimos en este juego durante un rato, un poco la chupaba ella y otro poco yo, con lo que David se volvió frenético de excitación, llegando su polla a un tamaño y una dureza que yo no le había visto hasta ese momento.
Después de un rato de estar así, Vanesa me empujó sobre el suelo y él se me puso encima. La propia Vanesa tomó su verga y la apuntó hacia mi coño, para que él la empezara a introducirla dentro de mí. Cuando la tuve toda adentro, David se retiró y casi sacó la cabeza pero para volver a clavarla hasta el fondo. De esta manera me folló durante algunos minutos, mientras que Vanesa, a mi lado, lo acariciaba y se masturbaba.

Cuando David acabó, sentí una inundación dentro de mí. La calentura que tenía le hizo llenarme la vagina con su leche, al mismo tiempo que yo también acababa, con grandes suspiros y gemidos.
No obstante esto, pude sentir que Vanesa a mi lado también acababa, con los dedos perdidos en su entrepierna. No obstante y si bien yo me corrí, seguí excitada y a Vanesa no se le escapó este detalle pues así que David me sacó la verga y se apartó, ella se acercó y me metió los dedos en el coño, comenzando a masturbarme.
Era la primera vez que otra mujer me acariciaba así y sin embargo me pareció de lo más natural, por lo que la dejé, primero en forma pasiva y después en forma activa. Así fue que me empezó a chupar las tetas, luego a besarme en la boca y meterme la lengua adentro, para finalmente bajar por mi cuerpo con sus labios en dirección a mi coño. David, mientras tanto, se recuperaba de la tremenda corrida que había tenido conmigo y se dedicaba a acariciarnos a las dos, pasándonos la mano por todo el cuerpo, y muy especialmente en los pechos, amasando mis pezones, dejándolos duros y tiesos para ser chupados, cosa que hizo de inmediato, mientras su novia empezaba a pasar la lengua por mi clítoris.
La chupada de coño de Vanesa fue realmente espectacular. Nunca ningún hombre me chupó de esa manera. Yo siempre había oído decir que las mujeres chupan el coño mejor que los hombres, pero nunca pensé que sería cierto. Vanesa me enloqueció. Acariciaba mi clítoris con la lengua, a veces con rapidez y violencia y otras con suavidad y delicadeza. Aunque parezca increíble, cuando lo hacía suavemente era cuando más me enloquecía de placer. Y también sentí enloquecer cuando tomó mi clítoris entre sus labios y me lo succionó. Realmente ningún hombre me hizo sentir eso y la prueba está en los tres orgasmos tremendos que tuve en los escasos cinco minutos en que la lengua y los labios de Vanesa estuvieron en mi chocho.
Cuando ella terminó de chuparme, se puso boca arriba y fue el turno de David de chuparla a ella. Fue chupándola lentamente por los pechos hasta llegar a su vientre, donde fue pasándole la lengua y descendiendo más todavía hasta llegarle al coño. Mientras él hacía esto, yo observaba y acariciaba los senos de ella. Al llegar al primer orgasmo, empecé a chuparle las tetas, disfrutando especialmente de los pezones. Ella me abrazaba y me acariciaba, y en determinado momento me dijo, con una voz suave y dulce, si no me animaba a chuparla. La forma en que me lo pidió, sin exigencia, y con la voz cargada de deseo, unido al placer que yo había sentido, me convencieron de que debía hacerlo, para retribuirle en parte todo el goce que ella me había dado.

Lentamente fui deslizando mi boca por sus pechos y su vientre hasta llegar a la entrepierna, donde David ya me había dejado el lugar libre.
De esta manera tuve mi primera experiencia lésbica, que de ninguna manera fue traumática. La disfruté plenamente y lo volví a repetir a los tres días, pero en esta oportunidad sin la presencia de David. Solo Vanesa y yo. Mano a mano y lengua a lengua.
En esa ocasión Vanesa fue a visitarme a mi casa y yo la invité a que se quedara a dormir. Mis padres no sospecharon nada y esa noche mi madre preparó una cama en el suelo, al lado de la mía, para ella, pero Vanesa no la utilizó ya que pasó toda la noche en mi cama, a mi lado, aunque gran parte de la noche estuvo o encima de mi o debajo.
Esa noche, prácticamente, no dormimos, porque cada vez que acabábamos, antes de que nos durmiéramos volvíamos a empezar.
Esa era una de las diferencias con los hombres. Una vez que te follan, tienes que esperar a que se les vuela a endurece la verga, y en ese ínterin una se duerme. Con ella comenzábamos a cada rato. Incluso llegamos a hacer un campeonato para ver cuál de las dos se corría más veces.

Así fue que ella empezó a chuparme y me hizo orgasmar cinco veces, sin parar de usar la lengua. Pero yo me vengué porque, cuando fue mi turno de chuparla a ella, la hice acabar siete veces seguidas.
Ya os contaré en otra ocasión todas las veces que nos hemos encontrado las dos y los tres.
Un beso