Relato erótico

Buena secretaria y

Charo
27 de octubre del 2017

Es ejecutivo de una empresa y llegado el momento de escoger secretaria, tuvo en cuenta en que fuera competente en su trabajo, y porque no, que fuera una mujer atractiva.

Juan – Madrid
Me llamo Juan, vivo en Madrid, soy ejecutivo de una prestigiosa empresa constructora y tengo una secretaria, que yo mismo escogí por ser muy sexy. Tiene unas piernas espectaculares y es morena, con un color de piel muy sensual. Desde que la vi en la empresa, me gustó aunque no para echarle los tejos, pero lo curioso es que hoy en día sé que a ella también yo le gustaba desde el principio. Nuestras primeras manifestaciones de interés mutuo fueron aclarándose charlando y encaminando la conversación hacia temas más o menos sexuales.
Un día me atreví a insinuarle el deseo que yo tenía de ella y al ver que reaccionaba positivamente, le pedí que cerrara la puerta de mi oficina. Así era más excitante todo lo que hiciéramos sabiendo que fuera había gente que se podría imaginar lo que hacíamos.
Empecé a besarla y a acariciarla, respondiendo ella, tocándome también. Metiéndole la mano por debajo de la falda, le sobé el coño por encima de la braga encontrándolo muy caliente y húmedo. Por la cara que ella ponía supe que le gustaba. Luego, en siguientes ocasiones que nos encontrábamos a solas en la oficina, fuimos avanzando más y más. Yo aprovechaba cualquier oportunidad para tocarla, rozarla, le besaba los pechos, pequeños pero muy erectos.
Luego, calientes como hornos y cansados de tantos toqueteos sin más, nos decidimos y fuimos a un motel. Fue divino. La desnudé. Estaba muy nerviosa. Su cuerpo era espectacular y casi, según me confesó, no había tenido experiencias sexuales. Según ella yo fui el primero que le besó las tetas. Ese día la tumbé en la cama y la besé por largo rato a la vez que le acariciaba todo su bello cuerpo.
Ella también procedió a tocarme e hicimos un 69 muy placentero. Su chocho era caliente y olía muy bien. Ella siempre ha sido muy aseada y delicada en sus perfumes. No me cansaba de mamar ese espectacular clítoris y ella me chupaba muy delicadamente la polla pero me la cogía con fuerza con su mano derecha. Me corrí en su cara y ver chorrear mi semen por sus mejillas y labios es un recuerdo muy excitante. Así continuamos durante muchos meses en la oficina, encerrados los dos, o en el hotel. Últimamente le gusta mucho montarse encima de mí y meterse mi polla dura y gruesa en el coño, yo acostado en el suelo.
Hace unos meses la invité a un trío con otra mujer. Pensé que se negaría dado su carácter retraído y algo tímido pero, no sé porque, le encantó la idea y no dudó en aceptarla. Hablé con una amiga, con la que yo ya había montado varias juergas y al estar también de acuerdo, cosa de la que yo estaba seguro, quedamos en encontrarnos un sábado por la tarde.
Recogí a mi amiga y luego a mi secretaria. En principio, el ambiente era tenso. Llegamos al motel y mi intención era excitarla y follarla delante de mi amiga. Me quité la ropa y Sara, mi amiga también, pero Raquel, mi secretaria, se quedó vestida pues habíamos llevado una cámara fotográfica digital y ella se iba a encargar de tomar las respectivas fotos de mis encuentros con ellas.

Sara empezó metiéndose mi polla en la boca y comenzó a chupármela. Yo observaba como Raquel se estremecía y se retorcía de excitación.
Mi amiga continuaba su faena y mi secretaria, aunque con mano algo temblorosa, tomaba fotos por todos lados.
Luego cambiamos de postura y puse a Sara a cuatro patas. Raquel seguía tomando fotos y yo esperando la hora en que se iba a desnudar. Luego mi amiga se sentó en mi polla tiesa.
Nunca supe de dónde sacó tantas fuerzas para aguantar el voltaje tan tremendo que estaba corriendo por la habitación en esos momentos. Mi amiga tuvo un fuerte orgasmo y al rato yo también me corrí pero siempre mirando a Raquel. A continuación me fui al baño y al salir, desnudo como estaba, abracé a Raquel por detrás y la besé esperando su reacción. Ella estaba temblando muy excitada pero me dijo en voz muy baja:
– Delante de alguien nunca haré nada.
Al cabo de un rato se me ocurrió algo que quizá ella aceptara hacerme. Le pedí a Raquel que se abriera de piernas y que así, de pié, me masturbara al mismo tiempo que Sara, arrodillada, me chupaba la polla. Esta escena es muy erótica y muy excitante. Una mujer masturbándome y otra mamándomelo. La bella mano de Sara me corría el prepucio una y otra vez y en algunas ocasiones como con furia lujuriosa. Al rato empezó mi orgasmo que fue lento y demasiado delicioso. Mientras me corría en la bella boca de mi amiga, yo besaba a mi secretaria, lo cual me excitaba aún mucho más. Mi eyaculación fue tremenda, abundante y explosiva. Raquel tenía los ojos en blanco, supongo que de lujuriosa excitación mientras Sara se tragaba todo lo que yo le echaba en la garganta. Desde ese día he querido volver a hacer este trío pero Raquel, siempre se ha opuesto.
Hemos seguido follando en la oficina y cuando estoy muy caliente la llamo, le digo que entre, me saco la verga, se la doy a chupar un ratito y luego hago que me masturbe mientras beso y chupo sus pechos y sus labios. Es una locura. La adoro. Ella toda es muy sensual. Si uno se concentra unos segundos viéndola caminar, les aseguro, que la erección de su verga está garantizada. Es una mujer muy mujer y huele muy delicioso hasta en sus parte más íntimas que, a propósito, hace unos meses no exploro ya que habíamos entrado en una etapa de “quedarnos quietitos” pero es que con esa tremenda mujer al lado, diez horas al día, es muy difícil abstenerse de cualquier pensamiento delicioso y vicioso con ella. La semana pasada continuamos con nuestros juegos eróticos en la oficina.
El lunes me desperté como con ganas de hacer alguna cosa que nos levantara el “ánimo” y un poco la presión como para romper la monotonía. Le escribí una tremenda carta donde le exponía mis deseos de hacer “cosas diferentes” con ella y la verdad es que le gustó una de las posibilidades que le describí. El ambiente estaba tensamente sensual y sexual ese día en la oficina.

El intercambio de ideas fue por la mañana y cuando regresé, hacia las dos de la tarde, me tenía un abultado sobre el cual me apresuré a abrir, con la puerta de mi despacho cerrada. ¡Que agradable sorpresa! Eran sus braguitas, blancas, minúsculas y con un olor tremendamente agradable. Ella, insisto, es muy aseada y sus perfumes son muy eróticos. Obviamente, se me levantó inmediatamente al tenerlos en mis manos y de saber que allá fuera, en la recepción, estaba mi bella secretaria atendiendo al público pero sin sus hermosas bragas. Sin poderlo evitar y con esa misma prenda de mi bella y sensual Raquel, procedí a sacarme la polla del pantalón y secar, de la punta de mi glande, el líquido transparente y espeso que ya empezaba a mojarme demasiado.
Solo eso ya era un juego muy sensual y delicioso. Me extasié oliendo aquella prenda y sorprendido que en tan diminutos encajes se pudiera meter toda esa tremenda cadera y ese par de bellas nalgas que de vez en cuando toco, beso y lleno de saliva. Es un culo muy precioso y muy erótico. Esa mujer me está volviendo loco de placer. Pero la cosa no paró ahí. Por primera vez ella propuso algo para hacer que nuestro placer aumentara. Cuando la mitad de los empleados se hubieran marchado de la oficina, quedando solo la otra secretaria, la señora de la limpieza y uno de los asistentes, ella entraría en mi oficina, se sentaría en mi silla a “ejecutar una labor de computador”, mientras yo me masturbaba frente a ella. Ese era su deseo y yo, claro, estaba dispuesto a complacerla. Mientras se daban las condiciones para desarrollar su deseo, yo me fui hasta su puesto de trabajo a entregarle unos documentos y extasiarme observando sus hermosos muslos.
La muy pícara se abrió de piernas mostrándome su hermoso chocho rosado por dentro y moreno por fuera. Era un espectáculo súper hermoso que estoy convencido que nunca olvidaré. La combinación perfecta de su bello pubis elegantemente recortadito, su coño húmedo, su vestido un poco subido, sus espectaculares muslos abiertos de par en par y la tensión de observar con detenimiento a sabiendas que alguien podía llegar en cualquier momento. Esas imágenes las tengo muy grabadas en mi mente, las recuerdo siempre a cada instante y les confieso que en este preciso momento estoy chorreando el líquido transparente que envuelve mi glande. La cosa siguió así por un rato más. Yo me fui a mi oficina y al cabo de media hora apareció ella. Cerró con llave la puerta y en voz alta, dijo:
– Vengo a revisar el ordenador.
Le cedí mi puesto e inmediatamente le pedí que repitiera su apertura de piernas. Confieso que ese panorama es muy excitante, espectacular y muy sensual. Ella, con sus lindas piernas abiertas, mostrándome su intimidad y tocándose, es algo para recordar toda la vida. Luego me confesó que ella tocándose no sentía mucho, que más bien lo sentía cruzando las piernas y oprimiendo su coñito. Era su manera de masturbarse y vaya que sí se le notaba el tremendo placer que estaba recorriendo su bello cuerpo. Procedí a sacarme el miembro, que ya presentaba una erección y una humedad excesivas y tan pronto apareció ella no le quitó los ojos de encima.

Me sequé la punta con sus propias bragas, cosa que hizo más sexual la situación. Ella no protestaba por que se los mojara con mis jugos, más bien le gustaba. Y a mí el doble.
Sentí como su mirada recorría cada centímetro de mi verga y sus ojos mostraban una excitación que nunca le había visto. Estaba transportada y la verdad es que yo también. Diagonal a mi ventana de mi oficina, muy cerca está la ventana de un compañero que esa tarde no estaba pero sí su secretaria que puede verse desde mi puesto de trabajo.
Esa tarde estaba ahí y en el momento que empezábamos con lo nuestro esta chica comenzó a hablar con mi compañera de juegos. Yo estaba en un sitio donde nadie, obviamente, me podía observar, pero la tensión de la posibilidad que alguien podía verme o aparecer, hacía más erótico el juego. Mientras ellas charlaron unos segundos, yo comencé con mis primeros movimientos de mi mano sobre mi polla para complacerla. Era maravilloso estar ahí y observar como contemplaba ella mi verga con sus ojos excitados y llenos de sexo. En un momento, se subió la falda, se abrió de piernas y empezó a tocarse el coño. Yo tampoco apartaba mi mirada de su preciosa vulva.
Al cabo de un rato, en medio del placer y de los nervios, me pidió que me bajara más los pantalones y le expusiera plenamente mis órganos. Con el mayor de los gustos la complací y así estuve un rato, masturbándome para el placer de ella. Por ella soy capaz de hacer cualquier cosa y ella lo sabe. Luego vino la pregunta, ¿donde eyaculo? Ninguno de los dos pensó tan siquiera en condón alguno. La tensión iba en aumento y ella combinaba el abrir sus piernas y mostrarme su chocho con cruzar las piernas para continuar con su masturbación. Al cabo de un buen rato de erotismo visual y de autosatisfacción, estaba a punto de correrme y preparé la llegada de mi explosión que ella sabía el momento exacto en que iba a ocurrir, al ver mi expresión de placer desmesurado. El chorro fue muy fuerte y abundante. Ella estaba extasiada en un placer inconmensurable y yo también.
Fueron varios los chorros y nunca le quitó la mirada de encima. Al terminar, las últimas gotitas me las limpié de nuevo con su bella prenda.

Al parecer le encantó y cuando terminé, inmediatamente y sin decir nada, se puso sus braguitas húmedas de mi leche, y salió de mi despacho, llena de placer, hacia el suyo. Fue una jornada muy excitante que tengo ganas de repetir y sé que ella también. Estos juegos son muy morbosos y le ponen picante a las largas y tediosas jornadas de trabajo.
Raquel, mi secretaria, me vuelve loco y a veces creo que la quiero.
Un saludo para todos.

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