Relato erótico
Buena proposición
Era viernes y estaba deseando salir de la oficina e ir a casa a relajarse. Recibió una llamada al móvil que cambió sus planes. Era una amiga suya que le contó que su prima estaba en la ciudad de viaje y lo invitaba a cenar con ellos. Dudó en aceptar pero, cuando ella le dijo que no se arrepentiría, lo convenció.
Jorge – MADRID
Hola a todos, soy Jorge. Hace un mes estaba trabajando en mi oficina, era viernes ya las seis y cuarto, se acercaba la hora de salida y deseaba irme a descansar, primero a la sauna y de allí a dormir cual bebé recién nacido. En fin el asunto es que mientras guardaba mis cosas sonó el móvil. Era Isabel, una amiga a la cual aprecio mucho, nos conocemos desde hace mucho y a su novio no le caigo nada bien. Al parecer es muy inseguro y muy celoso de que Isabel tenga un amigo con el que se comunica y conversa más o menos seguido. Pero afirmo que nunca hubo nada entre nosotros.
Pues bien, mi amiga me había llamado porque esa noche iba a salir con su novio y con una prima que había llegado de Córdoba y a la cual no veía desde hacía tres años y que ahora tenía 27 y me invitó a acompañarles. Yo le indiqué que ganas no tenía y que más bien deseaba descansar y relajarme en mi sauna favorita de todos los viernes, pero me insistió y me pidió por favor soltando la frase:
– No te vas a arrepentir en lo más mínimo.
Eso captó mejor mi atención, solicité detalles de su primita y me dijo que se llamaba Anabel y que el miércoles que la fue a recibir al aeropuerto se quedo fría al ver su cuerpo pues estaba guapísima. No me quiso decir más y solo terminó diciendo:
-Te va a encantar, pasa por casa a las diez, mi novio llegará vendrá quince minutos antes y ya estaremos listas para salir a tomar copas y bailar.
Acepte, fui a mi apartamento a descansar y a la hora exacta, pues la verdad es que estaba ansioso de conocer a la primita, toqué el timbre. Allí estaban el aburrido de Raúl, el novio de Isabel, con el que nos dijimos un simple “hola” y nada más, y casi al instante apareció Isabel, se acercó a recibirme con un beso en la mejilla y me dijo que Anabel venía en dos minutos. Cuando apareció me quedé sin habla. Era simplemente maravillosa, cara agradable, tetas grandes y desafiantes, y sobre todo un culo bien redondito, levantado, con caderas de modelo profesional. Sin exagerar, tenía un cuerpazo fenomenal.
Lo más gracioso es que Raúl se quedó literalmente embobado con la visión que tenía delante y que nunca tendría en sus manos. Eso me dio una pequeña satisfacción y no es que menosprecie a Isabel pues ella también es muy bonita, pero es un poco más bajita y su busto algo más pequeño, pero su culito es tan bueno como el de su prima. Al parecer Isabel notó algo en la cara de su novio porque vi como le pegaba un codazo para que volviera en sé el atontado aquel.
Después de los saludos, salimos a la zona de pubs y discotecas de la ciudad, luego vinieron las copas mientras bailábamos y cogíamos confianza. A las 2 horas Isabel y Raúl se despidieron con la excusa de un viaje que tenía que emprender Raúl bien temprano al día siguiente.
A mi, no obstante, me dio la impresión de no ser del todo cierto, pero ¿qué me importaba? Lo estaba pasando de maravilla con Anabel y al poco rato, ya nos cogíamos de la mano y al sentarnos ella se pegaba a mi cuerpo provocando que la abrazara de forma muy natural. Cuando pusieron una salsa de las buenas, inmediatamente salimos a bailar, ella se me pegó y pude sentir el calor de su cuerpo y mi pecho sintió la presión de sus más que generosas tetas. Me sentía en las nubes.
Bailábamos como si no existiera nadie más en el mundo. Cuando ella se daba la vuelta, ese culo preciso se pegaba a mi paquete que ya estaba deseando salir del pantalón. Al final traté de disimular el bulto, pero no pude y ella al pegarse se dio cuenta inmediatamente en la situación que me encontraba. Se giró y me miró. Su rostro denotaba un cambio, entre picardía y deseo. Me cogió de la mano, nos fuimos a sentar y cuando llegamos tomó un trago y me dio un beso, al principio tierno y dulce, pero al poco rato la pasión se encendió como un volcán en erupción y nuestras lenguas se cruzaron ferozmente, buscando ella mi paquete con su mano disimuladamente y el solo tacto de su mano provocó que se me hinchara más, entonces me soltó y me dijo simplemente:
– ¿Nos vamos?
No esperé a que me lo repitiera e inmediatamente pedí la cuenta, salimos, abrí la puerta del coche para que subiera y me dijo:
-Bailas bien, eres atento y besas mucho mejor. Te estás luciendo pero presiento que solo es el comienzo.
Atiné a esbozar una sonrisa de agradecimiento y subí al coche, le di un beso más y le dije:
– La que se está luciendo eres tú, eres más que hermosa.
Arranqué con rumbo a un hotel muy bonito, gracias a los datos de unos amigos, y que no me fue difícil encontrar y entramos. Pedí unas bebidas y ella mientras ponía música y luego se me acercó abrazándome por detrás:
– Me gusta mucho tu trasero – me dijo mientras lo frotaba – Quiero verlo, tocarlo hasta que se gaste.
– Esta noche será inolvidable y espero que se repitan muchas más – le dije sonriendo.
Me di la vuelta y la besé mientras le frotaba ese par de tetas deliciosas, haciendo que ella soltase un gemido mientras levantaba las manos para que yo le quitase el top. Luego le quité el sujetador mientras ella me desabrochaba la camisa. Nos abrazamos y mi piel sintió la suya. Era puro fuego, estaba muy caliente y ya casi con desesperación, traté de quitarle el pantalón mientras ella me decía:
– Tranquilo, disfruta de lo que haces, no corras, hay tiempo.
Se movía rítmicamente hasta que se giró, se agachó mostrándome la maravilla de su cuerpo y se quitó el pantalón. Tuve que contenerme para no atacarla al instante viendo como se lo bajaba despacio mientras mis ojos se deleitaban con el panorama. Luego me hizo recostar en la cama, se subió encima de mí dándome la espalda para hacer un 69. Mi lengua salió a dar la bienvenida a su clítoris y al encontrarlo lo lamí haciendo una danza que provocó en ella gemidos y una respiración cada vez más rápida.
Ella, por su parte, tenía bien agarrada mi polla mientras se la comía y relamía por entera, incluidos mis huevos. Era una maestra. Sus caderas se empezaron a mover suavemente haciendo círculos mientras mis manos recorrían su trasero.
Es algo espectacular recibir y dar tanto placer, ver como dos cuerpos calientes y excitados tratan de ser uno solo, el deseo estaba en un nivel superlativo y cada vez más sentía sus sabores. Ella estaba muy mojada y mi lengua recorría todo sin perder ni un milímetro de sus labios vaginales. Entonces ella me chupó los dedos de una mano y me dijo:
– Mételos uno a uno en mi agujerito.
Miré su ano y sin perder tiempo la complací como mejor pude mientras mi otra mano frotaba su clítoris de un lado a otro. Mi lengua descansaba un rato mientras mis manos trabajaban febrilmente una en su ano y la otra en su clítoris, hasta que ella se empezó a agitar cada vez más diciéndome:
– ¡Sigue, sigue así, mi amor… ya falta poco… ya falta poco, sí, así, así… que bien lo haces!
Agarró con más fuerza mi polla sintiendo como si me la quisiera arrancar y yo apresuré el movimiento de mis dedos hasta que se arqueó y emitió un gemido largo mientras su chocho se contraía y ella disfrutaba de unos espasmos de placer, quedando tendida encima de mí, pero sin soltar mi polla.
– ¡Aaaah… que delicia! – dijo mientras trataba de recomponerse – Ahora es tu turno.
Volvió a tragarse mi polla que estaba toda mojada, la besó y relamió hasta que me dijo:
– Ya está a punto, mi amor, venga, quiero que entres, quiero sentir como me penetras.
Se puso a cuatro patas, mostrándome ese trasero soberbio, me coloqué detrás de ella y dirigí la punta de mi rabo a su empapado chocho, empujé y se deslizó suavemente sintiendo como abrazaba mi verga caliente y gruesa. Emití un gruñido de placer y ella se quedó sin habla, solo atinaba a abrir la boca como tratando de respirar más fuerte. Mi polla se deslizó toda hasta los huevos y luego la saqué despacio para sentir el máximo placer, y para adentro de nuevo. Mis manos se fueron a sus hermosas tetas y empecé a golpear cada vez más fuerte y rápido, como se mi polla quisiera partirla en dos. Eran los golpes más y más fuertes y rápidos, mi mano frotaba su trasero y le daba palmadas mientras la otra tiraba de su cabello pero, sin hacerle daño.
Al rato uno de mis dedos se fue a su ano y lo empecé a frotar hasta que presioné y lo metí dentro, luego puse dos y continué mi labor mientras sentía que estaba por correrme y entonces ella me gritó:
– ¡No la saques, no la saques, voy a tener otro!
Pero yo, la verdad, ya no aguantaba más así que mi dedo se fue a su clítoris y empecé a frotárselo y eso hizo que ella ya estuviera a punto de tener su orgasmo y como yo ya no podía aguantar más, cuando empecé a sentir los espasmos de ella, como se volvía a arquear y a contraer su chochito con mi polla dentro, mientras le volvió a salir ese gemido largo lleno de excitación y placer, yo no aguanté más y reventé en una corrida muy fuerte. Me pareció una eternidad, el orgasmo fue algo muy intenso, y por un momento pensé que eso iba a ser difícil de superar.
Nos quedamos tendidos en la cama por lo menos unos veinte minutos y luego me dijo:
– Ven, vamos a bañarnos.
Fue una ducha muy suave, llena de caricias y besos, de enjabonarse mutuamente y de abrazos a cada instante. Al acabar salimos y delicadamente con la toalla sequé todo su cuerpo. Había sido una experiencia inolvidable.
Saludos, Charo