Relato erótico
Buena idea
Está casado y reconoce que es muy fantasioso y apasionado en lo referente al sexo. Le gustaría montar un trío con otro hombre pero, si alguna vez, se lo había insinuado y decía que no. Pensando un poco se le ocurrió una idea.
Víctor – Cádiz
Hola Charo, mi nombre es Víctor y tengo 34 años. Estoy casado con Carmen de 32. Somos un matrimonio muy normal y mi me apasiona todo lo relacionado con el sexo, incluyendo situaciones morbosas como amor en grupo, tríos y demás. A ella le cuesta un poco más meterse en estas situaciones. Es más recatada aunque, cuando ella quiere, es una fiera muy cachonda y golfa en la cama.
Su cuerpo es precioso. Tiene grandes tetas, un buen culo, y está maciza de arriba a abajo.
Tengo un amigo que se llama David. Tiene 43 años y es una persona muy honesta y agradable. Con él me llevo muy bien, nos vemos, tomamos algo y charlamos un buen rato. Yo sabía que a él le gustaba mi mujer porque
siempre preguntaba por ella de una forma muy especial. Un día en que él y yo estábamos tomando café en un bar, le pregunté directamente:
– David, ¿verdad que a ti te gusta mi mujer?
– Hombre, es una mujer muy simpática – respondió.
– No, David – insistí – Me refiero a gustarte físicamente.
Él, esbozando una sonrisa, contestó:
– La verdad es que tu mujer está muy buena y sí que me atrae.
Entonces le propuse intentar hacer un trío. Al menos intentarlo, ya que a ella, sabía, que le costaría dar el paso. Mi amigo David, no hace falta decirlo, se puso muy contento con la idea. Sólo quedaba trazar un plan que nos permitiera disfrutar del trío y pensamos en salir una noche a cenar los tres.
Le conté a mi mujer que David nos había invitado a cenar un sábado. Ella no sospechó nada pues era normal que saliésemos con los amigos a cenar de vez en cuando. Lo que ella no podía imaginar era que David y yo le habíamos preparado una encerrona para darle gusto entre los dos.
Cuando ella se preparaba para salir a cenar, le propuse que se pusiera un vestido corto. Me enseñó los que tenía y elegí el más corto de todos ellos.
Como ropa interior se colocó unas minúsculas bragas de color negro, medias del mismo color y un sujetador de encaje. El vestido era muy escotado y por el escote lucia un buen “canalillo” y un poco del encaje del sujetador. Estaba muy provocativa y yo me empalmé al verla así.
Como hacía fresco, se puso un abrigo largo y, cogiendo el coche, nos fuimos al restaurante. Al entrar vi a David que nos esperaba sentado en una mesa. Carmen dejó el abrigo, nos dirigimos hacia él y nos saludamos justo cuando llegaba el maitre. Le pedimos el vino y cuando Carmen se sentó, se le veían todos los muslos ya que la falda a penas le tapaba nada y menos sentada. El escote también era prodigioso, muy exuberante.
La cena fue muy cordial. Lo pasamos muy bien hablando y comentando muchas cosas. Al terminar, David propuso ir a una sala de fiestas que conocía y que era tranquila. El local estaba casi vacío. Yo bailé un poco con mi mujer pero enseguida la dejé pues no me gusta mucho el baile, al contrario que ella. Bailó salsa con David, después rumba y por fin música lenta.
Los dos bailaban muy pegados y yo pensé que aquello marchaba. Al dejar de bailar, nos sentamos los tres en un sofá y tomamos un combinado. Con el calor de la bebida y de la situación en la cual nos encontrábamos,
empecé a besar a María apasionadamente mientras David, que estaba al otro lado, aprovechaba para acariciarle los muslos, lo cual ella lo permitía ya que no decía nada. Pude ver como, al poco rato, David metía la mano bajo la falda de mi esposa y ella separaba un poco los muslos, para permitir que la mano de nuestro amigo llegara hasta su entrepierna y le acariciara su peludo coño. Al menos eso parecía pues cuando dejamos de besarnos, ella me susurró al oído:
– Tu amigo me está tocando el coño.
– ¿Y te gusta? – le pregunté en el mismo tono.
– Sí – dijo.
Entonces deja que disfrute, a mi también me pone cachondo ver cómo te toca -añadí-
Ella estaba muy excitada y le guiñé un ojo a David para que diésemos el segundo paso. El dejó de sobar a Carmen y dijo:
– ¿Por qué no vamos a mi casa y tomamos la última copa?
Carmen fue la que contestó y lo hizo taxativamente diciendo:
– ¡Vale, vamos!
Aquello prometía. En realidad era un apartamento que había alquilado para la ocasión, ya que él está casado. Pero eso no lo sabía Carmen. Era un detalle que merecía quedar en secreto. David nos preparó una copa y luego propuso echar una partida de póker y como a Carmen le gusta jugar a las cartas, rápidamente dijo que sí pero yo añadí que, podría ser strip poker Ella me miró y sonriendo me dijo:
– Vale, os voy a dejar en pelotas a los dos.
La verdad es que ella juega muy bien y al poco rato nos dejó a los dos en calzoncillos. Ella sólo había perdido los zapatos pero, afortunadamente, la suerte cambió y en pocas manos se quedó en sujetador y braguitas.
Estaba de muerte. David no paraba de mirarla de arriba a abajo y cuando perdió los calzoncillos y quedó desnudo por completo, tenía la polla muy tiesa.
– Perdona que la tenga así pero es que viéndote tan sexy, no controlo – le dijo.
– No, si no me importa, al contrario, está muy bien – le respondió ella.
Eso marchaba. La calentura era latente y al poco tiempo nos quedamos todos sin ropa. Carmen con las tetas al aire, mostrando su peludo coño, y David y yo con el aparato duro. Entonces Carmen dijo:
– Bueno, ¿ahora qué?
– Ahora cierra los ojos y relájate – le contesté.
Ella cerró los ojos y David por un lado y yo por el otro, la acariciábamos, lamiéndole los pezones y deslizando nuestras manos por los muslos tersos y sus tetas, que nos invitaban a comérselas sin descanso.
Cuando le toqué el coño lo tenía empapado. David se arrodilló y empezó a chupárselo pasando su lengua por toda la pipa. Yo miraba como él, metido entre las piernas de Carmen pasaba la boca por todo su coño. Se lo comía con gran excitación mientras yo le chupeteaba las tetas.
Ella debió tener un orgasmo con la comida de coño que le daba David pues suspiró y cerró fuertemente las piernas, atrapando la cabeza del amigo. Cuando éste pudo liberarse de la prisión, dijo:
– ¡Que coño más bueno y caliente, estaría horas comiéndomelo!
Yo estaba muy cachondo ante aquella situación tan morbosa y preferí sentarme frente a ellos y pajearme mientras disfrutaba del espectáculo que Carmen y David me brindaban. Mi mujer abrió los ojos y al verme sentado, pasó a la acción. Abrazó a David y le dio un largo beso en el que se entrelazaban las lenguas mientras sus cuerpos permanecían muy juntos. A final ella le cogió la polla con una mano y se la agitó.
– ¿Por qué no me la chupas? – le dijo él.
Carmen me miró. Después se inclinó hacia la polla de David y comenzó a lamérsela con cara de zorra. Pasaba la lengua por toda la verga y yo disfrutaba más que si ella me la estuviera mamando a mi.
De pronto se la metió entera en la boca y empezó a succionarla mientras le apretaba los huevos con las manos. David alucinaba. Estaba a punto de explotar. Carmen, cada vez más cachonda, se la chupaba con más ganas y cuando David se fue a correr, se la sacó de la boca y descargó toda la leche sobre sus tetas. Su abundante leche se las bañó enteras y yo, al contemplarlo, no pude aguantar más y acercándome a ella descargué toda mi leche sobre su cara. Carmen, muy excitada, me la cogió y se la metió en la boca donde terminé de descargar mis huevos, que tragó con
gusto, sin desperdiciar ni una sola gota.
David y yo quedamos hechos polvo. Ella se dirigió hacia la ducha y dijo:
– Esperar, vuelvo pronto y con ganas de marcha.
David, mientras ella estaba en la ducha, me dijo:
– Estoy alucinado, parece mentira que ese pedazo de hembra sea tan golfa
tan cachonda y…
– ¿Y puta, no? – añadí yo.
Se quedó cortado pues en realidad eso es lo que quería decir.
Al salir Carmen de la ducha, David y yo estábamos fumando. Ella nos dijo que cuando termináramos nos esperaba en la cama. No tardamos nada en apagar los cigarrillos y acudir al dormitorio. Cuando entramos vimos a Carmen tendida en la cama boca arriba, completamente desnuda y con una toalla puesta en los ojos. Estaba tremenda. Me acerqué a ella y le besé un pezón. Después le susurré al oído:
– ¿Estás dormida, cariño?
– Sí, estoy dormida, así que podéis hacer conmigo lo que más os guste.
David se le montó encima, poniendo la polla entre sus tetas y comenzó a refregarla en ellas. Yo empecé a lamerle el coño. Carmen no aguantó mucho rato pasiva. Se quitó la toalla que cubría sus ojos y se metió la polla de David en la boca empezando a chuparla. Yo tenía ganas de probar una postura algo comprometida. Se lo dije y lo intentamos.
Me tendí boca arriba en la cama, Carmen encima de mi con su coño en mi boca y mi polla en la suya. Era un caliente 69. Entonces le dije a David que se la metiera por el coño. Mientras yo lamía el chocho de Carmen podía ver como la polla de David entraba y salía del coño de mi mujer.
Eso me ponía a mil. David estaba muy cachondo y se la follaba cada vez con más fuerza. ¡Que zumbidos le pegaba en el coño con su polla!
Así estuvo hasta que se corrió llenándole todo el coño con su abundante y caliente leche y como yo seguía pasando mi lengua por aquella húmeda almeja, pronto vi como de ella brotaba la leche de David que, con mucha excitación, lamí pues todo lo que de aquel coño manaba sabía a gloria.
Cuando dejé de comerle el coño, ella me dijo:
– Cariño, me has dejado el coño limpio, eres un guarro. Te gustan los coños empapados de leche, ¿verdad?
Le contesté que esta noche me gustaba todo pues estábamos los tres cachondos perdidos. Descansamos algo y comimos un poco. A Carmen se le ocurrió que como yo había hecho lo de comerle el coño mientras David se la follaba, que ahora David pidiera un deseo o fantasía y después lo pediría ella. Los tres, así, cumpliríamos con un deseo. La idea era muy morbosa.
Después del descanso, David era quien mandaba pero, para estar bien seguro, le preguntó:
– Puedo hacer y pedir lo que desee, ¿verdad?
Carmen le dijo que sí, David entonces, la hizo poner boca abajo en la cama, le puso una almohada bajo el vientre y con su cinturón, le ató las manos a la cabecera.
– David, cuidado con lo que haces, que luego me tocará a mi – le dijo ella.
Él le dijo que se tranquilizara, que sólo la haría gozar. David cogió un poco de mantequilla y con suavidad se la untó, con un dedo, en el ojete.
Carmen pegó un respingo al notar el frío de la mantequilla en su ano. Poco a poco el dedo de David se fue metiendo cada vez más hondo en el culo de mi mujer, dilatándolo. Llegó a meterle tres dedos y ella estaba como loca de gusto. Estaba descubriendo el placer anal. Pero eso no fue todo.
David se puso la manteca en la polla y lentamente se la fue metiendo en el culo a Carmen hasta el fondo. Entró toda y empezó a follarla. El placer que sentían los dos era muy intenso. A David le corría el sudor por todo el cuerpo y Carmen se contoneaba agitando todo su cuerpo al tiempo que jadeaba, suspiraba y gritaba de gusto.
David terminó descargando toda su leche en el, hasta ahora virgen, culo de Carmen y yo disfrute mirando y pajeándome.
A Carmen le gustó mucho que David se la follara por el culo y después de una ducha relajante para todos, le tocaba el turno a Carmen. ¿Qué diría? Pero esto lo contaré en otra ocasión.
Un saludo de Víctor para todos.