Relato erótico
Buena convivencia
Hace un tiempo nos contó lo que le ocurrió un fin de semana que su mujer se había ido de convivencias con los padres de la escuela de su hijo. Decidió ir de sorpresa y se encontró con que realmente había una buena “convivencia”.
Miguel – Jaén
Querida Charo, ya te conté que los padres de los compañeros del colegio de mi hijo eran muy activos, en cuanto alguien proponía alguna actividad, se lanzaban todos de cabeza. Era raro el mes que no convocaban alguna cena. La base de esta historia se produjo finalizando el curso pasado, ya próximo el verano y con la temperatura suave, decidieron hacer un fin de semana de convivencia en un monte cercano a la ciudad donde había un centro de acampada. Montarían tiendas de campaña y todo este rollo. También te conté que yo no quise ir pero luego, arrepentido, me presente de improviso descubriendo lo puta que era mi mujer. Y también como le di por el culo corriéndome dentro por primera vez pensando ella que yo era uno de los maridos presentes en la juerga.
Terminé mi historia cuando mi mujer exclamaba:
– No sé quien ha sido se ha corrido dentro de mi, le he dicho que no lo hiciera y mira, chorreando semen me ha dejado.
En este momento estuve a punto de salir, pero me contuve y en eso que la otra chica dijo:
– Vaya orgía. Es increíble la que se ha montado con solo un juego, ¿eh?
Mi mujer comenzó a mostrar síntomas de debilidad y dijo:
– No sé, ahora me siento mal, a ver como acaba esto y como se entere mi marido, ya verás.
La otra chica dijo con voz sorprendida:
– ¿No se ha quedado tu marido?
– No, se marchó después de cenar. Si supiera lo que he hecho me echaría de casa. Nunca he hecho con él nada de lo que hoy he hecho con no se cuantos extraños – contestó mi esposa.
– Tendrás que contárselo porque enterarse se va a enterar – siguió la chavala – Intenta que lo entienda como una noche loca y como un aporte positivo a vuestra relación.
– Me voy a la tienda a dormir – añadió mi mujer mientras seguía lavándose como queriendo borrar lo que había ocurrido allí.
La otra chica abrió la puerta del lugar donde yo estaba y apareció ante mí completamente desnuda, estaba buenísima con unas tetas monumentales y un coño depilado precioso. Se asustó pero le tapé la boca y le hice un gesto para que se callase, ella comprendió y se rió en plan cómplice.
La tomé de la mano y le dije al oído:
– Sigue hablándole.
Mi mano comenzó a deslizarse entre aquellos pechos tan deseados y preciosos, luego me senté en el inodoro y la senté a ella sobre mis rodillas, le besaba la espalda y la nuca mientras mis manos acariciaban sus tetas y bajaban en busca de su vagina. Entonces ella comenzó a decirle a mi mujer, que seguía lavándose:
– No tengas miedo, aprovecha y disfruta a tope. No dirás que no es una pasada.
¿Cuantas pollas has chupado… cuantas pollas te han metido?
– Me han follado al menos cuatro distintos y dos por el culo, chupar creo que he chupado dos pollas y el segundo que me ha follado el ano es el cabrón que se ha corrido – dijo mi esposa.
Mientras decía eso mi mujer, la chica que estaba sentada sobre mis rodillas se levantó y acercó sus caderas hacia mi, cogió mi polla que estaba otra vez dura y se la clavó en el coño de un solo golpe, comenzando un suave vaivén que me estaba volviendo loco y en voz baja me dijo:
– Vamos a darle morbo a esto – y dirigiéndose a mi mujer en voz alta, le dijo – Pero habrás gozado como una puta, ¿verdad? ¿No has lamido ningún coño?”
– Sí, gozar he gozado como una loca, no pensaba que follar por el culo fuese tan estupendo. Y la verdad es que te desinhibes, Rosana y yo hemos estado lamiendo la misma polla y a veces nuestros labios se encontraban dándonos pequeños besos. Ella me ha tocado las tetas y el coño, pero yo no me he atrevido a nada más – confesaba mi mujer.
Mientras esto sucedía, el movimiento de mi nueva amante era cada vez más enérgico, mi polla entraba y salía de aquel coño mojado cada vez a mayor velocidad y ella a duras penas podía contener los gemidos.
– No sabrás lo que es una buena lamida de coño hasta que no te la dé otra mujer, para eso somos expertas. Sabemos lo que nos gusta. Y no puedes imaginar la sensación tan extraordinaria y el gran placer que se siente cuando besas y lames el coño de otra mujer y aunque al principio te dé asco, al poco es bestial. Deberías probarlo – decía mientras yo la follaba.
Su voz reflejaba su excitación, le salía entrecortada pues estaba aproximándose a un nuevo orgasmo, o eso parecía.
– ¿Qué haces… te estás masturbando? – preguntó mi mujer acercándose a la puerta donde nos encontrábamos.
– No… que va, es mucho mejor… me están regalando uno de los mejores polvos de mi vida… – diciendo esto, se levantó, se sacó mi polla de su interior y la tomó con la mano, apuntó el glande hacia su ano y se sentó sobre ella de golpe.
Pensé que me la rompería, el ano no cedía y ella seguía sentándose, de pronto…
– ¡Aaaah… que gusto…! – gritó.
Mi polla se abrió camino en su ano, noté con claridad como se estaba dilatando y como abrazaba cada milímetro de mi glande y como la polla se perdía en el interior de aquel culo tan espectacular.
– ¡Cómo que estás follando! ¿Hay alguien contigo? – preguntó mi mujer.
– ¡Sí… siiiiií… aaaah… siiiií… claro que sí… me está partiendo en dos, que polla más sabrosa tiene…siiiií…!.
Ella se movía y yo notaba como la polla abría aquel pedazo de culo, era muy estrecho para el grosor de mi polla y ella lo estaba disfrutando. Aprovechando la oscuridad del aseo, pues no encendíamos las luces en ningún momento, con el pie abrió la puerta y mi mujer apareció desnuda frente a nosotros. Yo escondí la cabeza tras la mujer a la que estaba enculando para no ser reconocido.
– ¡Que pasada! – dijo mi mujer – ¿Puedo mirar?
No me reconocía y yo procuraba no emitir ningún sonido y pude observarla entre el pelo de mi amiga y aunque no distinguía los detalles, pero podía ver que miraba con auténtico deseo.
Mi amiga galopaba sobre mi polla, movía las caderas, se acariciaba el coño y levantaba las piernas de forma que mi mujer podía ver como mi polla entraba en el culo de mi amiga.
– ¡Te la está metiendo por el culo! – exclamó mi esposa – Que barbaridad, así me lo han hecho a mi antes.
Comenzó a mover su mano por sus caderas por lo que intuí que comenzaba a masturbarse pero como yo temía ser reconocido, esto me impedía ver con claridad lo que sucedía. Así estuvimos unos minutos o segundos, no lo sé, mi amiga metiéndose mi polla hasta el fondo de su culo, masturbándose con una mano y mi mujer enfrente miraba y se tocaba su vulva y sus pechos.
– Anda, ven – dijo la chica a mi mujer- Acércate y ayúdame…
La tomó de las manos y las llevó a su coño. Mi mujer estaba azorada, no sabía si decir que sí o alejarse.
– Acaríciame como si fueses tú, mastúrbame…- decía mi amiga mientras se movía sobre mi polla.
Mi mujer comenzó a mover los dedos sobre los labios vaginales de aquella amante ocasional sin prestar atención al hecho de yo estaba allí. La chica acercó sus dedos a la vulva de mi mujer y comenzó a masturbarla.
– Me gusta… sí… – oí decir a mi mujer.
Los movimientos de las manos de aquellas hembras me estaban poniendo a mil. Mi mujer introdujo un dedo en la vagina de la chica y pude notarlo nítidamente en mi propia polla dada la escasa separación que había pero de pronto mi mujer se agachó y perdí de vista lo que hacía.
– ¡Sí… eso es… chúpame el coño… lámelo…siiiií… muy bien, me voy a correr… sí… siiiií… lámeme el clítoris….qué bien lo haces, puta! – gritaba aquella mujer que tenía mi polla en su culo mientras los espasmos de su orgasmo se hacían más que evidentes.
Entonces aproveché para mirar y vi que mi mujer estaba lamiendo a conciencia aquel coño depilado.
– ¡Qué orgasmo más bestial! – dijo la chica mientras paraba el ritmo.
Entonces me sorprendió escuchar la voz de mi mujer diciendo: – Vaya… ¿por qué no intercambiamos los papeles? – lo dijo con una voz de viciosa y puta inimaginable para mi.
– ¿Quieres que te encule este macho que tengo dentro de mi? – preguntó la amiga – No se ha corrido aun, pero debe estar deseándolo.
– Sí, quiero meterme otra polla en el culo, mañana ya veremos lo que pasa, pero me has puesto súper mojada, pero prométeme que me vas a hacer lo mismo que yo te he hecho – dijo mi mujer.
Me quedé embobado, mi mujer pedía a otra mujer que le lamiese el coño mientras un tío desconocido la iba a encular. Era el colmo del desenfreno.
– Vale – dijo la chica sacándose mi polla de su culo – pero date la vuelta, ponte de espaldas y no mires hasta que no te diga yo – le indicó a mi mujer muy hábilmente.
Yo tenía el corazón que se me salía, menudo susto tenía. La chica se levantó de mi regazo, me besó en los labios, me guiñó un ojo y tomando a mi mujer de los hombros la fue sentando sobre mi polla, luego ella misma cogió mi polla y la apuntó hacia el ano de mi mujer.
– Es gorda… como la de antes… a ver si me cabe… – decía mi esposa. Lentamente mi polla se deslizó dentro del ano de mi mujer y comenzó un suave movimiento de caderas lento que hacía que mi polla entrase y saliese del ano con suma facilidad.
– ¡Qué pedazo de polla…que bien follas… dámela toda…aaaah…! – decía mi mujer ignorante de que aquella polla que ahora estaba ensalzando la había penetrado miles de veces por su vagina, pero claro, nunca, que ella supiese por el ano, por lo que era imposible que la reconociese.
La otra chica se arrodilló delante de nosotros, levantó las piernas de mi mujer sobre sus hombros, metió la cabeza entre ellas y comenzó a lamer el coño de mi esposa que comenzó a gozar como una loca. Gritaba y se retorcía de gusto diciendo:
– ¡Aaah… que gusto… chúpame el clítoris… sí… sigue… sigue…!.
De pronto noté que una mano acariciaba por debajo de mis huevos, se acercaba a mi ano y lo tocaba por fuera. De un golpe, uno de los dedos de aquella chica se coló en mi interior provocándome un ligero gemido de placer. Temí ser descubierto, pero mi mujer estaba demasiado entregada como para darse cuenta. Con aquel dedo en el interior de mi ano, haciendo movimientos circulares, mis envites al culo de mi mujer eran cada vez más profundos y la lengua de aquella chica haciendo estragos en su vulva, pronto comenzamos a sentir que nos venía el orgasmo.
– ¡Aaaah… sí, me viene, seguid… seguid… que gusto…! – gritaba mi esposa.
Mientras se corría pudo notar que mi polla comenzaba a tener espasmos anunciando mi inminente eyaculación.
– ¡Que gusto… me corro…! – gritaba, añadiendo – ¡Pero no te corras dentro, sácala… aaaah… dentro no…!.
Comencé a encularla con furia, cada vez más fuerte mientras el dedo de la chica se había convertido en dos dedos y me abría el culo de forma excepcional. Mi mujer ya se había corrido, así que hice un pequeño movimiento, se la saqué y ella entendió que me quería correr fuera pero no fue así. La empujé para que se levantase, tomé por la cintura a la chica y de un golpe la senté sobre mi polla, ella ayudó y se la metió hasta el fondo de su culo. Comprendió que quería correrme allí mientras mi mujer miraba.
La cara de pánico de mi mujer fue mayúscula cuando descubrió que era yo quien estaba allí y mientras quiso decir no se qué, mi polla ya estaba en lo más profundo del culo de aquella chica que tanto gusto me daba y que comenzaba comenzó a moverse de forma enérgica así que mi orgasmo no se hizo esperar.
– ¿Te gusta cómo me follo a esta mujer? ¡Eres una puta! – le decía yo a mi esposa mientras mi esperma comenzaba a saltar de mi polla hacia aquel culo-
Mi mujer miraba con cara de enojo, miedo, celos… Cuando terminé, la chica se levantó y mi polla salió exhausta de aquel magnífico culo.
– Mira – dije indicándole el ano de la chica – mira como sale mi esperma por su ano…
Entonces metí la cabeza entre las nalgas de aquella mujer y comencé a lamer mi propio esperma que chorreaba desde el ano hasta el coño de aquella estupenda chavala. Ella se aproximó y comenzó a lamer también pero el resto de la historia seguirá en una próxima carta.
Saludos.