Relato erótico
Buen precalentamiento
Después de una larga noche de fiesta, se levantó con resacón y recibió la llamada de una chica que le habían presentado hacia un tiempo. Empezaron a mensajearse y a tener conversaciones “calientes”. Una amiga que estaba al corriente de todo le dio una sorpresa al invitarla a su fiesta de cumpleaños.
Ricardo – ELCHE
La historia que aquí os cuento se inició hace aproximadamente un año, Un domingo al levantarme con la resaca habitual del sábado me encontré un mensaje en el móvil de alguien que nunca hubiera esperado, se trataba de Sonia. ¡Que sorpresa!
Sonia era una chica que había conocido cinco años atrás en una de esas noches locas de verano en la playa y que nunca más había vuelto a ver. Sabía de ella por una amiga común, pero nada más, vagamente recordaba como era físicamente, y pese a tener su móvil nunca habíamos osado llamarnos. Ella tenía novio, es más, aun lo mantiene, y yo hasta hacía poco también había estado saliendo con una chica. La noche que nos conocimos nos enrollamos y la verdad es que lo pasamos bien, pero no pasó nada más.
En el menaje me preguntaba como me iba y si aun estaba soltero, yo evidentemente le conteste que sí, y que si ella también lo estuviera lo podríamos pasar genial. Su respuesta fue un poco ambigua pero me incitaba. Yo le contesté que no me pusiera caliente, que me acababa de levantar y después del calentón de la noche uno no está para tonterías, a ello ella me contestó que lo que me pondría realmente caliente sería ella desnuda sentándose encima de mi polla. ¡Quedé perplejo! Ya podéis imaginar que mi polla despertó de golpe, empecé a seguirle el juego y a ponerme más cachondo y aunque de repente dejó de contestarme, yo ya estaba como una moto.
En la ducha me hice una paja imaginando como me follaba a Sonia, esa chica que solo había visto una vez, imaginé como realmente se sentaba encima de mi polla bajando lentamente hasta metérsela toda en su coño, como galopaba encima de mí, como sentía su aliento y como gritaba de placer cada vez que se corría.
Los días siguientes a aquel domingo seguimos con los mensajitos, incluso aquella misma tarde de domingo la cosa se caldeó mucho más, siempre a través de mensajes, y llegué a desear locamente follarme a Sonia. Ella me decía que quería comerme la polla, hacerme una mamada como nunca me la habían hecho, pero como contrapartida yo debía de comerle el coño, algo que hasta aquel momento nadie le había hecho. A su novio parecía darle reparo y la pobre, que solo había follado con él, ardía en deseo de que alguien le repasara bien el coño con la lengua. Yo le decía como se lo comería y ella parecía ponerse realmente cachonda con mis mensajes.
La verdad es que habíamos llegado a la conclusión que nos debíamos un polvo de aquella noche de verano de hacía cinco años, y aquellos primeros mensajitos solo eran la avanzadilla de lo que los dos creíamos desear, pero que a la práctica era poco probable de realizar. Nos separaban unos 60 kilómetros y que ella tuviera novio ponía freno a sus anhelos.
Los días pasaron y podéis imaginaros que Sonia se convirtió en la protagonista de mis masturbaciones, tenía ganas de hacerme pajas siempre que ella empezaba a enviarme mensajes: en el trabajo, en casa, cuando estaba conduciendo… hasta que un día decidí llamarla y después de cinco años volví a sentir su voz. La conversación que mantuvimos fue breve y hablamos poco de sexo ya que parecía darnos reparo a los dos, pero las sensaciones fueron positivas, pese a que me convencí que poder realizar la fantasía que nos unía era realmente imposible.
Poco a poco y con el paso de los días intenté convencerla de que nos viéramos, pero ella era reacia a cualquier encuentro, pese a ello no negaba que se moría de ganas de que le comiera el coño y de poder sentirme dentro. Le enviaba, vía mail, relatos eróticos que encontraba en la red y que servían para imaginarme como podía ser nuestro encuentro, con esos relatos que yo me había masturbado, ella lo hacía después. Pero no eran suficiente reclamo y mis deseos se frustraban cada vez que parecía que la convencía. En sus mails me ponía realmente cachondo y me decía cosas como:
– “Ahora mismo me gustaría desnudarme y meterme desnuda en una piscina mientras tú me acaricias todo el cuerpo y me lames el coño… me pasarías tus labios húmedos por todo mi cuerpo hasta llegar entre mis piernas donde te esperaría otra cosa también húmeda… y yo con impaciencia esperaría tu carne dura entre mis labios… oooh… no puedo más… me gustaría ver como me lames las tetas, las acaricias, las chupas, te las comes… los dos desnudos, yo sobre una mesa estirada y tú de pie, yo gozando de todos tus placeres y tú haciéndome sentir bien… aaah… no puedo más… ya siento tu carne dura entre mis piernas… cuando pienso que me podrías comer el coño me noto mojada y te deseo tanto que hago cosas malas… pese a que sola no mola tanto, ya lo sabes… a veces cierro los ojos e intento imaginar como sería, pero seguro que me quedo corta, no se pueden comparar los sueños con la realidad… mira estoy súper caliente, pero lo que tú me puedas hacer no me lo puedo hacer yo sola, así que te deseo, deseo que me la metas bien dura, que lamas todo mi cuerpo, que me comas el coño, que me hagas gritar de placer… pero eso no es todo, tu también te lo pasarías genial, te la comería hasta que te corrieses de gusto y cuando ya te hubieras corrido te haría un strip-tease para ti solo que te la pondría tan dura que no podrías esperar a que se acabara la canción y me follarías allí mismo con las máximas ganas que pudieras tener… te dejaría que me pasaras la polla por todo mi cuerpo, la cara, entre mis tetas y dentro de mi vagina, que te fueras moviendo, primero, suavemente y luego cada vez más fuerte, hasta que tu semen saliera disparado dentro de mí… te encantaría… sabes que hice… me desnudé y me metí dentro de la cama, allí sentí como me metías la polla por detrás, como me follabas con tu polla dura y grande… aaah… me gustaba mucho y mientras imaginaba esto mis dedos no podían dejar de tocar mi clítoris húmedo, inflado y caliente, que deseaba ser comido por tu lengua, te llamaba para que te lo comieras y me volvía loca de placer pensando que mi sueño se podía hacer realidad, más tarde me metía tu polla en la boca y la chupaba arriba y abajo mientras tú me pedías más, yo estaba muy caliente y quería que te corrieses en mis tetas, pero antes quería que me volvieses a follar y follar y follar y follar… me quería quedar sin aliento, correrme hasta tener la mente en blanco, aaaah…”
Estas eran algunas de las cosas que me escribía Sonia, podéis imaginar que aun me pongo cachondo al leerlas. Los días pasaron y al llegar la fecha de mi cumpleaños, que coincidía con un fin de semana, decidí ir a ver a Lola, la amiga común que tenemos Sonia y yo, ya que hacía muchos días que no nos veíamos, y así aprovechar y celebrar mi aniversario con ella y unos amigos, entre ellos su prima, a la que debíamos de ir a recoger a la estación de tren. El lugar de encuentro era una ciudad a medio camino entre donde vivo yo y donde vive Lola, ya que buena parte de nuestros amigos son de allí.
Lola, que estaba al corriente de lo que estaba pasando entre Sonia y yo, aunque no sabía hasta que punto nos deseábamos, no hacía más que decirme que me olvidara de Sonia, ya que tenía novio y no era plan de ir tocando los cojones a la pobre de su amiga. Todo aquello me olía un poco extraño, pero es evidente que no podía sospechar que algo podía pasar ya que Sonia se había negado una vez y otra a un encuentro, pese a ello me daba la impresión que algo se estaba forjando.
Al llegar a la estación de tren estaba lloviendo, yo y un amigo de Lola nos esperamos en el coche mientras Lola iba a recoger a su prima al andén y La sorpresa fue mayúscula cuando quien apareció corriendo hacia el coche no era la prima, sino… ¡Sonia! ¡Que sorpresa! Mitad incrédulo y mitad acojonado no hice más que sonreír, mientras Lola me decía que ese era su regalo de cumpleaños.
Tras la cena los cuatro comensales decidimos cambiarnos de ropa para adentrarnos ya definitivamente en la locura de la noche. Unas fotos son el único testigo de lo que pasó esa noche y en ellas se retrata justo ese momento en el que acabábamos de vestirnos. De vez en cuando las miro pues me las envío escaneadas Sonia, y recuerdo perfectamente aquel momento, y no dudéis que ello me excita profundamente.
Yo me vestí completamente de negro, pantalón y camisa, y Sonia vestía una falta negra por media rodilla y una blusa también con tonos negros. La verdad es que no estábamos nada mal el uno al lado del otro y desde el primer momento en que la vi con la falda, la curiosidad de saber que era lo que realmente escondía, o mejor dicho saber si realmente su coño deseaba lo mismo que deseaba mi polla, creó en mi una sensación de inseguridad, pero a la vez de morbo que nunca había experimentado.
El primer local al que fuimos estaba casi vacío, subimos al primer piso, donde Lola conocía a una de las camareras, y decidimos empezar a beber para así iniciar el proceso de desinhibición. Sonia se acercaba a mí poco a poco, pero yo prefería guardar las distancias. Los minutos pasaron. Cayó el segundo cubata, y Lola se acercó a mí, susurrándome al oído:
– Sonia dice que le sigues gustando y que tiene ganas de que te la folles, ¿lo harás no? – como mi única respuesta fue una sonrisa, Lola insistió -Fóllatela a lo salvaje, a lo bestia, pero sobre todo cómele el coño, esta loca porque se lo hagan.
No dudé en ningún momento que lo que me decía Lola era verdad, y me excitaba que me lo dijera ella. Ante una situación así uno no sabe como actuar, pero justo antes de irnos hacia otro local y mientras apurábamos el ultimo sorbo, me acerqué y busqué su lengua. Fue corto pero contundente.
En el segundo local ya estábamos bastante fuera de lugar, pronto empezamos a tocarnos, no dudo que Sonia descubriera rápido mi excitación, a la vez Sonia y Lola jugaban y se acariciaban ante nosotros, incluso llegaron a besarse. La gente que nos rodeaba nos miraba atónitos y por lo que parecía les gustaba lo que veían. Yo acariciaba a Sonia, buscaba su culo, sus curvas, mientras le comía la lengua, era algo parecido a pasión salvaje, no era el rollo de una noche, era algo que los dos deseábamos. El espectáculo era fascinante, ojalá ahora pudiera ver lo que hacíamos allí entre toda la gente, en ningún momento nos cortamos de nada, probablemente ahora me cortaría para hacer algo así.
La noche acabó en un discoteca pequeña, abarrotada de gente, ahora mismo no recuerdo si estuvimos mucho rato o poco, íbamos muy borrachos e intentar recordar lo que pasó es difícil, recuerdo que subimos a una especie de escenario que estaba vacío y se hacía servir de podium, allí había mucha más gente, nos mezclamos entre ellos y seguimos el juego del local anterior, pero aquí mis manos entraron en acción, buscaron su coño por la parte superior de la falda. Recuerdo que me costaba, pero que llegué a acariciárselo, ella me bajó la bragueta y buscó mi polla que estaba grande y dura e hizo el intento de hacerme una paja, pero era difícil. Estábamos los dos como locos y recuerdo que le susurré al oído que le iba a comer el coño y ella me contestó que me iba a comer la polla como nunca me lo habían hecho. Ahora me excita pensar que podríamos habernos colado en el lavabo y allí ella me la podía haber chupado hasta correrme en su boca, pero eso no pasó, y me excita pensar que podía haber pasado.
Una vez de vuelta al piso Sonia y yo dormíamos en la planta superior y Lola y Paco en la planta inferior. Nos dirigimos directamente al dormitorio y allí seguimos acariciándonos, estábamos muy excitados, empecé a quitarle la ropa, acaricié sus pechos, estaban duros, no eran ni grandes ni pequeños y pasé mi lengua por sus pezones, luego nos reclinamos en la cama, ya casi sin ropa, Ella en ropa interior y yo con unos slips azules. Poco a poco pasé mi lengua por todo su cuerpo hasta llegar la sus bragas y allí, por encima de la ropa, empecé a pasar mi lengua. Estaba realmente mojada, sus bragas estaban muy húmedas y decidí sentir esa humedad en mi lengua, así que se las quité. Ella estaba muy excitada, pensar que mi cabeza estaba entre sus piernas la volvía loca. Empecé a comerle el coño, suavemente, mientras con un dedo buscaba su clítoris y lo encontré fácilmente. Estaba grande e hinchado, pase mi lengua por encima de él, otro dedo lo introduje en su coño y mientras mi lengua seguía trabajando, Sonia dejaba escapar algún grito de placer y eso a mí aun me excitaba más. Con sus manos se agarraba a la cama y me decía que no parara.
Cuando se calmó me dijo que había sido fantástico y que me tumbara yo. Me quitó el slip y agarró mi polla con las dos manos, empezando a hacerme una paja mientras me tocaba los huevos. Pronto noté como su lengua me acariciaba los huevos y desde ahí subía hacia el capullo.
Al mirar vi como su lengua estaba en mi capullo y de repente se metió mi polla en su boca. Recuerdo haber emitido un sollozo de placer y luego empezó a chupármela poco a poco para ir acelerando, notando como su boca hacia presión en mi polla. Nunca me habían chupado la verga de aquella manera.
Al mirar veía como ella se movía mientras me la chupaba hasta que le dije que se girara y pusiera su coño en mi boca mientras seguía chupándomela. Accedió rápidamente y empezamos a hacer el 69, pero ella no paraba de moverse y ello me dificultaba comerle el coño como me hubiera gustado, pero estaba como loca. Se lo hice con los dedos y la lengua, mientras ella me la chupaba sin freno hasta que se corrió en mi cara mientras se lo comía, y yo le tuve que decir que parara un momento porque me hubiera corrido al instante.
Rápidamente me puse un condón, ella se subió encima de mí y mi polla entro fácilmente dentro de ella que empezó a moverse mientras yo le agarraba las tetas, notando que estaba muy mojada. No parábamos de movernos y de decirnos cosas que aun nos excitaban más, lo hicimos de varias formas diferentes, fue un polvo largo y al final me corrí dentro de ella, pero no recuerdo cuantas veces se corrió ella, pero puedo asegurar que mi corrida fue larga e intensa.
Lo que sigue lo contaré en una próxima carta.
Saludos.