Relato erótico
Buen despertar y…
Era sábado por la mañana, se acababa de levantar y hacía calor. Llamaron a la puerta y se sorprendió de ver a su vecina. Llevaba unas bolsas y le preguntó si quería desayunar con ella.
Alfonso – Barcelona
Soy Alfonso de Barcelona y la protagonista es Julia, mi encantadora vecinita de enfrente. Ella tiene 20 años, es morena con el pelo corto, mide alrededor de 1,65 y es delgadita. Tiene unas tetas preciosas y un culito que es toda una tentación, con un agujerito encantador. Vive en el piso de enfrente desde hace seis meses y hasta el otro día, lo único que nos habíamos dicho, era el “hola” y “adiós” cuando nos cruzábamos en la escalera. No podía evitar mirármela de arriba a abajo porque, la verdad, está muy buena y yo notaba que a veces me miraba con descaro, pero sin darme pie a nada.
Un sábado, que estaba solo en casa, tocaron el timbre, alrededor de las diez de la mañana. Abrí como estaba, con un pantalón corto y las zapatillas. No llevaba camiseta porque hacía bastante calor. Por la mirilla vi que era ella y que traía dos bolsas de plástico en las manos. Abrí y me dijo:
– Hola, vecino, como sé que estás solo y yo también me he quedado sola, he pensado que podríamos desayunar juntos y conocernos un poco. He traído unos croissants… – y mirándome con expresión burlona, añadió – Pero tú tendrás que poner la leche, ¿qué dices?
Naturalmente acepté y la hice pasar. Llevaba una camiseta tipo top sin mangas y un poco ancha. No llevaba sujetador porque por los costados, según que movimientos hacía, se le veían as tetas, una faldita corta de vuelo, un tanga de color rosa, como después comprobé, y unas zapatillas playeras. Yo no hice nada para cubrirme el torso y de esa guisa preparé unos cafés con leche y desayunamos. Mientras lo hacíamos, me contaba cosas de su vida, de sus padres, sus amigos, su trabajo y al empezar a hablar de su novio, bueno su ex-novio, se derrumbó. Me contó que se había reído de ella y que después de desvirgarla, se aprovechó y cuando se hartó, a los siete u ocho meses, la dejó tirada.
Al notar que estaba a punto de romper a llorar, la abracé y ella lo que hizo fue abrazarme también. Algunas lágrimas afloraron a sus bonitos ojos negros y levantando la mirada, ante mi sorpresa, me dijo muy firme:
– Quiero que me hagas el amor, quiero que me enseñes cosas, todo lo que el cerdo de mi ex no hizo o no supo hacer, quiero que me hagas tuya y pienso que esto puede ser un buen comienzo…
Sacando lo que traía en la otra bolsa, puso sobre la mesa una brocha, un bote de espuma de afeitar y una maquinilla.
– Primero quiero que me afeites el chocho y luego seré tu alumna más sumisa y aplicada – dijo.
La besé en la boca y cogiendo todo el material, la agarré suavemente de la cintura y la llevé al cuarto de baño. Allí me arrodillé delante de ella y primero le quité la faldita, dejando al descubierto sus pequeñas bragas tanga de color rosa. Se las quité y estaban muy mojadas, así como su lindo coñito, que no tenía mucho pelo. La senté en el taburete que tenemos en el baño y ella se abrió de piernas, empezando a gemir y a ronronear como una gatita en celo. Procedí a cortarle el pelo con unas tijeras y tras mojárselo con agua tibia, extendí la espuma y con la maquinilla, con cuidado, empecé el afeitado.
Ella estaba muy excitada y caliente. Había puesto una de sus piernas en mi hombro, abriéndose aún más. Ella misma se quitó la camiseta. Sus pezones estaban muy duros y empezó a acariciárselos con una mano mientras con la otra me acariciaba la cabeza. Cuando estuvo lista, se lo lavé con agua y le pregunté:
– ¿Te gusta como ha quedado?
Se pasó la mano y me contestó:
– ¡Que suave! ¿Te apetece comérmelo así?
Sin cambiarla de posición, empecé a comerle el conejo hasta que se corrió abundantemente, bebiéndome el delicioso líquido que de él manaba. Al ponerme de pie, ella aún sentada, me quitó el pantalón para descubrir mi gorda y dura polla, comprobando que también la llevo afeitada.
– ¡Que polla más bonita tienes! – exclamó – ¡Te la voy a chupar hasta que te corras!
La cogió con una mano y tras besar y lamer suavemente el capullo, se la metió en la boca iniciando una mamada que daba a entender que aquella zorrita ya lo había hecho más de una vez. Le quité la mano que la aguantaba y ella, poniendo las dos en mi cintura, me la empezó a chupar sin manos, algo que me encanta. De vez en cuanto, levantaba la vista y yo le acariciaba la cabeza, animándola a seguir con aquella formidable mamada. Después de casi 20 minutos, se sacó la polla de la boca y me preguntó, asombrada:
– ¿Todavía no te corres? ¡Vaya aguante tienes, tío!
La cogí y la llevé al sofá, poniéndola boca arriba. Puse mi polla a la entrada de su coño mientras ella decía:
– ¡Sí, sí… métemela, métemela toda y fóllame…!
Se la metí poco a poco y cuando la tuve toda dentro, empecé un metisaca que duró cerca de media hora, en la cual ella se corrió cuatro veces. Cuando me fui a correr, lo hice en sus tetas y Julia, agotada y deshecha, decía, con voz entrecortada:
– ¡Demasiado… que polvo más bueno… qué manera de follar…!
– Pues cuando descanse un poco, vas a ver lo que es bueno – le dije – ¿Te la han metido alguna vez por el culo?
Julia se estremeció y me contestó:
– No, pero si quieres, te lo doy a ti, pero házmelo con cuidado y poco a poco porque mis amigas dicen que duele…
– No te preocupes que ni te vas a enterar – añadí.
Seguimos acariciándonos. Yo le tocaba las bonitas tetas y los duros pezones mientras ella acariciaba mi polla que, poco a poco, se ponía dura otra vez, ante la alegría de Julia que empezó a darle besitos en el capullo, lo que aceleró el endurecimiento del rabo.
Le dije que se pusiera a cuatro patas, con el culito levantado y ella misma se colocó, abriéndose las nalgas con las manos, mostrándome su agujerito anal, donde metí la lengua, haciendo gemir y suspirar a Julia. El agujerito se dilataba poco a poco por lo que cogí su mano e hice que ella misma se metiera un dedo. Luego fui al baño a por crema y cuando volví, seguía con el dedo metido en el culo, pero con la novedad de que se había corrido y el flujo le bajaba por el interior de los muslos. Le saqué el dedo del culo y con los míos se lo dilaté con la crema. Mientras ella mantenía las nalgas abiertas con las manos, yo ya tenía dos dedos en su agujero, que estaba ya bastante abierto. Con paciencia logré meterle tres y cuando lo vi oportuno, le dije al oído:
– Cielo, prepárate porque te la voy a meter en el culo. Procura relajarte.
Se abrió las nalgas todo lo que pudo y poniéndole el capullo en la entrada, de un empujón se la metí. Julia soltó un pequeño quejido y le pregunté si le dolía.
– Si te duele, lo dejamos – le dije.
– Me duele un poco, pero… ¡Sigue, métemela toda, ábreme el culo…!
Se la fui metiendo lentamente, centímetro a centímetro, hasta que desapareció toda dentro de su culo. No tengo la polla muy larga, 19cm, pero sí es gorda, y eso fue lo que le dolió. Me quedé quieto para que su agujero e adaptara al grosor de mi verga hasta que ella, casi gritando, me dijo:
– ¡Fóllame, vamos, fóllame…!
Empecé a meterla y a sacarla lentamente. Estuve dándole en esta posición casi un cuarto de hora hasta que se la saqué y nos pusimos en mi postura favorita. Me senté en una silla y de cara a mí, se la metí otra vez por el culo. Mientras ella subía y bajaba por mi dura polla, yo le comía las tetas, coronadas por unos pezones durísimos y, por lo que comprobé, muy sensibles. Debido a que yo ya me había corrido una vez, estuve casi cuarenta y cinco minutos follándomela por el culo y en ese tiempo ella se corrió cuatro veces más, hasta que, por fin, exploté, llenándole el culo de leche caliente.
– ¡Menos mal que te has corrido… creía que me ibas a reventar! – me dijo mientras me abrazaba y me besaba en la cara y en la boca.
Mi polla seguía dentro de su culo y así estuvimos un rato más, abrazados y besándonos. Luego nos duchamos juntos y con el gel de baño, me hizo una paja que duró cerca de media hora, soltándole mi tercera y última corrida de aquel día, entre su cara y sus tetas.
Nos secamos, nos vestimos y con la promesa de repetirlo, nos despedimos. Como he dicho, no tengo la polla muy grande, 19cm, pero mi gran aguante es lo que gusta a las mujeres que follan conmigo, pues así pueden correrse varias veces y disfrutar de un buen polvo.
Un saludo para todos y hasta pronto.