Bronca con sorpresa

Le corrigió unos trabajos a la hija de unos vecinos y, sin querer, se le colaron entre los papeles unas revistas Clima. Los padres bajaron para hablar con él y la cosa se complicó

Jaime – Orense
Me llamo Jaime, tengo 37 años, aunque cuando ocurrió esta historia tenía 35. Soy un tío del montón, 1,70, moreno, me cuido, hago pesas y tengo una polla de 15 cm. Vivo desde toda la vida en un bloque de pisos y cuando mi vecina Silvia, que estudia la misma carrera que hice yo, me pidió ayuda para que le repasara un trabajo que había hecho. Le dije que me lo miraría y se lo devolví.
Silvia era entonces una chica de 21 años, muy guapa, delgadita, rubia con el pelo muy corto, y unas tetitas y un culito bien prietos.
Le di el trabajo y me olvidé de él hasta que un sábado por la mañana sus padres, Antonio y Rosa llamaron a mi puerta. Los dos tenían la misma edad, 52 años, él 1,80, un poco de tripa, poco pelo e Rosa 1,56, morena, el pelo muy rizado, un poco ancha de cadera, pero con unas tetas preciosas. Como siempre había habido un buen rollo, les invité a pasar, les serví una copa de vino blanco y como traían la carpeta del trabajo bajo el brazo por ello, con una sonrisa, les pregunté:
– ¿No me digáis que os gusta mi trabajo de física?
Lo que no esperaba yo fue que cuando Antonio abrió la carpeta aparecieron unas viejas revistas porno que yo tenía entonces.
– A nosotros nos ha sorprendido que le dieras esto a nuestra hija – dijo Rosa mientras las ponía encima de la mesa.
– Y nos ha sorprendido más que tú tuvieras unas revistas así – añadió Antonio, abriendo un par de temática bisexual.
– Yo… yo… – balbuceaba sonrojado – no me acordaba de que estaban ahí – traté de disculparme.
– Tranquilo Jaime, que nuestra hija está curada de espantos – dijo Antonio.
Entonces Rosa se sentó muy cerca de mí, tocándome con sus tetas mi brazo y mostrándome las revistas me dijo:
– Pero lo que nos extraña son estas dos.
– ¿Te gustan los tríos bisexuales? – me preguntó Antonio.
– Bueno… cuando era más joven había fantaseado alguna vez…- balbuceé de nuevo.
Ahora las tetas de Rosa estaban apoyadas totalmente en mi antebrazo y eso me la puso tiesa.

– ¿Has hecho algún trío? – me preguntó Rosa mientras acercaba su boca a la mía.
-¿Quieres follar con ella? – me soltó de pronto Antonio sin dejarme contestar.
Mientras él me hablaba le miré y vi que su polla también empezaba a ponerse dura. Quise contestar, pero al abrir los labios Rosa ya me había metido la lengua en la boca mientras su mano acariciaba mi polla.
– Creo que sí quiere -contestó Antonio por mí.
Mientras me morreaba con Rosa, le sobaba el culo, las tetas y al final nos levantamos, sin soltar nuestras lenguas y empezamos a desnudarnos. Al tiempo que lo hacíamos Antonio, ya desnudo, se iba masturbando.
Cogí a Rosa por el culo, por las nalgas, y se lo quise abrir como quien parte un pan, y así empalmados, morreándonos, llegamos a mi cama, allí la empujé y ella quedó abierta de piernas mostrándome un chocho negro y peludo.
– ¡Estoy mojadísima! – decía mientras se metía los dedos en el coño.
Rápidamente me eché encima de ella, lamí su vientre, sus tetas, su coño…yo estaba como una moto. Luego empecé a hacerle una paja mientras que, con la otra mano, le acariciaba los duros pezones.
– ¡Que bien lo haces, Jaime… que bien me tocas… y que mojada estoy…! – no paraba ella de decir.
– ¡Fóllatela ya, no ves que está en celo! – me ordenó Antonio que estaba de pie haciéndose una paja.
La abrí de piernas y se la metí. Mi polla entraba en un chocho húmedo, muy húmedo. Era una pasada. Lo tenía tan mojado que nuestras ingles estaban chorreando. Yo estaba muy salido, se la metía y sacaba, era como si su coño engullera mi polla y yo trataba de recuperarla. De pronto, ella cerró los ojos y empezó a jadear mientras sus duras tetas bailaban al ritmo de mis embestidas.
– ¡Aaa… aaah… que bien… que gusto… ooh… Antonio, me estoy corriendo, amor… Antonio, me están follando. – Rosa se corrió como una cerda mientras yo seguía cabalgándola.
– ¡Córrete cielo, córrete en mi coño! – me dijo de pronto.
Casi en el acto, me corrí de gusto en su mojado coño y acabé rendido, jadeando, mientras Rosa metía su lengua en mi boca y jugueteaba con su chorreante chocho. Me quedé jadeando a su lado mientras ahora Rosa le acariciaba la polla a Antonio, un miembro que medía unos 20 cms.
– Menuda polla calzas, Antonio – le dije mientras su mujer ya tenía el pollón de su marido en la boca – Y que bien te la mama tu mujer.
Cuando Antonio la tuvo bien dura, Rosa se puso a cuatro patas y Antonio empezó a follársela como una perra.
– ¡Tienes el chocho repleto de semen, eres un putón desorejado! – Le gritaba Antonio mientras se la follaba – ¡Te voy a encular como una guarra… abre el culo, que sé que te gusta!
Rosa abrió sus nalgas y Antonio le penetró el ano. Rosa no paraba de gemir y yo aproveché para sobarle las tetas, que colgaban y se bamboleaban a ritmo de la follada. También aproveché para ponerme debajo de Rosa y le seguía sobando los pechos.

– ¡Me corrro, me corrooo… oooh… aaah…! – exclamó de pronto Antonio.
Rápidamente sacó su verga del culo de Rosa y se corrió en su entrepierna por lo que parte de su esperma fue a parar en la mía. Rosa cayó encima de mí, jadeando de gusto y empapándome de semen y jugos todo mi vientre. Antonio también cayó rendido, jadeando y cuando Rosa se levantó para ir al servicio, quedamos Antonio y yo en la cama.
– Que bien folla tu mujer – le dije, pero Antonio, justo en este momento y sin yo esperarlo, me besó en la boca.
Yo no reaccioné y mirándole a los ojos, dejé que su lengua penetrase mi boca mientras sus manos empezaban a tocarme los huevos y la polla. Su lengua buscaba la mía, sus manos trabajaban mi polla, que se estaba poniendo dura y así hasta que se puso encima de mí con mi dura polla masajeando la suya semi flácida, yo estaba en trance, sus manos fueron a mi cuello y yo abrí la boca para que su lengua volviera a entrar en ella, pero Antonio no me la metió, entonces mi lengua salió de mi boca pero tampoco encontré la suya. Mis manos entonces pasaron a su culo y se lo acaricié mientras él seguía frotándose con mi polla, sin besarme. Mis manos subieron hasta su nuca y entonces lo besé y metí mi lengua en su boca.
Me estaba dando el lote con un tío y yo estaba caliente como una puta. Nos besamos y sobamos hasta que Antonio empezó a lamerme el cuello, los pezones, el ombligo, las ingles… Entonces volvió a mi boca, trayendo consigo el semen de su corrida y me lo depositó en mis labios y yo, como un loco, me los chupé. Antonio entonces bajó a mi polla y empezó a comérmela. Yo estaba en una nube, Antonio me la comía con ganas y de vez en cuando me llevaba semen a la boca.
– ¿Te gusta que te la chupe? – preguntó.
– ¡Sí, por favor, sigue… no pares… no pares que me corro… sí, me corro… aaah…!
Me corrí en la boca de Antonio y creo que en mi vida había eyaculado tanto semen. Antonio siguió lamiendo y besando mi blanco capullo mientras yo continuaba en un estado de éxtasis. En este momento entró Rosa y dijo:
– Vaya, parece que los dos hombretones se lo pasan muy bien sin mí – y añadió – Aparta amor mío, que yo también quiero un poco de semen.
Rosa y Antonio se turnaban en lamerme el capullo, luego se morrearon y tendieron cada uno a un lado de mi cuerpo. Nos besamos los tres y quedamos tendidos descansando, aunque mis manos acariciaban ambos cuerpos, la polla de Antonio sus huevos, su pecho, los pezones de Rosa, su ombligo, su coño… mientras ellos se turnaban en besarme.
Estuvimos así un buen rato, hablando de lo bien que lo habíamos pasando y quedando en mantener el trío, aunque acordamos que nos podíamos acostar los unos con los otros cuando nos apeteciera. Ellos me dieron las llaves de su piso para que yo pudiera meterme en su cama cuando yo quiera, y viceversa.
Entonces Antonio se dirigió a mí y me dijo:

– Jaime, tengo muchas ganas de desvirgarte, aunque no tengo prisa, pero es algo que me apetece desde hace mucho tiempo. ¿Tú quieres que te folle?
Al mismo tiempo que me decía esto, me besaba en la boca, me cogía por la cintura y nuestras pollas volvieron a rozarse, mientras Rosa se dedicaba a acariciarme las nalgas metiendo un dedo en la raja de mi culo y en mi ano, al tiempo que Antonio y yo nos morreábamos hasta que Rosa empezó a follarme el culo con dos dedos.
– Cuando quieras, Antonio, siempre he tenido esta fantasía y creo que más adelante, mi culo será tuyo – le di un buen morreo y me giré hacia Rosa.
Entonces fue Antonio el que empezó a acariciarme el culo y yo comencé a morrearme con Rosa, cuya lengua habilidosa conseguía ponerme a cien. Cuando mis manos masajearon sus pechos, me dijo:
– ¡Joder, Jaime, tú sí que sabes besar!
– Mira Rosa, siempre he querido hacer una cosa y tú me puedes enseñar – le dijo yo.
– ¿Qué quieres hacer? – me preguntó.
– Pues que me enseñes a comer un rabo.
Rosa sonrió, me besó y dijo:
– Eso está hecho, acerca tu boca aquí, descapullada, ahora dale un beso… – Rosa guiaba todos mis movimientos – Ahora bésale los huevos, sí, así… – la polla de Antonio se empalmó de golpe – Pajéala un poco, pon los labios en el falo y súbelos hasta el capullo.
Rosa y yo nos alternábamos en los movimientos y cuando mis labios llegaron al capullo, ella me dijo:
– Ahora rodéalo con la lengua… sí, así – yo lo hice y mi lengua lamía el capullo del rabo empalmado de Antonio – Ahora pon los labios así y vete metiendo el rabo en la boca.
Rosa se metió los 20 cms en la boca y luego, nuevamente, se la sacó y me acompañó hasta la verga de Antonio, que costó muy poco para que, poco a poco, empezara a metérmela en la boca.
– Así, suave, arriba y abajo, poco a poco… ¿Ves como es fácil?
Estaba concentrado, me gustaba el sabor la polla, cuando Antonio me
cogía la nuca y acompañaba los movimientos de mi primera mamada.
– Venga Jaime, aumenta el ritmo, que me quiero correr, me la estás mamando muy bien – decía Antonio que, con sus manos, aumentaba el ritmo, acariciándome la nuca.
Mi boca se fue acostumbrando al metisaca y empecé a coger ritmo y pronto Antonio soltó mi nuca y dejó que lo hiciese Rosa.
– ¡Chúpala puta, chúpala bien… que bien lo haces… que bien… me corro, me corro.
Antonio se corrió en mi cara, su semen salía con fuerza de su capullo y chocaba en mi cara y en mi cuello.
– ¿Te ha gustado? – preguntó.

Pero antes de que contestara, Antonio me cogió por la nuca y empezó a morrearme, lamiendo y chupando el semen de mi cara mientras Rosa se había amorrado a la polla de Antonio para exprimirle el semen que todavía le quedaba.
Nos besamos los tres. Estábamos algo cansados, pero cuando Antonio se levantó para ir al servicio, Rosa y yo empezamos a sobarnos otra vez. Rosa, al rato, se puso a horcajadas encima de mi boca y empezó a restregarme el coño por mis labios.
– Ahora me toca a mí – dijo – vosotros os habéis divertido antes, así que ahora … cómeme el coño, cielo.
Literalmente me folló con su chochazo la boca diciendo:
– ¡Sí, así…! ¿Te gusta mi coño?
Mi lengua trabajaba su clítoris y los labios de su coño, húmedo, encharcado y le dije:
-¡Que caliente que estás me encanta tu chocho!
El ritmo empezó a crecer, sus embestidas en mi boca eran brutales y no paraba de decir:
– ¡Que bien me lo comes… así, así, sí, sí… que duros tengo los pezones…! – añadía mientras se los acariciaba.
De repente cambié el ritmo de mi lengua sobre su abultado clítoris y ella empezó a convulsionarse.
– ¡Ah… ah… sí, sí… me corro… aaah… sí, que bien…! – y así se deshizo su chocho en mi boca y en mi cara.
Estuvimos otra hora los tres en la cama, nos besamos y nos sobamos, aunque nuestras pollas ya no dieron más de sí.
Este encuentro acabó así, pero el trío todavía dura, aunque eso ya os lo contaré más adelante.
Besos y mamadas para todos los lectores y lectoras.