Relato erótico

Bellos y hermosos recuerdos

Charo
16 de octubre del 2018

Han pasado más de 10 años desde que se conocieron y se montaron el primer trío. Se conocieron en un cine y quisieron recordar su primer encuentro. En esta ocasión, pasó algo diferente.

José María – MADRID
Amiga Charo, tengo una pareja amiga con la cual llevamos haciendo tríos desde hace más de 10 años. Nos conocimos en un cine que, en esa época, era el paraíso de los mirones y exhibicionistas, donde encontrar parejas para tríos o solo para mirar no era cosa tan complicada, pero todo eso se terminó desafortunadamente y ahora es bastante difícil contactar en los cines pequeños que tenemos ahora. Esa es mi percepción, quizás sí existan y no sé cuales son.
Pues después del cierre de esos cines y de todos los del centro para convertirlos en multisalas, dejamos de tener nuestros encuentros en los cines, ahora siempre que nos vemos lo hacemos en mi apartamento y ahí hacemos el amor de una forma siempre satisfactoria entre los tres, aunque siempre tenemos la nostalgia de todas las aventuras y bellos momentos que vivimos en esas salas.
En nosotros existe algo de deseo y excitación que nos lleva a disfrutar haciendo cosas íntimas en lugares públicos, y esa excitación y la nostalgia nos a llevó a pensar en volver a algún cine y recordar viejos tiempos. Con esa idea en mente decidimos poner manos a la obra y volver a hacer lo que tanto nos gustaba, escogimos un cine, el día y la hora para vernos. Carmen y Antonio, así llamaré a mis amigos.
Me llamaron y quedamos en vernos el lunes a las 6 de la tarde en la sala 1 que es la mas grande y por lo mismo la más apropiada para tener la máxima intimidad posible, de un determinado local.
Llegué puntual a la cita, compré mi entrada y entré en la sala, estaba muy oscuro, magnífico para el plan, pasaban una película de piratas, la segunda parte, que tiene momentos donde la oscuridad en la pantalla es bastante y eso es bueno para no llamar la atención. Cuando entré en la sala esperé un momento a que mi vista se acostumbrara a la oscuridad. Ellos ya estaban allí, sentados en la parte más discreta, la parte derecha y hasta las últimas filas. Yo me senté en la fila siguiente, justo delante de Antonio para poder girarme y ver a Carmen sin dificultad. Ese era el plan, llegar como si fuera un desconocido y repetir esas escenas que tanto nos calentaban en el pasado. De esa forma fue como nos conocimos.
Ella iba con una falda blanca tableada y un top en la parte de arriba, pero antes de seguir diré como es ella. Nuestra Carmen es una mujer madura, ronda los 50 años, nunca le he preguntado su edad en verdad, es morena de piel, pelo negro, mide 1,68, piernas largas no muy llenitas pero atractivas y siempre usa liguero, erótica y cachonda prenda, tiene mucha nalga, aunque su principal atractivo no es el trasero ni sus caderas. Está un poco llenita sin llegar a gordita, pero definitivamente su máxima virtud son sus grandes tetas. Tiene un par de tetas enormes. No sé de tallas y copas, solo sé que son las más grandes que he visto, un par de preciosas blancas y firmes tetas, de aureolas claras y pezones largos y gordos.

Cada una de esas tetas no la puedo abarcar con las dos manos. Suelo cogerlas y llevármelas a la boca usando las dos manos y aun queda espacio sin tocar.
Pues bien, ya instalado en mi butaca me giré a mirar hacia atrás, recordando como hacía en esa época pasada, con discreción, disimulo y con mucha tranquilidad, muy sutilmente. Antonio se había sentado del lado de la pared y ella hacia el pasillo, los dos a media fila, y él empezó a subir la faldita tableada blanca y pude ver sus piernas envueltas en una medias claras, que ella cruzó para hacer más sensual la vista. La pierna cruzada permitía ver el borde de la media y las ligas a medio muslo. ¡Que sensualidad de visión! De inmediato mi pene empezó a reaccionar y me puse de lado para ver mejor, pero en eso ella bajó la pierna cruzada y separó las piernas, subió su falda hasta la cadera y pude ver en plenitud el coño coronado de pelitos oscuros. ¡Que espectáculo!
Ver a una mujer atractiva en pleno cine con las piernas bien abiertas y la falda levantada hasta la cadera enseñando el coño es un espectáculo único, y me empecé a masturbar sobre el pantalón aunque, al poco rato de estar mirando hacia atrás liberé mi pene del pantalón y dejé que saliera dándole completa libertad a mi verga erecta pues efectivamente tenía ya una erección formidable, había ya alcanzado su máximo tamaño.
Lo tomé con mi mano estando así sentado de lado y acariciándolo sin dejar de mirar las piernas de Carmen y mientras esto pasaba Antonio le tocaba los pechos sobre el top, después se lo levantó y dejó salir esas enormes ubres aun envueltas en un sujetador de color rojo que no llegaba a cubrirlos sino solo los sostenía por la parte de abajo, dejando libre y a mi vista toda la parte alta de sus dos preciosas tetazas. ¡Que escena nos habíamos montado llena de erotismo de lujuria, cubriendo perfectamente sus deseos de exhibicionismo y los míos como buen mirón, como todo un voyeurista!
En esas estábamos, en lo más caliente, cuando sucedió lo inesperado. De repente llegó un hombre y se sentó en la esquina de la fila donde estaban ellos. Claro que vio todo lo que estaba pasando, se dio cuenta de lo que hacíamos y no quiso perderse el espectáculo. Ni ellos ni yo supimos que hacer de momento, Antonio bajó la falda y el top de Carmen y nos quedamos quietos un rato, dejando pasar el tiempo a ver que pasaba, pero no pasó nada, ni se iba ni intentaba acercarse, ni nada. Pero nosotros no estábamos dispuestos a perder el tiempo sin hacer algo, así que les hice señas para que siguiéramos en lo nuestro sin importar que el otro hombre estuviera ahí.
Antonio subió la falda nuevamente y empezó a acariciarle las piernas a Carmen y yo a mirar sin disimulo. El tipo estaba atento y mirando cada cosa que pasaba a unas cuatro butacas de donde estaba él.

Al rato se levantó y sin ninguna pregunta se sentó junto a ella. Nos quedamos quietos todos. En Antonio estaba la decisión de qué hacer, pero no hizo nada de momento, ni intentó cubrir a Carmen, no le bajó la falda y volvió a seguir en lo que estaba, pasándole la mano por los muslos, siguiendo tocándola y subiendo la mano hasta que llegó a su sexo donde le metió la mano tocando sus pelos. Esto lo interpretó el nuevo cómplice como una invitación a la acción, estiró su mano para tocarle también las piernas y al ver que no había ningún rechazo se sintió en libertad y lo hizo con más entusiasmo.
A los pocos minutos el nuevo amigo ya estaba envuelto en un combate excitante con Carmen mientras Antonio y yo éramos mudos testigos de la pasión que se había desatado entre esta nueva e inesperada pareja que habían formado los dos. El le metía mano por todos lados, se besaban con muchas ganas, él bajaba de repente la cabeza para mamar sus tetas mientras ella le apretaba la cabeza contra su pecho, abría sus piernas y él tocaba su sexo, frotándolo con fuerza. Siguieron así hasta que ella soltó un gemido largo y fuerte. Estaba teniendo un orgasmo. Me giré a mi alrededor, pero ninguna persona se dio cuenta de nada, no oyeron gracias al fuerte sonido de la película, además de que estábamos a algo de distancia de los más próximos y en la parte de atrás de la sala, prácticamente solos. Fue un orgasmo intenso y largo, dándome cuenta de que lo disfrutó pues la conozco y sé bien cuando disfruta una corrida, y esa había sido una de muy buena.
Mientras eso pasaba, Antonio y yo estábamos tocándonos la polla, cada uno se hacía una caliente pelada, los dos mirando a Carmen y al nuevo amigo y cómplice, que seguían en su rollo pues, después del orgasmo de Carmen, él se sacó la verga, que pude ver que era de mediano tamaño pero algo gorda, tomó la mano de Carmen y la llevó a su pene, ella lo envolvió en su mano y empezó a frotarlo como bien sabe hacerlo. Se notaba que le gustaba porque imprimía mucho entusiasmo a las caricias que le daba. Seguían besándose y él acariciando sus tetas que ya estaban completamente fuera del top y del sujetador, y que con la luz de la pantalla se notaban preciosas en todo su esplendor, blancas, enormes, mamadas a cada momento por él que solo las dejaba para besarla en la boca, pero de inmediato volvía a ellas.
Yo sé lo que es mamar esas tetas, son una delicia, tenerlas entre las manos, suaves, tibias, pesadas, es una experiencia única, sabia muy bien lo que sentía este amigo y más ya que mientras hacía eso Carmen seguía masajeándole la verga sin detenerse, hasta que pasó lo que tenía que pasar.

De repente separó su cabeza de las tetas, se tensó sobre su butaca, resopló fuerte, gimió, apretó la mano de Carmen con las suyas y empezó a echar abundante leche sobre la mano de ella, pero mi amiga sin soltarle la verga, la apuntó hacia delante para que el semen no cayera sobre el pantalón. Siguió saliendo leche por unos momentos pues este hombre se corrió de forma fenomenal, parecía que llevaba un buen tiempo sin vaciarse. Fue una buena corrida, intensa, abundante y la leche que disparó fue a caer parte en la mano de ella y otra en el piso.
Antonio y yo mirábamos todo eso con mucha atención y cuando esa verga dejó de tener contracciones ella se giró y le pidió papel a Antonio, tomó los pañuelos y le limpió la verga al amigo, después se limpió la mano y con más calma se besaron. Fue un beso lleno de satisfacción, de agradecimiento, largo y abrazándose fuerte los dos, después del beso hablaron algo entre ellos, él se despidió en voz baja de nosotros, se levantó y se fue.
Carmen se quedó totalmente desmadejada en su asiento, el tipo le había sobado el coño con mucho entusiasmo y fuerza, estaba rendida. Decidimos salir antes de que terminara la película. Así que salimos, subimos a mi coche y nos fuimos a mi apartamento a hablar sobre la experiencia vivida, el erotismo que sentimos y claro Antonio y yo a saciar nuestras ganas aún no satisfechas, dándole entre los dos una excelente follada a Carmen.
Besos de los tres.

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