Basta de rutina

Quiere a su marido pero, últimamente, “necesita más”. El sexo es aburrido y poco satisfactorio. Se ha cansado de usar juguetitos y le ha echado el ojo a un chico de su oficina.

Rosa – Palma de Mallorca

Estoy casada desde hace veinte años. Diría felizmente casada si no hubiera un “pero” que considero importante: sexualmente somos una pareja tremendamente aburrida. Mi marido es metódico hasta para eso. Lunes cine, miércoles cena con los amigos, viernes visita a sus padres y sábado sabadete… si hay suerte y algo de ganas, un rápido polvete. Es así desde hace unos cuatro años.
Por mi parte, he ido acostumbrándome a esta austeridad sexual y aun que mi marido lo ignora, en el cajón de mi mesilla tengo desde hace tiempo un sinfín de juguetes eróticos que me alivian cuando tengo ganas de una follada y no tengo una buena polla a mano.
Últimamente estoy insaciable, lo reconozco. Provoco a mi marido, me insinúo, lo busco bajo las sabanas pero, siempre está ocupado, cansado o ausente, por lo que las noches de calentón e insomnio comienzan a ser un problema al que he decidido poner remedio.
La sola idea de ser infiel es excitante, me provoca, pero reconozco que siempre se queda en eso, una idea. Posibilidades tengo, que a mis cuarenta años aun despierto pasiones entre los tíos. Además, me gusta seducir con ropa sexi y de un tiempo a esta parte mi ropero es más parecido al de una veinteañera que al propio de una mujer ejecutiva.
Trabajo entre hombres y sé bien cómo me miran y los comentarios que hacen por lo bajo a la hora del café y me gusta, para que negarlo. Además, fuera modestia, sé que estoy de muy buen ver.
Soy pequeña de estatura, pues apenas paso el metro y medio, mi pecho es pequeño, y la gravedad aun no ha mellado en el por lo que puedo lucir sin pudor escotes generosos sin necesidad de sujeción.
Mis curvas son pronunciadas. Una buena cadera, una fina cintura y unas piernas muy bien formadas gracias al gimnasio tres días por semana.
Le tengo el ojo echado a un yogurin que desde hace meses trabaja para mí y al que me gusta escandalizar con mis comentario y seducir, y que debido a su poca experiencia termina ruborizado casi siempre. Se llama Víctor y tiene 23 años.
Desde que comenzó a trabajar para mí, lo he nombrado secretamente mi pupilo y la complicidad entre ambos es notoria. Me vuelven loca sus ojos picarones, su sonrisa y sus manos, pero lo que realmente me hace perder la cabeza es su modo de mirarme cuando cree que no lo observo.
Él es el motivo de mis calentones.

Cuando pienso en sus ojos burlones, en su voz casi infantil, en su perfecta sonrisa y en el pronunciado bulto que esconde bajo sus pantalones, comienza un cosquilleo en mi entrepierna que termina por mojar mi braguita y termino con la urgencia de masturbarme allí donde esté.
No le soy indiferente a Víctor, eso lo sé, y me he propuesto meterlo en mi cama cueste lo que cueste.
Tengo puestas mis expectativas sexuales en ese chico y cuando algo se me mete entre ceja y ceja….es por eso que desde hace un tiempo y como por casualidad, dejo que mi culo roce su entrepierna al subir en el ascensor con la excusa del gentío; o bien cuando estoy pidiéndole que me fotocopie algún documento y nos separa mi mesa, me inclino hacia adelante sabiendo que desde su posición mi escote se vuelve algo más que generoso. También me muestro más afectiva.
Aun así, el no parece enterarse de las señales que le lanzo, o bien se entera y las ignora, aun que reconozco que algo he avanzado y es que, en alguna ocasión, cuando coloco mi culo en su paquete lo he sentido duro e incluso juraría que lo acerca y aprieta.
Hoy le he pedido que me acerque hasta casa con la excusa de que mi marido se ha llevado el coche esta semana y le he dejado caer que estará ausente por trabajo. Lo tengo todo planeado y de hoy no pasa. El cabrón me va a follar y no lo sabe aun.voy a la caza y no dejaré que la presa escape. Llevo todo el día mojada, caliente; imagino cómo será tener su polla dentro de mí y me excito tanto que he de meterme en el baño y masturbarme con rabia hasta la saciedad.
Ya en su pequeño coche, le dejo caer:
-¿Por qué no te quedas a cenar esta noche en casa? Odio cenar sola.
-Oh, no…no quisiera darte trabajo -me contesta titubeante-
-Voy a cenar igualmente Víctor, y supongo que tú tienes que cenar también, así que no será molestia. ¡Venga! te quedas y preparo algo bueno.
Esta última frase la suelto de un modo sensual y lo nota por que se pone rojo como un tomate. Está impresionante. Camisa blanca y vaqueros ajustados. Huele de maravilla y está afeitado.
Me mojo pensando en su cuerpo desnudo. Mi coñito está caliente y aprieto mis muslos provocando una deliciosa sensación.

De vez en cuando roza mi pierna con la excusa de cambiar de marcha, pero sé que lo hace a posta por que intenta subirme aun más la tela de la falda y su mano no se detiene en la palanca solamente. El trayecto es corto, pero se me hace una eternidad.
Quisiera poner mi mano en su paquete bulto y comprobar si su polla está tan dura como espero, pero creo que no es conveniente hacerlo mientras conduce y tendré que esperar para verlo.
Una vez en casa, me paseo varias veces innecesariamente delante de él. He calentado algo de pollo y saco varios embutidos y quesos para untar. Me acerco con la bandeja hasta la mesita auxiliar y me siento en el sillón frente a él. Dejo mis piernas algo separadas, e introduzco la falda entre mis muslos, sabiendo que la tela deja adivinar la rajita mi coño rasurado sin ninguna duda.
Solo ver su pulso al coger el plato, he sabido que es consciente en todo momento de cada uno de mis movimientos y mis actos. Inocentemente me inclino para ofrecerle una bebida, y por fin reacciona. ¡Caramba con mi joven acompañante!
Me agarra el mentón separa mis labios y me introduce un dedo en la boca.
No aparta su mirada de la mía mientras chupo lentamente y succiono. Mi excitación va en aumento. Con la otra mano cogiendo el escote de mi camiseta tira de mi, hasta ponerme de rodillas frente a él.
-Mira que eres golfa -me dice con voz ronca- cómo has gozado calentándome. Ahora vamos a jugar y te voy a dar lo que has estado buscando.
Oírle hablar con ese tono en su voz me hizo gemir de placer y humedecerme aun más.
-Vas a comerme la polla y lo vas a hacer despacito para que pueda disfrutar de tu boca.
Me quedo muy sorprendida al sacarle los pantalones y el slip. Tiene la polla más grande que haya visto nunca. Es preciosa y gruesa. Esta erecta, firme y dura y no tardo un segundo más en comenzar a saborearla.
Yo me esmero, quiero hacerle una buena mamada, comerme entera su polla y la chupo toda con ansia. Quiero devorarla. Me la introduzco en la boca y juego con mi lengua en su punta, arrancándole gemidos y suspiros…
Noto como en volandas me arranca de su verga para sentarme en ella. La embestida es brutal. Pero yo estoy tan mojada que entra sin dificultad en mi coñito pelado. Mi clítoris palpita de deseo. Lo noto durísimo mientras choca con el final del tronco de la verga.
Se incorpora y me dice que me incline hacia adelante, a cuatro patas, que quiere ver lo mojada que estoy y mi coño rosadito. Me echa la falda hacia arriba y comienza a masajear mi coño con sorprendente delicadeza.
Por detrás, con su dedo corazón acaricia mi clítoris y va introduciendo el pulgar con mucha habilidad. Estoy tan caliente que solo deseo sentirlo dentro de mí. Noto como escupe en el ano e introduce un dedo. Jamás antes nadie ha entrado ahí, y el placer que me produce es indescriptible.
Tengo una mano ocupándose de mi conejito, y otra dándome placer por el culo. Jadeo como una loca, noto como mi flujo resbala por mis muslos y como ahora, Víctor se detiene a lamerlo y saborearlo y esa visión me enloquece aun más.
-Voy a follarte toda, nenita, te la voy a meter entera por el culo hasta que no puedas mas…

Acabo de incorporarme de espaldas a él y me tira del pelo, dejando mi cuello a su alcance. Me acaricia nuevamente el clítoris y yo no me contengo más. Tengo espasmos y veo llegar un orgasmo.
-Córrete guarra -me dice – córrete para mi, quiero ver cómo te corres…
Mi corrida es descomunal. Intensamente descomunal, gimo y me tenso hasta parecer que voy a romperme.
De pronto vuelve a empujarme hacia delante de forma que estoy a cuatro patas con los brazos apoyados en el sofá. Siento la punta de su polla introducirse en mi rajita. Estoy empapada. Llena de flujos. Aun siento espasmos de placer y el empuja hacia adentro y hacia afuera, cada vez con más firmeza.
Noto sus huevos golpeándome y mi excitación vuelve a crecer hasta provocarme otro orgasmo.
-Eso es nenita -le oigo decir jadeando- córrete, te lo mereces por guarra y calientabraguetas, y ahora voy a correrme en tu precioso culito…
-No…Por favor….-le dije- eso duele y yo nunca lo he hecho así…
Deseo que me la meta enterita, por supuesto, pero he oído decir que duele mucho y me da algo de miedo.
-Me lo debes por todas estas semanas de calentón, cacho guarra, he estado matándome a pajas por tu culpa. Me lo debes por cada vez que has puesto tu culo en mi paquete…
Vuelve a escupir en mi agujerito e introduce primero un dedo, después dos y luego tres. Los mete despacito, después siento presión en mi culo, me quema su polla, pero se mezclan dolor y placer y pronto, sin darme cuenta, estoy moviendo yo misma las caderas y poniendo mi trasero en pompa para que me la meta enterita. Es un placer desconocido para mí.
Sentir su polla en mi culo es una sensación muy excitante y pronto mis suaves quejidos de dolor pasan a ser verdaderos gritos de placer. El muy cabrón me folla como nadie.
Vuelve a parar. ¡El tío aguanta como un campeón! Noto que me voy a correr nuevamente y me gira bruscamente empujándome hacia el sofá para ponerse frente a mí.
-Quiero verte la cara -me dice- quiero darte por el culo y mirarte mientras te corres.
Me coge las piernas y se las coloca en sus hombros.

Me estoy volviendo loca de placer. Lame mi coño otra vez, con cuidado para que no me corra mientras jadeo y le suplico que termine con esta agonía.
Su movimiento va aumentando de ritmo. Noto las sacudidas de su polla dentro de mi culo y una ola de placer llega inesperadamente a mí.
-Me corrooooo…
Oigo que el gime, grita y se convulsiona de igual modo y siento como el liquido caliente de su corrida va resbalando por mi culo.
Así quedamos tumbados en el sofá. Rotos, exhaustos, agotados y satisfechos. Comiéndonos la boca suavemente.
-Joder -me dice ahora- no ha estado mal el polvo, pero vamos a cenar, que a eso he venido, ¿no? – me dice algo guasón- luego te daré más.
Quiero que esta noche te sacies. Quiero comerte, saborearte, olerte, tocarte y follarte hasta que me supliques que pare. Quiero que me folles, me comas la polla, la saborees como has hecho antes. Quiero tu rajita mojada, aun nos queda mucha noche y muchas más veces, siempre que lo desees.
Sonrío. No sé quien ha cazado a quien. Da lo mismo mientras su polla me folle. Vuelvo a estar mojada, pero vamos a tomar algo y a recuperar la respiración antes de comenzar de nuevo.
En cuanto vuelva a encontrarme con él, prometo contarlo.
Un beso para todos los lectores de esta estupenda revista.