Relato erótico

Ayudé a mi vecina

Charo
25 de enero del 2019

Eran sus vecinos, pero solo se saludaban cuando se encontraban en la escalera o en la calle. Puri, que así se llamaba, era una mujer atractiva y le sorprendió el día que llamo a su puerta para pedirle un favor.

Paco – BARCELONA
Amigos de Clima, lo reconozco, siempre me mato a pajas, pero no obstante tengo que reconocer que tampoco soy un salido, simplemente me gusta disfrutar de un buen rato aunque sea sin compañía. Y cuando estoy en estos menesteres me pasan miles y miles de cosas por la cabeza, la verdad es que seria capaz de hacer casi cualquier cosa relacionada con el sexo.
La historia de mi encuentro con la mujer de mi vecino se remonta a hace algunos años, entonces yo contaba con 19 y Puri, que así se llamaba aquella diosa, rondaría los 36. La verdad es que ni con ella ni con Javier, que era su marido, había entablado yo por aquel entonces muchas relaciones ya que apenas nos cruzábamos por la escalera en alguna ocasión. Por eso me extrañó cuando Puri llamó a la puerta de mi casa y me pidió si podía arreglarle una fuga que tenía en su cuarto de baño. Yo, a las primeras de cambio dentro de mi mente calenturienta, pensé que me llevaría a su casa, se desnudaría y comenzaríamos a follar como locos, porque lo cierto es que, Puri me ponía y mucho.
Pero cual no sería mi sorpresa cuando llegué a su cuarto de baño y este se encontraba totalmente encharcado y con una cisterna de la cual no paraba de rebosar agua. Lo primero que hice fue cerrar la llave del agua y luego, al mirar por dentro de la cisterna, me di cuenta que estaba medio hecha polvo, así que advertí a Puri que seria cuestión de comprar una nueva. Yo ya me iba para casa, pero ella insistió en que me quedase para tomarme algo a cambio de mi ayuda, a lo cual yo no me negué, pues sinceramente no tenía nada mejor que hacer. Fue cuando me senté en el sillón de la salita que observé que la mesa que tenía justo delante estaba llena por completo de revistas pornográficas, revistas con cosas cantidad de fuertes que hasta entonces yo no había visto nunca. Ni corto ni perezoso empecé a ojearlas hasta que me sorprendió con una de ellas en la mano. La buena de Puri me traía un bocadillo y un vaso de refresco. No pude disimular la erección que por entonces tenía, creo que hubiese sido más embarazosa disimularla que otra cosa. Entonces me dijo:
– Veo que te has fijado en nuestra colección de revistas. La verdad es que tanto a mi Javier como a mi estas cosas nos gustan mucho, y siempre nos gusta ir probando cosas nuevas que vamos viendo en ellas.
– Ya veo ya – respondí yo entrecortadamente.
– Aunque veo por como está tu polla, que a ti también te gustan ¿no?
A esto ya si que no supe ni que responder, me quedé súper cortado, aunque es normal ante la observación que Puri acababa de realizar. Ella siguió diciéndome con la sonrisa en la boca:

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– Tranquilo es algo normal, es lo más natural del mundo.
No sé, quizás ella lo viese normal, pero para mí era la situación más vergonzosa del mundo. Entonces y sin previo aviso, sucedió algo inesperado. Puri acercó su mano a mi paquete y empezó a toqueteármelo mientras me iba diciendo:
– Pues sí, pues sí, mi vecinito tiene una muy buena polla – añadiendo – ¿Te importa que te la coma?
Yo, con un rápido gesto con la cabeza, le dije que no me importaba en absoluto. Y Puri, bajándome la bragueta de mis tejanos, sacó mi polla que para entonces estaba mucho más que erecta. Se la metió de golpe entera en la boca y sentí como me daba un inmenso chupetón en ella, casi me deja seco, después empezó a juguetear con la lengua en el capullo y a mirarme riéndose y diciéndome:
– ¿Verdad que ahora me vas a follar? Dime que sí, cariño, dime que me vas a meter esta pollaza hasta el fondo del coño.
Naturalmente era una situación nueva para mí y al no saber que hacer me limité a coger su cabeza y a obligarle a seguir comiéndome la polla, cosa que le gustó y que aceptó sin discutir. Cuando mi polla ya estaba a punto de estallar olvidé toda mi vergüenza y me decidí a hacer todas aquellas cosas que pensaba cuando estaba en casa pajeándome. Aparté su cabeza de mi polla y la sujeté por la espalda mordiendo su cuello, ella se contoneaba como una serpiente entre mis brazos. Comencé a subir la ancha falda que le llegaba hasta las rodillas hasta llegar a acariciar un culo perfecto, mejor que cualquiera de los que hubiese visto en ningún sueño. Tengo que reconocer que el culo de las mujeres es una de mis pasiones y uno de mis vicios, así que uno de esas características no era cuestión de ser desaprovechado, y sin pensármelo dos veces la puse a cuatro patas sobre el sillón que teníamos justo delante y bajé sus braguitas a la altura de sus rodillas. Empecé a besar aquel culo como un poseso y a lamer aquella rajita tan perfecta que tenía sus dos cachetes. Entonces ella me dijo:
– Si quieres petarme el culo, cariño, vas a tener que mojarme mucho más adentro.
Eso era justo lo que iba a hacer. Ella seguía a cuatro patas diciéndome guarradas que hacían que cada vez me pusiese más y más cachondo. Cogí y abrí bien su suculento culo dejando ante mí un agujero perfecto, redondito y oscurito, con unos pliegues hechos a medida. Ante aquel panorama no pude hacer otra cosa que hundir mi lengua en él como si se tratase del más sabroso de todos lo manjares. Con el contoneo de sus caderas, se me hacia mucho más apetecible aún si cabe. Puri no dejaba de gritarme:
– ¡Venga chico, vas a dejarme el culo bien limpio… quiero que ahora tu lengua trabaje dentro de él!
Cuando consideré que estaba lo suficientemente lubricado le metí un dedo, el cual entró sin mayor esfuerzo, era obvio que no era la primera vez que por aquel culo se introducía algo. Seguí comiéndoselo y escupiéndole para lubricar más aún si cabe aquel agujero, que ciertamente no necesitaba nada para darse de si.
Cuando mi polla apuntó directamente a su culo pensé que aquello iba a ser un poco más difícil, ya que nunca había practicado el sexo anal, aunque no por falta de ganas. Mi novia que era la única chica con la que había estado hasta entonces, jamás me dejó pasar de lo “típico”, según ella lo calificaba. Pero cual no fue mi sorpresa cuando mi polla entró en aquel culo al primer intento. Aquello era maravilloso, un agujerito tan estrechito solo para mí, me resulta difícil expresar con palabras el placer que sentía, con la polla bien adentro de ese culo y notar a cada embestida como Puri gemía de placer, cosa que me animaba más y más, para seguir.
Aprovechaba cada vez que la tenía bien empotrada para agarrarle bien las enormes tetas. Su culo me volvía loco, pero le dije:

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– Bueno Puri, ¿habrá que trabajarte también un poco el coño, no?
Ella rió y me contestó mirando a la puerta del comedor:
– Tranquilo cariño, que para eso ya tengo a mi marido.
Me giré y cual no sería mi sorpresa cuando me encontré con Javier apoyado en la puerta mirándonos, en calzoncillos y con la polla en la mano. Maldita sea… ¡y yo con la mía en el culo de su mujer! Me quedé paralizado y no me dio tiempo a reaccionar cuando vi como Javier se me acercaba. Pensé entonces que me iba a llevar una buena paliza por meterme donde no me llamaban, pero cuando Javier llegó a nuestra altura, me separó de su mujer, se arrodilló ante mí y empezó a comerme la polla de una forma increíble con muchas ganas más que la propia Puri. Yo no sabía que hacer, nunca me había planteado aquella situación, tener al marido de mi vecina agarrado a mi polla y succionándola de aquella forma. Me limité a dejar caer mi mano sobre su cabeza para aprovechar aquel momento de placer. Puri se quedó mirándonos, riéndose disimuladamente, pero sin decir nada. Al llevar aquella increíble mamada un par de minutos de duración, Javier se sacó mi polla de la boca y dirigiéndose a su mujer le dijo:
– Puri, desde luego, el sabor de tu culo se aprecia mucho mejor en la polla de nuestro vecino.
Antes esto Puri estalló en una sonora carcajada. Entonces Javier se dirigió a mí diciéndome:
– Ya veo que te gusta el sexo ¿no? Al menos te gusta follarte a mi mujer. No está bien eso de ir follándose a la mujer del vecino, al menos tendrías que haberme pedido permiso. A ver déjame pensar, como podemos solucionar esto… ¡Ya lo sé! He visto como te ponías comiéndole el culo a mi mujer, supongo que tampoco te importará comerte el mío. Bueno, pero tranquilo que no voy a ser tan malo, para empezar me vas a comer un poquito la polla. ¿Supongo que no te gustaría que tus padres se enteraran de lo bien que te llevas con tu vecina, no?
Eso ya era demasiado para mí, aunque para ser sincero reconozco que más de una vez se me había pasado por la cabeza la idea de comer la polla de algún amigo. Incluso una vez viendo una peli porno con uno de ellos, estuve a punto de proponérselo pero no lo hice por lo que pensaría de mí. Pero aquella situación era diferente porque era aquel tío quien me lo estaba pidiendo y la verdad que yo no estaba por la labor de negarme. Así que cogí aquella polla, que la verdad era muy grande, bastante más que la mía, y la empecé a comer como pude. Esta claro que en esta situación no primaba mi experiencia pero si mis ganas pues Javier pronto empezó a gemir de placer, y Puri que no estaba dispuesta a ser una simple espectadora, Puri se agarró a mi polla empezándomela a comer de nuevo.

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Ciertamente formábamos un trío muy espectacular. Un chico de 19 años, Puri una ama de casa de 36 que se había pasado a buen seguro más de media vida follando y Javier un hombretón de 41 del cual me estaba comiendo su inmensa polla. En esto estábamos cuando Puri dijo:
– Bueno vecinito, ahora que ya estás un poco más habituado dentro de estas prácticas, podrías trabajarle un poco el culo a mi marido como antes lo has hecho con el mío. Ya verás Javier, este chico tiene una lengua que es un primor.
Yo ni siquiera me lo pensé, ya estaba tan y tan caliente que sería capaz de cualquier cosa, por fin estaba dando rienda suelta a todas aquellas ideas que durante tanto tiempo me habían rondado por la cabeza. Me saqué la polla de Javier de la boca, le di la vuelta y me quedé con aquel culo delante de mí. Era evidente, por otra parte, que prefería el culo de Puri, pero como digo, a estas alturas ya todo me daba igual. Javier seguía en pie, pero antes de que yo me propusiese hacer nada con su culo, Puri ya le estaba devorando la polla como una posesa. Tengo que reconocer que Javier tenía un buen culo y sin pensármelo dos veces metí mi cara dentro de aquella raja. Al estar de pie me era difícil llegar hasta su agujero pero decidí llenarlo bien de saliva y estirar mi lengua al máximo, porque me encantaba la idea de estar comiéndole el culo a aquel hombre. Mientras tanto Javier se movía para atrás y para adelante diciendo:
– ¡Así me gusta veros… sois mis dos guarras preferidas!
Eso no me gustó mucho, pero para mis adentros pensé, te gusta pues tranquilo que te voy a dar mucho más. Me puse en pie de repente quedándose Javier y Puri un poco sorprendidos e intenté poner a cuatro patas a Javier para follármelo como hace poco había hecho con su mujer. Pero este se revolvió diciendo:
– ¿Qué pasa que me quieres follar? ¡De eso nada guapo, yo seré quien te folle a ti!
Sin darme casi cuenta y con una fuerza increíble, se puso detrás de mí y me empujó hacia el sillón, entonces me agarró por la espalda alzándome y dejando mis rodillas apoyadas en el cojín del sillón, puso sus manos en mis hombros obligándome a reclinarme dejando mi culo virgen totalmente en pompa a su disposición. Cabe decir que yo tampoco opuse mucha resistencia a estos actos. Pensaba que ahora me lo comerían como yo había hecho con ellos o que me pondrían algún tipo de crema lubricante, pero Javier me abrió la raja del culo, se agachó, me metió un buen escupitajo, se levantó, agarró su polla, me la puso justo a la entrada de mi agujero y entonces me dijo:
– Muy bien vecinito, ahora vas a probar algo que te aseguro que te va a gustar mucho más de lo que hayas probado hasta ahora. Me vas a agradecer que te reviente el culo, ya veras.
A todo esto Puri le animaba diciéndole:
– Venga Javier, métele esa polla al vecino, que te lo está pidiendo a gritos.
Yo estaba un poco asustado y de tan solo imaginar aquel cilindro de carne dentro de mi culo, sentía dolor. Pero a la vez me sentía excitado por el calor que esa polla me estaba dando en mi culito. Javier agarró su polla y me la empezó a meter, mientras que Puri era la encargada de abrir mis cachetes, según ella para que me entrase mejor, a la vez que también iba escupiendo en mi culo y en la polla de Javier, que ya tenía casi la mitad dentro. Entonces empecé a sentir un poquito de dolor, pero la excitación del momento que recorría todo mi cuerpo hizo que mi culo se abriese como un túnel para dejar que aquel hombre me metiese su polla hasta sentir sus huevos tocando con mi carne y Javier dijo:
– Ves vecinito, como no duele tanto. Ahora viene la parte que más te gustará.
Javier empezó a bombear su polla en mi culo y yo empecé a gemir, porque jamás había sentido tanto gusto en mi vida, ni tanta excitación. Seguía sodomizándome sin descanso hasta que de repente me sacó la polla del culo y me hizo arrodillarme frente a él, postura en la que Puri me acompañó sin que nadie se lo tuviese que decir. Javier empezó a pajearse de una forma bestial, pensé que se iba a destrozar la polla y en medio minuto mi cara quedó por completo llena de su semen, los primeros borbotones calientes de su leche me dejaron empapada la frente y ante esto Javier me gritó:
– ¡Pero chico, que esto es un regalo para ti, haz el favor de abrir bien la boca!
Obedecí y Javier se corrió en toda mi boca. Era increíble como podía salir tanta leche. Javier se estaba corriendo y seguía pajeándose y su leche no paraba de llenar mi boca. Cuando acabó me metió su polla, ya menos dura, en la boca y al hacer esto toda la leche que yo conservaba en mi boca empezó a salir por la comisura de mis labios, momento que Puri aprovechó para llevársela a la boca.
En aquel primer encuentro acabé con la boca y la cara llena de semen de Javier y con el culo bien calentito. Pero eso sí, completamente satisfecho porque por fin había podido hacer todas aquellas cosas que me gustaban y que nunca había hecho ni si quiera se me había pasado por la cabeza de plantear a nadie. Además me había follado por el culo a Puri, y eso para mí ya era más que una recompensa, aunque después ellos hubiesen hecho de mí lo que les vino en gana. Pero aún y así me sentí como el hombre más feliz del mundo.
Saludos y ya os contaré más cosas que ocurrieron en compañía de mis vecinos.

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