“Ayudando” a las vecinas

No es el primero, ni será el último que tiene una “aventura” con unas vecinas cachondas. Le gustaban, pero nunca imaginó que algún día llegaría a vivir una experiencia como esta, y por lo visto la cosa se repitió.

Joaquín – Valladolid
Esto es una historia real. Me llamo Joaquín, mido 1,80m, cabello castaño claro, ojos color miel y no me considero un chico guapo, pero comprobé recientemente, que soy atractivo según mis vecinas Eva y Carmen.
Esta historia pasó hace como tres meses en mi Valladolid natal y donde resido pero primero voy a describir como son ellas.
Eva es una chica bajita, 1,60, cabello negro, con culo salido, unas tetas increíbles y un coño que le cortaría la respiración al mismísimo Casanova.
Carmen, su amiga, es rubia, ojos verdes, con unas tetas aún mejores, un culo grande y pomposo, y un coñito siempre listo para la acción, como lo pude comprobar ese día en que pasaron las cosas que cuento.
Estaba en mi casa escuchando un poco de música, llevaba calzoncillos como única prenda cuando, de pronto, sonó el timbre. Al abrir la puerta me encontré con Carmen, mi vecina de al lado.
Cuando la vi, mis ojos la recorrieron de pies a cabeza. Llevaba unos legguins de lycra que le marcaban los labios del coño y arriba tan solo una camiseta que apenas si cubría sus hermosas tetas. Cuando me habló fue cuando le miré a la cara. Me pidió que si podía ayudarla a arreglar unas cosas en su casa y gustosamente accedí.
Entramos en su piso y todo transcurría normalmente. Arreglaba todo lo que ella me decía, pero de pronto empezó a adoptar poses provocadoras como agacharse sin doblarse y con ese movimiento, se le marcaba aun más su precioso coño hasta que, de repente, me dijo:
– ¿Puedes cambiar una bombilla de mi habitación? Yo no puedo porque la lámpara está muy alta para mí.
Con algunas sospechas de lo que ocurriría más tarde, me dirigí a su cuarto y me monté en una escalera para poder llegar pero cuando empecé a cambiar la bombilla, me dijo:
– Me gustaría que también me arreglaras algo más…
Mis sospechas se cumplieron más rápido de lo que imaginé, porque el oír esas palabras me produjo una erección que inmediatamente notó, ya que, su cara estaba a la altura de mi verga que luchaba por salir del calzoncillo. Al ver esto, sin mediar palabras cogió con ambas manos la parte superior de mis calzoncillos y me los bajó de golpe, haciendo saltar mi erecta polla que, inmediatamente, me cogió con una mano y acercando su boca, me la mamó como nunca lo había hecho nadie.
La recorría de arriba abajo como un niño cuando chupa un helado. La besaba y acariciaba como si fuese un manjar de dioses. Yo me sentía en el cielo mismo. Se la metía completamente en la boca, como queriendo arrancarla de raíz y cuando el capullo tocaba su garganta, sentía que en cualquier momento iba a correrme.

Cuando vio mi cara de gozo, comenzó a hacerlo más rápido con lo cual no tardé mucho en lanzarle mi leche hasta el fondo de la boca, pero ella siguió mamando como queriendo exprimirme hasta la última gota.
Lo poco que salía de la comisura de sus labios, con sus dedos, lo recogió y lo lamió. Entonces me bajé de las escaleras y empecé a besarla en los labios. Nuestras lenguas se fundieron en un beso largo y profundo, nuestras lenguas hurgaban cada rincón de nuestras bocas. Después empecé a besarle el cuello y su respiración era entrecortada.
Mis manos recorrían todo su cuerpo palpando cada pedazo, le acaricié el culo por encima de los legguins y fui subiendo hasta ese par de hermosas tetas que apretaba y restregaba todo lo que cabía en mis manos.
Lentamente fui despojándola de la pequeña camiseta y por fin pude ver ese par de hermosas tetas. Comencé a mamárselas y le mordisqueaba los pezones. Con voz entrecortada por tanto placer, me pidió que fuéramos a la cama. Una vez allí, le saqué los legguins y cuál fue mi sorpresa al ver que no llevaba ropa interior.
Mis ojos la contemplaron completamente desnuda y entonces empecé a besarle las piernas, tersas y deliciosas, aproximándome cada vez más a su chocho. Pero queriéndola hacer sufrir un poco, solo le besaba alrededor.
Sus jadeos ya eran bastantes fuertes y fue entonces cuando comencé a pasarle la lengua por el chocho, que estaba mojado y palpitante. Lamía todo lo que tenía enfrente. Tenía que comerme todo ese maravilloso coño cuyo olor era sencillamente excitante. Cuando pude ver su clítoris, sobresalía pidiendo ser atendido. Era rosado y muy grande. Tan solo de pasar mi lengua por él, ella daba brinquitos de placer, agarrando mi cabeza y enterrándomela en ese coñito totalmente depilado.
A los pocos minutos explotó en un gran orgasmo. Yo trataba de tragarme sus líquidos pero eran demasiados. Empecé a meterle un dedo en el coño, y entró sin ninguna dificultad. Luego le metí dos pero como no era suficiente, introduje otro. Entonces empezó a gritar de placer. Se arqueaba para que mis dedos entraran en ella lo más posible y entonces cuando le metí dos dedos en el culo, empezó a convulsionarse de placer. Se retorcía y jadeaba como perra en celo y yo le decía:
– ¿Te gusta así, guarra?
– ¡Sí, sí… mucho pero… por favor, métemela en el coño! – respondía ella.
Saqué mis dedos y le clave mis 18 cm de polla, la cual entró en su coño sin problemas por la cantidad de fluidos que lo llenaban. Empecé a follarla y ella, entre jadeos, me pedía que le diera más fuerte y rápido. Parecía que quería que yo me metiera por completo en su ser pues mis cojones chocaban ya con sus nalgas.
De pronto, saco un consolador de unos 13cm de largo y me dijo que quería sentirse doblemente penetrada.

Entonces le di la vuelta, poniéndola como una perra y enterré el consolador en su coño, luego lamí su culo y a continuación introduje un dedo para ir dilatando su agujero. Cuando se abrió lo suficiente, le clavé mi palo de un solo golpe, arrancándole un grito entre dolor y placer y empecé a bombear. Pude notar que se le escaparon un par de lágrimas pero al parecer el dolor había pasado pues empezó a gritar pero ahora de placer diciendo entrecortadamente:
– ¡Rómpeme el culo, así, así… que llena me siento por todos mis agujeros… así… aaah… que gusto me estás dando… oooh…!
Los dos gozamos como locos y tras estar follando alrededor un buen rato, llegamos al orgasmo casi al mismo tiempo. Yo seguí bombeando aún después de haber depositado mi semen en sus entrañas. Ella había sacado el consolador y estaba lamiéndolo como si fuera una verga. Cuando terminamos oímos un ruido en la puerta de la habitación y al girarnos, nos encontramos con su amiga, totalmente desnuda y acariciándose las tetas con una mano y con la otra cuatro dedos dentro de su coño.
Con una sonrisa pícara y mirada de lujuria, nos preguntó si podía unirse a nosotros. Gustosamente acepté, me acerqué a ella y le di un beso mientras acariciaba sus tetas y culo. A continuación nos dirigimos a donde estaba Carmen. Entre las dos empezaron a mamarme la polla y cuando mi palo estaba a tono, Carmen me dijo, con señas, que penetrara a su amiga. Yo, sin que me lo pidiera dos veces, coloqué la punta de mi verga entre los labios del coño de Eva y empecé a penetrarla lentamente.
Poco a poco, mis 18cm entraron en su coño, que parecía una caldera de lo caliente que estaba. Empecé a taladrar un poco más rápido y cuando vi la cara de Eva era de un placer tal que casi me corro pero me concentré en que tenía que ser otro gran polvazo. Pronto empecé a sentir los efectos de la follada porque ella comenzó a contraer su chocho y pude sentir como mi polla se llenaba con sus jugos. Saqué mi polla, que estaba a punto de explotar, y le pregunté si quería que la enculara. Ella se giró y me dijo:
– Sí, quiero, pero con cuidado ya que soy virgen de ese agujero.
Mi polla aumento como 2cms más al saber que era yo quien la iba a desvirgar analmente. Saqué mi polla de su coño, Carmen me la agarró y la dirigió al culo de su amiga. Poco a poco le introduje la cabeza pero ella me pidió que lo sacara por que le dolía mucho pero su amiga le decía que se relajara para que pudiera gozar a plenitud. Entonces empezó a aflojar un poco su esfínter y le introduje un poco más de media polla.
Ella fruncía el ceño en señal de dolor pero tanto era la excitación que tenía que ella misma se echó para atrás queriendo ser penetrada hasta que, por fin, todo mi palo estaba dentro de ella.
Así me quedé un rato, sintiendo como ella trataba de apretar mi verga en sus entrañas y pude observar como rodaban lágrimas por su cara pero, ya estaba dilatada y empezó a gritar de placer pidiéndome que bombeara mi polla dentro de ella.

Comencé un suave vaivén y cuando estaba bien lubricada, empecé a taladrar su culo. Ella pedía más y yo, ni corto ni perezoso, le daba más duro y más rápido. Cuando pasaron como 25 minutos, mi cuerpo no aguantó más y derramé toda mi leche en sus entrañas. Esperé como un minuto antes de sacar mi polla y cuando esta salió, Carmen empezó a limpiármela con la boca y Eva, girándose, ayudó a su amiga a limpiar los restos de semen que me quedaban. Nos levantamos y nos dimos una ducha y volvimos relajados a la cama.
Lo que hicimos después, os lo contará en otra ocasión. Un saludo para todos los lectores.