Atractivo interior

Dice que no es falsa modestia, pero que siempre ha considerado que no es un hombre atractivo. Según él, su atractivo está entre sus piernas y por lo tanto no es visible. Triunfa con las mujeres y nos ha querido contar alguna de sus aventuras.

Rodrigo – PONTEVEDRA
Amiga Charo, te recuerdo que me llamo Rodrigo, estoy soltero y todo el mundo cree que es porque soy más bien esmirriado, pequeño, delgadito y muy poca cosa. Paso bastante desapercibido en todos los sitios y si destaco por algo es porque siempre intento estar de buen humor y eso se nota. Pero la naturaleza a todos nos concede un don y a mi me ha dado un rabo largo y gordo, que nunca se cansa y es por eso que estoy soltero, pues tengo tantas hembras para elegir con cual acostarme que pienso que el amor de mi vida todavía está por llegar.
Trabajo en un taller de encargado en uno de los turnos de producción y en el taller trabajan sobre todo mujeres y está mal decirlo, pero tengo que hacer verdaderos esfuerzos para quitármelas de encima porque lo que quieren es que yo las ponga debajo. Es curioso porque casi todas están casadas pero a los ojos de sus maridos parezco inofensivo porque aparento, como digo, ser poca cosa y claro, ellos tranquilos y yo follándome a sus mujeres.
Ahora tengo 38 años pero todo comenzó hace casi 20 cuando empecé a trabajar aquí.
Terminé diciendo que Celia, mi primera amante del taller, creó la inquietud en un par de compañeras hablándoles de mí y al final pues eso, que también me las llevé a la cama a las dos. Las dos están casadas y son de mi edad, y las dos han repetido muchas veces e incluso he follado con ellas en el taller pues ahora, al ser el encargado, tengo opción de escaquearme un poco y cuando es posible me llevo una de ellas a un aparte y echamos un polvo rápido.
Además ellas son íntimas amigas y saben de la otra, así que entre ellas se cubren, incluso delante del marido de la otra. Hemos follado los tres juntos varias veces, pero ellas prefieren que me dedique solo a una porque dicen que sienten un poco de envidia de la otra.
En el taller se fue corriendo la voz de mi poderío y de mi discreción, pues nunca he comentado nada de ninguna de mis amantes y poco a poco he ampliado el círculo de mis ligues. Casi todas las mujeres del taller han pasado por mi cama y la que viene una vez repite siempre que le es posible. Las más jóvenes son las peores, pues están tan desinhibidas que les da todo igual y son capaces de contar todas las andanzas y los polvos que les echo.

Estopor un lado es malo pues me pone en boca de los otros compañeros, pero también la que nunca me ha mirado con ganas al ser tan poca cosa se lo piensa y por probar acaba abriéndoseme de piernas.
Volviendo a Celia, cuando se casó su hija mayor celebraron una despedida de soltera, a la que también fue invitada Celia, en una lonja-bodega de una de las a+migas y querían contratar un “boy” para que les hiciese un strip-tease. Celia dijo que fuese yo pero le contesté que cuando me viesen llegar se iba reír sin parar. Pero me contestó que en cuanto viesen mi rabo se callaban seguro. Me convenció y llegué cuando habían cenado y llevaban ya muchas copas. Al verme, y como sus hijas me conocen, no se creían que su madre les hubiese hecho esto. Además mostraron su desagrado pues querían un musculitos. Total que entre abucheos, me fui quitando la ropa mientras todas se reían diciendo que era una gran broma, pero cuando me quedé solo con el slip y marcando paquete, se callaron todas aunque incluso alguna decía que me quitase el algodón, pero lo que hice fue, de espaldas, quitarme el slip y al darme la vuelta y ver mi rabo en reposo, todas chillaron.
Entonces Celia se me acercó y con su gran saber hacer me acarició la polla hasta ponérmela en forma. Todas me miraban alucinadas y no despegaban los ojos de mi aparato. Entonces Celia, tan cabrona como siempre, dijo que el honor de bajar aquella hinchazón de mi verga correspondía a su hija, la hizo acercarse a mí y yo de pie y ella sentada, al principio se limitó a acariciármela y sobármela.
Todas estaban bastante borrachas pues en condiciones normales no hubiese pasado nada, pero el alcohol las relajó y después de un rato tocándomela acabó intentando tragársela sin conseguirlo. Estaba que se moría y haciéndola levantar, me pegué a ella haciendo como que bailábamos y me harté de meterle mano.
– ¡Fóllatela! – decía en voz alta Celia y todas gritaban que lo hiciese.
La desnudé como pude pero cuando ella ya estaba dispuesta, dije en que lo sentía pero que la fiesta se acababa. Todas chillaron y gritaron, pero no quería hacer algo de lo que luego se arrepintieran. Celia lo entendió, pues cualquiera de ellas era capaz de hablar y estropear el matrimonio y dijo que ya valía por la noche.
Alguna de ellas, incluida su hija menor, se fueron de copas, otras se fueron a sus casas y yo dije de llevar en mi coche a Celia y su hija mayor de vuelta a casa.

Cuando salimos les dije que si querían serenarse podía llevarlas a mi piso y allí se podrían tranquilizar y no llegaran a su casa tan alteradas. Celia dijo que era buena idea y en mi casa les saqué algo sin alcohol y charlamos.
– Eres un cabrón – me dijo entonces la hija mayor – por calentarme y dejarme a medias.
Yo aclaré que delante de sus amigas no podía pasar nada pues cualquier día, por cualquier rencilla, lo contaban todo y hundían su matrimonio, pero para pedirle perdón, me puse a bailar con ella, apretándola bien a mi vientre haciéndole notar mi dureza otra vez. Ella se derretía al notarme y se abandonó besándome. Yo no paré quieto y le metí mano sin pudor alguno pese a que su madre, en el sofá, no perdía detalle de mis avances.
Cuando llegó el momento en que la tenía casi desnuda, la acerqué al sofá y haciéndola tumbar me puse encima de ella y empecé a jugar con la punta de mi rabo en la entrada de su coño. Ella bramaba y pedía a gritos que la follase y cuando noté que estaba preparada, de varias embestidas, se la clavé. Se quedó como en tensión y empezó a gritar, corriéndose llorando como lo hacía su madre, y cuando acabó se quedó totalmente derrumbada en el sofá, pero yo todavía dentro de ella y con cuidado volví a entrar y salir lentamente de su coño y estaba tan sensible que no podía estarse quieta y se corrió de nuevo llorando a moco tendido.
Entonces, pese a no haberme corrido, me salí de ella y abrazándola, la estuve consolando hasta que se tranquilizó y se quedó medio adormilada. Entonces su madre, desnudándose, me cogió de la mano, me llevó a la habitación y allí, abriéndose de piernas, me dijo que la reventase de placer. Celia estaba mojada como nunca, mi polla entró fácilmente en su coño y con unas cuantas taladradas se corrió gritando también. Pese a sus años, seguía siendo una maestra en el folleteo y ordeñándome, me hizo correr.
Al acabar vimos en la entrada de la habitación, a su hija, desnuda apoyada en el marco y que no se había perdido detalle. Se acercó, se echó en la cama y se entretuvo en comerme el rabo y cuando se me puso en forma de nuevo, fue ella la que, poniéndome de espaldas se la clavó sentándose encima de mí. Tenía que hacer verdaderos esfuerzos para subir y bajar y cuando se corrió otra vez se dejó caer quedándose clavada en mi rabo totalmente y con mis huevos acariciando los labios de su coño.
Como no consiguió hacerme correr es por eso que, al salirse, me coloqué encima de su madre y bombeando a tope me corrí dentro de su coño de nuevo, pero consiguiendo que Celia se corriese otro par de veces, y como la hija estaba frustrada por no haber sido capaz de vaciarme, su madre se rió y le dijo que la experiencia era un grado. Estábamos los tres tirados en la cama, yo abrazado a Celia y por eso su hija preguntó si éramos amantes.

– Pues desde hace unos cuantos años él era quien me regaba el coño pero en la actualidad nos vemos muy poco – le confesó Celia – Creo que incluso tu padre lo intuye pero como a él hace mucho tiempo que no consigo enderezársela, y como la discreción es absoluta, no dice nada mientras me vea feliz. Y nunca ha querido saber quien era el que se me follaba aunque yo estaba decidida a decírselo.
Desde este día me acuesto ocasionalmente con la madre y mucho más a menudo con la hija, que le pone unos grandísimos cuernos al marido. Además los hechos me dieron la razón pues una de las amigas le fue con el cuento al marido de que el día de la despedida de soltera se había propasado conmigo, cosa que ella no negó diciendo que estaba borracha pero que no pasó nada. Su marido estuvo una temporada mosca y pendiente, pero yo aprovechaba para follar con ella en casa de su madre y muchos días me las follaba a las dos.
Una tarde que vino su marido a buscarla, supongo que avisado de donde estaba su mujer, al ver que también estaba su suegra en casa no sospechó nada pues ellas dijeron que yo estaba allí para hacer unos arreglos, de ahí mi aspecto descuidado. De esta forma aproveché para quedar y pasar por su casa para hacerles unos “arreglos”, cosa que hice pero lo que también hice fue follarme a su mujer en todas la habitaciones del piso, incluida la cocina. Además se que él bromea con su mujer de lo feo que soy y ella se ríe por la bajo recordando las folladas que le doy.
De momento voy bien, follo todo lo que me da la gana y tan solo intento vivir el presente, aunque no descarto encontrar algún día una mujer que me retire del mercado y disponga de mi rabo para ella sola. Si ocurre ya os lo contaré.
Saludos.