Aprovechando la ocasion

Su mujer tuvo que irse unos días por motivos familiares y se quedó solo. Es un hombre muy caliente, pero un poco acomplejado porque dice que tiene la polla pequeña. Unos amigos que estaban de viaje, tuvieron una avería en el coche y le dijeron su podían quedarse una noche hasta que solucionaran el problema.

Enrique – Jaén
Estoy casado y a mis 42 años, siempre he sido del montón y algunas veces hasta acomplejado de mis 14 centímetros, pero muy ardiente y vicioso pues, a veces, llego a masturbarme, incluso después de haber follado. También soy un enamorado de pasarme todo el tiempo posible chupando el culo y el coño de una mujer. Esto es mi fuerte. Hace un tiempo tuve que quedarme solo en casa por el viaje de mi mujer a otra ciudad, por un asunto familiar. Cuando ya de noche, llamaron a la puerta y al abrir apareció un antiguo compañero de trabajo y su mujer, a los que no veía hacía tiempo. Iban de paso por la ciudad y tenían una avería en el coche. Llamamos a la grúa y después de recoger su equipaje les invité, como es natural, a pasar la noche en casa.
Se acomodaron y pasé a la cocina a preparar la cena. Al llegar al salón con los platos me di cuenta de que, con las prisas, me había olvidado de recoger la revista. Mis amigos se dieron perfecta cuenta de lo que se trataba. A la hora de acostarnos, les cedí la habitación de matrimonio y yo pasé a ocupar otra contigua. Cuando me quedé solo en la habitación, comencé a recordar el momento en que recogí la revista y me calenté tanto que acabé haciéndome una soberana paja, pues para mí la situación había tenido un morbo especial. Al poco pude escuchar el ir y venir de mis amigos con sus cosas, debido en parte a que ambos dormitorios están separados por un armario empotrado que sirve para las dos habitaciones, aunque de forma individual ya que dos hojas de cada dormitorio, no se abren.
Con mi calentura, una idea pasó por mi cabeza, pero me daba incluso sentimiento de culpa el llevarla a la práctica. No era otra cosa que abrir las puertas de mi armario y mirar a través de una pequeña abertura que quedaba en la parte superior. Al final me dispuse a ello. Manolo y Ana estaban en pijama junto al radiador y fumaban un cigarrillo mientras comentaban, muy bajito, algo que yo no lograba escuchar bien. Cuando comenzaron, como cosa normal, a meterse mano y se tumbaron uno junto al otro, yo ardía. Aquello se presentaba interesante y mi polla estaba a punto de reventar mientras me masturbaba muy despacio. Era una sensación muy extraña y morbosa la que yo sentía, espiando a mis amigos mientras se metían mano. Me sentía culpable, como cuando un niño roba un caramelo, pero no di marcha atrás. Se estaban masturbando mutuamente, diciéndose lo caliente que tenía el coño y lo duro de la polla de Manolo, cuando Ana le dijo:

-¿Te has fijado como está tu amigo? Se estaba calentando con esta revista porno e incluso me ha dado cierta vergüenza ver como se ha puesto nervioso cuando la ha recogido de la mesa.
– Pues yo me he puesto caliente con la situación – le contestó Manolo.
Mientras seguían tocándose, se quedaron desnudos sobre la cama, la mano de él sobándole el coño y la de ella la polla. Yo seguía meneándomela despacio y disfrutando como un loco del panorama. Se me olvidaba deciros que ambos son de mi edad y que Ana es bajita y morena. Su coño está tapado por una mata de pelo negro y la postura que tenía, con las piernas abiertas, dejaba ver parte del sonrosado agujero de su culo. Con la mano casi no abarcaba la polla de Manolo, que es una de las más grandes que he visto. Debe tener unos 20 cm y gorda como la de un caballo. Yo no podía más y estaba a punto de correrme, cuando Manolo medio en serio y medio en broma, le dijo a su mujer:
– ¿No te gustaría tener otra polla en la mano libre?
Ella no le contestaba y seguía masturbándole pero se notaba que se ponía más cachonda con estos comentarios, ya que apretaba los muslos. Él insistía en hacer un trío con otro hombre y cosas por el estilo cuando ella empezó a chuparle la polla durante un rato para luego montarse sobre él. La visión era espectacular. La polla le entraba y salía del coño con facilidad. Se notaba que estaba acostumbrado a semejante aparato. El trasero le quedaba al aire mientras recibía las embestidas y yo imaginé que le estaba dando por el culo. No pude más y me corrí como una bestia. No recuerdo haber echado más leche en mi vida. Manolo, mientras seguían follando, insistía en lo del trío y al contestarle ella que algún día le complacería en ello, se ve que quiso aprovechar la ocasión y le dijo con voz excitada:
– ¿Por qué no lo aprovechamos ahora y lo hacemos con Enrique?
Ella, medio en broma y medio en serio, pero con voz también excitada, le contestó:
– ¡Estás loco… pero, fóllame más fuerte…!.
Creo que tuvo que hacer un esfuerzo para no chillar, notando yo como se estaba corriendo como una loca, al tiempo que apretaba las nalgas y se morreaban de una forma impresionante. Después se levantó Manolo y se corrió sobre sus tetas. Al quedarse relajados y mientras fumaban un cigarrillo, comentaron lo caliente que se habían puesto al fantasear con Enrique, es decir, conmigo.

Durante el resto de la noche me tuve que masturbar dos veces más, pues la situación había sido de lo más excitante. Por la mañana, Ana se quedó en casa y Manolo y yo fuimos a resolver el asunto del coche, con el contratiempo de que una pieza no la encontraban y al ser sábado por la mañana, no la tendrían hasta el lunes. Regresamos a casa y les invité a quedarse hasta el lunes. Y aunque ellos querían irse en el autobús, ante mi insistencia, aceptaron después de comprobar que podían llegar a tiempo para la hora del trabajo. El resto del día transcurrió de forma normal, salimos a tomar unas cañas, comer y descansar el resto de la tarde, charlando de temas sin transcendencia. Por la noche salimos a tomar unas copas y regresamos a casa temprano. Manolo decía aburrirse y que le apetecía más que nos tomásemos algo en casa, tranquilos. Tomando la copa, empezamos a charlar de mil cosas hasta que Manolo dijo de ir a acostarse y en tono de broma comentó a su mujer:
– ¿Nos vamos, cariño, y dejamos a Enrique que lea un rato su revista?
Creo que la soltura que dan cuatro copas, le invitaron a hacer este comentario, pero también pienso que Manolo quería tantear el terreno para ver si Ana picaba, y ella, al oír el comentario, se sonrojó y más cuando él continuó diciendo:
– Sí Ana, Enrique, como está sin su mujer, estará necesitado.
Ana sonrió, más por ocultar su sonrojo que por la gracia que le había hecho el comentario. Yo me di cuenta de ello y quise quitar hierro diciendo:
– Venga, venga, que yo ya no estoy para esas cosas y para una vez que me pasa me apaño solo.
-No pasa nada Enrique – dijo Manolo aprovechando la ocasión – Además los amigos estamos para hacer favores y si Ana es buena amiga nos satisface a los dos y en paz.
Aquello colmó la paciencia de Ana que levantándose roja como un tomate, salió del salón. Manolo salió tras ella y tardaron un buen rato en regresar. Yo no sabía qué hacer ni que decir y lo primero que se me ocurrió, estando de nuevo en el salón, fue decirle a Ana que sentía la broma de Manolo y que olvidase el asunto. Ella pareció quedarse más tranquila y entonces Manolo, en un alarde de sinceridad, pidió disculpas y no sin cierta vergüenza, dijo:
-Lo siento, he intentado aprovechar la situación del ambiente y las cuatro copillas para intentar llevar a cabo algo que deseo desde hace mucho tiempo, pero he visto que a Ana la ha violentado la situación y espero que me perdonéis.
-No hay nada que perdonar – le dije – Veo de lo más natural del mundo que hayas intentado calentar el ambiente para ver lo que pasaba.
Ana, por su parte, se quedó sin armas y también dijo que lo entendía, se sinceró y añadió que, con tal de ver feliz a Manolo, sería capaz de complacerle pero que la situación le había causado mucha vergüenza. Lo que siguió después fue simplemente genial por parte de Ana.

Se levantó, nos sirvió unas copas, se sentó al lado de su marido y simple y llanamente, comenzó a darle un morreo de campeonato en mi presencia, a la vez que le pasaba la mano por el paquete que empezó a hincharse como un globo.
Yo no sabía qué hacer, si mirar al televisor o a ellos hasta que, inesperadamente, Ana se levantó y sentándose sobre mis rodillas, se abrazó a mi cuello y comenzó a besarme con lujuria ante los atónitos ojos de su esposo el cual, después de unos segundos, se levantó y sacándose la polla del paquete, se acercó a nosotros. Ana viendo esto, sentada ahora en el sofá a mi lado, comenzó a chuparle la polla al tiempo que con una mano me tocaba el paquete y con la otra se restregaba el coño. Como yo suelo decir, la mesa estaba servida. Ana continuó comiendo la polla de su marido con avidez, yo me levanté y arrodillándome, metí mi cabeza entre sus muslos, aparté con las manos su braga y comencé a comerle el coño como si la vida me fuese en ello. Los ojos de Manolo parecían querer salirse de sus órbitas y solo alcanzaba a decir:
– ¡Gracias Ana, me estás haciendo muy feliz con esto!
Pude notar como los pelos del coño de Ana se humedecían con sus jugos, que afloraban como una catarata. Aquello era en vivo, en directo y con tres novatos como protagonistas. No sé cómo pero quedamos desnudos y, sobándonos, nos fuimos al dormitorio donde Ana se colocó a cuatro pata sobre la cama y Manolo se metió debajo comiéndole el coño mientras ella hacía lo mismo con su polla, en un caliente 69, momento en el que yo comencé a pasar mi lengua por el culo de Ana, notando como se estremecía. Al cabo de un rato de estar en esta posición, ella se levantó y se sentó en la cama, y estando yo de pie, comenzó a comerme la polla con verdaderas ganas mientras su marido le seguía chupando el clítoris. Al cabo de un rato, ella dijo a su marido:
-¿No querías orgía…?. ¡Pues fóllame el coño que como Enrique la tiene más pequeña, quiero probar también con dos pollas dentro de mi! – y dirigiéndose a mi, añadió – Pero prepárame bien, que mi culo es virgen.
Mientras se retorcía como una loca con la polla de Manolo dentro del coño, me dediqué a chuparle el agujero del culo y a meterle un dedo que unté en aceite corporal. Ya no pude aguantar más, me coloqué detrás de ella y le fui metiendo, poco a poco, la polla es su culo.

Estábamos disfrutando como locos y así nos corrimos. Creo que llegamos juntos al clímax. Fue bestial. Manolo berreaba como un toro, yo me vertí como una fuente dentro del culo de Ana y ella sí que chilló en esta ocasión. Caímos rendidos y revueltos, ella totalmente encharcada en leche.
Durante el resto de la noche parecía que nos hubieran dado cuerda. Manolo nos pidió que follásemos Ana y yo solos un rato en todas las posturas que él nos marcaba hasta que se unió a nosotros. Quedamos los tres dormidos en la misma cama sin lavarnos y por la mañana me levanté despacio y los dejé solos. Sabía que tendrían muchas cosas que decirse y un buen polvo que echar. Mi mujer no sabe nada de lo que ocurrió, pero espero el momento apropiado para contárselo y sé que lo entenderá.
Un saludo para todos.