Relato erótico

Año nuevo, sexo nuevo

Charo
11 de octubre del 2019

Celebraron la noche de fin de año con una pareja amiga. Nuestro amigo trabajaba al día siguiente y se acostó pronto. Le costaba dormirse y le extraño el silencio que había en la casa. Fue a ver qué pasaba y se quedó de piedra.

Juan – MADRID
Hola amigos de Clima, somos un matrimonio de Madrid y tenemos amistad con un matrimonio desde hace algún tiempo, así que decidimos reunirnos para celebrar el año nuevo, ellos son Marina y Pedro, ambos están en el inicio de los 30 años. Marina es una mujer muy guapa, un poco pasada de kilos, pero muy bien repartidos en donde es más necesario, o sea en sus pechos y en sus nalgas, es alta, rubia y muy agradable. Pedro es más bien introvertido, alto, fornido, pero también agradable. Mi mujer, Sara, es de estatura media, llenita, no gorda, con unos pechos grandes y un culito respingón, piernas muy bonitas, guapa y pelo castaño, que lleva corto. Yo, Juan, 1,72 m, 82 kg, moreno pelo ondulado, uso bigote y según dicen las personas soy muy agradable.
Bien pues, como yo trabajo en una línea aérea y tenía que trabajar el día primero de enero para atender el primer vuelo y el horario de entrada es a las 6:30 de la mañana, después de cenar y del brindis me disculpé pues tenía que madrugar para ir al aeropuerto, me retiré a mí habitación pero la charla y las risas se oían muy animadas en la sala, y yo no lograba conciliar el sueño, así que, después de media hora de estar dando vueltas en la cama, me extrañó que ya no se oía ningún ruido, por lo que supuse que nuestros amigos se habían ido a su casa, pero como pasaron como 10 minutos y Sara no venía a la cama, pensé que estaría recogiendo los trastos, y como no podía dormir, me decidí ir a ayudarla.
Yo acostumbro a dormir completamente desnudo, así que me levanté y me dirigí a la cocina, caminando por el pasillo que da a la sala y al comedor, y cual sería mi sorpresa que conforme me acercaba empecé a oír unos gemidos de placer, muy suaves, me acerqué con sigilo hasta llegar a la pared que limita el comedor de la cocina, y por el reflejo de la ventana vi algo que me dejo inmóvil. Sara estaba inclinada sobre la mesa de la cocina, abierta de piernas y Pedro le metía la polla hasta el fondo, mientras le agarraba los pechos con ambas manos. De inmediato tuve una tremenda erección viendo a mi mujer follar con mi amigo, y aproximándome un poco más vi a Marina, con el vestido levantado y con su mano dentro de su tanga masturbándose furiosamente. Como mi mujer hacía algo de ruido con sus gemidos de placer, Pedro le dijo a su esposa:
– Vete al pasillo para que nos avises, no vaya a ser que se despierte Juan y nos sorprenda.
Yo, rápidamente, caminé para atrás unos pasos y me oculté un poco en el pasillo, pero Marina me vio, se acercó donde estaba yo y me dio un abrazo, besándome en la boca, al tiempo que me agarraba la polla que yo tenía completamente tiesa, luego se agachó y me hizo una mamada tremenda pero muy breve, porque se levantó, me dio la espalda al tiempo que se levantaba el vestido, y yo hacía a un lado su tanga, para meterle la polla en una jugosa cueva que destilaba ya sus mieles de lo caliente que estaba.

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Eso fue lo máximo, pues ver a mi mujer follar con Pedro, y yo follar con Marina a unos cuantos metros, fue demasiado, y cuando se empezaron a oír los gemidos de nuestras respectivas parejas anunciando sus orgasmos, ya no pude más y también lancé mi carga de semen en el coño de Marina, la cual tuvo que taparse la boca con la mano para no delatarnos, ya que ella también se estaba corriendo.
Rápidamente regresé a mi habitación y después de un rato oí abrir y cerrar la puerta del baño varias veces. Estuve esperando a mi mujer por un lapso de unos 15 minutos, que me parecieron eternos y recordando lo que había sucedido, tenía nuevamente una potente erección, de modo que cuando Sara se metió a la cama conmigo, se situó muy pegadita a mí, y al sentir mi polla bien dura, me la agarró, al tiempo que me decía:
– ¿Te diste cuenta de lo que pasó, verdad?
– Yo sí – le contesté riendo – pero al parecer tu no.
– ¿A qué te refieres? – me preguntó Sara.
– Que mientras Pedro se te follaba, yo le estaba metiendo la polla a Marina y vosotros sin daros cuenta.
– No es cierto – me dijo mi esposa.
Entonces le conté lo que sucedió cuando dejé de oír los ruidos, y me acerqué mientras Pedro se la follaba a ella, y cuando Pedro mandó a su mujer a vigilar para que no fuera yo a sorprenderlos. Entonces ya me creyó y me dijo:
– ¿Y no estás molesto porque me viste follar con Pedro?
– Por el contrario, mi amor – le contesté – yo tenía muchos deseos de que hiciéramos un intercambio, y acuérdate cuando nosotros fantaseábamos con un tercero ya fuera él o ella que follaba con nosotros lo mucho que nos excitábamos, pues esta noche se hizo realidad nuestra fantasía, ya que tu follaste con Pedro, y yo con Marina, y estuvo muy bien el intercambio.
Sara me besó en una forma muy ardiente, que yo correspondí, y me fui bajando a sus pechos, que mamé en una forma deliciosa mientras ella se retorcía de placer, y luego seguí mi camino hacia su sexo pero ella me detenía y me decía que no, que aunque se había aseado quizá quedaba algo dentro de ella, pero yo, haciendo caso omiso a su negativa, me acerqué más con besos, suavemente abrí sus piernas y me dediqué a lamer su húmedo coño mientras ella se revolcaba con esa sensación indescriptible, rogándome:
– ¡Ya, por favor, méteme la polla! ¿No ves como estoy que me derrito?
No me hice de rogar y abriéndola de piernas se la metí de un tirón, se movía como no lo había hecho en mucho tiempo, pidiéndome más y más polla y yo le preguntaba:

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– ¿Quien folla mejor Pedro o yo?
– No es posible comparar, simplemente él me folló muy bien y me corrí en forma muy abundante, pero contigo, y al saber que tu follabas con Marina ya van como tres orgasmos seguidos, por favor dame tu leche, córrete en mí y que se junte tu leche con la de Pedro – y me preguntaba – ¿Cómo sientes mi coño después de haber follado con Pedro?.
– Es un lubricante estupendo, se siente mucho gusto al follarte donde hace unos minutos te metieron otra polla – y al decir esto yo también exploté en una forma muy placentera.
Nos quedamos abrazados, y luego le pregunté, como había pasado todo eso y ella me dijo:
– Ya es tarde, duérmete un rato, de lo contrario no te podrás despertar para irte al aeropuerto, y mañana te lo cuento todo.
Por la mañana, al verla dormir tan placidamente, no la quise despertar, me duché y arreglé para irme al aeropuerto. En el trabajo me mantuve muy ocupado, por lo que no tuve tiempo de distraerme, y así se pasó muy rápido la mañana, y cuando salí, en el trayecto del trabajo a la casa, iba recordando lo que había sucedido la noche o la madrugada anterior y me calenté nuevamente. Al llegar a la casa, mi esposa me recibió muy contenta, con un gran beso, pero al mismo tiempo se veía como apenada.
Me preparó una copa y nos sentamos a hablar de lo que sucedió. Y ella me lo contó diciendo:
– Me siento apenada por lo que sucedió anoche, la verdad es que cuando te fuiste a dormir, nosotros seguimos hablando, haciendo bromas, y bebiendo, quizá más de lo debido, pues yo me sentía muy eufórica, y Pedro me decía que me veía muy bien, que era muy guapa, y que el vestido que llevaba era muy sensual, y entonces él le dijo a Marina, que porqué le hacia uno a Marina y que se lo probara para ver como le quedaba. Yo le contesté que encantada solo que como ella está un poco más llenita que yo, no creía que le quedara bien. Ellos insistían y entonces les dije que iría a la habitación a cambiarme para que se lo probase, pero ellos me dijeron que quizá te despertaría a ti, y porque no me cambiaba allí mismo aquí.
– Es que con este vestido no uso sujetador – les dije yo.
– Anda, no te hagas de rogar, deja que se lo pruebe Marina- dijo Pedro-
Entonces les dije que bueno, pero que Marina se quitase la ropa al mismo tiempo que yo para no sentirme tan avergonzada.
Como ya viste una cosa llevó a otra, en cuanto Pedro nos vio desnudas, todo se desmadró. Lo siento.
Le dije que no se preocupara que yo también había follado con Marina y le conté como había ocurrido:

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– Marina también es muy caliente ¿verdad? – le dije – Pero lo que no le vi al natural fueron sus pechos.
– Pues cuando se los veas te van a dar ganas de volver a tirártela – Sara me contestó sonriendo.
Yo estaba bien caliente y quería follarme a Sara nuevamente, pero ella me dijo, mira mejor comemos, luego te duermes un rato, ya que anoche casi no dormiste, y luego follamos.
– De acuerdo – le contesté.
Comimos y después de ver un rato la tele en la habitación, me quedé dormido hasta que, ya estaba oscureciendo cuando noté movimientos en la cama y al despertar, no podía creer lo que estaba viendo, Marina y Sara estaban en mi cama, las dos completamente desnudas, Marina, le mamaba las tetas a Sara al mismo tiempo que le metía los dedos en el coño. Cuando me vieron, se rieron las dos, y me invitaron a participar diciendo:
– ¿Gustas?
Yo pensé que estaba soñando, pero de pronto Marina me agarró la polla y se puso a mamármela de una forma bestial mientras yo besaba a mi mujer y les agarraba las tetas a las dos.
Después de un rato de estar chupándomela, le pedí a Marina que parara pues estaba a punto de correrme, pero ella en lugar de apartarse, siguió mamando más fuerte hasta que me corrí en su boca y ella se tragó todo mi leche, sin dejar una sola gota.
Sara no lo podía creer, ya que ella me la mama pero no deja que yo me corra en su boca, pues dice que le da asco, Pero Marina en cambio se bebió mi carga completa. Al parecer a ella le gusta mucho que se corran en su boca. Estaba tan caliente que dejo mi polla y empezó a comerle en coño a mi mujer. Nunca la había visto retorcerse y gemir tanto, me acerqué para ver como lo hacia, por lo visto no era el primer coño que se comía. Se colocó el clítoris entre dos dedos y entonces pasaba su lengua muy rápido, después apartaba los dedos y se lo lamía lentamente, pero sin parar. Mi mujer no podía y más y le dijo gritando que se corría. Entonces Marina metió su cara dentro del coño de mi mujer y se puso a lamer y a succionar como una loca. Sara levantaba el culo y restregaba el chocho por la cara de Marina, incluso le agarro la cabeza y no dejaba que se apartara.
De ver aquel espectáculo se me puso la polla tiesa otra vez, y como veía que Marina no soltaba a mi mujer y que seguía lamiéndole el chocho, apunté mi capullo y se la metí de golpe en el coño de Marina. Como no se lo esperaba dio un grito, pero como pudo me dijo:
– Así, así, fuerte, fóllame que me corro.

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A cada embestida mía, mi mujer gritaba porque Marina le comía el coño con más ansiedad. Solo se oían gemidos en la habitación. De pronto mi mujer me dijo, que se la metiera en la boca que quería chupármela, pero Marina dijo:
– No cielo, ahora que te folle a ti y tu me comes el coño como lo he hecho yo.
Se puso de rodillas encima de la cara de mi mujer y le metió el chocho el la boca. Mi mujer nunca lo había hecho, pero Marina se abrió los labios y le dijo:
– Chúpame la pepitilla despacio que voy a correrme, pero no te apartes, cuando me haya corrido quiero más y más.
Aquello era puro vicio, a mi mujer la llenamos de leche, yo se la solté en el coño y Marina se corrió dos o tres veces en su boca.
Cuando acabamos nos tumbamos los tres en la cama y Marina nos contó que Pedro había ido por la tarde a su trabajo para asegurarse de que todo funcionara correctamente y como tenía una reunión, le dijo que llegaría un poco tarde. Fue entonces cuando a Marina se lo ocurrió venir a nuestra casa para estar con nosotros, pero como yo no estaba, empezaron a hablar las dos, se fueron calentando y acabaron montándose un buen bollo.
Entonces mi mujer sonriendo me dijo:

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– Cariño, me parece que cuando Marina y yo nos aburramos, en lugar de ir de compras nos vamos a dedicar a darnos gusto. No te puedes ni imaginar lo bien que come el coño una mujer.
Y así lo hicieron. Un día de estos os contaré como las grabé sin que ellas lo supieran.
Muchos besos para todos.

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