Anal a tope

Fue una experiencia inolvidable en todos los sentidos. Espera que su amiga, la quiera repetir y lo antes posible.

Rafael M. –  ALICANTE

Amigos de CLIMA, esta historia comenzó hace dos años, cuando con una amiga, a la que llamaré Consuelo, nos encamamos toda una tarde de invierno en un hotel de las afueras de la ciudad. Estaba casada, y aprovechábamos cuando su marido viajaba para follar como locos.

Aquel día, Consuelo estaba especialmente caliente y me sorprendió con algo que nunca me había hecho.

Nos habíamos corrido los dos un par de veces y cuando iba a levantarme, me hizo poner de espalda y empezó a lamerme el culo y los huevos. Me estaba dando tanto gusto, que, aunque me había corrido dos veces, mi polla volvió a ponerse dura como un palo. No me di ni cuenta, pero, mi culo, se iba poniendo en pompa.

De pronto, noté que me metía un dedo en el ojete, me follaba el culo, mientras que con la otra mano, me pajeaba la polla. Al cabo de un momento, me metió otro dedo y me follaba con rapidez. Me dio tanto gusto, que me corrí en su mano.

Cuando me levanté, sonriendo me dijo:

-Cariño, esto ha sido un adelanto de lo que va a ocurrir cuando volvamos a vernos.

Nos despedimos y dijo que me llamaría cuando su marido se fuera de viaje.

Pasaban los días y tenia unas ganas tremendas de verla. Casi había transcurrido un mes, cuando recibí una llamada.

Era ella, me dijo que su marido se iba de viaje y quedamos,  que al día siguiente, la recogería en su casa sobre las siete de la tarde. Aquella noche, casi no pude dormir, estaba tan empalmado, que me dolían los huevos, pero no quise masturbarme para poder ofrecerle una buena cantidad de leche.

A la hora prevista, llegué a su casa. Estaba divina. Se me había olvidado contaros como es Consuelo. Tiene 35 años, debe medir sobre 1,65, su peso es de unos 62 kilos y tiene unas tetas grandes, redondas y con una caída natural que me vuelve loco. Su culo es grande, con unas nalgas respingonas y una cinturita pequeña que lo realza todavía más.

Llevaba un sencillo vestido negro de lycra con tirantes delgados, medias negras y unos zapatos de tacón de aguja.

Me hizo pasar al salón y me quedé sorprendido cuando vi que la mesa estaba dispuesta para cenar. No faltaba ningún detalle, incluso había puesto velas.

La miré con cara de sorpresa y me dijo:

– Sí – me contestó – vamos a cenar en casa. He llamado a una amiga, Raquel, que vendrá más tarde para poder salir contigo del edificio sin dar pie a murmuraciones de los vecinos al ver salir a un hombre solo de mi casa. Lo tengo todo calculado. A Raquel la llamaré al móvil cuando hayamos terminado nuestro encuentro y ella vendrá al poco rato ya que está cerca, en casa de un amigo.

Charlamos un rato, cenamos y después de un par de copas, nos fuimos hacia la habitación. Nos besábamos mientras nos quitábamos la ropa, y cuando ya estábamos en pelotas, me tumbó en la cama, pero esta vez, panza arriba, y empezó a mamarme la polla y a comerme los huevos.

Quería follármela, pero, se levantó, se fue directa al armario y saco una caja con un consolador y un tubo de lubricante. Se colocó a cuatro patas y dijo:

-Quiero que me folles el culo con el consolador, lubrícalo y fóllame. Si te portas bien, después te dejaré encularme con tu maravillosa polla.

No me hice de rogar, lubrique el aparatito y poco a poco  se lo metí en el culo. La tía se movía, para que le entrara hasta las entrañas. Yo estaba muy caliente y la follaba a toda máquina. De pronto, empezó a gritar diciendo que se corría. Me sorprendió el orgasmo que tuvo, parecía que no se acababa nunca. No pude aguantarme más y sin decirle nada, agarre mi polla y se metí en el culo, y hasta el fondo.

Pegó un grito tremendo, mientras decía que se la sacara, que todavía no me había dado permiso. Como comprenderéis no le hice ni caso. La agarré por el pelo y después de varios “bombeos”, me corrí en su culo.

Cuando la saqué, estaba un poco enfadada, pero me dijo que ahora me tocaba a mi sentir el placer del “beso negro”.

Me coloqué tumbado en la cama y me puso un par de almohadas debajo de mi barriga, para que mi culo quedara más expuesto.

La tía sabia lo que hacia. Me lamia el culo despacito, los huevos, me acariciaba la polla… No tarde demasiado rato en volver a tener la polla erecta.

Sus caricias seguían y estaba sintiendo tanto placer que no me fije en que se había puesto un arnés, con una polla bastante grande.

Se lubricó un dedo y me lo puso en el culo. Excepto aquel día en el motel, nunca nadie, había hurgado en mi ojete. Que me follara con el dedo me estaba gustando y cuando lo sacó, le dije que podía seguir, pero la muy bruja dijo:

-Claro que voy a seguir, y ahora te vas a correr de gusto.

Ni corta, ni perezosa, y de un solo golpe, me metió el consolador en el culo. Lance un grito que me imagino que lo oyeron todos los vecinos,  pero la muy guarra me había agarrado de las caderas y no me soltaba.

Cuando llevaba unos minutos follándome, el dolor, fue sustituido por placer y sin poder controlarla, mi polla empezó a babear.

Cuando empecé a gemir y a suspirar de gusto, mientras me follaba, me agarró la polla y me la masturbaba, no tarde nada en correrme otra vez.

Me senté en la cama, tenia el culo escocido y le dije:

-Es la primera vez que me taladran el culo, y desde luego, si me llegas a avisar no te hubiese dejado, pero reconozco que me ha gustado mucho.

Consuelo me dijo que a su marido le encantaba y que normalmente se lo follaba con un consolador muchísimo más gordo.

Nos relajamos un rato y de pronto me dijo:

– ¿Te gustaría hacer un trío?

– Claro – le conteste

– ¿Quieres que llame a mi amiga y la integramos en esta cama?

– Sí.

– La voy a llamar y vuelvo.

Oí como llamaba a Raquel y le decía que viniera que la estábamos esperando, luego volvió a la cama y me dijo que su amiga ya estaba en camino.

A los diez minutos sonó el timbre.  Raquel, debía tener unos 30 años, 1,70 de estatura y con un cuerpo que llamaba la atención. Me saludó desde la puerta de la habitación y Consuelo le pidió que se pusiera cómoda mientras le servía una copa de cava, pero Raquel, que ya se había quedado en bragas, le dio un morreo impresionante a Consuelo y la hizo acostar en la cama.

Agarró las mismas almohadas que había utilizado yo, y se las colocó debajo del culo de Consuelo. Le abrió las piernas y le dijo:

-Cielo, llevo toda la noche pensando en tu sabroso coñito. Quiero que me llenes la boca con tu corrida. Te quiero “paladear”.

Nunca había visto a dos mujeres manteniendo sexo, y reconozco que me dio un morbazo impresionante.

Le abrió los labios y pasó la lengua a lo largo de la raja de mi amiga. Consuelo comenzó a gemir y a mover las caderas, pero lo que me puso cachondo fue cuando se puso a “mamar” el clítoris. Consuelo, gritaba, como una loca y decía:

-Me corro, me corro….

Tuvo un orgasmo larguísimo, pero como Raquel, no paraba, acabó pidiéndole que parara, por favor que ya no podía más.

Yo estaba al borde del infarto y mi polla ya no resistía nada más, pero Raquel, era un verdadero diablo. Se estiró en la cama, me hizo colocar encima de su cara, con los huevos en su boca y le dijo a Consuelo que me la chupara.

Aquello era una locura. Raquel me comía los huevos y el culo y Consuelo me la chupaba. Me estaba volviendo loco de gusto y acabé llenándole la boca de leche a Consuelo.

De repente, nos habia cogido hambre, nos dimos una ducha, comimos algo y después, volvimos al ataque. Este segundo encuentro, os lo contaré otro día.

Un beso muy fuerte para todos.