Relato erótico
“Amor” a primera vista
A diario, cuando va al trabajo, encuentra un tráfico tremendo. Se ha acostumbrado a pasar el tiempo observando a todas las personas de los coches de al lado y fue en uno de esos momentos cuando la vio.
Javier – Bilbao
Nunca creí que me pudiera pasar esto, la verdad es que siempre fui un poco tímido con las mujeres y no me distinguí nunca por mi capacidad de ligar, más bien me costaba trabajo, así que procuraba cuidarlas para que me duraran el mayor tiempo posible, así finalmente me terminé casando. Esto que os voy a contar me ocurrió después de 8 años de matrimonio y yo no sé si fue un regalo de algún ser superior, pero la fantasía que siempre tuve de repente estaba a mi alcance, así fue como sucedió.
En mi ciudad el tráfico es característico y sobre todo por las mañanas cuando coincidimos todos los que vamos a trabajar con aquellos que tienen que llevar a los niños a escuelas. En mi rutina, tenía que atravesar casi toda la ciudad, todos los días la misma ruta, de mi hogar a la oficina. Tanto la recorría y sumido en el mismo tráfico que aprendí a buscar formas de entretenerme; me dedicaba a observar a la gente, de tanto que los veía empecé a reconocerlos ya fuera por sus coches o por alguna peculiaridad de ellos.
Un día la vi a ella, me llamó la atención su presencia, muy llamativa, no sé, tenía una especie de imán que te hacía girarte a verla. Tenía una larga cabellera muy brillante y unos grandes y carnosos labios. En una de tantas ocasiones, de repente ella se giró para verme y no se que me pasó pero me encantó. A partir de ahí mi rutina cambió, todo se centraba en volverla a ver. Cuando finalmente sucedió, ya que no siempre coincidíamos en horarios y yo no sabía dónde era que se incorporaba a la ruta, no lo dudé y en cuanto se giró a mirarme de nuevo, la saludé. No se por que lo hice, fue un impulso, lo mejor vino cuando ella correspondió a mi saludo y me sonrió.
Así transcurrieron mis mañanas durante un tiempo. Un día me bajé del coche aprovechando el tráfico y le di una tarjeta con mi nombre y teléfono, proponiéndole si algún día le apetecía que quedáramos a tomar algo; ella la cogió con una sonrisa. Llegué a mi oficina y me costó mucho tiempo apartarla de mi mente.
Al día siguiente, cuando llegué al trabajo, encontré un mensaje en mi contestador diciéndome que era ella, que le gustaría que le devolviera la llamada, ¡no lo podía creer! ¿Qué hacía yo ligando con una hermosa rubia? Soy un hombre casado y no sabía que hacer, pero la verdad era que ella me encantaba. Decidí devolverle la llamada y en cuanto pude me puse en contacto con ella e inicié una relación extraña, llamadas rápidas para saludarnos, mensajes a través de wathsapp y poco a poco fueron subiendo las cosas de tono, de repente ya teníamos un intercambio muy íntimo. Ya no pude más y la invité a salir.
Nos citamos y pasé por ella a su trabajo, yo inventé un cuento en mi casa. Estaba esperándola cuando la vi salir y dirigirse hacia mi coche, no lo podía creer. Se veía hermosa, llevaba una minifalda cortísima, una blusa tipo top escotada y una chaqueta de piel negra. Se veía muy rebelde y muy sexy, tenía un cuerpo espectacular. Me había contado en nuestras conversaciones que se había ido de vacaciones, así que tenía un tono de piel bronceado que hacía resaltar aún más su adorable sonrisa. Yo no podía creer lo que me estaba pasando, por el tono caliente que habían adquirido nuestras conversaciones, tenía la esperanza de poder tener un contacto íntimo con ella, pero no podía estar seguro…
Fuimos a una cafetería cercana a su oficina y estuvimos un largo rato hablando de mil cosas. Ella me habló de su vida personal con una confianza que no me podía creer, me habló de los problemas que tuvo con su ex marido. Esto me hizo entender el por qué de su alegría de vivir y su energía que me llenaba todo. Mientras seguía avanzando la charla, se quitó la chaqueta y pude ver el volumen de sus senos, ¡eran enormes! Esto era un sueño hecho realidad. Su escote dejaba ver lo que me esperaba si todo marchaba bien.
No es por nada, pero no estaba acostumbrado a una mujer así, alegre viva, apasionada… Se le notaba a leguas. Su forma extrovertida, su deslumbrante personalidad, su forma de vestir y su impresionante cuerpo, estaban llamando poderosamente la atención de los pocos concurrentes en la cafetería. Inclusive la muchacha que estaba sentada frente a nosotros y que seguramente alguien había dejado plantada. Estoy seguro de que se sentía incómoda frente a la gran mujer que tenía a mi lado.
Yo no sabía como proceder, parecía que había “química” entre nosotros. En un momento dado y después de dos copas de cada uno, ella se excusó para ir al baño. Cuando regresó se acercó más a mí y no lo pude evitar por más tiempo, nos besamos apasionadamente. La forma en la que me correspondió me indicó claramente que ella estaba dispuesta a compartir conmigo algo más. Ese beso duró tanto que no me importó que el camarero y los demás clientes de la cafetería nos estuvieran viendo cuando yo ya había deslizado mis dedos por encima de su escote sintiendo sus deliciosos y enormes pechos. Ella no dijo nada, así que me adentré hasta que logré tener entre mis dedos su pezón duro.
Todo esto en el bar. Pronto con mi otra mano comencé a acariciar sus piernas que se sentían suaves como la seda, a pesar de no usar medias de ningún tipo, gracias al color que tenía por su bronceado, subí por dentro de su corta falda y no dijo nada solo emitió unos gemidos que no dejaban lugar a dudas, estaba tan excitada como yo. Ya sin pudor alguno le pedí que fuéramos a algún otro lado, ella me confesó no estar segura de hacer lo correcto debido a mi situación de casado, pero le pedí que me diera la oportunidad de estar con ella, que lo necesitaba y que dejáramos pasar las cosas hasta ver a donde podrían llegar. Sin insistir mucho, aceptó.
Cuando íbamos hacia el parking en busca del coche, no podía dejar de pensar en lo afortunado que era y en lo que me estaba pasando. Iba a ser infiel. Era una relación que había trabajado, a la que le había dedicado tiempo, en la que tenía muchas ilusiones puestas, si esto no era infidelidad no se que otra cosa podría ser. Ya en el coche, nos besamos como locos y acordamos ir a un hotel cercano. El poco tiempo que estuvimos en el coche, fue suficiente para volver a tener sus pechos entre mis manos, inclusive pude verlos al inclinarse un poco hasta tener al descubierto uno de sus deliciosos y carnosos pezones. Ella por su parte ya había estado masajeando mi miembro y yo no podía más.
Cuando finalmente entramos en el hotel, ya estábamos a mil los dos. En el ascensor nos volvimos a meter mano y cuando llegamos a la habitación, solo cerrar la puerta y sin para de besarnos, nos íbamos desvistiendo uno al otro, fueron escasos segundos lo que duraron nuestras ropas puestas. Era impresionante, no podía aguantar más el hecho de ver a una mujer así, tan cerca de mí, tan entregada, tan complaciente, me volvía loco.
Hacía mucho que no estaba con una mujer que sintiera tanto placer al masajear, acariciar y chupar sus senos. Cada vez que llevaba mis labios a ellos, ella gemía descontroladamente.
Yo estaba ya totalmente erecto, cuando mi polla quedó al descubierto no sé si le impresionó o no, pues creo que es bastante normal. Ella lo cogió con suavidad y la acarició como si en ello se le fuera la vida. Estuvimos acariciándonos un rato, no se cuánto pero era un momento muy satisfactorio. Entonces me hizo acostarme en la cama y empezó a darme besos en la polla, lamer y al final chupar, era increíble, a mis 35 años nunca había tenido un sexo oral tan satisfactorio como aquel día. Para poder alargar la cita, la quité antes de correrme y me dispuse saborear los jugos deliciosos que una mujer puede ofrecer cuando está tan excitada como lo estaba ella. Me perdí en su vagina, lamí como no lo había hecho nunca, de su clítoris hasta su ano, de ida de y de vuelta. Metí mi lengua hasta donde pude en todas partes, estaba disfrutando de verdad, mordía su clítoris, ella se revolcaba, era una locura. De repente sus gemidos se intensificaron, más, más, yo seguía dándole placer, ahora gritaba y de repente se corrió en un brutal orgasmo.
Conseguí que una mujer espectacular, solo con mi lengua y mis labios, se corriera en mi boca. Definitivamente tenía que ser un sueño. Nos abrazamos de nuevo, nos besamos, ella probó su propia miel de mis labios, volví a sus pechos y por fin la penetré, me puse encima y se la metí de una embestida, era delicioso, empecé a bombear al principio poco a poco, después más fuerte, quería oírla gritar, hacer ruidos, era para mí importante sentirla viva en mis brazos. Nunca me pidió parar ni nada parecido, aceptó todo lo que le hice. Cambiamos de posición una y otra vez, de repente tenía sus piernas en mis hombros y veía como sus deliciosos senos se apretaban contra ella, como sus ojos dejaban ver claramente que disfrutaba. Finalmente alcanzamos el orgasmo juntos, me salí de ella y mandé chorros por todo su cuerpo, algunos cayeron en sus senos. Fue una explosión, fue delicioso, la forma en la que se movía, como hacía para proporcionarse más placer, sin miedo a disfrutar, sin ningún remordimiento ni prejuicio, solo gozando del momento tanto como yo, sólo usándome tanto como yo a ella. No nos quedamos a deber nada.
Encendí un cigarro, estuvimos hablando, le dije lo mucho que había disfrutado y lo muy agradecido que estaba.
Entre tema y tema la excitación volvió a ambos. Ella se volvió a apoderar con su boca de mi miembro y gocé de verdad, se puso encima y se lo metió en el coño, empezó a cabalgar como si hiciera una carrera, era increíblemente la gloria, me hizo tener un orgasmo descomunal.
Nos quedamos los dos exhaustos en la cama y después de un rato, cuando empecé a recuperarme, me tocó de nuevo el turno y disfruté de nuevo de su néctar, lamí esa fruta preciosa un buen rato, pero me entró la curiosidad de si podría hacer realidad mi mayor fantasía, la de metérsela por el culo. Empecé a chupar de nuevo su oscuro culo, lo ensalivé y poco a poco fui metiendo un dedo. Ella no protestó, al contrario, se puso a cuatro patas y me pidió que se la metiera. Empecé a meterla despacio, iba entrando sin mucha dificultad y ella lo disfrutaba, entonces se la metí hasta el fondo y empecé un mete y saca en el cual ella no paraba de moverse mientras sus pechos iban y venían, me agaché un poco, con una mano le tocaba los pechos y con la otra el clítoris hasta que la puse a tope, empezó a jadear fuerte y a pedir más y más, lo cual yo le ofrecí. La cogí por la cintura y empecé más fuerte hasta que se corrió y seguidamente me hizo correr a mí. Después de esto descansamos un poco, nos duchamos juntos y aprovechamos para echar el último polvo bajo el agua, nos vestimos y salimos del hotel.
Estuvimos quedando un tiempo para seguir disfrutando de unos encuentros llenos de placer, aunque me estoy planteando dejarlo ya que tengo mucho miedo de terminar enamorándome de ella o que finalmente me de cuenta de que mi matrimonio no me deja nada en el terreno sexual y termine por derrumbarse. El caso es que ahora llevo un tiempo que no la llamo ni ella a mí. No sé si lo nuestro ya terminó, solo se que ella me hizo sentir como un hombre de verdad y se lo agradezco mucho.
Saludos para todos.