Amigos para todo

Su amigo los llamo diciendo que había venido a la ciudad y que quería verlos, su mujer no lo acompañaba. Fueron a cenar, tomaron unas copas y decidieron que durmiera en su casa y que no cogiera el coche ya que iba un poco pasado de alcohol.

Roberto – Barcelona
Me llamo Roberto, estoy felizmente casado hace 15 años con Laura, somos una pareja yo de 45 y ella de 40, profesionales, muy dados al disfrute de la amistad y lo bueno que ofrece la vida, físicamente bien conservados y amantes del gimnasio.
Les voy a relatar lo que nos sucedió hace un par de meses que cambio nuestra forma de pensar y nuestro estilo de vida.
Recibimos la llamada de un viejo amigo que vive en las afueras de la ciudad Juan, una persona educada y amable, dedicado como amigo, atento con las mujeres, alto un poco pasado de peso, de unos 50 años, casado con una hermosa mujer de 40 años Claudia, esbelta y bella, Juan se encontraba en la ciudad solo, arreglando asuntos inherentes a sus negocios, nos invitó a una tasca cercana a tomar unas copas hablar de trivialidades, nos encontramos en el sitio de la cita.
Pasamos un buen rato hablando bebiendo y recordando algunas historias del pasado, ya las copas hacían su efecto y nuestro amigo entre el cotilleo, nos ha confesado que con los años que llevaban de casados él y Claudia, se habían planteado en alguna oportunidad un intercambio de parejas o meter a un tercero en la relación, a lo que le dije, que se lo pensara bien ya que en estos asuntos hay que tomar en cuenta que podía acabar con una relación de muchos años. Laura opinaba que era algo arriesgado y descabellado que podía dejar arruinado su relación.
Lo cierto es que se hizo algo tarde con la tertulia y Juan estaba un poco mareado así que le propusimos que se quedara en nuestra casa, y que se fuera a su casa por la mañana con la seguridad del día y sobrio, cosa que acepto, avisamos a Claudia que pasaría la noche con nosotros y se iría en la mañana.
Nuestro piso es pequeño solo tiene una habitación a él le tocaba dormir en el sofá de la sala, le dijimos que se bañara y nos diera la ropa para que en la mañana se fuera con ropa limpia y fresca que durmiera cubierto con una toalla que igual lo tapaba. Lo dejamos acostado, metimos su ropa a lavar y nos fuimos a nuestra habitación una vez acostados con el ajetreo y el efecto del alcohol nos puso algo calientes, comenzamos a acariciarnos y terminamos haciendo un 69 divino, tenía mi lengua penetrando el chocho de mi mujer, la nariz en su espléndido culo, sentía sus labios saboreando mi empalmado miembro, estábamos de lo más concentrados cuando de repente escuchamos un estruendoso ruido que nos hizo saltar de la cama.
Abrimos la puerta del cuarto y vimos a Juan en el suelo se había caído del sofá encima de la mesa de la sala golpeándose fuertemente las cotillas y la cabeza fuimos a socorrerlo, lo levantamos para percatarnos que estaba bien, luego nos miramos y nos dimos cuenta de que todos estábamos desnudos, y mi mujer exclamo:

-Bueno con tantos años de amistad ya era hora de que nos conociéramos sin ropa.
Nos reímos y Juan le dijo:
-Estás guapísima Laura, estas fenomenal, con el permiso de Roberto, hasta me hace feliz la caída.
Sonreí con un poco de morbo por la situación y me fui a la cocina a buscar agua para que Juan se recuperara, volví le di el agua estaban sentados Juan y Laura juntos yo me senté al lado de mi mujer.
Estábamos algo tensos yo conservaba la erección, y Juan por su parte también tenía la polla medio empalmada. Mi mujer dijo:
-La situación es algo embarazosa, estoy muy excitada y espero que no lo toméis a mal.
Acto seguido tomó ambas pollas con las manos y comenzó a acariciarlas suave y rítmicamente, y dijo:
-Espero que las cosas no cambien.
Por mi parte y estaba tan excitado que lo único que pensaba era en lujuria y diversión, en mi mente estaba seguro de que lo pasaríamos muy bien, Juan es Mi amigo es incapaz de una trastada, Laura y yo nos amamos, hay que disfrutar sin dañar a nadie de eso se trata la vida, pensé.
Juan comenzó a lamer sus tetas y yo acariciaba su chocho, luego Laura nos pidió que nos pusiéramos de pie para chupar nuestras pollas, se las metió en la boca y alternaba la mamada.
Estaba realmente excitado al ver a mi mujer disfrutar de su sexualidad, Juan gemía de placer, eso es fenomenal mejor de lo que pensé Laura nos chupaba y lamia con dedicación a lo largo y ancho de nuestros miembros lamia y chupaba nuestras bolas con pericia y maestría. Laura eres una diosa del sexo.
Juan gemía y le dijo a mi mujer que se pusiera a cuatro patas, para dedicarse a lamer su culo con devoción haciendo círculos alrededor del ano metiendo y sacando su lengua del interior del culo, con su mano acariciaba el choco de Laura bordeando con la yema de sus dedos el clítoris e introduciendo sus dedos en el coñito. Mientras mi mujer me dedicaba una formidable mamada con cara de lujuria.
Juan se incorporó y empezó a penetrarla suavemente, aumentado el ritmo. Estábamos al máximo de la excitación, le dije a Juan que se tumbara y que Laura se pusiera encima de él, para que yo se la pudiera meter por el culo.
Se la metí suavemente para notar poco a poco como su piel arropaba mi polla y sus jugos la lubricaban. Nos movíamos los tres al mismo tiempo hasta que nos corrimos juntos. Laura nos limpió las pollas de cualquier resto de semen.

Juan dijo que había sido la mejor experiencia de su vida y que tendríamos que invitar a su mujer Claudia para la próxima vez. Nos acostamos en nuestra cama abrazados los tres y absolutamente felices.
Por la mañana cuando abrí los ojos, vi a Juan despertándose a mi lado, y en la puerta estaba Laura desnuda mirándonos apaciblemente, con una taza de café en la mano.
Nos ofreció café y nos preguntó como estábamos. Le dijimos que muy bien y Juan añadió que nunca se hubiera imaginado que pudiera pasar esto entre nosotros. Añadió que cuando se lo contara a Claudia, estaría loca por compartir el sexo con nosotros.
Yo dije lo que sentía, que había sido una vivencia excitante una experiencia, que renovó mi idea de la amistad y el disfrute del sexo, compartir al lado de la mujer que amo y mi amigo del alma.
Laura dijo que ya que todo era tan estupendo, podíamos repetir y despedirnos con una buena sesión de sexo. No nos lo pensamos ni un momento.
Mi mujer nos chupó las pollas a los dos hasta dejarlas bien duras, mi amigo me pidió el privilegio de darle por el culo a mi mujer, por supuesto le dije que sí. Mientras Juan le daba por el culo, Laura me la chupaba y cuando él se corrió lo llenó de leche, Laura le limpio la polla y yo le follé el chocho. Estábamos como locos, acabamos agotados pero, satisfechos.
Nos dimos un baño, Juan se puso la ropa que habíamos lavado la noche anterior y nos despedimos.
Desde aquel día nuestra amistad se ha reforzado y por supuesto Claudia estuvo de acuerdo y nos montamos unas sesiones de intercambio inolvidables.
Un beso para todos.