Relato erótico
Amiga y profesora
Fue a pasar el fin de semana con una buena amiga. La había conocido en el trabajo, era más mayor que ella, estaba soltera y todos los tíos del trabajo le tiraban los tejos. Ella decía que estaba muy bien viviendo sola.
Olga – Jaén
Soy Olga y quiero contaros lo que me sucedió con mi amiga Lola un fin de semana que pasé en su casa.
Lola es mayor que yo, nos conocimos hace ya años en un trabajo y nos hicimos muy amigas. Ella es muy querida por todo el mundo, se quedó soltera porque según dicen no le gusta depender de nadie.
En aquella época tenía unos 40 años, muy bien llevados. Todos los hombres le decían algo en la calle o tenían que mirarla con ojos de ganas porque además es bonita.
Ese fin de semana me fui con ella, como en otras ocasiones, pero todo había transcurrido normal. Cierto es que desde hacía ya mucho tiempo no me quedaba en su casa pero, todo para mí era igual que siempre, en su casa pero distinta a la mía. No podía imaginar lo que Lola me enseñaría, ni las horas que pasaríamos juntas.
Ese día hacía un calor insoportable y lo primero que hicimos al llegar fue tomar un refresco en la sala. Me invitó a bañarnos para sacarnos el sudor, cosa que me pareció muy acertado. Me dijo que ella se bañaría primero pues así mientras yo lo hacía comenzaría a ordenar la cocina y a ver qué comeríamos esa noche. Así fue, yo me quedé en la sala viendo un programa musical mientras esperaba mi turno.
Me puse a buscar con el mando a distancia pero me llamó la atención que no había muchos canales programados y decidí reprogramar y, ¡sorpresa! Como un relámpago pasó por mi vista un acto sexual. Esperé con ansias que llegara al 125, último canal de la programación y busqué. Allí estaba, era el 28. Lo reprogramé de manera que no saliera en el cambio de canales, sino que hubiera que ponerlo con los números y lo volví a poner, cuando escuché a Lola llamándome.
– Olga, ¿puedes venir un momento, por favor?
La puerta del baño estaba abierta.
– Entra, es que no encuentro el cepillo de la espalda, ¿Quieres hacerme el favor de enjabonármela?
Descorrí la puerta de vidrio y tomé el jabón comenzando a pasarlo por la espalda. No podía dejar de admirar su cuerpo, era como el de una jovencita, no había arrugas, celulitis, todo era firme, el culo, los muslos, la espalda, tenía una piel muy lisa, sin manchas, ni granos, realmente era delicioso acariciar aquella piel por donde mis manos untadas de jabón corrían suavemente. Creo que hasta cerré los ojos mientras acariciaba la espalda de Lola.
– Lo haces muy bien, creo que voy a tener que contratarte y prescindir de mi cepillo. ¿Por qué ahora no me enjabonas por esta parte?
Se dio la vuelta. Sentí mi cara roja y caliente, mis manos se apartaron del cuerpo de Lola, quien suavemente las tomó y las puso sobre sus pechos diciéndome.
– No tienes de que avergonzarte. A ver, ven que te enseño.
Y poniendo sus manos sobre las mías que aún descansaban en sus pechos, comenzó a deslizarlas por ellos, bajando luego al estómago, volviendo arriba a los hombros. Yo no salía de mi asombro y la miré a los ojos, ella era ahora quien los tenía cerrados y yo aproveché para mirar su cuerpo. Era realmente espectacular. Sus senos eran firmes, el estómago plano y un pubis con una depilación cuidadosa, formando un perfecto triangulo delgado de vello. Definitivamente, Lola cuidaba mucho de su cuerpo.
– ¿Te gusta lo que ves? Anda quítate la ropa y terminamos de bañarnos juntas, así yo te devuelvo el favor de enjabonarme.
Me sequé las manos, me quité toda la ropa y me metí en la bañera.
– Mójate bien, ahora me toca a mí.
Y mirándome con detenimiento agregó:
– Tienes un cuerpo muy bonito, y una piel muy suave.
Empezó a acariciarme y sin darme tiempo a nada, alargó una mano y tocó mis labios vaginales con sus dedos.
Yo no me moví, la dejé hacer y empecé a sentirme caliente. Ella pasó de los labios al clítoris y lo masajeó hasta que se puso duro.
– Umm, es grande, yo también lo tengo grande, toca aquí.
Y cogiéndome una mano la puso sobre su clítoris, que ya había crecido. Nos estábamos tocando y entrando en calor. Cuando Lola percibió que yo estaba suficientemente caliente me dijo.
– ¿Te gusta? ¿Nunca lo has hecho? ¿No te masturbas?
– Si, de vez en cuando – le dije tímidamente.
– Bueno, si quieres te enseño, pero ahora terminemos con el baño, ¿Te parece?
– ¿Lola, tú crees que está bien hacer esto?
– ¿Y porqué crees que esté mal? Mira Olga, creo que tienes mucho que aprender, si tú quieres yo te puedo enseñar, ya te dije, pero no te sientas mal por esto, es muy normal.
A mí realmente me quemaban los deseos de que me siguiera tocando y de que me enseñara.
– Entonces salgamos, prepararemos la cena y por la noche empezamos nuestras clases. ¿Te gustó?, ¿te dejarás enseñar todo de mí?
– Si, me gustó mucho, no hubiera querido que pararas, y por supuesto, ya te dije que me dejaré enseñar por ti.
Yo no veía llegar la hora en que comenzaran mis clases. Comimos y el escenario quedó listo.
Nos pusimos cómodas, ella se despojó de la camiseta y el pantalón, quedando solo con un minúsculo tanga. Yo hice lo mismo. Acto seguido se dirigió al televisor y puso un CD y vino a sentarse a mi lado en el sofá.
Los primeros destellos de la película se comenzaron a ver en la pantalla y al mismo tiempo me dijo:
– Ahora verás que tus dudas quedarán despejadas, que nada de lo que podamos hacer es malo y que las relaciones entre dos mujeres es posible y además encantadora, ya verás como en la película se ven no dos, sino varias mujeres haciendo el amor.
Yo estaba temerosa, pero mi curiosidad era mayor y no despegaba mis ojos del televisor y ella no despegaba sus ojos de mí. Las escenas de sexo entre mujeres se fueron sucediendo una detrás de la otra, hasta que empezó el desarrollo de la trama. Yo no podía creer lo que estaba viendo era realmente muy sensual, aquellas mujeres se estaban amando, se estaban entregando completamente en cada beso, en cada caricia, mi coño en poco tiempo estaba empapado y me puse intranquila, lo cual no pasó inadvertido. Me acomodé en el sofá recogiendo mi pierna derecha y sentándome, o más bien colocando mi coño sobre el talón del pié comenzando a frotarlo contra él. Estaba por correrme y yo sabía que no podía hacerlo sin que ella se diera cuenta, pero me dejé llevar y me corrí de manera escandalosa.
Entonces Lola me besó en la boca y sentí como su lengua se introducía en ella buscando la mía, me dejé llevar y también la besé con mucho deseo. Acto seguido comenzó a deslizar hacia abajo mis braguitas, yo la ayudé levantando mis caderas y dejando que estas corrieran hacía abajo hasta salir por mis pies.
Se acomodó en el sofá se sacó el tanga y abrió desmesuradamente las piernas invitándome a poner entre ellas mi cabeza. Sin más miramientos, tomé aquellos labios entre los de mi boca tirando de ellos, Lola se estremeció y me dijo:
– ¡Chúpame el clítoris!
Comencé a darle en el clítoris y ella a menear la cadera, tenía que estar abriendo sus labios con mis dedos para que me dejaran respirar y poder llegar mejor a su perla, que ya se había puesto grande y dura. Ella apretaba duro contra mi lengua y se frotaba, yo comencé a frotar mi coño contra el borde del sofá y cuando creía que Lola se iba me dijo:
– Para un momento y ven que te voy a enseñar cómo gozar de verdad, sube aquí al sofá de frente a mí, abre las piernas, así, ahora crúzalas en tijeras con las mías, así, eso, coño contra coño, ahora muévete, así, fuerte, frótate bien contra mí.
Nuestros coños se encontraban pegados y frotándose uno contra otro, los líquidos de mi corrida anterior se mezclaban con los de Lola. Ella se incorporó y se acostó sobre mí colocando su muslo entre mis piernas y haciendo lo mismo con el mío. Continuamos frotándonos pero ahora contra los muslos, nuestros pezones se rozaban y las lenguas se entrecruzaban unas veces en mi boca y otras en la de ella. Me sentía en la gloria, me estaba dejando llevar, comenzamos a sudar y el ambiente se llenó de olor a sexo, me sentía como embriagada. Lola no paraba de frotarse contra mi muslo, la intensidad fue aumentando y la presión también, comencé a sentir el temblor de su cuerpo y casi de inmediato el mío, nos estábamos corriendo.
– Hacía mucho tiempo que no me corría así, no pares, muévete, así mueve tu cintura.- me dijo
Escucharla decir todas aquellas cosas me excitaba aún más y sentí como apenas sin haber concluido el primero, un segundo orgasmo, esta vez más intenso, comenzó a nublar mis sentidos, me abracé fuertemente a ella e incrusté su muslo en mi coño.
Terminamos sudadas y agotadas, nos tendimos una al lado de la otra y tomamos aire, la película continuaba en el televisor pero ya ni me ocupaba de ella, la experiencia que había acabado de tener era mejor que cualquier otra cosa.
– Ahora ya sabes que también entre nosotras se encuentra el goce -dijo.
Asentí y le di un beso en la boca que me salió de lo más profundo.
Estuvimos hablando sobre las relaciones que había tenido, y la verdad es que solo había mantenido masturbaciones con mi exnovio, nunca me habían penetrado y menos por el culo, me daba algo de miedo por el dolor que podría causar.
Entonces se incorporó, se fue hacia la habitación y volvió con un consolador de silicona de tamaño nada despreciable. Aquello me asustó.
– No te asustes, es para mí, ya verás lo fácil que es metérselo en el culo. Ven levántate.
Me levanté y de pie, una frente a otra, comenzamos a besarnos como dos enamoradas.
– Hazte la idea que estás con tu exnovio, así bésame y tócame…
Nos calentamos, nuestros coños estaban húmedos. Deslizamos nuestras manos hacía la entrepierna de la otra y de pronto sentí un dedo acariciando mi culo, me dejé hacer.
– Acaríciame el culo y cuando te diga méteme el dedo. Ven acuéstate aquí.
Me acostó nuevamente y me abrió bien las piernas. Me untó una crema por el culo. Empezó a chuparme y a meterme la lengua por todos los agujeros. De repente sentí que me llenó de algo y que otra cosa comenzó a entrar en mí, me quise incorporar, pero ya era tarde, un dedo estaba totalmente dentro de mi culo. No me dolió nada.
– Te he puesto un lubricante fantástico, puedes meterte los que quieras sin sentir dolor.
Se rió, sacó su dedo y se puso a cuatro patas sobre el sofá, embadurnó bien el consolador de aquella grasa y se puso también en el culo, me entregó el aparato engrasado y me dijo:
– Bueno Olga, ahora tú me metes esto despacio en el culo.
Lola subió las nalgas todo lo que pudo y se las separó dejándome ver claramente un culo grande y por debajo los labios colgantes. El culo le latía acompasadamente, se abría y se cerraba y de vez en cuando ella pujaba y los bordes rosados se proyectaban hacía afuera como para pedir que comenzara
Comencé a introducir aquello que se iba con una facilidad enorme, cuando llevaba unos centímetros dentro, ella llevó una mano hacía atrás y tomó una de las mías y comenzó a planificar la entrada del resto que era bastante. Cuando estuvo dentro me indicó que lo sacara y metiera; lo hice, primero despacio y después más deprisa.
Me acordé de una parte de la película que me había puesto y empecé él entra y saca, sin darme cuenta yo misma me metí un dedo en el culo y luego dos y los metía y sacaba al mismo ritmo con que le daba a Lola, era increíble como ella se tragaba todo aquello y como tenía el culo de dilatado, al ritmo del mete y saca los labios de su coño parecían péndulos y yo cada vez me calentaba más y más, mi culo comenzó a pedir que le metiera más y sin pensarlo dos veces saqué aquel aparato de su culo y le pedí que me lo metiera todo. No podía estar tranquila, quería que aquello acabara de entrar.
Lola comenzó a meterlo despacio, pero yo le decía que más, y cuando ya tenía una parte dentro, de un tirón recosté todo mi cuerpo hacía detrás y me lo acabé de meter. Sentí como si algo se me hubiera aflojado, dolor, ardor, me quemaba, era como si me estuviera poniendo una brasa en el culo, sentía mi estómago ocupado, pero no hice por sacarlo, allí lo dejé, ese era su lugar, me estuve tranquila. Lola me lo sacó un poco pero al salir sentí una sensación muy agradable en los bordes de mi culo y le pedí que me lo volviera a meter y sacar de nuevo.
Así lo hizo una y otra vez, una y otra vez hasta que ya me estaba follando por el culo y apenas sentía dolor. Me empecé a frotar el clítoris, que ya estaba duro, y en pocos minutos estaba corriéndome, nunca antes había sentido aquello. Me estaba corriendo del placer tan intenso que sentía, las cosas me daban vueltas, estaba viendo puntos de colores, no tenía fuerzas, me dejé caer y continúe frotando mi clítoris contra el sofá mientras Lola no paraba de meterme y sacarme del culo aquella verga de silicona.
Sin parar, se montó sobre mi culo y se frotaba el coño contra ella, en pocos instantes también se corrió.
Las dos quedamos agotadas, ella tendida sobre mis espaldas. Ella fue a la habitación y vino con un tarro de crema y unas toallitas, me limpió con la húmeda y me secó, luego puso una cantidad generosa de crema en mi culito.
Nos fuimos a la habitación, yo me acosté, Lola fue al baño y se lavó, continuábamos desnudas. Cuando ella regresó y se acostó nos besamos muy tiernamente en la boca y nos quedamos profundamente dormidas.
Besos para todos.