Relato erótico
Alguna experiencia más
Se ha decidido a contar algunas experiencias que tuvo, antes de conocer a su marido. Hay alguna que él no conoce y espera que, cuando las lea, quiera repetirlas con él
Almudena – MADRID
Hola Charo, me llamo Almudena, soy morena, mido 1,70 de estatura, 90 de pecho y 90 de cadera, me considero bastante agraciada de cara y siempre he llamado la atención a los chicos. En la actualidad tengo 32 años y quiero contarte mis historias sexuales para que las publiques en la revista, historias que mi marido siempre me ha pedido que contara y yo siempre me había negado.
Ahora se va a llevar una buena sorpresa ya que él cree que no he tenido más que una o dos antes que le conociera a él, pero como creo que mi marido me la ha pegado más de una vez con algún contacto de la revista, te ruego que publiques mi carta.
Cuando tenía 18 años salíamos con chicos del instituto pero uno especialmente me atraía. Se llama Amadeo y aunque yo me masturbaba diariamente pensando en él, no me atrevía a declararme hasta que un día, en una fiesta local de un pueblo cercano a Madrid, nos enrollamos, ya que habíamos bebido, y tuvimos la oportunidad de estar solos en un campo, lejos de la gente.
Me besó las tetas fuera de la blusa y me acarició el coño por encima de las bragas pero cuando se disponía a bajármelas llegaron los otros amigos y no pudimos seguir, aunque quedamos para otro día terminar lo que habíamos empezado. Al sábado siguiente, efectivamente, nos fuimos al campo ya un poco preparados con una manta y bebida en la mochila. Yo le había dicho que haría el amor con él pero con condón. En un sitio apartado empezamos a besarnos y acariciarnos hasta que él se sacó la polla, la primera que yo veía en directo y podía tocar, y me pidió que se la chupara.
Como yo no me decidía, él fue quitándome la ropa hasta dejarme solo con la camiseta ya que no podía quedarme completamente desnuda. El tenía poca experiencia a pesar de tener algo más de 19 años y empezó a metérmela sin condón a lo que yo le dije que no aunque él afirmaba que quería desvirgarme sin nada pero que antes de correrse la sacaría. Me convenció porque yo estaba deseando que me metiera aquella cosa tan dura que yo tenía en la mano pero después de intentarlo varias veces, haciéndome bastante daño, de un fuerte empujón me la metió con lo cual en vez de sentir placer, solo sentí un terrible dolor en mi coño y el muy sinvergüenza, en el momento de tenerla dentro, se volvió como loco empezando a bombear con fuerza haciéndome mucho más daño todavía hasta que a los cuatro o cinco golpes se corrió echándome toda la leche dentro del coño.
Yo le empecé a pegar hasta que me lo quité de encima llamándole de todo. Él me decía que no pasaba nada pero yo, después de aquel día no quise verle más y afortunadamente no tuvo consecuencias.
Un tiempo después, cinco o seis meses de cuando me recuperé del susto, empecé a tontear con otro chico, hijo de unos amigos de mis padres que por aquel entonces tenían un bar. Era un chico unos meses más joven que yo pero con mucha más experiencia. Mis tetas le traían loquito y cuando estábamos juntos no paraba de tocármelas y si podía también chupármelas hasta el punto de dejarme los pezones doloridos.
A veces le cogía el coche a su padre y me llevaba a un lugar apartado donde me desnudaba todo lo que podía, aunque las primeras veces no le dejé montarme hasta que un día me excitó tanto que se lo permití, con condón, claro, ya que yo no quería que me fuera a embarazar nadie que yo no quisiera. Este chico me montó cinco o seis veces pero era tan rápido que yo no me enteraba de nada y tenía que masturbarme muchas veces de lo excitada que me dejaba.
Un día en el bar de mis padres, conocí a un chico que jugaba al baloncesto. Era ya mayor pues tendría de 27 a 28 años, se llamaba Manolo y me gustó mucho. Estuvimos hablando y resultó que iba a la misma discoteca que yo así que quedamos en tomar una copa y yo me las arreglé para deshacerme del chico con el que salía haciéndole enfadar al negarme a Manolo.
Fui varios días a la discoteca pero no coincidí con él hasta que, por fin, un día nos encontramos. Iba con varios amigos, estuvo conmigo tomando una copa, charlamos, me llevó a casa y quedamos para el próximo martes, después de él entrenar. Yo me puse muy guapa aquel día y le fui a buscar al polideportivo. Me llevó a un bar a tomar algo y luego, en su coche, a un sitio solitario.
El chico tenía mucha experiencia, me acarició, me metió un dedo en el coño y me cogió el clítoris hasta que me corrí mientras me chupaba las tetas pero cuando me quiso montar le dije que ya era muy tarde, que mis padres me tenían muy controlada y me tenía que ir. Le dejé bastante empalmado pero con muchas ganas de volver a verme.
Quedamos el jueves, más temprano y volvimos al mismo sitio donde, en un momento, me desnudó del todo y él se quitó también toda la ropa haciéndome sentir muy extasiada al ver aquel cuerpo musculoso desnudo y con una polla enorme en relación a las que yo había visto y por eso, cuando me la acercó a la boca, no dude en empezar a chupársela, pero como no tenía experiencia, le hacía daño hasta que me fue indicando como debía hacerlo.
Cuando me paró, me puso con las piernas abiertas y me empezó a comer el coño. Yo creía que me iba a derretir de placer y pienso que me corrí varias veces. Cuando se cansó de comerme, empezó a meterme aquella maravilla que, a pesar de lo excitada que estaba, me hacía daño aunque cuando la tuve toda dentro, me olvidé de todo.
De pronto me preguntó que cuando me había venido la regla y al contestarle, se corrió dentro de mí y yo también me corrí con él. Era mi primera corrida con una polla, cosa que nunca olvidaré. Después él me dijo que no usaba nunca condón pero que tendría cuidado y cuando hubiera peligro se correría fuera.
Salí con él varios meses, diez o doce, y siempre me echaba la leche dentro, me enseñó a chupársela pero nunca quise tragar su leche aunque estuve muy colgada por él hasta que me enteré de que vivía con una chica a la que había embarazado con su método “infalible” y de la cual tenía un hijo.
Pasó el tiempo, tenía un poco más de 20 años y empecé a trabajar en una clínica pero un día en que llegaba tarde y cogí un taxi, el conductor empezó a decirme que me conocía del bar de mis padres. Charlamos durante el trayecto y quedamos para salir el fin de semana. A los pocos días de salir me invitó a tomar algo a su casa. Tomamos algunas copas y me empezó a meter mano en el sofá desnudándome casi por entero y mientras me comía las tetas me metía un dedo en el coño. Yo le había bajado la cremallera y tenía su pollón en mis manos, un pollón que cada vez crecía más.
Al poco rato me llevó al dormitorio y terminó de desnudarme mientras seguía besándome y acariciándome, luego se desnudó él. Era muy peludo y a mí no me agradan los hombres llenos de pelo pero su polla era grandísima, más que la del jugador. Después de meterme un rato los dedos en mi encharcado coño, se puso un condón y empezó a metérmela. Me hacía mucho daño y no fue capaz de meterla toda pues antes de hacerlo se corrió.
Descansamos un rato y volvió a la carga sin que tampoco fuera capaz de metérmela toda pero esta vez tardó bastante en correrse dejando que yo me corriera dos o tres veces en cosa de una hora o así.
A los pocos días yo fui a su casa una tarde en que sabía que era la de su descanso. Tendríamos toda la tarde para nosotros y yo estaba muy caliente. Al verme delante de su puerta José se alegró un montón y no tardamos nada en estar en pelotas en su cama. Esta vez me hizo menos daño y yo me corrí como una loca quedándome dormida boca abajo no sé cuanto rato pero cuando desperté, José me estaba atando las manos a los barrotes de la cama con unas esposas. Entonces empezó a acariciar mi ano y coño con su lengua hasta hacerme correr.
De pronto noté que me echaba algo frío en el agujero de mi culo mientras me metía uno o dos de sus dedos. Yo le decía que no me hiciese daño pero él seguía acariciándome hasta que cambió los dedos por su polla. Me hacía tanto daño que me puse a gritar por lo que él me pegó unos azotes muy fuertes en el culo diciéndome:
– No grites, además cuando te haya entrado el capullo te pasará el dolor y te gustará mucho.
Yo mordía la almohada y aguanté todo lo que pude pero llorando sin parar por el dolor que me producía hasta que, de repente sentí como si me rompiera y algo entró en mi pero antes de que me la metiera entera tuve la suerte de que se corrió.
Me limpió cuando se recuperó, pero no me soltó, me dio la vuelta y me empezó a acariciar con los dedos el clítoris hasta que me corrí y entonces se levantó, salió de la habitación y volvió con una máquina de hacer fotos empezando a sacarme unas cuantas obligándome a abrir las piernas.
Todo eso le puso la polla empalmada y me obligó a hacerle una mamada mientras continuaba retratándome y antes de correrse me montó por el coño sin condón pero cuando se iba a correr se salió y me la metió en la boca echándome tanta leche que yo no pude tragar, ya que me daban arcadas, dejándome toda la cara llena de leche. Entonces, tras sacarme unas fotos con la cara toda llena de su corrida, me soltó.
En otra ocasión os contaré algunas experiencias más que he tenido y espero que mi marido las lea y quiera repetirlas conmigo.
Un saludo