Relato erótico
Algo pasaba
Su novia era un poco mayor que él y se llevaban muy bien, o esto es lo que pensaba él. Últimamente la notaba distante y decidió ir a su casa para hablar con ella.
Jorge – CADIZ
Llevaba unos días pensando en la relación que tenía con mi pareja, que ya no funcionaba muy bien. Desde hacia uno o dos meses que ella no quería que folláramos nunca y a duras penas lograba tener sexo, mas que común monótono. Al final decidí ir a su casa, donde vive sola. Ella es mayor que yo, pues tiene 25 años y yo solo 21.
Puse la llave en la cerradura para entrar pero me quedé seco oyendo los gemidos que venían de dentro de la casa.
Como lo sospechaba ya tenía otro, pero por lo menos hubiera cortado la relación conmigo y listo, no tenía porque decirme que me amaba si no era así. En fin, abrí la puerta deseando que no estuvieran en el salón, si no en la habitación, y por suerte para mi así fue.
Me dirigí hasta allá, de puntillas mientras oía como aumentaban sus gemidos y también con más claridad como él le decía:
– ¿Necesitabas que te follaran así, no? Y el estúpido de tu novio, no lo hace.
– ¡Sí, sí, Luis rómpeme el culo así… no pares por favor, no pares…! – contestó ella.
Me quedé helado viendo escondido la escena. El tío, con la verga en el culo de mi novia y ella a cuatro patas. Empecé a pensar qué hacer. ¿Demostrarles únicamente que yo estaba ahí? ¿Qué podía hacer?, Entonces se me ocurrió un plan. Empecé a desnudarme despacito y cuando quedé en bolas, abrí la puerta suavemente, sin hacer ruido, ninguno notó mi presencia y me puse mirando las espaldas del chico, salté sobre la cama, momento en que se dieron cuenta de mi presencia y apoyé todo mi cuerpo sobre la espalda del chico dejándolo inmovilizado y con mi verga de 19 cm en la entrada de su culo.
Mi novia me miró como pudo, estando a cuatro patas y con una verga respetable en el culo preguntaba:
– ¿Qué pasa… que está pasando? ¡Sácala Luis, por favor, sácamela del culo que me duele!
El chico empezó a moverse, porque sabía lo que le esperaba, pero yo, sujetándolo con fuerza, le dije:
– Mira, tú acabas de decir que yo follo mal, pues ahora vas a saber de verdad si lo hago bien o mal.
Se quedó mudo pero siguió moviéndose tratando de zafarse, pero yo lo tenía bien agarrado, separé bien sus piernas con las mías y le dije a Ángela, mi novia:
– Estoy por convertir a tu amante en mi puta, porque sé que le va a gustar.
Ella reconoció mi voz y no sabía que hacer, solo atino a pedirme perdón y a rogarme que no lo hiciera, con una voz entrecortada. Yo no la escuchaba, estaba demasiado enojado con ella y con el tipo.
Así que apoye mi verga y empecé a meterle la cabeza pero el culo estaba muy apretado, así que como pude escupí en su ano y le metí un dedo, mientras él me insultaba e intentaba escapar, pero no lo dejé y sin darle tiempo a nada, le clavé la verga de un solo golpe, dejando la mitad afuera. Empezamos a gritar él, mi novia y yo, hasta que el chico se quedó inmóvil, como sin aire. Mi novia también gritó un poco y como pude le dije al chico al oído:
– ¿Qué te pensabas, que te ibas a follar a mi novia gratis?
El chico me seguía insultando pero más pausado, ya que con mi polla en el culo no podía hablar casi. Así que le dije:
– Mira Luis, relájate o te voy a desgarrar el culo, porque no te vas a ir hasta que te guste como te follo el culo, ¿has entendido?
Se quedó mudo, bueno mudo no, pero ahora solo gritaba notando como su agujerito se relajaba y con eso me dejaba entrar un poco más. Mi novia sin decir palabra, también se relajo y tiro su culo un poco mas para abajo para poder, ya que no le quedaba otra, disfrutar de la rotura de culo que le hacia su amante mientras yo lo sodomizaba a él. Después de unos minutos, en los cuales mi novia le decía a Luis:
– Relájate, sino va a ser peor.
– ¿Te gusta, verdad? – le decía yo – Te fuiste a meter con la chica equivocada.
Empezó a mover las caderas, dejándose llevar, y sus gritos se iban transformando en gemidos, tanto que se corrió en el culo de mi novia, a lo que ella me dijo:
– Tenías razón, le esta gustando tanto como me gusta a mi.
Entonces hice una prueba y saqué la verga de su culo, para ver como reaccionaba, viendo como sus caderas se tiraba para atrás buscando mi polla. Lo tomé del pelo y lo tiré un poco para atrás para que Ángela saliera de abajo de él, cosa que hizo de inmediato y se quedó de rodillas mirando como mi verga volvía a entrar y salir del culo de Luis. La miré y le dije:
– Acaríciale la verga mientras lo enculo.
Y ella, con un poco de picardía en sus ojos verdes, me hizo caso y con una mano le tocaba la verga, que ya volvía a estar dura y con la otra le acariciaba el culo diciéndole al oído:
– ¿Ahora entiendes porque no puedo dejarlo? ¿Mírame y dime si folla mal?
– ¡Nooo… me encanta que me rompa el culo así… dile que no pare! – respondió él.
Yo no podía más pero quería darle mucho tiempo, así que me aguantaba como podía, por más que yo no sea bisexual y no me atraigan los hombres, ver a Ángela, una hembra de cuerpo flaquito, tetas medianas y un culo hermoso y encima ver a su amante bajo mi control, es el sueño de más de un heterosexual. Seguía bombeando y él culeando como un loco, mientras Ángela chupaba su verga, hasta que no pude más y la saqué, cogí a mi novia del pelo y la atraje hasta mi verga, a lo que ella no tuvo mejor idea que atraer a Luis como pudo para que tragase mi leche. Entre los dos me la chuparon hasta no poder más y acabé en sus bocas.
Él quedó tendido con el culo todo rojo, haciendo pequeñas convulsiones, Ángela se masturbaba como una loca mientras me pajeaba la verga y cuando por fin dejó de pajearme la verga que estaba toda roja por todo lo ocurrido, y ella se corrió, me levanté como pude y me senté al lado de Luis y le dije:
– Bueno qué, ¿follo bien o follo mal?
– La verdad es que me has follado bien, muy bien, nunca me lo había hecho así y tengo que reconocer que me gustó mucho – me contestó con voz cansada.
Sin decir nada más me levanté, busqué mi ropa que estaba en el pasillo y me fui, no sin antes mirar a Ángela y decirle:
– Si ya no me querías lo hubieras dicho, la verdad es que nunca pensé que me podías hacer algo así, porque aunque sea más joven que tú, creo que no merecía que me trataras como lo has hecho.
Sin decir nada más, empecé a salir de la habitación y ella, sorprendida por lo que le había dicho, corrió tras de mi, pero ya era tarde.
Saludos y felicidades por tus revistas