Relato erótico
Algo más que sexo
Hoy quiere contarnos otro encuentro que tuvo con una pareja. Han seguido viéndose y reconoce que siente algo más que deseo sexual entra la mujer y él.
Mario – BARCELONA
Amiga Charo, como recordarás, conocí al matrimonio por internet, hablé mucho con ella, hasta el día en que me dijo que su marido ya se había retirado de su lado y que ahora nos encontrábamos solos charlando. Me explicó que su marido tenía la fantasía de verla a ella con otro hombre teniendo sexo desde hacía ya mucho tiempo, pero que ella siempre le había dicho que no, primero que como se le podían ocurrir ese tipo de cosas y segundo que ella solo era de él y de nadie más, que por el amor que le tenía pero que después de bastante tiempo de irla poco a poco convenciendo ella ya estaba aceptando, digamos de mala gana todavía lo que él quería hacer. Y yo fui el afortunado.
Terminé el relato diciendo que yo estaba en la gloria sintiendo su cueva del amor muy mojada y calientita, eso hizo que me polla se endureciese más y ya no pude resistir la tentación de clavársela. Primero le metí el glande, que le entró completo, luego poco a poco se la metí hasta la mitad y en dos o tres suspiros de autocontrol para no gritar, se la clavé hasta el fondo sacando un alarido por mi parte y un suspiro hasta lo más hondo de los pulmones de ella.
Yo le decía que me mirase a los ojos, pero ella miraba como le entraba mi garrote hasta los huevos y lo volvía a sacar hasta que se divisaba mi capullo. Nos dedicamos a follar, a veces duro y a veces suavecito, durante casi una hora Yo sudaba y mi sudor caía sobre ella, que me abrazaba con sus piernas y brazos y la tenía toda mojada de sudor, hasta que no pude aguantar más y tuve que mojarla también con mi leche que salía directamente de mis huevos a su vientre. Me corrí rugiendo como un león y después de expulsar toda mi ofrenda en su vientre me transformé en un gatito. Ella se quedó como desmayada y solo sentía sus leves caricias mientras nuestras lenguas se entrelazaban delicadamente.
Ella descansaba en mi pecho mientras acariciaba su pelo pero como todavía no teníamos bastante, la comencé a poseer de nuevo mientras esta vez su marido nos tomaba fotos, filmaba y de vez en cuando se acercaba. Seguía vestido y sin ganas de participar, solo quería observar y ver como a su mujer la tenía para mí solito.
Disfrutamos durante horas y, hubo un momento en que se quedó dormida agotada después de una larga sesión de sexo y amor, entonces la puse a mi lado y Ramón se acostó todavía vestido a un costado y me ayudó a acariciarle el cuerpo mientras dormía. Los dos suavemente pasamos nuestras yemas de los dedos por la silueta hermosa y perfecta de su cuerpo. Ella dormía complacida, agotada, con una expresión de satisfacción en su rostro inigualable.
Comenzamos a revisar las fotos tomadas y eran excelentes, los videos no estaban muy bien ya que salieron oscuros por falta de iluminación y entonces le dije que si quería que la follásemos entre los dos, pero me dijo Ramón:
– No, tranquilo Mario, esta es tu noche, es tu noche de luna de miel, disfrútala, yo la tengo todos los días.
Mientras dormía Marta en medio de los dos, nos hicimos grandes amigos con Ramón, su marido, contándonos historias que no tenían fin y estando muy amenos en la charla ella, después de unas dos horas, se despertó y buscó mi boca. Le prodigué besos y caricias suaves y ella se sentía agradecida y al preguntarle que como lo estaba pasando, me dijo que esta noche iba a ser inolvidable para ella. Esto hizo que se me levantase de nuevo mi verga y la puse a cuatro patas en la cama, y al verla así me entró una locura erótica y la comencé follármela de una manera muy salvaje mientras ella reposaba sus grandes tetas en la barriga de su marido.
Yo cada vez le daba más duro y más duro en esa posición y ella se agarraba de su marido al sentir cada salvaje envestida mía, hasta que al ver esta excitación Ramón reaccionó y comenzó a desvestirse sin moverse del lugar en donde estaba, haciendo de almohada de su esposa para conseguir una posición mejor y más cómoda para que yo, su amante oficial, la penetrase. Ella gemía y eso me excitaba más, y cuando observé que la polla de Ramón estaba tiesa, me puse debajo de Marta, ella me montó a horcajadas y empezó un sube y baja delicioso. Su marido se montó encima pero ella le dijo:
– Ya sabes que por atrás no.
Él, como con cierta decepción, comenzó a meterle su verga en coño, en donde yo ya estaba cómodamente instalado. Esa posición, después de acoplarnos en un vaivén sincronizado, nos hizo gozar a los tres mucho durante unos pocos minutos que le estuvimos ensartando nuestras dos vergas en el chocho de Marta que nos recibió con gusto, y sintiendo la presión de todos nuestros tres sexos nos corrimos a la vez en un concierto de orgasmos y alaridos por parte de todos.
Ella se fue al baño a asearse mientras los dos comentamos lo bien que lo estábamos pasando y él me pidió que quería que le abriera el culo, ya que a él, nunca se lo había dado y que no quería que le estrenara el culo.
Cuando regresó conversamos un rato entre los tres y me la volví a follar mientras Ramón sacaba más fotos, luego ella se quedó dormida, exhausta, abrazada a mí y de espaldas hacia él.
Con Ramón seguimos conversando hasta el amanecer y mientras hablamos de lo bien que lo pasábamos, pusimos las cosas claras, los ases sobre la mesa y en una de sus historias me quedé dormido abrazados con su divina mujer.
Un poco antes de que amaneciera, cuando todos estaban dormidos, me dio ganas de jodérmela de nuevo, me subí encima de ella, que me recibió gustosa, pero para que no se moviera la cama y por no interrumpir el sueño de Ramón, nos bajamos a follar en la alfombra locos de deseo. Al rato él se despertó sobresaltado diciéndonos que como no le habíamos despertado para vernos. Yo le expliqué que estaba dormido y no quería interrumpir su sueño, pero se excitó viendo como me follaba a su mujer y otra vez le hicimos doble penetración vaginal. Como es normal, acabamos corriéndonos los tres.
Ya cuando estaba claro a las 6:30 de la mañana me la follé de nuevo y aunque yo quería seguir, ella dijo que ya no, que ya no quería, que ya estaba asqueada de tanto sexo. Era tiempo de retirarnos, además que nos llamaron de la administración del motel para decirnos que si nos quedábamos más tiempo teníamos que pagar más. Nos metimos los dos a bañarnos con Marta y mientras nos poníamos jabón nos dimos los últimos besos y caricias dentro del motel. Casi no habíamos dormido y habíamos pasado toda la noche follándonos a Marta.
Ya en el coche, todos quedamos de acuerdo en seguir con esta relación que ahora tenemos, de ser yo su novio y amante con el permiso y consentimiento de Ramón. Yo la llamo, le escribo o viceversa y todos los días hasta hoy estamos en contacto y ya quiere que vaya, e incluso me prometió venir en estos días a mi Barcelona para poder repetir. Ramón está muy contento de que al fin su mujer tenga un amante, entre los tres hay una afinidad muy buena, respeto mucho a Ramón a Marta y su relación pero, siento por ella amor, esta relación más que swinger tiene más tendencia a ser casi amor porque ella y yo nos queremos y nos necesitamos. No es solo sexo. Con Ramón estamos de acuerdo en compartirla y ella está feliz con los dos.
Cabe aclarar que Ramón y yo somos 100 % heterosexuales y que nada que ver entre nosotros. Él es muy respetuoso y eso es lo que más me gusta, aunque en este tipo de relaciones sexuales de a tres no se pueden evitar los roces y cuando hay alguno tenemos la tranquilidad de que nos respetamos mucho.
Con Marta todos los días estamos en contacto, más unidos que nunca, estamos comunicados todo el tiempo y siempre estamos planeando la manera de vernos, es una chica, señora, hembra y hasta he llegado a descubrir que es una excelente mujer en todos los sentidos.
Marta, aquí acaba el relato que tú me pediste que lo hiciera, espero haberlo hecho bien y otra vez te complazco como siempre en todo lo que me pides princesa y espero seguirte teniendo siempre y seguir sintiendo este deseo que me nace hacia ti. Gracias Ramón y Marta por dejarme entrar en vuestra intimidad matrimonial.
Besos, Charo.