Relato erótico
Alegria para mis ojos
Ahora trabaja en otra empresa, pero se llevó un buen recuerdo de la anterior. El jefe puso a su hija a trabajar en las oficinas y, verla, era una alegría para los ojos.
Antonio – MÉRIDA
Querida Charo, hace ya algo de tiempo que dejé de trabajar en aquella empresa. La verdad es que nunca he contado esta experiencia tan fuerte porque vivo en un lugar pequeño y todo esto siempre se llega a saber. Te puedo asegurar que esto es real, y aprovecho el anonimato que me da este relato para contar mi pequeño triunfo.
Era una empresa un tanto grande y yo trabajaba como administrativo en el departamento contable. Llevaba trabajando unos dos años cuando destinaron a la hija del jefe en nuestro departamento. Nadie sabia en realidad de que se ocupaba, aunque se suponía que era una currante cualquiera, pero al ser hija de quien era, la tía tenia un despacho propio mientras nosotros compartíamos un garito para varias personas. Te cuento como era la chica. Debía tener 25 años, bajita, con el pelo teñido ligeramente de rubio, unas buenas tetas, y un culo que sin ser nada especial me gustaba mucho por lo redondo que era. Vamos, seguro que lo has visto de esos que asoman como piedras cuando los miras de perfil. Sus labios tampoco estaban nada mal y siempre que me hablaba me hacían sentir que era una comedora de pollas de primera. La verdad es que hasta aquí quizás puedas pensar que no era nada del otro mundo pero la verdad es que despertaba el morbo en mi y sensaciones muy fuertes. Los motivos eran claros, era la hija del mayor cabrón que he conocido, y además era la típica niña pija con aires de tirarse pedos con olor a violeta. Siempre pensé de alguna manera sacar a la guarra que aquella niña de papá llevaba dentro. Esta vez una de mis fantasías se iba a hacer realidad cuando nunca lo hubiese esperado.
Teníamos una relación un tanto superficial y la verdad es que nunca se me hubiese ocurrido haberme insinuado. Sí que me había fijado que muchas veces al girarme al pasar ella me estaba mirando mientras paseaba aquel culo. Algo me decía que mi persona no le pasaba desapercibida. Un día su padre vino y me pidió que realizase un trabajo en el archivo que estaba situado en la planta superior, un sitio polvoriento y lleno de trastos. Tenia que pasar por la trituradora de papel unos documentos viejos y hacer espacio para meter más cosas. Nada, una mierda de trabajo que me iba a ocupar varios días cuando era el mes de Mayo y el calor ya iba a hacer más insoportable el encargo. Empecé el día indicado y estaba media mañana trabajando lleno de mierda como no te puedes imaginar cuando me paré a tomarme un refresco, fumarme un cigarrillo y desabrocharme la camisa para refrescarme un poco. Allí arriba no iba a subir nadie porque era el culo de las oficinas y me podía escaquear un rato.
Cuando habían pasado unos minutos la vi aparecer por la puerta y pegué un salto del susto, más que nada porque sabía que aquella tía me iba a tirar una bulla. Cuando ya estaba poniendo cara de cordero degollado dispuesto a recibir el puro cuando me empezó a pedir unos documentos. Me quedé muy sorprendido por su reacción y me fijé que iba bastante más provocativa que lo normal. Recuerdo que llevaba una muy falda muy cortita y un top de lycra que le sostenía a duras penas las dos tetas y aquellas plataformas que hacían que su culo mirase muy alto.
Le dije donde podía encontrar lo que buscaba y que yo mismo se lo bajaba porque estaba en lo alto de una estantería. Me dijo que ella mismo los cogería aunque yo me presté a ayudarla a subir. Al verla encima de la escalera la muy guarra me dejó ver las minúsculas braguitas que llevaba y que dejaban salir los mofletes de aquel culo. La polla se me puso a mil y se me marcaba descaradamente en el fino pantalón. La tía lo hizo increíblemente largo para asegurarse que no me perdía nada, y la verdad es que no la defraudé. Cuando bajó se arrimó demasiado cerca y notó el pollón que yo tenía. Me puso una mirada de perra en celo y me preguntó qué pasaba, a lo que le contesté que me había puesto muy caliente. No me dejó acabar la frase porque se me abalanzó, me cogió del culo y se apretó contra mi cuerpo para sentir mi barra de fuego.
Le empecé a besar por el cuello y comenzó a suspirar como un fuelle cuando le sobé las tetas. Al rato la pija me apartó y se fue hacia unas cajas que estaban unos metros atrás, se subió encima y me miró con ojos de loba y las piernas abiertas. No pude aguantar más y me lancé hacia ella y le arranqué de un tirón las bragas y me bajé los pantalones. Ella ya estaba como una moto porque se ve que le iba el rollo violento. La verdad es que a mi no me va ese rollo aunque dada la situación y por ser ella el objeto del cariño que sentía por su papá, y con ganas de domar a una niña pija, me porté como un verdadero bestia.
Empecé por lo que más me gusta de una mujer: su coñito. Al principio no pude verlo bien porque empecé a chuparlo como si me fuese la vida en ello y pudiéndolo sentir todo en la boca con un sabor y un olor que me volvía loco. Estuve un rato haciéndole este trabajo, ella suspiraba y se retorcía, aunque me dediqué a hacer mejor mi chupada y le abrí al máximo las piernas apoyándolas en las cajas. Aquella hembra me ofrecía ahora su chocho en todo su esplendor y podía ver sus labios entreabiertos y muy rosados por la excitación. Me dediqué a recorrer los pliegues de aquel aromático coño con mi lengua de arriba a bajo una y otra vez. Me paraba en clítoris y ella gemía de manera un poco exagerada y cerraba algo las piernas para que no me despegase de allí. Me estaba poniendo las botas y tenia que hacer esfuerzos para que mi polla al máximo de su tamaño no tocase con nada porque me podía correr de la excitación.
Lo mejor iba a llegar entonces porque, cuando no lo esperaba, bajé mi lengua llena de su flujo hasta su agujerito del culo. No se esperaba esa caricia y se corrió al introducir mi dura lengua en su ano y presionar toda mi cara en su coño. Fue una buena corrida porque ella se cogió a mi cabeza como si estuviese al borde de un precipicio. Ahora era mi turno y me incorporé yo para dejarla buena. La verdad es que entonces la picha me dolía de la excitación pero cuando la vi abierta de piernas, sudorosa, su faldita remangada, y con todo aquel coño dilatado delante de mí me llegaron a temblar las piernas. Su gesto de perra viciosa, mordiéndose el labio, sudorosa y despeinada, me incitó a una penetración total. Se la metí de un golpe con mucha facilidad porque estaba mojadísima y fui yo quien soltó ahora un gemido porque aquel coño era una delicia. Estrechito y muy mojado, y lo que más me gustaba, era que parecía que había metido la polla en el mismo infierno. No te puedes imaginar lo caliente que estaba el coño aquel.
Empecé a empujar y ella se movía como una marioneta porque las cajas se movían bastante con mis embestidas. Le levanté las piernas todo lo que pude para sentir aun más su coño, mire hacia abajo, vi mi reluciente picha mojada por su flujo y me corrí solo con verlo. Ella se dio cuenta y me apretó contra ella para que no escapase ni una gota de mi leche. Fue una corrida brutal y nos quedamos un rato parados recuperando el aire pero, a los pocos minutos, ella todavía quería más. Saqué la polla y de su coño salió un borbotón de mi semen, ella se levantó, se quitó la falda y se fue hacia su bolso. Sacó un paquete de pañuelos y algo más que no vi lo que era. Se limpió el coño de mi semen y vino hacia mí, se agachó y también me dejó la picha limpia. Entonces me demostró que aun tenía más ganas de guerra porque empezó a besuquear mi polla. Me lo hacia como a mí me gustaba, con chupadas lentas y húmedas a la punta de mi polla, pero costó un poco ponerme en forma porque la excitación anterior había sido muy fuerte y larga. De todas maneras ver aquellos morritos que tanto me gustaban trabajar con tanta voluntad me pusieron a cien.
Al rato la incorporé para colocarla encima de las cajas otra vez para perforarla, cuando me pidió que quería jugar a algo. Me dijo que le había gustado porque tenía una cara de vicioso total y que quería que le hiciese una cosita especial. La muy zorrona me pidió al oído que utilizase su juguetito y dándome un lametazo en la oreja eliminó cualquier posibilidad de que yo dijera que no. Me enseñó entonces aquello que había extraído de su bolso y que tenía escondido, un estrecho y pequeño vibrador de látex. Me dispuse a no defraudar a aquella zorra de primera y me dediqué a admirar aquel culete redondo cuando ella se puso a cuatro patas. Me arrimé y le comencé a chupar el ojo del culo, mientras ella me lo agradecía con grandes suspiros. Pasaba mi lengua por los alrededores del agujero donde la zona es tan sensible, y luego lentamente introducía mi lengua todo lo que podía en aquella cueva. Cuando hacia eso la muy zorra hacia fuerza para ayudarme y decía entre susurros cochinadas que no llegaba a entender del todo. Me chupé un dedo lo pasé por su coño mojado y se lo metí en el culo. Nunca había visto a una tía tan encendida que se mordía la mano para no gritar.
Entonces le dije que si quería que utilizase su vibrador lo que tenía que chupar muy bien. Se lo puse en la boca y lo succionó como una niña un polo mientras mi dedo hacia movimientos para dilatar aquel agujero. Cuando ya la vi bastante excitada me coloqué detrás, puse en marcha el vibrador y se lo introduje con delicadeza. Le hice algo de daño porque la lubricación no era la perfecta, pero una vez se había acoplado al esfínter lo pude meter y sacar con más facilidad. Aquel culito se movía de manera muy sugerente y me cambié de postura para encañonarla por detrás. Esta vez se la metí más despacio para disfrutar aún más del calor de aquella cueva. Quería sentir cada centímetro de su coño y que mi polla la llenaba por completo.
Ella comenzó a mover su culito en lentos movimientos circulares y yo cogí su ritmo acompañando sus movimientos. No le hice el típico metisaca porque me excitaba sentirla mía al llenarla al completo con mi polla y, por supuesto, mi mano derecha no paraba con aquel consolador en su culo aunque ahora lo movía de manera circular para que las paredes de su culo sintiesen las vibraciones del juguete.
Ella se puso muy cachonda con esa sensación en su culo y aceleró su respiración. Cuando noté que estaba a punto de venirse le introduje el vibrador en toda su extensión y empecé a meter y sacar mi polla de su coño con verdadera furia. Ella se corrió entre estertores y gruñidos y yo, al comprobar su orgasmo, me puse ya demasiado excitado y después de penetrarla durante unos minutos me corrí apretando con fuerza mi polla dentro de su coño para llenarla de leche.
Ella se limpió de nuevo y se puso la ropa que había quedado desperdigada por varios rincones. Se arregló el pelo en una coleta me dijo que había estado muy bien y se marchó sin decir nada más. Yo mientras también me había vestido y la verdad es que la situación era un poco violenta y yo no sabia donde mirar. Comprendí que aquello no volvería a repetirse y que ella se avergonzaba un poco de mostrarse tan puta.
Saludos a todos.