Relato erótico

Al final pasó

Charo
11 de mayo del 2020

Nuestra buena y asidua amiga Eva nos relata una caliente experiencia que vivió con un buen ejemplar del género masculino. Según dice era un verdadero monumento.

Eva – Barcelona

Hola de nuevo, soy Eva y está vez os quiero relatar una de las varias sesiones que viví con lo que diríamos un tío bueno. Si seguís mis testimonios veréis que a lo largo de mi vida, desde que me separé, he ligado mucho, y con tíos más jóvenes que yo. Se me daban bien.
Se llamaba Joaquín y era el Director de la empresa en la que yo trabajaba, él estaba en la central de Madrid y yo en Barcelona. Tenía unos 32 años, era alto, con un cuerpo de deportista, pero sin pasarse, guapo de cara y con un culito prieto y bonito. Una de las cosas que más me gustaban era su boca, y sus manos. Tenía una sonrisa cautivadora y golfante.
Había venido a Barcelona para mantener una reunión con el Director de nuestra oficina y para ver a unos clientes. Se quedaba dos o tres días. La reunión acabó a las ocho de la tarde y cuando nos despedimos nos dijo a una amiga que trabajaba conmigo y a mí que la empresa nos invitaba a cenar y que después podíamos a ir a tomar alguna copa a una discoteca que estaba de moda y quería conocerla.
Mi amiga se excusó porque había quedado con su pareja, pero quedamos que después nos veríamos todos en la disco. Fuimos las dos a mi casa para ducharnos y cambiarnos de ropa y en broma le dije a mi amiga:
– Como se ponga a tiro, me lo tiro. Está buenísimo, ya te dije, cuando fuimos a Madrid que me ponía un montón. Lo que pasa es que soy mayor que él y ya sabes los tíos son un poco raros. – yo, entonces tenía 38 años-
Me puse un vestido negro de manga larga que marcaba perfectamente mis curvas, medias negras, tanga negro y sujetador negro. Cogí una americana de color crudo y zapatos de tacón.
Fuimos a cenar a un restaurante de la Rambla de Cataluña, y durante la cena, hablamos un rato de trabajo, para acabar como siempre que se acude a una cena como esta, de nuestra vida privada.
Me contó que hacia un año que había roto con su novia y yo le dije más o menos lo mismo, en aquel momento estaba libre como un pájaro. Me cogió de la mano y dijo:
– Me alegro, porque desde que te vi hace dos meses en Madrid, me gustaste mucho y reconozco que cada vez que hablo contigo por teléfono me dan ganas de decirte que cojo un avión y vengo a verte, para cenar y lo que surja…
Entonces, mirándolo a los ojos le contesté:
– ¿Tu crees que puede surgir algo? Yo también he fantaseado contigo, pero entre la diferencia de edad y que pensaba que tenias novia, pues ya ves.
Me acaricio la mano y me dijo:
– Te aseguro que pueden surgir muchas cosas, y me parece que para estar seguro podríamos ponernos a prueba. ¿Por qué no vamos a mi hotel y lo descubrimos?
Le dije que si, pero creía que primero podríamos ir a tomar una copa en la disco que nos esperaba mi amiga y así quedaba todo un poco más disimulado.

Llegamos a la disco, fuimos a la mesa de mi amiga y antes de sentarnos empezó a sonar la música lenta. Me cogió de la mano, nos fuimos a la pista y allí empezó todo. Me agarró de la cintura, se pegó a mí y empezó un morreo que me llevo al cielo. ¡Como besaba! Su boca transmitía un deseo y una pasión que era difícil negarse a nada. Puso una de sus manos en mis nalgas y me acercó todavía más. Menudo paquete marcaba, me puso a mil.
Cuando acabamos, fuimos a la mesa, nos tomamos algo y en menos de una hora nos dirigíamos hacia su hotel. Casi no llegamos ni a la habitación, ya que en el ascensor, me apalanco contra la pared, levantó un poco el vestido, y agarrándose en mis nalgas me besaba como un loco. Tenía las bragas mojadas de gusto.
Llegamos a la habitación y le dije que iba al baño. Me di un buen lavado de bajos, me perfume y después fue él. Cuando llegó a la habitación llevaba solo los calzoncillos puestos. ¡Vaya monumento!
Se acercó, me sacó el vestido y me tumbo en la cama. Se puso a mi lado y mientras acariciaba mi cuerpo me fue besando despacito. Me imagino que el estaba caliente, pero lo que os puedo decir yo es que tenía unas ganas locas de cogerle la polla y hacerle una buena mamada. Poco a poco me deshice de sus brazos le baje los calzoncillos, y libere aquel magnifico pollón. Era largo, gordo y con un capullo que pedía a gritos que lo chuparan.
Me tumbé a su lado y me la metí en la boca despacito. Me vuelve loca notar como una polla crece y palmita mientras le paso la lengua o la chupo. Joaquín tenía los ojos cerrados y se movía al son de mi mamada.
No se si os lo he contado nunca, pero creo que casi seria capaz de correrme mientras la chupo, por lo tanto, estaba caliente y tenía el chocho mojado.
Joaquín me hizo parar, se incorporó, me cogió las dos manos y nos acercamos, mientras nos besábamos a un sillón que había al lado. Me dijo que me sentara, me acercó al borde, se arrodilló, apartó el tanga y comenzó una comida de coño memorable. A los tres o cuatro lametazos, me corrí largamente. Cuando me calme, me miró y dijo:
– Intuía que eras una mujer sensual, pero que fueras tan caliente y apasionada no me lo esperaba. Tu mamada ha sido genial, casi me corro de gusto.
Me levanté y nos besamos o mejor dicho nos morreamos, mientras nos acariciábamos. Yo le había cogido la polla y se la estaba pelando despacito y el me acariciaba el coño. Estábamos a punto de explotar.
Fuimos dirigiéndonos hacia la cama y le dije que se tumbara. Era como un espejismo ver aquel cuerpo a mi disposición, pero sobre todo ver como me deseaba. Me acerque y me la clavé hasta el fondo. Sentir como entraba y salía de mi chocho me estaba matando de placer. Noté que estaba a punto de correrme y empecé a moverme más rápidamente. No podía parar, gemía y me movía como una posesa hasta que me corrí.
Joaquín se incorporó, me colocó a cuatro patas y mientras me frotaba el clítoris, me la metió y empezó a follarme sin parar.

Gritábamos, sudábamos, gemíamos hasta que sacó la polla y me dijo que iba a correrse. Me di la vuelta tan rápido como pude, me la metí en la boca y se la chupe hasta que me dio toda la leche. Mientras se corría, levante los ojos, era todo un espectáculo ver aquel cuerpo joven, convulsionarse mientras descargaba sus cojones.
Teníamos calor y aunque ninguno de los dos dijo nada, sabíamos que no dábamos por terminada la noche. Nos fuimos al baño y nos metimos en la ducha. Cuando estoy con un hombre que sé que me desea y lo deseo me gusta mimarlo y hacerlo disfrutar, o sea que cogí una esponja y lo enjabone como si fuera un niño. Cuando llegue a la polla, me puse jabón en la mano y la enjabonaba acariciándola y masturbándola. Se le puso morcillona, que en definitiva era lo que esperaba. Le quité le jabón, me arrodille y me la metí en la boca. Le hice una mamada lenta, le comía los huevos, se los lamía, los succionaba y volvía a su hermoso capullo. Como la situación no era muy cómoda, cogí una toalla, la puse en el sillón y le dije que se sentara, para continuar con aquella comida de rabo lenta, sabrosa y que tanto me gusta.
Personalmente creo que hay varios tipos de mamada, la rápida de aquí te pillo aquí te mato, que sirve para vaciar los huevos, pero que carecen del morbo y del vicio que tiene una buena mamada lenta, de esas que cuando te das cuenta que está apunto, la paras, vuelves a los huevos y esperas para poder continuar y seguir proporcionando placer.
Estuve disfrutando de esa mamada mucho rato, y Joaquín se retorcía de gusto, cogia mi cabeza y me follaba la boca hasta el fondo, y vuelta a empezar.
Cuando la polla se puso a tope, nos fuimos a la cama. Tenía ganas de cabalgarlo y volver a sentirlo dentro de mí. Me coloqué de espaldas a el y me senté, mi chocho mojado lo recibió con ansia. Mi cuerpo subía y bajaba sin parar, mientras el pellizcaba y magreaba mi culo. Cambiamos varias veces de posición, hasta que dijo que iba a correrse. Me coloque otra vez de rodillas delante suyo, le pajee la polla sin parar y cuando empezó a soltar leche, acerqué mi boca para recogerla hasta la ultima gota, fue extasiante. No recuerdo las veces que me corrí, lo que si sé es que acabé totalmente derrotada.
Me aseé y me fui a mi casa, eso si, quedamos para vernos al día siguiente.

Otro día os contaré un encuentro que tuvimos en su casa de Madrid y que me descubrió una nueva faceta, le gustaba el sexo con “juguetitos”.
Espero que os haya gustado, yo me he puesto cachonda solo de pensarlo.
Besos.

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